Capítulo#4
Capítulo 4
El maldito Alexander Poe
Y no, simplemente me entraron unas ganas horrendas de lanzarle una bofetada. ¿Qué se cree este engreído? No sé cómo me pude controlar la mano. Lo miré frente a frente, sin apartar mi vista de la suya. Él sonreía con suficiencia y yo mientras tenía una cara similar a Jeff the Killer.
— Tu real estupidez me conmueve— le solté sin previo aviso. Él borró su sonrisa. Ja, creyó que me callaría por decir una frasesita cutre, con otros funcionan, pero conmigo no.
— ¿Perdona?
— Te perdono— solté con sarcasmo— Escúchame, idiota engreído, deberías conocer la palabra “límites”, porque sin duda acabo de llegar al mío.
— Uy, que miedo.
— Mira, te diré dos cositas— sonreí maliciosamente— Una— elevé mi dedo índice— Paso de chulitos creídos de mierda, y dos— elevé otro dedo, me acerqué a su rostro lo suficiente como para que me escuchara bien— Tengo la teoría de que los que creen en concepciones filosóficas, caen en depresión. Deberías ir al psicólogo, tienes excentricismo, por Dios, eso es grave.
— ¿Cómo te atreves?
— La pregunta es, ¿Cómo te haz atrevido tú?— quité mi sonrisa de malicia— Te metiste con la perra equivocada, bonito— me alejé de él— Con otros podrás ser el maldito Dios pero conmigo...conmigo deberías cuidarte porque si me caíste mal desde un principio créeme que deberías huir.
— Creo que quién realmente no conoce el problema en el que está, eres tú— dijo relajado, tenía sus brazos cruzados y se encontraba apoyado en la pared con un pie y su espalda en ella.
— Mira como tiemblo— me moví seguidamente— Hasta la vista, niño lindo engreído.
— Hasta la vista, loca del muelle de San Blás.
Ignoré su comentario y me fui a sentar a la mesa de dónde nunca debí levantarme. Ahora tengo de todo, menos hambre. Riñéndome a mí misma, porque debería haberme callado, ese tonto, de verdad que me tiene harta.
AAAISH NO LO SOPORTO
— Aquí tiene, señorita— el mesero me dejó mi pedido sobre la mesa— Si necesita algo más, recuerde avisar.
¿Y este ahora que se cree? Qué no sé hablar o qué.
Mejor contrólate bonita, este chico no tiene la culpa de tu enojo. Tu furia tiene nombre y apellido, y se llama... Alexander Poe.
Es verdad.
Mamita, disculpa, pero creo que no tendré un semestre tranquilo como prometí. Antes, este niñito lindo debe pagarme el celular, de otro modo.
Esto.Es.La.Puta.Guerra.
***
Y por fin, después de siglos, pude entrar a casa. Estuve sentada, entumida, en el pasillo del edificio. Y no solo eso, sino que estaba un poco oscuro y la luz arriba de mí, parpadeaba, no quería asustarme pero por un momento creí que Chucky vendría a clavarme un cuchillo de ese maldito pasillo contiguo que estaba oscuro. Pero bueno, por suerte, como dije anteriormente, entré a casa
— ¿Estuviste afuera mucho tiempo?— me preguntó Lucy.
— Nah, no te preocupes. ¿Disfrutaste?
— Ufff, si, como no tienes idea. Pero Sabrina tuvo que irse a su apartamento, ya sabes, hoy es día de inspección.
— Oh, no sabía.
— Todos los lunes se pasa una inspección por todos los edificios de segunda clase.
— ¿Solo los de segunda?
— Sí, los ricos pagan la universidad para que no los fastidien— comentó sentándose en el sofá del pequeño salón.
— Emm, Lu...¿Puedes prestarme tu celular un momento? Necesito hacer una llamada a mi madre.
— Claro, no te preocupes — me extendió su brazo, tomé el teléfono.
—Gracias.
Marqué el número de mi madre, a los tres tonos, contestó.
— ¿Si? ¿Quién es?
— Mamá— sonreí— Soy yo, verás, no había pod...
— Cariño. Oh, ¿Dónde haz estado? Tu teléfono me daba fuera de servicio.
