Estoy embarazada.
CAPITULO DEDICADO A @dayannalarios @Roki_liz_4503
Book Tráiler por @dayannalarios.
Uno de los tanto días que tuve libre concebí a mi hijo.
No voy a entrar en detalle sobre ello; lo único que diré es que fue en el mes de septiembre.
Siempre he sido irregular entre mis periodos y nunca me imagine que despues de tres meses con ausencia del periodo, pudiera quedar embarazada.
Voy a recular y explicarles bien.
Tres meses ( sin regla); luego llega agosto; por la fecha de mi cumpleaños, casi al final de mes (tuve mis dias). Llegó septiembre y ¡zaz!, quedo embarazada los primeros días.
¿Alguien me puede explicar eso?
Primero que todo; la relación que tenía con el padre de mi hijo, había durado más de cinco años.
Pero no vivíamos juntos.
Asi que esporádicamente nos encontrábamos.
Así que cuál sería mi sorpresa, enterarme cuatro meses después de que yo estaba embarazada.
Recuerden mis periodos eran y aún siguen siendo irregulares.
Los primeros dos meses tuve la regla (según yo). Después me explicó el médico, que el sangrado es normal porque el feto se esta posicionando.
Está bien, eso lo entendí.
Ahora apartando de que el primer indicio de embarazo es la ausencia de la regla.
Ya les explique que para mi era normal no verla, sumamos que no tuve ni otra clase de sintoma.
Fue mi segundo y último embarazo, asi que créanme no podía pensar en la posibilidad de que existiera un ser en mi vientre.
A finales de octubre volví a estar con el padre de mi hijo.
Y ya en ese tiempo me sentía cansada, totalmente agotada hasta para caminar.
Pero no lo atribuía a nada parecido a un embarazo.
Creo que mi estabilidad mental estaba más enfocada en que no le veía futuro a la relación. El padre (le seguiré diciendo así, porque el de "donante de esperma" sería una palabra más que irónica y reflejará algún tipo de sentimiento, entendamos por "resentimiento" y lo que me produce es indiferencia); no dibujaba en sus planes a futuro, mi figura ni la de mi hija.
Yo vivía alquilada en un cuarto, en el apartamento de mi hermana. En realidad era la mitad de la sala; sólo eramos dos. Mi hija Dayanna que tenía seis años en esa epoca y yo.
Con pocas pertenencia y muy poco espacio.
Sólo para un televisor, un gabinete para la ropa donde coloqué la tele y una cama litera.
Lo básico, pero le daba a mi hija todo lo que tenía. Sobre todo amor.
Tiempo después empecé a experimentar un desagradable rechazo hacia la comida que mi hermana preparaba.
Recuerdo ir al apartamento de mi madre que quedaba un piso más abajo; a quejarme del olor de la comida que ella, mi hermana preparaba.
No soportaba estar en el apartamento en el momento en que se ponía a cocinar; les juro, odiaba estar ahí.
Entonces cogía a mi reina y me presentaba a comer en la mesa de mi madre, todas las noches; no hay nada como el toque que dan a las comidas una madre.
En fin pasó el tiempo y mi familia empezó a ver en mi, algo extraño; veían un mal semblante y la pérdida de peso.
La verdad es que yo estaba contenta, porque me veía mucho mejor con la pérdida de peso. Les pido que consideren que perder peso inexplicablemente es signo de algo más, no desatiendan esa señal . En mi caso fué el embarazo.
Desde la edad de dieciocho años he sufrido de piedras en el riñón y en ocasionales momentos de molestias urinarias. (Entiendan por infecciones). Que horrible se lee eso, pero es la verdad y después de muchos años me han explicado que se debe a que soy diabética. Tantas visitas al urólogo y lo que debía atenderme era el azúcar en la sangre.
Bien me estoy saliendo del tema ¿Qué puedo hacer? tengo mucho por contar.
Entonces en el mes de diciembre fui al hospital, creyendo que tenía un episodio de esos y me registré en emergencia.
Pensé que al chequear mi salud, me recetarían antibióticos.
Los exámenes de rigor se hicieron, pulso, latidos, presión y temperatura. Normal.
Y también los análisis de sangre y orina; para descartar infección.
Bien aquí llegamos.
Entró la doctora con la enfermera que me había visto primero, con la ficha mía.
— Señora Barranco, le vamos a hacer un sonograma (ecografía). Queremos confirmar el diagnóstico.
La madre que me asusté, ya me pintaba con un cáncer, ó que se yo. Lo único que hice fue asentir en conformidad.
Llegó otra mujer, el técnico y me prepararon para hacer la prueba.
Después de revisar y analizar la pantalla, la doctora se giró hacia mi y me dice toda seria.
— Bien señora, le vamos a mostrar lo que encontramos —movió la pantalla para poder ver en ella y al principio no entendí las imágenes —. Aquí está su pequeña infección.
Era la imagen de mi bebé, muy bien formado. ¡Todo!
