20
—Yo sabía que iba a perder, pero no sabía que iba a hacerlo tan feo—dijo Mike luego de ver la puntuación en el tablero, Andy se rió y pasó su brazo por los hombros del castaño.
—Me gusta la cara de frustración que tienes en este momento—le dijo—, te ves muy lindo.
Mike se sonrojó—. Deja de coquetear conmigo.
—Yo sólo hice un comentario, no es culpa mía que tus mejillas se sonrojen—le sonríe—, así también te ves lindo.
—Ya se está haciendo tarde—dijo viendo la hora en su reloj de mano—, mi papá me mata si llego después del toque de queda.
—Te acompaño a casa—comentó para luego separarse de él e ir a la caja para pagar por la partida, Mike empezó a recoger sus cosas para luego ir junto a Andy— ¿Ya estás listo para irnos? —Mike sintió con la cabeza. Andy toma su mano para así salir del lugar y dirigirse a la parada de autobús más cerca.
Andy se quedó quieto antes de llegar, el castaño volteó a verlo con el ceño fruncido sin entender qué había pasado, dirigió su mirada hacia las personas que estaban en la parada y notó cómo el Pastor Atenas se encontraba hablando con una persona que tenía al lado—. Podemos irnos caminando—le dijo, Andy negó.
—Nos vamos a ir en el autobús—respondió y apretó su mano para empezar a caminar hasta la parada.
Mike se encontraba preocupado por lo que el padre de Andy pudiese hacer, ¿y si le hacía algo luego? Le asustaba la reacción que tendría el Pastor al verlos.
— ¡Andy! —dijo la mujer con la que Atenas estaba hablando hace unos segundos provocando que este volteara a verlos, el ceño del hombre se frunció al ver a su hijo de la mano de un chico— ¿Ese lindo chico es tu novio? —le preguntó ella alegremente.
— ¿Qué cosas dices, Melissa?—se quejó el padre—, ¿cómo puedes estar de acuerdo con esto?
—Porque es amor—respondió—, y Dios no niega el amor, no importa cómo se vea—le da una pequeña sonrisa al chico—. Deberías de estar orgulloso de tu hijo.
—Él no es mi hijo—respondió, Andy sintió un dolor en el pecho. Él sabía que su padre estaba en desacuerdo pero ¡diablos! Sí que dolía el hecho de que él lo rechazara, Mike apretó la mano del chico demostrándole que se encontraba apoyándolo.
—Menos mal que piensas de esa forma—le dijo Andy—, porque tú tampoco eres mi padre—y rápidamente se subió al autobús que acababa de llegar. Se sentó el uno de los últimos asientos junto a Mike y este le sonrió.
—Su cara de frustración fue épica—le dijo—, aunque me asusta que te haga algo cuando llegue a tu casa.
—Descuida—le dijo—, mi madre ya debió llegar a la casa. Estaré bien, sé defenderme—Mike asintió y apoyó su cabeza en el hombro del chico.
Y esa noche fue bonita, porque Mike pensó en Andy y Andy pensó en Mike, no había nadie más de por medio.
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