— Es que...se rompió, se me cayó al suelo y pues, no prendía después. Pero tranquila, estoy solucionando el problema. Un amigo está intentando arreglarlo.
— ¿Amigo? Oh, debes contarme todo.
— Es el hermano de mi compañera de apartamento, nada más, no te ilusiones. Y...¿Cómo estás? ¿Y Lylia?
— Bueno, ella se encuentra bien, ya duerme, se cansó mucho, la llevé al parque donde sueles llevarla y merendamos algo luego, y...¿Cómo te fue en tu primer día de clases?
— Todo ha ido bien, ha sido tranquilo — obviamente mentí— Intentaré llamarte después, dile a Lylia que la amo, y cuídate mucho mamá.
— No te preocupes por nosotras, estaremos bien. Preocúpate por tus estudios y traer ese título. Te amo mi niña.
— También te amo mami, cuídate. Adiós.
Y terminé la llamada.
Maldito Alexander Poe, por tu culpa no puedo contactar por WhatsApp a mi mamá. Me las pagarás, imbécil.
Le tendí el teléfono a mi amiga, ella se encontraba mirando algo en su laptop.
— Gracias de nuevo.
— Ah, no te preocupes, puedes llamar a tu mamá siempre que quieras, debes extrañarla mucho.
— Pues sí, la extraño mucho — sonreí nostálgica, no es a la única persona que extraño— Pero tranquila, espero que tu hermano pueda arreglar mi celular— ella hizo un puchero y me abrazó medianamente.
— Tranquila, todo estará bien. Ahora, concentrémonos en los chismes.— me empujó para que me sentara a su lado en el sofá, cruzó sus piernas y colocó una expresión que me dio mucha risa.— Hablemos de Alexander Poe.
— ¿Qué no hay otra cosa mejor de la qué hablar?— pregunté con tono de fastidio.
— Dicen que hará publicidad con una marca famosa de cafés.— sonrió.— Lo vi en su Instagram de hecho.— me mostró su teléfono en la aplicación. La miré con rostro de “otzea Serafín” y ella sonrió.
— ¿Lo sigues en Instagram?
— Sí, me declaro culpable.— plantó la pantalla de su teléfono frente a ella y comenzó a teclear algo. Me observó rápidamente.— Además, me siguió de regreso. Él es un amor.
— Es un engreído.
— ¿Y tú qué sabes? No lo conoces.
— Si, pero estoy más que segura, he tenido varios encontronazos con él y eso es más que suficiente para darme cuenta que ¡No...— suspiré.— es...— puse mis ojos en blanco y volví a hablar con fastidio en mi tono.— un amor, ñiñiñi.
— Ay, tiene defectos como cualquiera.— cruzó sus brazos.— No todo es color de pantera.
— Se dice de color rosa.
— ¿No que había una pantera rosa?
— Te desvías del punto.
— Tú fuiste quien me interrumpió.— negó.— En fin, que puede que a tus ojos sea un capullo y todo eso, peeeero debes tener en cuenta que ese idiota engreído colabora con asociaciones para damnificados y niños con cáncer.
Awww pero si es un angelito.
Claro, un ángel... Satanás también fue un ángel antes de ser el rey del infierno. Digo, no tengo idea de que el infierno exista pero es más o menos un ejemplo.
Perra, sabes a la perfección que babeas. Soy tu conciencia, soy lo que piensas, soy...
Cállate.
— Pero eso no quita que sea un idiota.
— Ay, por favor, sé que en el fondo lo amas.— enarcó una ceja.
— Entiendo que te caiga bien, porque evidentemente no sabes lo engreído que es, deberías vivirlo en persona, verás que no todo tiene arcoíris de adorno.
— Bah, tonterías.— torció sus ojos y se puso de pie.— Con tu permiso, debo dormir, mañana me levanto temprano para ir al gimnasio de la universidad, deberías hacer lo mismo.
— Algún día. Ten linda noche.— ella me lanzó un beso y cerró la puerta detrás de ella. Yo suspiré y me puse de pie también.— Hora de tomar un baño.
(•••)
— Y bueno, por eso no es recomendable tener sexo con una mujer mientras tus padres son católicos y se encuentran debajo en el salón.
