Capítulo 13. ¿Es real?
Teresa.
Me sentía totalmente ajena al mundo real mientras observaba a Rubí bailar en el escenario, era un momento totalmente mágico. Ya había terminado de comer, y aunque aún sentía la mirada de aquel chico sobre mí, intentaba no voltear a mirarlo, ya que me había pillado varias veces observándolo antes. Había algo en él que me hacía sentir extraña, como si él supiera algo que yo ignoraba.
El trance perfecto en el que me encontraba mientras la melodía guiaba a Rubí en cada uno de sus pasos se rompió abruptamente con el sonido de explosiones cerca de nosotros. La música paró inmediatamente, y todas las personas que se encontraban sentadas en las mesas o junto a los establecimientos comenzaron a correr alarmadas, ya que las explosiones continuaban, una tras otra.
Corrí rápidamente hacia la tarima, no podía irme y dejar a Rubí, así que intenté llegar lo más velozmente que pude a donde estaba ella, que se había quedado paralizada a mitad del escenario. Cuando estuve a su lado, entendí la razón por la que estaba en shock. Desde donde se encontraba, se podía ver perfectamente hacia la calle, que se había vuelto todo un desastre, habían autos volteados, fuego y humo por doquier, parecía el apocalipsis.
La tomé del brazo y me dispuse a salir de ahí, no podía decir que no estaba nerviosa, pero las ganas de volver a casa y resguardarnos lo más pronto posible me daban esa dosis de adrenalina que necesitaba. Cuando la sujeté, ella apartó la vista de la calle y me observó.
—Vámonos —le dije, y ella asintió.
En ese momento, escuchamos otro explosivo y ella se aferró más a mi brazo, estaba segura de que ambas habíamos sentido lo mismo, algo debajo de nosotras había explotado. Nos sujetamos más fuerte e intentamos correr fuera de ahí, pero era demasiado tarde, el escenario se estaba cayendo en pedazos, justo sobre nosotras.
Cerré los ojos y me agaché, solté a Rubí y puse mis manos sobre mi cabeza instintivamente, esperando lo peor. Pude escuchar cómo la madera del escenario crujía a nuestro alrededor mientras caía y se hacía pedazos. Sin embargo, no había sentido nada. Abrí los ojos intentando entender qué acababa de pasar, y fue ahí cuando lo ví.
Junto a nosotras se encontraba el chico que me había estado observando, sus manos no se encontraban levantadas, pero de alguna manera estaba deteniendo la madera, evitando que cayera sobre nosotras, era como si un campo de fuerza lo rodeara, aunque no podía ver nada a su alrededor. Para mí, aquello no tenía ninguna explicación, pero no quería cuestionar el porqué me encontraba viva en ese momento.
Ambos cruzamos miradas una vez más, y noté que se puso un poco nervioso. Tenía ganas de darle las gracias, pero me preocupaba que Rubí no se había movido en todo el rato, estaba hecha bolita a nuestros pies, e intenté hacer que reaccionara.
—Bee, levántate, salgamos de acá.
—No podremos levantar la madera para salir de aquí, Tessa. Solo es cuestión de minutos a que algo vuelva a explotar y esto se incendie.
Miré al chico a nuestro lado y él me hizo señas para que la tomara del brazo, luego me habló.
—No te preocupes, yo levantaré la madera, solo sígueme.
Mientras el se movía, yo seguía sus pasos y llevaba arrastrada a Rubí conmigo. Parecía una escena de una película, no lograba entender cómo era que la madera parecía detenerse justo encima de él, como si algo lo protegiera y estuviese compartiéndolo con nosotras.
Cuando todos salimos de los escombros, Rubí levantó la mirada y notó que estábamos a salvo, su humor pareció mejorar inmediatamente.
—¡Tess, salimos! Vámonos, tenemos que huir de aquí —me dijo mientras me llevaba del brazo.
Paré el paso, y ella se detuvo. Yo volteé la mirada a donde habíamos estado hace un par de segundos en busca de aquel chico misterioso, pero no estaba ahí, había desaparecido.
—¿Qué pasa? —me preguntó Rubí.
—Nada, vámonos.