Su carita, sus manos, sus piernas y el corazón.
Me enamoré enseguida.
Yo sólo atiné a preguntar —¿Cuánto tiempo tengo?
Empiezan hacer mediciones y cálculos en la máquina, la doctora me informa sus conclusiones.
—Querida, usted ya está en el segundo trimestre de embarazo. ¿Quiere oír sus latidos?
— ¿Segundo trimestre?, pero ¿De cuantos meses estoy?
—Empezando el cuarto mes.
— ¡Oh Dios!
—¿Está bien, señora? —asentí —. Ahora vamos a escuchar los latidos del bebé, para ver si todo está bien.
—Bien — respondí como lela.
Se escuchó sus latidos fuertes y constantes; demostrando me que a pesar de que yo, en los últimos cuatro meses había subido objetos pesados. No se había despegado de mi vientre y cualquier consideración de aborto no sería considerado de mi parte. Mucho menos después de haber escuchado sus hermosos latidos.
Ya terminada la consulta, y respondido a mis preguntas. Me despacharon con los papeles de mi estadía en emergencia, el resultado positivo de embarazo y un referido al obstetra, para empezar rápido los chequeos prenatales.
Me anoté a la cita que sería el siguiente miércoles, casi seis días después. Ya que ese día era Viernes.
Mi dilema empezó cuando regresé a mi hogar.
Ya les dije antes que no vivía con el padre del niño y que nuestros escarceos eran esporádicos.
Además mi familia nunca gustó de él, precisamente por su inexistente intención de vivir o formar una familia conmigo.
Ninguno de los dos éramos jóvenes inexpertos, yo rondaba por los treinta años y el me llevaba ocho más.
Cada uno salió de una relación anterior; yo tenía a mi hija pequeña de seis años y él tenía a tres, dos mayores de edad (empezó muy temprano) y el último de catorce o dieciséis. Ahora les juro, no recuerdo muy bien.
Retomando.
Mi familia no iba a tomar con felicidad la noticia de mi embarazo, debido a mis circunstancias.
Yo los entiendo, ellos aspiraban a que mi relación no siguiera. No le veían un futuro. Y que cierto fue ese pronóstico.
Días antes, siguiendo un consejo en una charla con mi madre. Nos fuimos los tres al cine; él, mi hija y yo.
Finalizada la película nos fuimos a comer, durante el trayecto al restaurante le hice una serie de preguntas que nos concenía como pareja.
Como les dije al principio, él no dibujaba mi figura en su futuro.
Así que antes de enterarme de mi embarazo, había tomado la decisión de cortar de raíz está relación que no iba para ningún lado.
En fin mi familia no lo tomo a bien y fue mi peor diciembre en años.
Fui a buscar al hombre para hacerle partícipe de mi gestación. La verdad es que no sabía a ciencia cierta donde vivía - (aplaudan irónicamente por mi estupidez o por mi obnubilación frente al buen tratamiento, ¡ejem! Ustedes entienden)-. Al fin le llegó la información de que lo andaba buscando y llegó hasta donde yo vivía.
En conclusión lo único en concreto que saqué de nuestra charla fué la lacónica repuesta del típico irresponsable — Tú decides que debes hacer, yo lo único que te voy a decir es que no te puedo ayudar ahora — hablaba de un aborto —, y si decides quedarte con el bebé — lo irónico es que al decirme estas palabras me tocaba el vientre —, tampoco puedo ayudarte. Ni ahora, ni después.
Por más que le decía que el tango se baila en dos, él me repetía que yo debía tomar la decisión.
Al final se fue con la promesa de llamar al día siguiente. Si yo hubiera sido débil y me hubiera creído el cuento, estuviera esperando su llamada hasta el sol de hoy.
Pero en fin, él se lo pierde.
Con el padre del bebé, limpiando se las manos como Pilatos y mi familia haciendo me las cosas difíciles; entre a mi cuarto y acostando me en mi cama abrazada a mi hija, lloré por primera vez en esta historia.
Le hable a mi hija y le puse sus manitas en mi vientre.
—Dayi, vas a tener un hermanito. ¿Qué quieres que sea?
Ella en su inocencia y contenta por la noticia - Al menos éramos dos -. Me contesta con una sonrisa.
—¿De verdad Mami?
—Si.
Respondí secándome las lágrimas.
—Que sea una niña, para poder jugar con ella.
La abracé, prodigándole muchos besos. Esa pequeña me dió la fuerza para seguir en ese difícil mes, que se supone debe ser muy felíz por las fiestas que se avecinaban.
Al final un resultado en las pruebas de glucosa, diagnosticaron diabetes gestacional emitido el treinta de diciembre. Lograron que mi familia disminuyeran su animosidad hacía mi.
Para final de año, la reunión familiar fue menos amarga...
Aquí les dejo el increíble Booktrailer realizado por @Rosallyncallun
https://youtu.be/GckCL8Kx6No
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