— Eso es...guau, mucha información.— terminé de beber mi vaso de leche.— Pero solo te había preguntado por tus planes para el viernes.
— Ah.— abrió medianamente su boca.— Pues, no sé, tal vez salir con mi novia. O fingir que soy hetero y follarme a Poe.
— Genial.
— ¿Para qué querías saberlo?
— Era para salir, necesito fiesta.
— Bien, entonces salgamos hoy.
— Es martes, y tenemos clases.— señalé obvia.
— Aburrida.
— Mjm— asentí.— Me voy, tengo clases con el profesor sexy.
— Deberías decirle de otra forma, no sé, algo original como Agua.— hizo un gesto con sus brazos como haciendo la presentación de algo importante.
— ¿Qué tiene de original llamarlo “agua”?
— Que te moja.— dijo en tono pícaro.
— Deberías parar.— reí negando.— Me voy.— agarré mi mochila y abrí la puerta, pero mi amiga me detuvo.— ¿Qué pasa?
— Te falta algo, por favor, no te quiero ver así.— fruncí mi seño, ella me volvió a meter en el departamento y agarró su set de maquillaje.— Vamos a ponerte linda.
Y aquí estoy, corriendo hacia el salón de clases porque Lucy me obligó a maquillarme, para nada, porque si sigo corriendo se correrá el rubor de mis mejillas. Llegué a la puerta del salón y la abrí a toda velocidad ganándome la atención de todos dentro del lugar –incluyendo a mi sensual profesor que hoy viste con una camisa pegada a su cuerpo color azul y un pantalón de mezclilla que se le marca todo–
Estoy segura que tengo tramos navegables entre las piernas.
— Buenos días— mi voz salió con dificultad porque había corrido mucho.—Lamen...
— ¿Alguien puede decirme la norma más importante que mencioné en mi primera clase que casualmente fue el día de ayer?— me interrumpió él, enfocó su vista a todos los presentes.
— Emm, dijo que las llegadas tarde eran sancionadas.— habló un chico tímidamente.
— Gracias por responder.— se volteó hacia mí.— ¿Su tarea?— estiró su brazo esperando que le entregara la tarea. ¿Qué es esto, una guardería?— El ensayo que pedí el día de ayer. Dije que escogieran una obra y...
— Ah, sí, cierto.— rebusqué en mi mochila, claro, soy muy responsable y evidentemente yo...¡No encuentro el ensayo! ¿Cómo es posible? Yo...yo lo hice, sí, fue cuando llegué al departamento y...¡MIERDA!
No, no lo había echo. Había tomado un baño y caí rendida a la cama, ni siquiera me vestí, dormí completamente desnuda.
»— Lo...lo lamento profesor, creo que no tuve tiempo de hacerlo y...
— No diga más.— me interrumpió.— Después de clases la quiero ver en mi despacho. Por hoy, puede irse, no quiero inútiles en mi clase.
— Pero yo...
— Está sancionada, hasta que entregue su ensayo, y a eso súmele también una investigación sobre la cuentística de Alejo Carpentier, de quién estaremos estudiando durante esta semana su vida y obra.— apuntó la puerta.— Ahora, si me disculpa, debo continuar con mi clase.
No hago más que cagarla con este hombre. ¡AAAAH!
Salí de ahí con un enfado tan pero tan colosal que no me percaté de mi ubicación hasta que choqué con alguien y caí de culo al suelo. Elevé mi cabeza y lo vi ahí, con su sonrisa burlona, repugnante y no sé cómo pero malditamente sexy.
— Vaya, parece que estás obligada a chocar conmigo.
— ¿Qué mierda habré echo yo en mi via pasada para tener que lidiar contigo?— estiró su mano para ayudarme a levantarme, pero yo lo ignoré y me puse de pie solita.
— Que mal humor te cargas, pequeña.
— No me llames así.
— Claro, pequeña.— revolvió mi cabello y pasó de largo, pero se detuvo y retrocedió, yo torcí mis ojos.— ¿No deberías estar en clases?
— ¿Y a ti que te importa?
— Oye, gatita, no saques las garras. Solo te hice una simple pregunta.— enarcó una de sus cejas.
— Joder, lo que me faltaba mí. El día no puede ser peor.— crucé mis brazos.— Mejor, apártate. Tengo dos ensayos que escribir.
