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Cap. 25 Eres mía

En un rápido movimiento, Jared la tira al suelo, se tumba sobre ella y le sujeta las manos por encima de su cabeza. 

—Solo para mí —le dice, mientras acerca su boca para lamerle los labios. 

Ella aparta la cabeza como puede:

—¡Jared! ¿¡Qué haces!? —está tan sorprendida y abrumada que no consigue reaccionar.

—Tú también lo estás deseando. Lo sé... Tu amiguita me tenía más ganas, es lo que hace el amor. Ahora lo sé, porque yo te tengo muchas ganas a ti. Desde el primer día que te vi.

—Jared, por favor... —suplica Ellen. Ha olvidado que está entrenada para deshacerse de una inmovilización como esa, para defenderse de una agresión, de un ataque. Pero su mente no reacciona, porque todavía no es consciente de que está siendo atacada. No puede creer que Jared la esté atacando. 

—¿Querías saber lo que le pasó a tu amiguita o querías vivirlo tú también? Pero ya te dije que yo te quería solo para mí. 

Le suelta las manos y con un violento tirón, le rompe el vestido. Ella intenta apartar las manos de Jared, que ahora quiere arrancarle el sujetador de otro impetuoso movimiento, pero Ellen le da un mantozado y se lo impide.

—¡¡Para, para!! —le grita, cada vez más asustada.

Jared acerca la cabeza a su pecho, mientras lucha por esquivar sus manotazos, quiere arrancarle la prenda con los dientes. Está fuera de sí, gruñe y gime, sin que parezca que sienta los manotazos de Ellen. 

—¡¡Eres mía!! ¡¡¡MÍA!!!

La sorpresa deja paso al miedo, y este a la ira, a la supervivencia. Su cerebro despierta, y con él todo su aprendizaje durante los entrenamientos. Aprieta el abdomen, toma aire y gira sobre sí misma con todas sus fuerzas, arrastrando el pesado cuerpo de Jared. Utiliza su rodilla para tomar impulso y propinarle una patada, que no llega a impactar en sus partes, pero se aproxima. Jared emite un gemido de dolor y le cuesta un poco levantarse, mientras que Ellen lo hace de un ágil salto.

Mientras se está incorporando, ella le lanza una fuerte patada sobre sus hombros, haciendo que Jared recule, intentando mantener el equilibrio, hasta que su espalda choca contra la pared.

Vuelve a darle una patada, esta vez en su estómago, y Jared dobla su cuerpo, llevándose las manos al abdomen. 

Ellen carga el peso sobre su pierna y toma impulso para lanzar una nueva patada, que impacte en su mandíbula. Está preparada para dirigir toda su rabia y su energía sobre ese golpe, pero una voz a su espalda la obliga a detenerse:

—¡Ellen, noo! 

Ellen se gira y ve a Caleb sosteniendo la puerta abierta, pero de inmediato la suelta y se pone a su lado, la sujeta por los hombros y la obliga a mirarle a la cara.

—¡Para! ¡Tranquilízate! ¿Qué haces?

Ella lo mira sorprendida, todavía con todos los músculos en tensión, sin bajar la guardia. Mira de reojo a Jared, que sigue apoyado en la pared, con el cuerpo semidoblado.

—¡Defenderme! —exclama Ellen—: Me ha...

—No sé qué le ha pasado, bro —la interrumpe Jared, recuperando la respiración—. Ha vivido una situación dura, pero ya ha pasado, ya ha terminado todo. Se lo ha llevado la policía. 

—¿Qué ha pasado? —pregunta Caleb, para entender la reacción de Ellen.

La pregunta está dirigida a Ellen, pero es Jared quien contesta y ella escucha, todavía desconcertada por la agresevidad de Jared, pero también por la presencia de Caleb en esa habitación. Intenta poner orden en sus pensamientos, mientras escucha las palabras de Jared.

—Ha sido muy valiente y hemos conseguido detener a ese hijo de puta. Ha sido un momento de tensión y luego...

