Capítulo#5
Capítulo 5
UNA FIESTA, UN BESO Y UNA INFIDELIDAD.
— ¿Qué mierdas te pasa? ¿Planeas ir así?— me preguntó Lucy, la miré sin ánimos.
— Te dije que no tenía ánimos de ir.— me senté en el sofá y prendí la televisión.— Veré Netflix.
— No me hagas reír.— apagó la televisión.— Te pones de pie ya.— tiró de mí y empujó hasta su habitación.— Iremos, y no acepto un no por respuesta.
— Pero...
— Nada de peros, me vale verga lo que pienses. Tú irás.— comenzó a rebuscar en su armario.— Aprovecharemos que tu cintura es delgada y tus caderas un poco anchas. Es un punto a tu favor.
— Pero yo...
— Ponte esto.— tiró a la cama una blusa blanca de tirantes con cadenas, bastante corta, y también tiró una falda color negro.— Se te verá estupendamente.
— No es mi estilo, no suelo usar faldas y...
— Que te la pongas.— me lanzó una sonrisa que me hizo asustarme. Suspiré y quité mis pantalones de pijama y me iba a poner la falda pero ella me interrumpió.— Espera.— rebuscó en uno de sus cajones, sacó unas medidas.— Se te verán sexys con esta falda.
Volví a refunfuñar y me senté en la cama para ponerme las medias, estas eran negras y con muchos agujeros. Al terminar de ponérmelas coloqué la falda, quité mi blusa, no traía sostén, pero este tipo de blusas que me pondré no se usan con sostén.
En fin, terminé de ponérmela.
— Fabuloso.— rió mi amiga.— Ahora siéntate ahí, te arreglaré un poco.
Peinó un poco mi cabello, lo sostuvo en una coleta alta, aplicó un poco de rubor en mis mejillas, una sombra de ojos de tono oscuro, labial de un color rojo delicado, un tono suave, y un delineado en mis ojos.
— Hermosa.
Me miré en el espejo, y no me parecía a mí. Vaya, lo que hace un cambio de estilo. Tal vez hasta vaya al gimnasio.
No, mejor no.
— Bien, estamos listas.
— Mjm.
— Uy, perfúmate.— roció un poco de perfume sobre mí.— Es Dolce&Gabbana, rasguñé la cara de una idiota por este perfume.
Reí por su broma. Me tomé un poco de tiempo para observarla, vestía con un vestido corto ajustado al cuerpo, con un escote de corazón, y unos tacones negros no tan altos.
— Lo sé, estoy buena.— rió divertida.— Ya era hora de sentirme yo.
— Bien, vámonos antes de que me arrepienta.— tomé un bolso pequeño donde metí mi teléfono y mi cartera en caso de que necesite dinero.
— Es que olvidé mencionarte algo.— habló de forma temerosa. La miré intimidante.— He invitado a alguien más.— en ese momento el timbre sonó. Abrí la puerta.
— Hola, Irene.— me sonrió de forma adorable.— Estás muy linda.
— Ho-hola...— se trata de Lukas. Está tan lindo, joder. Vestía con un pantalón negro con algunas rasgaduras, un pullover muy ancho color gris, ahora que lo observaba bien, si brazo derecho está lleno de tatuajes.— También estás...emmm...bien.
— Bueno, ya que estamos todos, mejor nos vamos.— interrumpió mi amiga abrazando a su hermano.
— ¿No vendrá Bea?
— Ella no puede ir, tuvo que ir a visitar a su abuelo, está enfermo. Regresa el domingo.
— Oh, ya veo.— asentí, relamí mis labios y salí del apartamento.— Vámonos antes de que me arrepienta.
(•••)
— Wuuujuuuu. ¡Fiesta!— gritó Lucía agarrando una botella que le ofrecieron en la entrada de la casa. La fiesta es en uno de los departamentos de primera clase de la universidad.
— ¿Ella siempre es así?— pregunté a Lukas, él asintió y sonrió.
— Por lo general solo cuando está soltera, lo que me da a entender que no es algo serio lo que tiene con esa chica Bea.— comentó.— Pero bueno, ya estoy acostumbrado.— me miró ahora.— ¿Bebemos algo?
— Oh, no lo sé. No soy mucho de beber.
