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Suposiciones

Arya grita con todas sus fuerzas, ella había girado a ver quién era la joven que se acababa de marchar cuando explotó el auto. La policía empezó a movilizarse, Gabriel y Arya fueron arrastrados a un lugar seguro mientras se lograba controlar el fuego. Afortunadamente, la estación de bomberos estaba tan solo a la vuelta de la esquina, así que acudieron de inmediato.

—¡Dios Santo, esto es espantoso! —declara Arya—. ¡Ella era solo una niña, Santo Dios!

—Tranquila, Arya —pide él turbado por la situación, siente una opresión en el pecho, era Lily y él sabía claramente que de niña no tenía nada—. Deja hago unas llamadas y volveré, no te muevas.

Gabriel se aparta un poco de dónde está ella y toma su teléfono con la intención de llamar a sus socios. Les informa de lo sucedido y saben que habrá una investigación al respecto. Ahora más que nunca está convencido que esto es algo personal en contra de los Emory y que no quieren que por nada del mundo se encuentre al asesino.

El asesinato de Gerard Emory no es algo que se deba tomar a la ligera, no fue un robo que salió mal. Fue premeditado. Quien lo haya hecho, no quiere ser encontrado.

—Lily ha muerto —declara Gabriel a su mejor amigo y socio, Samuel.

Este lo escucha y entiende de inmediato las implicaciones de esa afirmación. Lily era la asistente de su amigo, la mujer que lo hizo conocer el verdadero amor y estaba por pedirle que fuera su pareja.

—Explica eso —pide Samuel con un nudo en la garganta.

—Lily llegó y le dije que tomara mi auto para que regresara a la oficina, me giré, sé que ella subió porque escuché cuando se cerró la puerta y entonces hubo una explosión —relata intentando no llorar, siente que le tiemblan las manos.

—Santo cielo...

—Me han estado siguiendo, si no, de que otra forma supieron que debían explotar el auto —dice a su socio mayoritario, Samuel Saywell—. Ven acá, tenemos que avisar a los familiares de Lily...

—Esto se pondrá, cada vez, más difícil. Lo mejor es que dejes que su amigo Daniel lo defienda —declara Samuel—. No importa que tan buen cliente sea, ni que tanto pueda pagar. Hubo un atentado contra tu vida y Lily resulto muerta, tu Lily. Deja que los Cheng se encarguen.

Samuel podía ser muy tajante cuando quería. No tenía ningún tipo de intención de caerle bien a un millonario de Manhattan. Él había crecido en las afueras de la gran manzana, lejos del ojo público y de escuelas elitistas. Toda su vida fue a la escuela pública y nunca fue un privilegiado de la gran manzana. Por eso su resentimiento.

A pesar de eso, Gabriel Specter, sabía que, a la hora de defender al más débil, Samuel Saywell es el mejor.

—Tengo un contrato con él y ahí no especifica una renuncia sin problemas —recuerda Gabriel—. Además, ya tengo este caso hasta el cuello, tengo que trabajar en ello más que nunca para encontrar al culpable —expresa con una firme idea en su mente—. Consigue los videos de los alrededores. También, necesitaremos los videos de la cámara de seguridad del St. James, mi auto quedó justo enfrente. Ah, y de la fiscalía, me quedé en la calle el lateral derecho.

—De acuerdo, como ordenes —dice Samuel, no muy convencido—. Lo mejor es que hagas lo que te comento... ojalá si me hicieras caso.

Samuel sabe que Gabriel hará lo que quiera, siempre ha sido así y no se arrepiente de poder trabajar con él, pero si le gustaría que, de vez en cuando, su socio pudiera hacer caso a una de sus ideas.

Mientras el abogado de su hombre habla por teléfono, Arya conmocionada se acerca a una mujer de edad madura para preguntarle sobre la salida de Ayden Emory.

—Él estará aquí en un momento —dice la oficial, que también está pendiente de lo que sucede afuera.

—Gracias —responde Arya esperando a que salga Ayden.

El escándalo es tal que Arya se distrae un momento y no ve cuando Ayden es liberado y lo traen por el pasillo.

—Hey —llama Ayden su atención.

—¿Qué te pasó? —inquiere Arya al verlo. Corre a su lado y lo sostiene entre sus brazos—. ¿Te hicieron daño? —cuestiona verificando su estado de salud.

—Estoy bien, no te preocupes —afirma mintiendo—. ¿Qué ha pasado? Dicen que explotó un auto.

Arya sigue comprobando que él esté bien y entonces Gabriel aparece nuevamente.

—Gracias por sacarme ¿qué ha pasado fuera? —vuelve a preguntar Ayden cuando Arya no le responde.

No quiere agobiarlos, pero la explosión fue fuerte y sabe que tendrá que dar una conferencia de prensa explicando lo que sucede.

—Llegamos, mi asistente vino a entregarme esto, por qué los medios ya están esperando fuera y entonces —las lágrimas corren libremente por su rostro—. Esto es algo que no esperaba que sucediera, me siento culpable. Ella solo era mi asistente... ella era...

Arya camina donde Gabriel y lo abraza al verlo roto. Es claro para ella y Ayden que la chica era más que una asistente.

—Lo lamento, Gabriel —dice intentando consolarlo, pero parece inútil.

Sebas aparece en la entrada junto a John.

—Señor Emory, tenemos que irnos —dice John con premura—. Estamos estacionados a la vuelta. Vámonos antes que comiencen a llegar más medios.

Gabriel se queda desconsolado pensando que hacer. Él no suele ser un hombre así, pero lo de Lily lo ha conmocionado.

—Tengo que quedarme a dar una declaración para la averiguación de este delito —advierte él intentando calmarse—. Vayan ustedes, más tarde los alcanzaré en su casa.

—Gracias, Gabriel... lamento esta situación, en verdad me apena mucho. Me siento culpable —dice Ayden dándole unos suaves golpecitos en la espalda.

—Tenemos que encontrar al culpable —dice Specter—. Esto ya no es cosa de defenderte. Sé que no fuiste tú quien asesinó a tu padre. Pero quien haya sido está llevando esto muy lejos.

—Lo sé y lamento que te vieras involucrado —expresa apenado Ayden—. Por favor, añade a mi cuenta todos los gastos del funeral de la chica.

—Por supuesto que no, eso no es necesario —difiere el abogado—. Nosotros cubriremos todo.

—Insisto, si quieres indemnizar a la familia, hazlo. Pero el funeral y todos los gastos de esto, que corran por mi cuenta —ordena Ayden Emory angustiado—. Por favor, sé que no haré mucho, pero al menos me sentiré menos culpable.

Gabriel lo ve angustiado. Ambos están así.

Lily era una chica estudiante de derecho. Ella era madre soltera. Su mamá le ayudaba con su hijo, y él le había tomado mucho cariño desde el inicio hasta que poco a poco se fue enamorando de ella. No era la asistente perfecta, por eso tenía dos. Tenía a Ofelia, quien era su principal asistente, y tenía a Lily, quien le ayudaba en diversas cosas, pero principalmente con la revisión de contratos. Ella era muy buena en eso y además le permitía trabajar desde su casa o con él cerca en la oficina.

—Ella era madre soltera. Dejó un bebé de cinco meses, tenía poco en el despacho, pero todos la estimaban. Dios me siento horrible —confiesa Gabriel con pesar—. La madre de la chica tiene una enfermedad degenerativa. ¿Qué será de su bebé?

Ahora Ayden y Arya comprenden el asunto completamente. No solo era el pesar por la muerte de Lily, que de por sí ya era grave, sino también el asunto de su pequeño y su madre.

—Yo me haré cargo —anuncia Arya sin consultar a Ayden—. Recientemente, estoy planeando comenzar una fundación para niños en condiciones difíciles. Estaba pensando en contratar a un abogado que sepa del tema de las fundaciones. Si alguien de tu despacho o tú me pueden ayudar, dímelo. Pero independientemente de eso, cuenta con mi apoyo total.

—Y el mío —asegura Ayden—. No dejaremos que ellos queden desprotegidos, te lo prometemos.

Arya toma la mano de Ayden y ambos miran a Gabriel haciendo tal promesa.

—Gracias, veré que sucede. Mientras tanto, váyanse —dice alentándolos a marcharse—. Deben irse ya.

John, Sebas y al menos siete guardaespaldas más resguardan a Emory y Harley.

—John, que alguien se quede con Gabriel —pide Ayden antes de salir—. No lo dejen solo. Que monten una guardia para él día y noche, revisen toda la seguridad de su casa, oficina y posesiones.

—Ayden, no es necesario —dice Gabriel cuando lo escucha.

—Ni se te ocurra decir que no después de lo que pasó —remarca Ayden.

Gabriel Specter no tiene otra opción más que aceptar la ayuda. Eso le dará un poco más de calma.

Ayden es cubierto por las cosas que anteriormente había traído Lily. Los bomberos aún están apagando el fuego, así que aprovechan el alboroto y salen por el costado de la comisaría.