—¡Luego te has comportado como un hijo de puta! —le grita Ellen y se lanza contra él para agredirle, mientras sigue gritando— ¡Tú le hiciste eso a Laia...!

—¡Para! —Caleb la sujeta por los hombros e impide que golpee a su hermano. 

—Está enloquecida —dice Jared, alejándose de ella—: No sé qué le ha pasado...

—¡Hijo de puta! —sigue chillando Ellen.

—¡Vete! —le pide Caleb a su hermano, mientras sigue sujetando a Ellen que está totalmente fuera de sí— Tranquilízate, por favor. Calma...

Caleb la intenta rodear con sus brazos, para frenar su arrebato de ira, para intentar calmarla. Piensa que ha sufrido otro ataque descontrolado, como el que experimentó con él en un entrenamiento. Ellen va perdiendo su fuerza y comienza a llorar desconsolada, sobre su hombro.

—Ayúdala, hermano —dice Jared antes de salir.

—Ya ha pasado todo, shhhh —susurra Caleb en su oído—. Respira... Él no ha sido. Ya está, Ellen, lo has conseguido, ese hombre está detenido. Ya no volverá a hacer daño a...

—¿Hermano? —pregunta de pronto Ellen, levantando su mirada hacia Caleb. Pero él no responde a esa pregunta y sigue hablando:

—Has sido muy valiente. Te has enfrentado a...

—¿Por qué te ha llamado hermano? —vuelve a preguntar Ellen, apartándose del abrazo de Caleb, en quien ve dibujada una expresión de contrariedad— ¡Contesta!

—Es mi hermano.

—¿Tu hermano? ¿¡Ese cabrón es tu hermano!? No me lo puedo creer... —dice Ellen en voz alta, dando unos pasos hacia atrás, mientras se lleva las manos a la cabeza, alterada, moviéndose de un lado a otro, buscando una explicación, algo que aclare ese tumulto de pensamientos que están bombardeando su mente en ese instante.

—Ellen, escucha...

—¿¡Sabes lo que ha hecho ese cabrón!? —se gira con ímpetu, encarándose hacia Caleb— ¡Ha intentado violarme! ¡Igual que hizo con Laia!

—No, Ellen, tranquilízate, por favor. Él no...

—¡Me estaba defendiendo, Caleb! —Ellen está cada vez más furiosa y desconcertada. 

—Escucha, Ellen, no era él. Te estabas defendiendo de otro hombre, un maltratador que ahora irá a la cárcel gracias a ti.

—¡Tu hermano es quien debe ir a la cárcel! ¡Él es quien...!

—Disculpe, señorita —irrumpe un policía en la habitación—, necesitamos que preste declaración en comisaría. 

—Enseguida va —le dice Caleb. Y vuelve a girarse hacia Ellen, quien sigue dando vueltas por la habitación, como un león enjaulado, intentando aclarar su mente, que está cada vez más confundida. 

—¿Tú lo sabías? —le pregunta a Caleb, controlando su ira— ¿Sabías que él organizaba este tipo de encuentros sexuales? 

—Sí, pero...

—Lo has sabido todo este tiempo... 

—Sí, es mi hermano, Ellen. Él solo organiza encuentros entre...

—¿Y también sabías lo que le hizo a mi amiga? —le pregunta con dureza, mirándole seriamente, frunciendo el ceño, conteniendo toda su rabia, elevando la voz cada vez más— Te lo conté, Caleb, te dije lo que le había hecho a mi amiga. Te dije que quería vengarme ¡y por eso no me dejaste! ¡Porque es tu hermano!

—Te estás equivocando, Ellen. No podía saber que querías vengarte de mi hermano, porque él no ha hecho nada... 

—Señorita, por favor, tenemos que irnos —insiste el policía.

Ellen mira a Caleb desconcertada, aturdida. No comprende lo que está pasando, nada le cuadra. No sabe qué pensar, ni cómo aplacar su rabia y su desconcierto. Se dirige hacia la puerta y Caleb la sigue.

—Te acompaño...