— Un día al año no hace daño.— ambos avanzamos un poco más adentrándonos entre el personal, no sé a donde íbamos pero solo me dediqué a seguirlo. No sé por qué pero volteaba mi cabeza de vez en cuando para poder verlo, sí...se que saben a quién me refiero. Y entonces lo vi al llegar al ala principal del salón, observé hacia la puerta que daba hacia una especie de patio trasero; y ahí estaba, con una ropa que a la vista es costosa, su cabello perfectamente peinado, un Rolex en su muñeca izquierda y una maldita sonrisa.
— Dame un whisky.— le pedí a mi acompañante, él observó hacia donde yo miraba y regresó su vista hacia mí asintiendo. Nos acercamos a una especia de barra que había en la cocina, donde había un chico –atractivo, por supuesto– que estaba sirviendo bebidas.
— ¿Whisky tienes?— preguntó Lukas.
— Claro.— sonrió el chico y llenó un vaso dejándolo frente a mí acompañante.
— No es para mí.— habló él. Yo agarré el vaso y lo bebí todo, sintiendo como mi garganta era quemada por el líquido mientras bajaba.
— Otro.
— Wow, deberías calmarte. Es muy fuerte para comenzar.— lo miré, es cierto, tiene razón.
— Ok.— miré con inquietud hacia donde había observado anteriormente, y ahí ya no estaba Alexander. Ni siquiera sé por qué me interesa.
— ¿Bailamos?— me preguntó el chico a mi lado. Yo asentí y nos unimos al gentío para divertirnos un poco.
314 de Rauw Alejandro estaba sonando en este momento. Ambos reímos por lo alocado del momento, agarró mi cintura y me puso de espaldas a él para comenzar a bailar. Movía mi cuerpo al ritmo de la música. Me pegó un poco más a él –si es que eso es posible– hasta el punto de sentir su respiración en mi oído, y a pesar de la diferencia de tamaño.
— Bailas muy bien.— comentó sin despegarse de mí. Sentí mi vello erizarse un poco ya que su aliento tocó mi nuca.
— Eso debería decirlo yo. ¿No crees?— sonreí y lo miré por encima de mi hombro.
— ¿Sabes? Creo que me caes mucho mejor ahora.
— ¿Eso es bueno?
— No sé decirte.
— Pues...— me alejé de él y me volteé encarándolo, volví a acercar mi cuerpo al suyo, la única diferencia es que yo ahora estoy mirándolo a los ojos.—...deberías saberlo.
— No estoy seguro.
— Ja. A diferencia de ti, yo si sé que me caes bien.— me tomé el atrevimiento de juntar mis manos alrededor de su cuello. Las manos de él recorrieron mi cintura y descendieron un poco hacia mis caderas.
— Se te ven bien las faldas.
— No es mi estilo.
— Pero nada quita que se te vean bien.
O estoy loca o...¿Él estaba coqueteando conmigo? Wow, hace tiempo que no tonteaba con alguien, y debo admitir que me gusta. Le seguí un poco el juego.
— Gracias entonces.— sonreí ladinamente.— Debo admitir que eres apuesto.
— ¿En serio?
— ¿Vas a fingir que no te lo han dicho nunca?
— Bien, no te mentiré. Pero a decir verdad, el amor y esas cosas es algo que no me ha llamado la atención nunca.
— Confesiones.— bromeé.— Tampoco a mí. Cuando me enamoré me hirieron y...la pasé mal. Pero no por un engaño, ojalá hubiera sido eso.
— ¿Y qué fue?
— No estaba en sus planes tener...— me separé de él volviendo a mi realidad. Es imposible que en mi situación alguien podría fijarse en mí, y yo tampoco debo hacerlo. Es una pérdida de tiempo.
— ¿Pasa algo?
— Debo tomar algo de aire.— él asintió e hizo el ademán de acompañarme, pero me negué rápidamente.— Sola.— pude ver si mirada de decepción, pero no dijo nada más y me dio mi espacio.
Caminé hacia la terraza, ahí habían pocas personas, algunas conversaban tranquilamente, otras se bañan en la piscina, y yo aquí solamente existiendo. Me senté en un asiento libre e inhalé aire. Nada perturbaría esta tranquilidad.
