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Capítulo 11. Sus ojos.


Teresa.


No era la primera vez que me despertaba por haber escuchado la voz de mi padre entre sueños, en realidad, era algo que pasaba constantemente durante los últimos meses. Sin embargo, yo sabía muy bien que aunque se tratara de su voz, no era él quien estaba ahí conmigo.

Durante mis veinte años de vida, aprendí bien cuál era su presencia, y nunca había sido una oscura. Y a pesar de eso, inmediatamente después de despertar, mi cuarto se encontraba envuelto en sombras, creando una total oscuridad en la estancia. Haciéndome saber que no se trataba de él.

No sabía qué era lo que me estaba persiguiendo, pero sin duda, no era mi papá. Y por eso, esas noches solía huir a la habitación de mi madre. Cuando estuve recostada en su cama, del lado que mi padre solía dormir, noté que esa extraña presencia no había desaparecido, las esquinas de la habitación aún albergaban sombras que desde mi perspectiva podía decir que se movían entre la oscuridad.

Estaba muy asustada, cerré los ojos e intenté concentrarme en dormir, pero el dolor de cabeza que me había atacado más temprano esa noche había regresado, haciendo que fuese incluso más difícil para mí conciliar el sueño. A mi lado, mi madre dormía plácidamente, lo cuál me hacía cuestionar si todo lo que estaba percibiendo solo estaba ocurriendo en mi cabeza. Quizás me estaba volviendo loca.

Mantener los ojos cerrados me hacía más susceptible a lo que pasaba a mi alrededor, escuchaba cosas moviéndose en la habitación y susurros. Sabía que no debía abrir los ojos, intentaba concentrarme únicamente en dormir y rogar que la luz del sol llegara pronto a llevarse todas esas sombras. En el instante en que ese pensamiento pasó por mi cabeza, sentí cómo una luz se colaba entre mis párpados, fue en ese momento, cuando nuevamente dudé de mi cordura.

Abrí los ojos y lo que ví me sorprendió, haciéndome dudar si realmente estaba despierta. Desde donde yo estaba, podía ver un par de grandes alas blancas que emitían una preciosa luz dorada. Me llevé una mano al ojo, mientras lo frotaba, en un intento de despertar de aquel sueño, pero no se trataba de un sueño.

Era incapaz de decir nada, seguía tendida en la cama mientras observaba la magnitud de aquellas alas, que se movían mientras su dueño observaba los alrededores en la habitación, se encontraba de espaldas, por lo que no podía verle el rostro. Hasta ese momento, no había notado que la sensacional de pesadez que había invadido la habitación minutos atrás, había desaparecido por completo, el ambiente se sentía seguro.

—¿Un ángel? —susurré, creí que lo había pensado solamente, pero las palabras habían salido de mi boca.

Él volteó inmediatamente, y conectó su imponente mirada con la mía, sus ojos me recordaban al cielo tan oscuro de la noche. Su expresión cambió inmediatamente al notar que nuestras miradas se cruzaron, y pude notar su nerviosismo por un segundo, antes de que subiera un pie a la ventana y tomara impulso con el otro para salir de ahí volando.

Quedé totalmente en shock por unos segundos, pero luego me levanté corriendo hacia la ventana, que permanecía abierta. Y observé que había algo del otro lado, en el pavimento. Levanté la mirada hacia el cielo, pero no habían rastros de él, nada más que una pluma que descansaba en el suelo. Salí de la habitación hacia la calle del mismo modo que él, por la ventana, y me agaché para recoger la pluma.

Al tenerla en mis manos, inmediatamente me sentí muy nerviosa por estar expuesta en la calle a esa hora, sabiendo el peligro que significaba. Y pasó por mi cabeza la incertidumbre de saber qué hacía abierta la ventana, si mi mamá siempre solía mantenerla cerrada por seguridad.

Me metí a la habitación rápidamente, sosteniendo la pluma con una mano. Me sentía muy vulnerable, por alguna razón, la seguridad que me había transmitido aquel ángel había desaparecido. Y ahora solo quedaba una tristeza profunda que me invadía al pensar en todos los peligros a los que me había sometido en las últimas horas.

—¿Hija? —me llamaba mi madre desde la cama, yo había olvidado por completo que estaba en su habitación—. ¿Qué pasa? Ven aquí.

No le expliqué nada de lo que había pasado, ni le conté por qué estaba triste, solo dejé que me abrazara mientras me envolvía en las sábanas y finalmente pude dormir esa noche.

A la mañana siguiente, desperté sola en la habitación de mi madre, y me apresuré a ver la hora en mi celular, era casi medio día. Había dormido demasiado, no recordaba la última vez en que eso había pasado y lo atribuía al dolor de cabeza que había sentido el día anterior, quizás me estaba enfermando y no lo sabía.