—¡No! —le suelta Ellen, parándose en seco.

—Déjame que te explique. Yo...

Pero Ellen levanta la mano y gira su cabeza, como muestra de que no quiere escucharle, y sale de la habitación acompañando al agente.

Caleb observa cómo Ellen sale de la habitación y suelta un fuerte soplido. Piensa que todavía se encuentra en shock, abrumada por todo lo vivido. No tiene información suficiente sobre todo lo ocurrido, pero imagina que Ellen ha tenido que pasar por una situación traumática, para ayudar a la otra chica, y ahora está fuera de control.

De la misma forma que perdió los nervios cuando él la empujó a sumergirse en su pasado, con aquel entrenamiento, cree que habrá tenido que revivir una situación similar a la que le contó, cuando tuvo su primer encuentro sexual. 

Está preocupado por ella y quiere ayudarla, pero quizás tenga que respetar su espacio para que ella se calme y puedan hablar tranquilamente. Quiere contarle todo y le habría gustado acompañarla a la comisaría para apoyarla en ese trance, pero ha sabido interpretar el rechazo a su compañía. 

Todavía dudando sobre cómo actuar, sale de la habitación y baja las escaleras, para buscar a su amigo policía, con quien había preparado la operación encubierta que iba a ocurrir en El Palace. Sabe que tendría que habérselo contado él mismo, pero el policía pensó que sería más efectivo si le pedía ayuda la hermana de Cristal. Caleb llevaba mucho tiempo detrás de ese maltratador, pero la policía le había insistido en que sin pruebas ni denuncias no podían detenerle. 

En cuanto llega a la planta baja, se encuentra con su hermano, que está apoyado en la barra, todavía con la mano sobre el estómago, haciendo su declaración al policía.

—¿Cómo estás? —le pregunta.

—Bien, bien... Esa chica pega fuerte —le dice bromeando.

—Lo sé. Yo la entrené. 

—Tendríamos que haber esperado a que le diera una buena paliza a ese hijo de puta —comenta el policía.

—¿Qué ha pasado ahí dentro? —le pregunta Caleb a su hermano.

—Ese cabrón se puso violento con ella. Tuvo que aguantar una situación... bastante incómoda. Y yo no podía hacer nada, para no estropearlo todo.

—¿Le ha hecho algo? —pregunta Caleb preocupado.

—No, no... No ha pasado nada. Es lo que le estaba contando al agente. Pero ha sido asqueroso. Y duro. Yo también me he tenido que contener para no partirle la cara a ese cabrón —Jared aprieta los puños y la mandíbula, simulando calmar su furia. Hincha sus pulmones y suelta el aire con fuerza—: Y luego..., bueno, ella se ha puesto nerviosa, necesitaba descargar la tensión y... No sé, estaba fuera de sí.

—Ha tenido que revivir una situación traumática. Le pasó algo similar en un entrenamiento.

—Pobre chica... —se lamenta Jared.

—Deberías ir con ella —le propone Caleb.

Caleb mira a su hermano a los ojos y le parece que Jared se queda un instante desconcertado. Pestañea rápidamente, gesto que conoce perfectamente, pues es el mismo que hacía de pequeño, cuando su madre les quería castigar por alguna fechoría, que él estaba dispuesto a esconder y negar que había ocurrido, ante cualquier amenaza. 

—Mmm, no sé... Estaba muy nerviosa y... 

—Me dijo que quería arreglar las cosas contigo —le dice Caleb, y su hermano tarda unos segundos en responder.

—Ah... Ya... Solo que ahora no creo que sea el momento. Estaba muy agresiva... —Jared se siente avergonzado y sabe que no puede acercarse a Ellen ahora, pero no puede decírselo a su hermano. 

—Por eso te necesita —insiste Caleb, aunque le gustaría ser él quien fuera a su lado. Y le sorprende que su hermano no quiera ir corriendo a abrazarla. 