— Hola, pequeña, viniste.— excepto él, por supuesto. Lo miré sin ánimos.— Oh, veo que estarás en paz hoy.
— Déjame en paz, Poe.
— Hey, no me digas así. Se siente como si me regañaras.— sonrió y se recostó en el asiento a mi lado.
— Hace un rato parecías divertirte. Con tu novia digo.
— ¿Divertirme? Bah, tonterías.— miró hacia el cielo, lo escaneé un poco con mis ojos, traía en su mano una botella de anís.
— ¿Ah no?
— La verdad es que no me divertía, estaba discutiendo con mi adorada novia.— me miró por fin, ingirió un par de tragos de la botella y me la acercó, la acepté. Repetí su acción y bebí unos cuantos tragos de la botella.
— Sea lo que sea, lo siento.— dije sin intención de continuar la conversación. Le pasé la botella.
— Tú sí que te estabas divirtiendo.— comentó él un poco sonriente, vi como se amorreó de la botella.
— Solo bailaba, no quiere decir que me divertía.
— ¿Ah no?
— Realmente sí, seamos claros.— me incliné un poco de él y dije en medio de susurros:— el chico está muy bueno, no te lo negaré.
Me pasó la botella y di varios tragos. Joder, ¿soy yo o esta mierda da calor?
— ¿Y yo no estoy bueno?— lo encaré.
¿Él en serio cree que no está bueno? Por favor, no hay más que escanearlo cinco segundos para darnos cuenta de lo comestible que está. Sin embargo esto nunca lo diría, ¡y ustedes tampoco!
— Bah, para nada.
— No pensabas lo mismo cuando me observabas en la cancha.— me miró fijamente, apoyó su peso en uno de sus brazos y esto hizo resaltar sus músculos.
Lo odio por atraerme tanto sexualmente.
Sí, lo admití. Espero que lo olviden en tres...dos...uno...¡Olvidado!
— Te analizaba. No te observaba.
— Ok.— asintió y dio un trago a la botella. Relamió sus labios y suspiró cortamente.— Pues a mí sí me parece que estás buena.
¿Qué?
— ¿Estás borracho?— pregunté intentando disimular mi repentina emoción. No seamos idiotas emocionándonos por eso.
— Tal vez.
— Claramente lo estás, otro motivo para que digas eso no hay.— crucé mis piernas y acomodé la tela de la falda sobre estas.
— Los borrachos dicen la verdad.— lo miré nuevamente, intentaba encontrar la broma en sus palabras.
No encontré nada relacionado con la broma. Me miró intensamente, joder, un poco más y sus ojos me atraviesan.
— Alex.
Y como nada en el mundo es color de rosa, porque créanme, el color Fresita no existe en esta vida ni en la siguiente, la felicidad culmina siempre, en fin. Cómo decía anteriormente, nos interrumpieron, y para ser más específica, su novia nos interrumpió.
— Dime.— contestó de mala gana sin apartar su mirada de la mía.
— Quería que bailemos juntos.— entonces, él cortó su mirada de mí.— Pero bueno, a esta chica la conocí el otro día.— comentó con una sonrisa angelical.— Un gusto volver a verte.
— Lo mismo digo.— contesté sin ánimos. Francamente lo que menos deseo es hablar con la porrista.
— Uy, te favorecen las faldas.
¿Se puede llegar a ser tan hipócrita? O bueno, tal vez no lo sea, y solo soy yo la que la detesta sin motivos aparentes y concisos.
— Gracias.— la escaneé cortamente.— Bueno, se te ve muy bien tu vestido.
— ¿Sí?— se observó varios segundos. Sonrió y me miró— Muchas gracias.
Resoplé con cierto fastidio y simplemente me dediqué a arrebatarle de las manos de Alexander la botella de anís y le di un largo trago. Jadeé por la fuerte sensación de mareo, generalmente no estoy muy acostumbrada a beber y tal vez ya he llegado a mi maximo soporte de bebidas alcohólicas.
— Ey, ustedes, el matrimonio very happy.— llamé su atención. Aunque ya básicamente la tenía porque me miraban con cara de WTF a más no poder.— Con su permiso, debo retirarme. Tengo un acompañante que seguramente se estará preguntando por qué tardo tanto.— le entregué la botella a Poe y simplemente me retiré a paso apresurado.