Además de estar desconcertada por la hora en que había despertado, esa sensación no hizo más que aumento cuando continué ojeando mis notificaciones. Entre una de ellas se encontraba un mensaje de texto confirmando la recepción de un pago de doscientos dólares. Lo primero que pensé era que se trataría de un mensaje falso, así que abrí la aplicación del banco. Para mi sorpresa, ahí se encontraba el monto que indicaba el mensaje.

No entendía qué estaba pasando, así que volví a revisar mis mensajes y encontré dos que eran de Danny, los había enviado hace tres horas.

«Buenos días, Teresa! Espero que hayas dormido muy bien:D Gracias por las fotos de anoche y el reporte que hiciste, era justo lo que necesitábamos. Durante el día recibirás información sobre tu próximo encargo.»

«Por cierto, ya debiste haber recibido tu pago, si tienes alguna duda, por favor avísame.»

No entendía por qué me pagaban esa cantidad tan grande de dinero por el trabajo de una sola noche, me sentía un poco culpable porque sabía que quizás mis fotos y vídeos no habían sido los mejores, pero sabía que no había podido hacer nada más.

Me dispuse a levantarme y mi celular vibró, era una llamada de mi mamá.

—¿Aló?

—Hola, hija. ¿Cómo estás? ¿Ya te encuentras mejor?

Vinieron a mi mente los recuerdos de la noche anterior, cuando me quedé dormida en los brazos de mi madre mientras las lágrimas dejaban de caer de mis ojos. Y me pregunté qué podría responderle, si ella no tenía idea de lo que me había pasado.

—Sí, estoy bien. Acabo de despertar -le dije, intentando cambiar el tema.

—Eso ví —respondió—. Sé que te pedí un favor anoche, pero te prometo que intentaré que este sea el último, al menos por ahora.

Guardé silencio, no sabía qué responderle ante eso y solo esperé que hablara de nuevo luego de su pausa. Mientras tanto, me levanté de la cama y me encaminé a mi habitación.

—Creo que no te había contado, pero tu prima Rubí estará un tiempo con nosotras. Será solo por el tiempo que duren sus vacaciones, luego volverá a irse de intercambio.

Eso explicaba por qué había un par de maletas en mi habitación. Rubí tenía la misma edad que yo, y hacíamos todo juntas, hasta que se fue a Canadá... Y me emocionaba muchísimo que estuviese de vuelta, aunque fuese por un tiempo.

—¡Qué bueno! Me alegro de que haya vuelto —le comenté a mi madre por teléfono—. Pero, no entiendo, ¿qué tiene que ver ella con el favor que necesitas? Si necesita quedarse en mi cuarto, ya lo noté, sus maletas están aquí.

Mi mamá se rió y pude escucharlo a través de la bocina.

—No, no es eso —me aseguró—. Es que su vieja academia de danza se enteró de que ella volvería y le pidieron que se presentara hoy en el boulevard de la playa. Me dijo que necesita una hielera, no sé para qué, pero en casa tenemos una, ¿podrías llevársela?

Miré por la ventana y vi que el sol estaba fuerte, realmente no quería salir. Pero haría lo que fuera por Rubí, y a decir verdad, quería verla cuanto antes, así que acepté.

—Sí, dile que iré ahorita.

—Gracias, hijita. Nos vemos esta noche, Dios te bendiga.

Luego colgó la llamada. Sabía que no había sido clara con la hora en que iría, pero no quería tardarme demasiado así que solo me vestí rápidamente, me aseguré de ponerme bloqueador y una gorra, y salí con la hielera colgando a un costado y mi celular en un bolsillo de mis shorts.

Aunque había salido en contra de mi voluntad, al caminar por las calles me sentí muy bien. Hacía meses que no salía sola de la casa, siempre iba a todos lados acompañada de mi madre y los últimos días había podido avanzar y sentirme nuevamente libre. O al menos un poco, no podía decir que mi corazón no se aceleraba incontrolablemente cuando un auto se acercaba, pero al menos era capaz de andar sola por la acera.

Faltaba poco para llegar al boulevard cuando mi celular vibró en mi bolsillo, y vi que Rubí me estaba llamando por Whatsapp, aún usaba su número canadiense, y me imaginé que estaba conectada a wifi. Contesté la llamada.

—¡Hola, Tessa! —me saludó enérgicamente.

—Hola —intenté saludarla con el mismo entusiasmo, pero estaba cansada de caminar—. ¿Dónde estás?