Finalmente, Jared asiente y lo mira en silencio. Sabe que no puede ir a comisaría, aunque esté preocupado por Ellen, pero también le preocupa lo que ella esté declarando en ese momento. ¿Y si le está acusando a él? No tendría pruebas. Ni motivos.

Él no quería abusar de ella. No iba a hacerlo. Solo estaba dejándose llevar por la pasión. Una pasión irrefrenable y que creía compartida, pues se había convencido de que ella también la sentía. Pero Ellen estaba nerviosa y asustada por todo lo ocurrido.

Eso es lo que alegaría, si ella le había denunciado.

Sí, tiene que ir.

—Sí, claro. Será mejor que vaya —le contesta a su hermano.

Caleb lo observa alejarse e intenta adivinar qué significa esa extraña sensación que tiene en su pecho. Está preocupado por Ellen, por cómo le había visto intentar atacar a su hermano, por lo que le había dicho sobre él. Se pregunta si su estado de shock era tan profundo como para afirmar con tanta rotundidad que Jared había intentado violarla. Porque no podía imaginar que esa afirmación era cierta. 

Y sin embargo, esa pesadez en su pecho, además de por la preocupación también parecía estar provocada por la duda. 

Sigue un rato allí parado, sumido en sus pensamientos. Intenta recordar todo lo que le ha contado Ellen sobre su amiga Laia, sobre el motivo por el que contrató sus servicios, para vengarse de su supuesto agresor. Sobre cómo empezó a dudar de la versión de su amiga, al conocer a Jared y pensar que él no sería capaz de algo así. Sobre por qué había sospechado que Ellen había empezado a sentir algo por su hermano... 

Intenta atar cabos con toda la información que tiene, pero sigue habiendo algo que no termina de cuadrar. Confía en su hermano, pero también en Ellen. No cree que ninguno mienta, aunque hay una versión que no es la real. 

Una hipótesis empieza a cobrar más fuerza en su cabeza; la de que Laia le contó a Ellen la versión incorrecta, haciéndole creer que Jared había abusado de ella, y por eso quiso tomarse la justicia por su mano. Pero, al conocer a su hermano, es cuando había empezado a dudar de su amiga, posiblemente por los sentimientos que se habían despertado hacia él. Sin embargo, ¿por qué acusaba ahora a Jared de que había intentado violarla? ¿Por estar todavía en shock? 

Si, realmente, Ellen se había enamorado de Jared, si los sentimientos que se habían despertado en ella, era lo que le había hecho dudar de la versión de su amiga, ¿por qué no habían aflorado tras vivir esa difícil situación? ¿Por qué no se había apoyado en él, había buscado su ayuda, su abrazo, su consuelo? ¿Por qué había querido descargar su ira con él, cegada por la confusión?

No podía pensar con claridad. Sobre todo, porque no apartaba a Ellen de su pensamiento. Necesitaba contarle que él había propuesto que fuera ella el cebo. Estaba preocupado por cómo se estaría sintiendo en este momento. Quería consolarla y abrazarla. Pero tampoco podía quitarse de la cabeza la fría mirada que le había dedicado antes de irse. 

Sabe que estaría confundida, y descubrir su falta de sinceridad la haría ponerse más furiosa con él. Y temía perderla para siempre.

Cuando pierde a su hermano de vista, agacha la cabeza pensativo, incómodo, inseguro, pero sobre todo, apesadumbrado, porque le gustaría ser él quien rodeara a Ellen con sus brazos, para darle el apoyo y consuelo que estaría necesitando.

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Pues, qué queréis que os diga, yo no me esperaba esto de Jared, la verdad.

¿Creéis que Ellen lo denunciará a la policía? 

¿Os imagináis cómo se siente Ellen?

Yo sé que está muy confundida, asustada y furiosa. 

Y además, se siente fatal por haber desconfiado de la versión de su amiga Laia, a quien ahora no puede localizar

 ¿Y qué pasará con Caleb? 

¿Seguirá confiando en su hermano?

Bueno, lo veremos en el próximo capítulo.

¡Os espero!

Cavaliere unjovenromantico






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