Me adentré al gentío para buscar con mi mirada a Lukas. El pobrecito, lo dejé completamente solo y abandonado en la fiesta. En lo que avanzaba y me abría paso entre la juventud alborotada y con ganas de marcha, choqué con alguien y casi caigo de culo de no ser porque ese alguien me sostuvo para evitar caerme.
— ¡Irene hermosa!— vociferó Lucy a todo pulmón. Trae una botella de cava. ¿Cuántas bebidas habrá mezclado?
— Dios. Estás muy borracha.— hablé lo suficientemente alto para que me escuchara.
— ¡Lo sé!— ingirió varios tragos de su bebida.— Mira, te presento a Romina.— abrí mis ojos sorprendida. ¿Romina?¿Qué ella no tenía pareja o algo así?¿En serio?¡Oh vamos, hombre! Llevo días escuchando los gemidos cuando cogen.
— ¿Romina?— fue todo lo que pude articular. Ya que callé cuando Lucy le comió la boca con un beso a la chica. Es rubia y demasiado voluptuosa. ¿Silicona acaso?
— Sí, su nombre es Romina.— la mencionada se alejó un poco de nosotras. Lucy se acercó y me susurró.— Lo sé. Está muy buena, ¿eh?
No daré mi humilde y cero venenosa opinión porque tal vez ella esté demasiado borracha como para intentar razonar con ella. Si quiere cogérsela, pues por mí que lo haga. Que disfrute su juventud. Y que le den por culo a la puta fidelidad; por lo general el amor no existe y es una jodida ilusión. Por tanto, si le quiere ser infiel a su novia, por mí que se folle a la rubia o a la que se le venga en gana.
— Ok. Disfruta tu noche. Me iré al apartamento.
Ella me dio un asentimiento y simplemente continuó bailando.
Retomé mi búsqueda del niño nerd todo rico y simplemente deslicé mi mirada por todo el jodido lugar. Con la poca iluminación que había era todo un reto encontrar a alguien. Caminé despacio hacia la barra y me recargué de ella. Alguien toma mi cintura y mi sangre se congela, y al mirar por encima de mi hombro, noté que se trataba de Lukas.
Me sonrió.
— ¿Te sientes mejor?— preguntó muy cerca de mi oído.
— Sí.— asentí relajando mis músculos y me volteé hacia él.— Perdimos a Lucy.
— Lo sé. Vino a restregarme que tenía una ligue que estaba muy buena y todo eso.— le restó importancia.— ¿Bailamos?
— De hecho, me gustaría irme al apartamento.
— ¿Te sientes mal?
— No.— negué con mi cabeza.— Es que no soy mucho de fiestas. Vine a decirte que me iba.
— Te acompaño. No debes irte sola.
— No quiero cortar tu diversión.— observé detrás de él, a unos pocos metros unas chicas se encuentran mirándolo muy intensamente. Uy, creo que buscan trío.— Además, todo parece indicar que le pones a esas chicas.
Él miró disimuladamente hacia donde señalé con mi barbilla. Luego enarcó una de sus cejas y regrsó su vista hacia mí.
— ¿Tengo pinta de que me gusten los tríos?— cuestionó con un toque de diversión en su tono de voz.
— La verdad, pareces un good boy.
— ¿Parezco?— inquiere, ofendido.— Ey, lo soy.
— Claro.— sentí varias veces con una sonrisa pícara.— Para serte sincera pareces good boy, pero sé que tienes un pasado oscuro. No hay que ser muy inteligente para averiguarlo.
— Me atrapaste.
— Lo sabía.
— Sherlock Holmes te llamaremos a partir de esta noche.— bromeó.— Venga, te acompañaré a tu apartamento.
Sonreí y le hice un asentimiento. Los dos salimos de bullicio y caminamos hacia el ascensor para poder bajar hasta la planta baja. Entramos a la caja metálica y se formuló un silencio bastante inquietante, en el fondo estaba segura que el nerd comestible me quería decir algo. Pero por supuesto que no me lo diría y aunque suene curel, no me interesa saberlo.
Llegamos a la planta baja y salimos del edificio rumbo al mío. Se me escapó un bestezo, el sueño puede que me esté pasando factura y los tragos de anís aceleraron el proceso de la dormición.