Mientras corríamos lejos de ahí, no podía evitar mirar hacia atrás, quería agradecerle a ese chico por ayudarnos porque tenía el presentimiento de que si no hubiese estado ahí, nosotras quizás no hubiésemos sobrevivido, y temía que posiblemente no volviese a verlo.
Escuché el estruendo de otro explosivo y sentí que mis piernas fallaron, seguramente por los nervios, haciendo que cayera al suelo. Rubí se apresuró a ayudarme a levantar, y ambas dirigimos la mirada hacia dónde pensamos que se había originado la explosión, era justo dónde solía estar el escenario y en ese momento la madera ardía en llamas.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mientras por mi mente pasaba la idea de qué hubiese pasado si no hubiésemos logrado salir de ahí. Me prometí a mí misma que si volvía a ver a ese chico, se lo agradecería.
El caos se había adueñado de toda la zona, y fue un poco difícil llegar a casa. Ambas corríamos lo más rápido que podíamos, esquivando a otras personas que también corrían despavoridas al escuchar las explosiones que al parecer se habían adueñado de todo el lugar. Sentía que no podía más, no estaba en condiciones para correr durante tanto tiempo, y temía detenerme y que pasara algo malo. Cuando pude ver mi casa, saqué fuerzas de donde no las tenía, intentando llegar lo más pronto posible.
Mis manos temblaron terriblemente mientras intentaba abrir la puerta, ya que observaba que habían personas entrando en casas de otras, buscando protección. Rubí se puso a mis espaldas bloqueando la entrada por si fuese necesario hasta que pude insertar la llave en la cerradura, ambas entramos y cerramos la puerta.
Nos tiramos al piso, exhaustas por tanto esfuerzo físico tan repentinamente. Nuestros pechos subían y bajaban intentando estabilizar nuestra respiración y un constante tintineo que no había notado hasta ahora se hizo presente para mí, Rubí aún tenía su traje de danza árabe puesto y había corrido desde el boulevard hasta la casa con el traje lleno de esas características monedas.
—¡Qué bueno que llegaron! —era mi madre, venía hacia nosotras desde la cocina con un delantal puesto.
—¿Y eso que estás acá? —pregunté, era demasiado temprano como para que hubiese terminado de trabajar.
—Decretaron toque de queda, nadie puede salir de casa después de las seis de la tarde. Y en mi trabajo temieron por todo el caos que se desató, y nos dejaron ir más temprano.
—Tiene sentido —Rubí por fin había hablado.
—¿Quieres ir a tomar una ducha? Yo iré después de ti —propuse.
—Me parece bien —dicho eso, se levantó y comenzó a subir escaleras arriba, llevándose aquel tintineo con ella.
Mi madre volvió a la cocina y yo me acosté en el piso, disfrutando el frío que se colaba por mi piel al contacto con él, era refrescante. Tomé mi celular y vi la hora, eran las tres de la tarde y me preguntaba si recibiría algún mensaje de Danny hoy, suponía que ya debía estar al tanto del toque de queda y esperaba que no me hiciera salir esa noche.
Cuando Rubí salió del baño, subí las escaleras y fui a bañarme. Sentí como si hubiese vuelto a despertar y pudiese ver todo más claramente, volví a mi habitación y me vestí para luego bajar a la sala, donde Rubí y mi mamá se encontraban viendo noticias en la televisión. Al parecer varios turistas lograron grabar algunas escenas con drones justo en el momento en que las explosiones comenzaron y la guardia nacional estaba usando aquellos vídeos como parte de la investigación.
Me senté en uno de los sillones y mi mamá me señaló con la mano una taza que estaba en la mesa, era café con leche. La tomé y la probé mientras observaba las imágenes en el televisor.
—Gracias —le dije a mi madre.
—De nad... Esperen —dicho eso, le bajó todo el volumen al tv y contestó tu celular—. Sí, dígame.
Rubí y yo la observamos mientras ella escuchaba atentamente lo que le decían a través de su celular, al parecer le estaban dando indicaciones.
—Sí, espere un momento, iré por mi computador.
Luego subió por las escaleras y cerró la puerta de su habitación. Sentí que mi teléfono vibró, era un mensaje suyo, lo leí en voz alta para que Rubí escuchara.
—Dice «me llamaron del trabajo, estaré en mi cuarto hasta las siete».
—¿No que estaba libre? —preguntó Rubí.
—Aun está en horario laboral, seguro necesitan que haga algún trabajo remoto.
Le subimos el volumen al televisor de nuevo, y justo estaban pasando algunas imágenes del evento en el boulevard. Una escena había sido de la pareja que se había presentado antes de Rubí y la siguiente era de ella bailando en el escenario, justo antes de que todo explotara.
—Todavía no entiendo cómo hicimos para salir de ahí —comentó Rubí, dirigiendo su mirada hacia mí, como buscando respuestas.
—No sé cómo explicarlo, para mí tampoco tiene mucho sentido. Pero, si ese chico no hubiese estado ahí, no hubiésemos podido salir —le respondí.
—¿Qué chico?
Ella me miraba confundida.
—El chico que nos ayudó levantando la madera para que pudiésemos salir.
—Tessa, ahí solo estábamos tú y yo.
Sentí como si mi sangre se helara por completo y dejara de correr por mis venas. Luego recordé algo más.
—Seguro no lo viste porque estabas agachada mirando al piso, él estaba justo detrás de nosotras. Pero luego me habló y me dijo que él nos abriría paso, y lo seguimos hasta salir.
Ella me miró muy seria, mientras intentaba recordar, hasta que negó con la cabeza.
—No, estoy segura de que no había nadie ahí con nosotras. No recuerdo que hayas hablado con nadie.
A pesar de sus palabras, y de que insinuaba que no recordaba bien, yo era quien pensaba que ella estaba equivocada. Recordaba todo de él, desde el momento en que lo ví sentado en una de las mesas, hasta que estaba con nosotras bajo los escombros.
«Pero, cómo había llegado él ahí?», pensé. Él estaba sentado cerca de la tarima, y aunque hubiese colapsado, no tenía porqué quedar atrapado. Además de que habían demasiadas cosas que no cuadraban, porque aún no entendía cómo había hecho para evitar que nos cayeran los escombros encima sin siquiera levantar los brazos.
—¿Qué piensas? —me interrogó Rubí, al ver que no le daba ninguna respuesta.
—No entiendo nada.
—Yo tampoco, es mi primer día en el país luego de casi un año, me presento con mi antigua academia, hay un atentado, declaran toque de queda y ahora tú dices haber visto a un chico salvándonos de morir atrapadas bajo los escombros. Esto es muy raro.
—Lo sé... —fue lo único que pude decir.
—¿Al menos era guapo?
—¿Qué?
—Aquel chico que viste.
—Ah, no puedo creer que solo te importe eso.
Ambas reímos ante aquello, y comencé a reparar sobre sus rasgos, preguntándome si podría reconocerlo si volvía a verlo. Tenía ojos azules muy claros, el pelo oscuro, barbilla marcada, unos labios perfectos... «¿por qué estás pensando en eso?», me reprendí a mí misma internamente. Sonaba como toda una adolescente enamorada, y me había prometido que eso no pasaría nunca más.
—Que te hayas sonrojado es suficiente respuesta —mencionó ella de manera burlona.
No me había fijado que estaba sonrojada, pero aquello me hizo sonrojar aún más.
—No sé por qué te emocionas, si ni siquiera es real.
—Quién sabe, Tessa. Aquí solo toca ver quién de las dos está más loca, si tú por imaginarte a un ángel salvador e increíblemente guapo, o yo por no haberlo visto.
«Ángel», había dicho. Y aquella palabra hizo que algo conectara en mi cabeza, como un recuerdo intentando salir a la luz. Sentía que estaba muy presente, pero era como tener una palabra en la punta de la lengua y no poder adivinarla. Ella siguió hablando, haciendo aún más difícil mi tarea de recordar eso que tanto se escapaba de mí.
—La verdad, esperaría que sea yo la loca, tengo más pinta. Además, ya te hace falta volver a creer en el amor, un chico guapo sería lo mejor para tu vida en este momento. ¿Qué pasó con Santiago?
☁️☁️☁️
¡Holaa! Estos días he estado muy inspirada y he estado intentando escribir lo más que puedo ❤️
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Foto de Rubí en multimedia.
Nos leemos pronto, muy pronto,
Ele.
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