—¿Ves un montón de sillas y una tarima? Estoy justo detrás de ese lugar, me están maquillando.

—Sí, sí lo veo, voy para allá —le dije y colgué la llamada.

Me acerqué al lugar y pude observar a varias personas disfrutando de los puestos que se habían colocado al alrededor de la tarima que parecía ser parte de un evento cultural. Las personas se sentaban a comer en las mesas que habían colocado en frente de la tarima y disfrutaban de alguna presentación. En aquel momento, un chico se encontraba tocando la guitarra e interpretando una canción.

Caminé hasta la parte trasera de la tarima y me encontré con Rubí, estaba sentada mientras que su maquillista le colocaba algunas piedritas sobre sus cejas. Aún así, al verme, Rubí dejó de lado el maquillaje y se levantó a abrazarme. Iba vestida con un traje dorado de danza árabe, se veía realmente hermosa.

—¡Te extrañé mucho! —me dijo mientras me apretujaba entre sus brazos.

—Y yo a ti, me alegra mucho que estés aquí.

La maquillista nos observaba mientras sonreía con un gesto un poco apenado. Seguramente no quería separarnos, pero levantó su pinza en señal de que debía continuar con su trabajo.

—Es cierto, debemos darnos prisa, ya casi es mi turno.

Ella volvió a su asiento y la maquillista continuó con su labor, colocando cada piedrita en su lugar. El vestuario de Rubí la hacía brillar como una gema, su cabello cobrizo encajaba a la perfección con los tonos en su traje. Me encontraba encantaba con toda la preparación para su presentación.

Estaba de pie a su lado mientras estaban puliendo los últimos detalles y en ese momento, escuché mi estómago crujir. Recordé que no había desayunado y me sentí muy débil. Rubí pareció notarlo.

—Oye, hay puestos muy buenos de comida durante el festival, ve a ver que te gusta y busca un buen asiento. Ya casi saldré yo.

Tenía razón, ya casi era su turno y no podría verla desde los vestidores, así que asentí y me dirigí al área de comidas. Mientras caminaba entre los puestos, intentando decidir qué podría ser un buen desayuno, sentía como si alguien me estuviese observando.

Asumí que se trataba de mi paranoia volviendo como habitualmente, en un intento de que volviera a casa, y decidí no hacerle caso. Me acerqué a un puesto típico de empanadas y pedí una de carne mechada junto a una malta, pensé que comer me ayudaría a distraer mi mente y a sentirme más segura.

Cuando tuve mi empanada en una mano y mi malta en la otra, me senté en una de las mesas, ni tan cerca, ni tan lejos de la tarima, porque no quería que me doliera el cuello. En ese momento había una pareja interpretando una canción romántica en piano, mientras ambos hacían turnos para cantar.

Me dediqué a observar mi alrededor mientras terminaba mi desayuno. Habían varias familias pidiendo comida y ubicándose en las mesas, estuve detallando a las personas que se encontraban ahí y pude notar que había un chico que observaba a su alrededor como buscando algo, hasta que su mirada se juntó con la mía.

Al ver sus ojos conectando con los míos, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No entendía de dónde venía esa sensación, pero algo en mí me decía que los conocía, creía que los había visto antes. Él, luego de notar que nuestras miradas se habían cruzado, apartó la vista y la dirigió hacia la tarima, donde ya no se encontraba la pareja, sino Rubí.

La canción empezó a sonar con una melodía mágica, que transmitía mucho misterio. Rubí seguía el ritmo con sus caderas y levantaba ambas manos delicadamente, manteniendo al público embobado observándola bailar. Echó para atrás la cabeza y estiraba ambas manos hacia el cielo con gracia, sus movimientos, junto con las olas del mar detrás de ella hacían del espectáculo algo increíble.

El ambiente había adaptado un toque mágico, y nadie se había atrevido a apartar la mirada de ella. Hasta que se escucharon explosiones a nuestro alrededor y todo se llenó de humo.

☁️☁️☁️

¡Hola! Soy Ele, la escritora. Perdón por tardarme tanto en publicar, quería preparar un par de cosas para organizar mejor la trama a partir de ahora, se viene lo bueno ✨

Nunca había usado notas de escritora, siempre pensé que para mí, sería como hablar sola, pero veo que esta historia tiene bastante seguimiento y eso me hace muy feliz ❤️ Así que gracias por seguir la historia y estar ahí, dejé algunos comentarios y preguntas en capítulos anteriores, también estoy agregando imágenes en cada capítulo, por si quieren ir a verlas.

Vamos a conocernos un poco en cada capítulo con una pregunta, ¿cuál es tu personaje favorito hasta ahora?

Nos leemos pronto,
Ele.

🌸

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