Una vez en la puerta de mi apartamento, rebusqué la llaves en el pequeño bolso que hasta ahora me percataba que tenía puesto. Las introduje en el llavín y la puerta abrió. Justo antes de entrar, me detuve y me volteé hacia Lukas.
— Fue una buena noche, a pesar de haber ido por un rato.
— No lo discutiré.— sonrió suavemente.— Aunque hoy he descubierto algo de ti.
— ¿Ah sí?¿Qué es?— pregunté con curiosidad.
— Bailas muy bien.— cruzó sus brazos con orgullo.
— Eso debería decirlo yo. ¿No crees?
— Puede ser.
Ambos reímos, pero rápidamente el sonido de las risas cesó y simplemente entre ambos quedó impregnado un silencio un poco incómodo, me atrevería a decir. Creo que con él es complicado tener un silencio cómodo. Al menos, esa es mi opinión.
— Debo...entrar.
— Oh, claro, claro.— asintió. Humedeció sus labios, esa acción me puso algo nerviosa.
Agaché mi cabeza algo nerviosa por la incómoda situación.
— Bien. Buenas noches.— le dije levantando mi mirada. Fijé mi ojos en los suyos e hice un demán de entrar al apartamento, pero él m detuvo.
— Espera, Irene.— me volteé sintiendo su agarre suave en mi muñeca.— Quería preguntarte algo.
Pestañeé lentamente y asentí finalmente.
— Dime.
Mordió su labio inferior mostrándose un poco indesciso de hablar. Y cuando parecía que diría algo, su siguiente acto me dejó pensando, tanto que no procesé bien. Me había atraído hacia él; levanté mi vista y fruncí mi seño. Si esto era una broma, no tenía nada de gracia. NADA DE GRACIA.
— Puedo...— comenzó a hablar, indesciso de proseguir.— ¿Puedo besarte?
Ok, esto si me tomó por sorpresa. Es decir, de todos los posibles finales de este día, este no estaba en la lista. Y no me malinterpreten, es que me sorprende que me pida un beso cuando fácilmente me lo podía haber dado.
No les mentiré, una alegría al cuerpo de vez en cuando no viene nada mal y ¿han visto lo bueno que está él? O sea, por favor, soy un ser humano con necesidades biológicas que cubrir. Exijo al menos comprensión.
— Para empezar, esto me toma de sorpresa, y creo que no deberías haberme pre-
Pero no pude terminar de hablar debido a que sus labios ya se encontraban encima de los míos. Me costó bastante procesarlo, pero unos cuantos segundos después ya lo estaba correspondiendo. Sus manos apretaron mi cintura atrayéndome hacia él. Mis manos se juntaron detrás de su nuca para profundizar aún más ese beso.
Hasta que un carraspeo nos hizo detenernos y separar nuestras bocas.
— Vaya, vaya. Los dejo cinco minutos solos y ya quieren comerse.
Mi cara se colocó roja y me separé a la velocidad de 2. 99×10^8 m/s y mi espalda chocó con la madera de la puerta.
— Ups, lamento haber interrumpido.— sonrió la morena abriéndose paso. Se nota mucho lo borracha que está.
— Creía que follarías con la rubia.— comenta Lukas para bajar la tensión del momento.
Lucy se recostó se la pared y miró a su hermano.
— La muy perra me dijo que no era de acostarse con las personas sin conocerse.
— En resumen: te coqueteó, te calentó y cuando estabas mojada, te lanzó la bonba.— simplifica Lukas. Yo contuve las ganas de reírme.
— Exacto.— levantó la botella mi amiga.— Salud por eso.
— Deberías dormir.— le sugerí intentando sostenerla.
— Y tú y mi hermano deberías irse a follar.— mi cara ardió de repente.— No los molesto más.
— Ayúdala.— me pide Lukas.— Está muy borracha.— asentí y tiré el brazo de mi amiga alrededor de mi cuello para ayudarla a caminar.— Luego hablemos sobre...eso.
Tras haber asentido, entramos al apartamento.
Por un momento casi meto la pata. Definitivamente en mis planes no estaba besarme con nadie. Y me parece que el año tranquilo que quería tener, como que no podrá ser así. ¡Vaya mierda todo!
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