— A eso le llamo empezar con fuerza la universidad.— rió divertido. Lastimosamente y odiándome a mí misma disfruté la vista de sus perfectos dientes.
Joder , no sé cómo le hace pero se ve sexy hasta cuando hace algo tan simple como respirar.
— Que divertido, ¿Te desnudo y te baño en aceite para freírte los huevos?— dije con tono de fastidio.
— Buscando excusas para verme desnudo ¿Eh?
— Ja. Ni loca, no me interesa ver pequeñeces.
— Eso no lo sabes.— acercó su rostro al mío y sonrió divertido.— Nos vemos, pequeña. Recuerda decirme el precio de tu celular.— guiñó su ojo y avanzó por el lado contrario al que yo iba. Apreté mi puño frustrada, últimamente mis argumentos impresionantes no los suelto cuando los pienso, odio a este idiota.
Debo hacer dos ensayos para el día de mañana, y por si fuera poco tengo un castigo después de clases, me parece que mi primera semana que se suponía que debía ser tranquila se fue al quinto infierno.
En fin, me fui hacia la biblioteca para comenzar a hacer mi búsqueda, tengo dos horas para adelantar algo antes de que comience mi siguiente clase. Mostré mi carnet de estudiante becada y comencé a rondar las estanterías reuniendo libros para mí búsqueda de información. Tomé cinco y me senté en una mesa para empezar a leer.
Pasé mi rato así, leyendo y realizando las anotaciones necesarias. Cuando revisé la hora en el reloj de mi muñeca me di cuenta que debía ir a mi clase de Historia –ya que comienza dentro de unos minutos–, así que recogí todo y me levanté del asiento diciéndole a la bibliotecaria que debía llevarme los libros.
Suspiré un poco frustrada, abrí mi cuaderno y revisé las notas previas , comencé a leerlas camino a mi clase de Historia, nuevamente choqué con alguien y mi cuaderno cayó al suelo, el chico recogió el libro me lo entregó.
— Irene.— me sonrió, lo enfoqué bien y le sonreí en respuesta.
— Lukas.
— Es bueno verte.— rebuscó en un bolsillo de su mochila y sacó mi...oh por Dios mi celular. ¡Mi celular! Me asombré demasiado por verlo entero, la pantalla no tenía absolutamente nada ya.— Le salvé la vida.— sonrió ladinamente.
— Oh por Dios, gracias, gracias, gracias.— lo abracé en un ataque de emoción, pero me retracté rápidamente y separé mi cuerpo del suyo tomando mi teléfono y prendiendo la pantalla observando el fondo de pantalla, se trataba de mi mamá junto a Lylia. Sonreí inconscientemente.
— No era nada grave, tanto la pantalla del exterior como la del interior se quebraron, era cuestión de reemplazarlas y listo.
— Cool.— volví a sonreír.— De verdad que te lo pagaré, lo prometo, yo...
— Alto ahí.— me interrumpió.— No necesito que me pagues nada, ¿Ok? Te pediría que no lo hicieras.— me estiró su mano.— Seamos amigos, así podrías pagarme.
Awww es tan lindo.
Déjate de ser fan quinceañera, idiota.
— Bien.— estiré mi brazo y junté nuestras manos.— Seamos amigos.
(•••)
— Bueno, haz cumplido.— habló con ese tono tan cautivadoramente despacio.
— De verdad que lamento mucho esto, es que olvidé completamente la tarea, le prometo que no volverá a suceder.
— Tranquila.— sonrió.— En unas horas haz echo una investigación, que a lejos de parecer para salir del apuro, resultó ser impecable, y no solo eso, sino que también me trajiste el informe que pedí.— comenzó a dar aplausos leves.— Me siento orgulloso. No me cabe duda que es una alumna impecable. No será sancionada, puede retirarse. Nos vemos en mi clase de mañana.
Sonreí feliz, valió la pena no haber almorzado. Salí de su despacho agitando mi mano, ahora necesito ante todo comer algo o me desvaneceré. Teniendo ya mi celular en mi poder, marqué el número de Lucy, a los tres tonos atendió.
— ¿Qué hueso se te rompió?— se escuchó su voz del otro lado de la línea.
— Hola a ti también.— comenté sarcástica.— En fin, que quería preguntarte que...— ella me interrumpió.
— El zangolotino de mi hermano arregló tu teléfono. Aaaaah no lo puedo creer. Qué emoción, debes recompensarle, no sé, folla con él o podrías tal vez....
— Ya basta, no... follaré con nadie, por favor. Escúchame.— ella hizo un ruido con su garganta y continué.— ¿Dónde estás?
— En la cancha, viendo el juego de práctica del equipo de básquet. Además, mi novia es una de las animadoras, debo estar aquí.
— Oh, entiendo. Te veo ahí en un momento.
Colgué rápidamente al escuchar el leve “ok” que mi amiga me había respondido y comencé a avanzar hacia el lugar donde se encuentran las canchas. Al llegar ubiqué a mi amiga en el graderío, no habían muchas personas como el día de ayer, pero la gran mayoría que admiraba el juego eran chicas.
Me acerqué a Lucía y tomé asiento a su lado, ella me miró y me sonrió cortamente.
— ¿Un emparedado? ¿En serio?
— Me estoy cuidando.— me defendí.
— Te estoy escuchando engordar desde aquí.— elevó una de sus cejas y yo reí. Posé mi vida al frente, y el maldito emparedado cayó al suelo después de haber visto el maravilloso panorama.
Los chicos del equipo de baloncesto estaban entrenando su cuerpo, no traían camisetas y se podían ver sus trabajados cuerpos y fornidos brazos.
— ¿Buenas vistas, eh?— escuché a mi amiga decir.— Es lógico, si fuera hetero ya me hubiera cogido a la mitad aunque sea.
— Bueno, yo la verdad no veo nada interesante sus torsos...cubiertos de sudor...con esos abdominales de...— callé al oír el carraspeo de garganta tan fingido que hizo mi amiga a mi lado haciendo que salga de mi trance. La miré mal.— Ok, ok, pero entiéndeme. Este chico...estos chicos...
— Sí, ya sé que hablas de Poe, está como un tren, pero según tú no te gusta ni te llama la atención. O eso decías. ¿No?
— No...quiero decir, sí. Eso dije y lo sigo pensando.— asentí frenéticamente.
— Venga, levanta el culo, voy a presentarte a mi novia.— me agarró del brazo y me arrastró con ella. Bajamos de las gradas hasta donde estaban un grupo de chicas vestidas deportivamente.
— Lucy.— una linda chica morena se acercó a ambas y abrazó a Lucy.— Creí que no bajarías nunca.
— Bueno, aquí me tienes.— le sonrió, me miraron ambas a mí.— Ah, este esqueleto es mi compañera de habitación.— le dijo animada.— Te caerá súper, es Irene, Irene ella es Beatriz.
— Puedes llamarme Bea. Si eres amiga de Lu, eres amiga mía también.— me sonrió amablemente.
— Lo mismo digo.— le sonreí en respuesta. Observé a las demás animadoras, mis ojos se toparon con la misma pelirroja de ayer, estaba hablando con...¡El idiota engreído! Lo sabía, eran novios. Y lo confirmé cuando ella le dio un pico y él simplemente se quedó ahí de pie como una estatua.
— Y bueno, por eso pasamos toda la tarde ensayando.— escuché decir a Bea, la verdad no había oído nada de lo que había dicho antes de eso. Me miró con su seño fruncido.— No me digas que tú también.
— ¿Eh? ¿Que yo qué?
— También babeas por ese.— apuntó levemente hacia Alexander quién estaba mirando hacia acá, sonrió ladinamente y continuó con su entrenamiento.
— ¿Yo? Pffff, para nada.
— ¿Tanto se le nota?— habló Lucía a mi lado.— Ella cree realmente que lo oculta.
— Pared ya, ni siquiera llama mi atención. Es un idiota.
— No has parado de insultarlo desde que te topaste con él.— comentó mi amiga y yo la fulminé con mi mirada.
— Porque es lo que pienso de él. Incluso se lo he dicho.
— ¿Y qué dijo al respecto?— preguntó Bea.
— Nada. Es tan engreído que no cree que pienso eso sobre él.— ambas se rieron en mi cara.
