II
Hace mucho me dijeron que sólo los tontos se enamoran solos pero yo no pude evitar hacerlo. Tú me gustaste desde que te conocí.
Tus ojos eran lo único en lo que lograba pensar. Ese verde azulado (¿acaso es azul verdoso? He notado que a veces son grises como si contuvieran dos tormentas eléctricas detrás de ellos...) me quitó el sueño muchas noches, y me dolía cuando me preguntaba si algún día el café de mis ojos te quitaría el sueño a ti.
Suerte que mi tortura es dulce.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro