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Capítulo#2

Capítulo 2



Mi pobre teléfono




Mi cara de idiota al cuadrado se desvaneció al oír las palabras de mi amiga sentada frente a mí mientras me mostraba lo que acababa de googlear, y si, era todo cierto.

Me siento la peor fan por no conocer ese dato de la vida de mi autor preferido. Aunque pensándolo mejor...ser un gran fan no tiene nada que ver con desconocer algo de tu ídolo, ya que no es tu culpa no saber todos los detalles de este hecho.

— ¿Me estás jodiendo?— comenté aún sin poder creerlo. Volví a voltearme mirándolo con cara de espanto total, vamos, que si me veía él ahora mismo llamaría a la policía o la NASA por mi cara de loca del manicomio Arkham.

Él mantenía una cara de total tranquilidad y confianza, escuchaba al amigo que lo acompañaba, asentía cortamente, y de vez en cuando comentaba algo respecto a lo que supongo que hablaban, se sentaron a dos mesas después de nosotras.

— Este chico no me da buena espina— dijo Lucy, la miré, porque yo también había llegado a la misma conclusión que ella.

— Ni a mí.

Ambas guardamos silencio, el camarero nos trajo nuestro pedido. Pero para ser sincera mi hambre se había esfumado completamente.

Por mí cabeza rondaba aún la asimilación de que este chico, que no aparentaba tener ningún tipo de cultura, y mucho menos haberse leído un libro en su maldita vida fuera aún así, el tataranieto de Edgar Allan Poe.

— Disfruten su comida— dijo el chico, lo enfoqué por un momento, muy atractivo él— En caso de necesitar alguna otra cosa, deben avisarme y vendré— me sonrió y se fue.

— Uy, creo que le gustaste— comentó Lucy la miré con cara de WTF?— No me mires así, es más que obvio.

— Ja, solo es amable, para eso le pagan. No es como si quisiera pedirme matrimonio, es así con todas las chicas seguramente.

— Si claro, y yo le sonrío a todo el mundo, que sea camarero no quiere decir que no sea humano, parfavaaar— puso una expresión de obviedad.

— Supongamos que así sea, ¿Qué influye en mí?— esperé unos segundos a que respondiera, pero no pasó— Exacto, no influye en nada— concluí dándole un bocado a mi hamburguesa.

— Claro, estás centrada en tus estudios, pero tiene gracia— la miré— Es divertido el hecho de que no te interesen los hombres y te haz flechado con él— apuntó disimuladamente con su tenedor hacia el supuesto Poe, bueno, vale, su supuesto tataranieto.

— ¿Perdona?— dije ofendida— Por Dios, solo me da curiosidad, es todo, eso no significa que me lo quiera follar o que me quiera casar con él— rodé los ojos con fastidio.

— Ya, ya, cálmate, era una simple broma— me tranquiliza— Aunque tiene su punto, vamos, si no creyera que todos los hombres son unos hijos de puta me lo cogería.

— ¿No que eras lesbiana?

— Técnicamente si, pero supongo que también me llaman la atención los hombres, por favor no tiene nada malo, estamos en pleno siglo XXI.

— No te juzgo— defiendo elevando mis manos en señal de defensa— Es más, te apoyo, da igual.

— ¿Sabes que una vez me hice un trío?— mi bocado quedó a la mitad, la miré demasiado sorprendida. Soltó ese comentario tan random y tan pero tan de repente que hasta yo me quedé con cara de impresionante estupidez— ¿Qué? Todos hemos querido sentir la adrenalina, pero en este caso él me gustaba, y bueno— bebió su jugo— Y también me gustaba su novia.

— Claro, suena lógico— dije con disimulo. O sea, por Dios, que de una conversación totalmente normal te salgan con que hicieron un trío. O sea, WTF?

Después de haber dialogado un poco más y haber pagado nos dispusimos a salir, pero bueno, le dije que antes iría al baño. Y eso prescisamente hice justo ahora. Entré, hice mis necesidades, me lavé las manos y salí después de haber visto mi flaquito cuerpo en el espejo del baño. Me parecía una leyenda urbana.

Cuando salí la puerta mi teléfono comenzó a sonar, vi la pantalla de este y era mi querida mamá. Rápidamente contesté y comencé a caminar por el oscuro pasillo.

— Mamá.

Ay mi niña hermosa, ¿Llegaste bien? Lamento no haberte llamado, tuve que hacer doble turno y acabo de llegar a casa. ¿Cómo estás?

Bien, la escuela se le ve tranquila— mentí, claramente no se veía así.

— Eso está muy bien.

— ¿Cómo está Lylia?— pregunté. La extraño mucho.

Ella está bien amor, tranquila, ahora solo debes preocuparte por tener una buena experiencia universitaria y te gradues para darle la vida que merece. Debo colgar, Lylia debe bañarse. Te quiero, mantente en contacto por favor.

Claro mamá, también te quiero. Por favor cuídate mucho, y cuídala, dile que la amo mucho, beso— le lancé un beso grande y colgué. Mis ojos se cristalizaron un poco, pero intenté ocultarlo. En mi distracción choqué con alguien y mi celular cayó al suelo.

— Lo siento— una voz demandante y a la vez respetuosa habló, el chico se agachó para agarrar mi teléfono del suelo— Vaya, se ha roto la pantalla— me encaró por fin, era él— Dime cuánto costó y te lo pagaré, o mejor, te compraré uno nuevo— él hablaba pero yo no podía decir ni una palabra.

Pero todo pasó cuando me mostró la quebrada pantalla de mi pobre telefonito, ese que me compré con los ahorros de varios meses de trabajo. Caí en cuenta que debería estar gritando como histérica, esa es mi única fuente de comunicación con mi mamá y Lylia. Mis ojos se abrieron de la impresión y rápidamente reaccioné.

— ¿Pero eres imbécil?— le dije quitándole mi teléfono de sus manos— Joder, no prende— intentaba presionar el botón pero no prendía el teléfono— ¡Mierda!

— Eh, cálmate— intentó relajarme— Te dije que te lo puedo pagar. Solo dim...

— ¿En serio crees que el dinero compra todo en esta maldita vida? Las personas como tú solo ven en el dinero la solución a todos los malditos problemas de la vida— respiré agitada por la repentina alteración— Apártate, imbécil— lo empujé y comencé a avanzar.

— Pues te lo pagaré— oí que habló a mis espaldas, en cambio ni siquiera me molesté en mirarlo.

Empujé la puerta para pasar hacia las mesas, caminé hasta la mesa donde Lucy y yo nos sentamos y me tiré de mala gana ahí.

— ¿Pasa algo?— me preguntó mientras miraba su teléfono.

— El idiota del tataranieto de Edgar Allan Poe, chocó conmigo y acabó con mi pobre telefonito— lo puse encima de la mesa para mostrarle el fatídico resultado de ese choque.

— Oh, vaya, carajo— expresó tomando el teléfono para revisarlo— Tengo un amigo especialista en tecnología, tal vez pueda ayudarte con este problemita— me miró, y yo la observé con ilusión. Era buena noticia.

— Si no es mucha molestia y si no cuesta mucho dinero, está bien.

— No me cobrará, tranquila, de hecho...es mi hermano mellizo— sonrió— Así que no te preocupes que él lo hará sin ánimo de lucro.

— Me alegra oír eso— sonreí.

— Vámonos, son casi las 9 ya.

— Si, mejor vámonos, mañana comienzan las clases y lo último que quiero es quedarme dormida el primer día. 

Nos levantamos para irnos, pero este chico insoportable nos alcanzó antes de lograr salir del establecimiento, me agarró del brazo haciéndome que lo mire.

— ¿Qué haces?— inquirí.

— Te pregunté el precio del celular, quiero pagarlo— su rostro no era del todo expresivo, es como si hablara con un maniquí.

— Y yo te dije que no necesito que me pagues nada, no eres mi mamá ni mucho menos que eso— me solté con brusquedad— Solo déjame en paz, tarado— tomé de la mano a Lucy y ambas salimos del local por fin.

Avanzaba a paso rápido para que ese idiota no se le cruzara por la mente seguirnos. Me enoja que crea que es mejor que yo por tener dinero el muy...

— Oye, espera— me detuvo mi amiga sacándome de mis lindos y asesinos pensamientos.

— ¿Qué?

— Que deberías de haber intentado no ser grosera con él. ¿Tienes dinero para comprarte otro teléfono?— negué— Entonces deberías haber aceptado su oferta.

— No tengo por qué aceptarlo, no es necesario— además mi orgullo no me dejaría en paz y tranquilidad.

— Ja, orgullosita me saliste, no eras así cuando te compré eh.

— Ya basta— sonreí— Solo, vámonos.



***


— ¡¡¡Buenos días!!!

Escuché un escándalo que irrumpía mi maravilloso sueño reparador. Pero por supuesto, lo ignoré totalmente y me volteé para otro lado.

— ¡Que despiertes, carajo!— me jalaron la sábana, abrieron las ventanas y el maldito sol me dio en mi maldita cara. Abrí los ojos, me levanté y como si de la niña del exorcista se tratase, casi me rompo el cuello al volteaeme para mirar a mi compañera de habitación— Pensé que nunca despertarías. Son las 7:45 de la mañana, y sí, tienes 5 minutos para estar lista ya que debemos bajar a desayunar antes de las 8.

Y como si me hubieran puesto un motor en el culo, me levanté a la velocidad de la luz, fui al baño, me lavé mis parte más íntimas —aunque la verdad no sé ni para que lo hago, nadie lo olerá, jejeje—. En fin, me lavé mis partes pudendas y cepillé mis dientes. Fui al armario, cogí lo primero que vi y me lo puse, una blusa de tirantes —sin sostén — por tanto se marcaban los pezones, en fin, dato random. Una pantaloneta azul de mezclilla, unas converse y sin siquiera peinarme salí al salón donde Lucy se encontraba mirando su celular.

Por un momento recordé lo que sucedió con el mío.

Mierda de niño bonito, estúpido imbécil.

— Al fin estás lista.

La miré.

— Vámonos — me agarró de la mano, ya ella traía su mochila al hombro, y me dio la mía. Ella es un ángel, se molestó en acomodar mi desastre de mochila— Tomé tu teléfono, en el primer tiempo libre que tengamos vamos a ver a mi hermano al salón de computación. ¿Vale?

— Está bien, lo que sea oír recuperar a mi Patricio.

— ¿Eh?

— Así se llama mi teléfono.

— No me sorprende pero si me asusta que le pongas nombre a un objeto que no habla.

— Tiene dictado de voz de Google, técnicamente, habla.

— Ya basta, vamos.

Bajamos las escaleras volando, prácticamente corrimos hacia la cafetería —de un edificio a otro— y por suerte llegamos a tiempo para tomar alguito de la cafetería y corrimos de nuevo hacia las instalaciones del campus.

Yo fui hacia el salón del auditorio, ya que ahí debían estar los alumnos de filología —únicamente los de primero— y por fin, después de estar media hora ahí, apareció un hombre que aparentaba unos 30 años, lindísimo, potable, comestible, y todos los adjetivos relacionados con este monumento. ¡Está como un queso!

Su elegante porte, destilaba seguridad, cabello rizado, ojos color gris, tez blanca, más o menos un metro con noventa centímetros. Por Dios, orgasmo visual será su nombre para mí.

— Buenos días, alumnos— su angelical voz me dejó en completo trance— Soy su profesor de Filología Hispánica y además, imparto un curso optativl, de actividad extracurricular, por la que recibirán puntos— sonrió amablemente. POR DIOS, VIÓLAME YAAAAA— Y es un curso de pintura, por si desean establecerse ahí— explicó — Mi nombre, es Jerard, aunque para mis compañeros de trabajo y para ustedes, soy el señor Núñez.

Hice una mueca.

Me lo temía, no es perfecto, es estricto.

— Bien, esta primera clase, quise que fuera en el auditorio para dialogar un poco y anotar a los que gusten estar en mi curso, se imparte para los de primero de lunes a viernes, de 5 a 7 de la tarde. Siendo el último turno del día— caminó por entre las butacas hasta el fondo— Estoy abierto a preguntas, por si desean saciar sus dudas.

Quisiera saciar otra cosita.

Jejeje

Parfavaaaar, no me juzguen.

Una alumna levantó su mano. Él le cedió la palabra.

— Profesor, me gustaría saber qué tipo de evaluaciones tendremos en el curso.— siento que es una excelente pregunta.

— Excelente pregunta— AHHHH, me puede leer la mente.— Verán, es sencillo, depende de su propio avance como grupo en cuanto a aprendizaje. Les advierto que mis exámenes son de alto nivel. No se los busquen— me miró, pero obviamente volteó hacia otro alumno alternando su vista— ¿Alguna otra pregunta?

— Profesor — habló un chico levantando su brazo. Él le cedió la palabra.— ¿Trataremos autores contemporáneos?

— Bueno, es un tema que me emociona, claro, si lo desean lo trataremos, aunque eso no es hasta el segundo semestre del curso. Pero sutilmente le daré opciones de lectura. ¿Les parece?

Todos a coro dijimos un sí enérgico.

»Entonces, así haremos. Bueno, para empezar, quisiera que para mañana, me trajeran una pequeña investigación, no más de cinco folios, sobre alguna obra clásica de la literatura hispanoamericana, por hoy, terminamos— se plató encima de la tarima.

»Tengamos una charla a profundidad sobre lo que es mi asignatura.





***



Luego de unas dos horas de clase, vino el primer rato libre, por fin, y me encontraba guardando mis pertenencias dentro de mi mochila y colocándola en mi hombro. Saliendo del salón, casi me caigo de culo con un par de chicas que se cruzaron, mejor dicho, que me empujaron descuidadamente como si yo fuera un fleje —que lo soy, no lo negaré— y casi caigo al suelo, pasaron prácticamente corriendo.

Con mi entrecejo fruncido las seguí con la mirada, solo se salvan porque ya van lejos, porque les habría gritado un par de groserías.

— ¡Irene!— Lucy, quien corría a más no poder, me gritaba con alivio, al parecer me buscaba desde hace rato. ¿Por qué hoy todos corren?

— ¿Qué sucede a todos hoy? Hace unos instantes un par de chicas casi me tiran al suelo, pasaron corriendo hacia...¿Qué haces?— me agarró de la mano y salió corriendo conmigo a rastras intentando estabilizar mi paso.

Yo, que soy pésima para los deportes, estaba corriendo. Increíble.

Recuerdo que siempre sacaba la peor nota en Educación Física.

— Debemos...ir...a la...cancha— hablaba sin poder respirar. ¿Cuánto tiempo estuvo corriendo?

Sin hacer preguntas seguí corriendo, más que nada, porque parecía ser un chisme lo que sea que tuviera a las personas aquí, como histéricos al cuadrado.

Luego de bajar unas escaleras a toda velocidad, hasta la planta baja, corrimos hacia la parte trasera del campus, ahí es donde se encuentra el pabellón de deportes, hay de todo, fútbol, basketball, natación, tenis y sabrá Dios cuantos más habrían.

La cosa es, que corrimos hacia una especie de cancha de básquet, bajo techo por supuesto. Cuando entramos, las gradas estaban completamente llenas, tuvimos que quedarnos de pie en una esquina —al igual que la mayoría del personal—

Intentaba encontrar con mi vista, por qué ese bullicio, daba saltitos en el intento. Lucy me agarró la mano y tiró con fuerza de mí, logramos —no sé aún como— llegar al frente, con mi cara de tonta miré al frente. Y sí, acabo de comprender por qué el bullicio, la aglomeración y todo lo demás. Era él, ese tonto al cuadrado, disque tataranieto de Poe.

¿Juega básquet?

Ahora lo odio muchísimo más que antes.

Idiota, engreído, niño perfecto.







****

Holaaa!!!

Feliz fin de año y próspero año nuevo mi gente, sigan bajando, acá se vienen otros caps exclusivamente para ustedes.

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