— ¿Y qué esperabas? ¿Que llorara?— esta vez habló Lucy.— Es obvio que no le importa, es lindo, millonario, modelo y por si fuera poco, solidario. Hasta él sabe que es perfecto.
— Bah, exageran.
— ¿Por qué te molestas tanto?
— Me molesta que lo alaben como si fuera una especie de deidad.— crucé mis brazos— Caga como todos los demás, es un ser humano, no merece halagos y...
— Bien, iré el viernes con ustedes.— escuché a Bea hablar y callé.
— ¿No me estaban escuchando?
— ¿Para qué? Ni tú te crees lo que dices.— dijo Lucy riendo.
— ¡Bea!— llegó la chica pelirroja linda hacia donde estábamos.— Ah, hola chicas. Soy Clarissa, un placer.— sonrió de manera angelical. No me convence, en las películas siempre pasa eso, es amable y al final resulta que es una perra mala. Le lancé la sonrisa más hipócrita posible.— Bea, venga, debemos seguir practicando.
Ella llevaba un short corto dejando ver sus lindas y largas piernas, también un crop top color azul a juego con su sus tenis de marca. Me cae mal.
— Adiós, debo seguir practicando.— se despidió Bea, besó cortamente los labios de Lucy y se fue corriendo, la tipa esta, Clarissa o como sea que se llame agitó su mano para despedirse también. Ambas se unieron a su grupo y comenzaron a hacer piruetas.
— Es linda.— comentó Lucy.
— Ah sí, tu novia es muy bonita. Me cayó súper bien y...
— ¿De qué hablas?— interrogó mi amiga.— Sé a la perfección que mi novia está buena, no estaría con ella si no.— dijo con tono de total tranquilidad.— Hablo de la pelirroja. Tiene lindas pecas, un buen culo. Está buena.
— Me cae mal.
— ¿Pero por qué?
— Es la típica niña buena de papá, en las películas siempre son las perras malas.— hice una mueca de desagrado mirando en su dirección.
— Clarissa Dominic, es modelo de lencería.— miré a mi amiga, ella observaba su celular.— Lo busqué en Google.— sonrió con inocencia.— Dice que ha pasado varias veces para la revista Forbes, además de que es embajadora de la marca Calvin Klein.
— Oh, ¿En serio? Tiene sentido.
— Y es la novia de nuestro querido Poe.
— Lo sospeché cuando ella lo besó.
— Dice que llevan tres años juntos, se conocieron un desfile de Calvin Klein, ambos eran modelos de la misma marca y debían salir juntos en el vídeo promocional.— sonrió.
— Vaya, todo tiene sentido. Por eso están tan buenos todos. Comprensible.
— Oye, ¿Estoy loca o Poe viene hacia acá?— miré hacia donde Lucy estaba mirando y efectivamente, venía hacia acá.
— Hola, pequeña.— resoplé por ese apodo de idiota que me puso.— Tan cariñosa como lo imaginé.— miró a Lucy.— Hola Lucy, te seguí en Instagram.
— Si, lo vi. Soy lesbiana, antes de que me intentes coquetear.
— Lo sospeché cuando vi en tu Insta una foto con una chica a la cual besabas.— sonrió divertido.
— ¿Y qué mierda quieres?— interrumpí la conversación fastidiada. Lo cierto es que intentaba evitar observar sus perfectos abdominales.
— Venía a invitarlas a mi fiesta. Será este viernes.— apartó su cabello hacia atrás, menuda vista tan sensual.— Espero verte ahí.— me miró fijamente, luego apartó la vista hacia mi amiga.— Verlas.— corrigió rápidamente.
— Yo ese día...
— Iremos, gracias por invitarnos.— interrumpió mi amiga.
— Lo cierto es que...
— No te molestes Irene, tranquilo, iremos.— él asintió, sonrió nuevamente y se volteó para caminar hacia donde estaba entrenando.
Miré mal a Lucy y ella puso rostro angelical.
— ¿Por qué hiciste eso? No quiero ir.
— Irás. Y no irás sola. Iré contigo, y Bea también. Así que no comiences con tu drama.
Miré mal hacia Poe y negué reiteradas veces, me fui de ahí enojada.
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