Al llegar a la esquina están los cuatro autos destinados a la seguridad y traslado de Ayden Emory.

—Ustedes —llama John a los del último auto—. Quédense con Specter y resguárdenlo, hasta darles nuevas instrucciones.

Por auto vienen cuatro guardaespaldas, dos se quedan ahí y dos van dónde Specter para aguardar por su seguridad.

Ayden y Arya suben al todoterreno y John junto a Sebas los acompañan.

—¿Está bien, señor? —inquiere Sebas.

—No...

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta John—. Veníamos en camino cuando se escuchó la explosión.

—Íbamos llegando —dice Arya—. Veníamos Gabriel y yo en su auto, recogeríamos a Ayden... apenas nos acabábamos de bajar cuando llegó su asistente y él le pidió que se llevara su coche porque nos iríamos junto con ustedes. Apenas se dio la vuelta él, yo me giré para ver quien era su asistente, cuando vi la explosión. Ella se veía tan joven... —cuenta con un nudo en la garganta.

Arya siente pesar de que pudo haber sido ellos. Qué tal si la bomba se hubiera activado antes de que ellos bajaran. Era algo que resonaba en su mente con fuerza.

Ayden que no había comprendido mucho la situación la abraza. Ahora entiende que pudo haberla perdido. Por eso es que ella estaba conmocionada llorando.

—¡Dios, estás bien, estás viva! Eso es lo que importa —dice Ayden abrazándola a él.

Arya recuerda con ímpetu a su pequeño, así que saca su móvil para llamar a Robín.

—Hola —saluda cuando este descuelga.

—Hola, supe lo de la explosión, me acabo de enterar ¿qué pasó? ¿Ayden y tú están bien? —pregunta su amigo.

—sí. Quiero llegar por Aryehn de una vez, ¿puedes darlo de alta? —pregunta ella.

—Sí. ¿En cuánto tiempo llegas?

—Quince minutos —declara.

—Estará listo, solo que debes entrar por él —informa y ella sabe el protocolo.

—Lo haré no te preocupes. Bye.

—Bye —ambos cuelgan.

—Vamos por Aryehn —dice a John y este ya se había desviado camino a St. James.

Cuando llegan por él ya está dado de alta y con sus pertenencias listas. Arya se baja a recogerlo y Ayden debe esperar. Los medios pueden asechar en cualquier parte. Bea, que había ido a ayudar a Arya a cuidar al pequeño, le ayuda con sus pertenencias.

—Pronto llegaremos a casa —advierte Arya a su pequeño y este le abraza. Está débil, pero no tanto como para dormirse.

Arya y Bea suben a la camioneta y Ayden toma a su hijo en los brazos. De nuevo la comitiva prosigue su camino de vuelta a casa.

Algunos con los corazones acongojados, otros desanimados y otros confundidos. Pero solo uno estaba esperanzado, el de Arya. Ella mantenía la fe de que todo se solucionaría, aunque pintaba ser todo lo contrario.

Su madre la había hecho optimista y ella esperaba lo mejor todo el tiempo. Es cierto que había momentos en los que sentía que no podía lograr tal objetivo, pero se esforzaba por mantener el buen ánimo a pesar de las dificultades.

Todos llegaron a la casa de Ayden. Ya ahí, Aryehn se sintió más animado y preguntó si podía jugar con sus carritos.

Olivia se ofreció a acompañarlo, de esa manera los demás podían hablar de lo acontecido.

Ayden les relata lo que pasó y todos se preguntan sobre las famosas pruebas. Pero de todos solo Arya las vio, porque Gabriel se las mostró. Portafolio que se quedó en el auto... el mismo que explotó.

¿Y si los estaban vigilando?

—Ayden, necesitamos hablar en privado —anuncia Arya poniéndose de pie—. Sí nos disculpan.

Ella camina rumbo a su habitación. Necesita hablar con él en privado.

Ayden se disculpa también y camina tras ella. Al llegar a la habitación ella cierra con pestillo. En cuanto están solos se lanza a sus brazos y lo besa apasionadamente.

Nunca había pensado en la muerte, tanto como ese día. Creer que pudo haber muerto le da una nueva perspectiva a su vida.

Ayden la abraza y la lleva a la cama, sabe que ella lo necesita. Ambos se necesitan. Es una necesidad nacida no solo del deseo, sino también del más ferviente de los anhelos.

Arya suspira cuando él se aleja un poco para tomar aire.

—Tengo miedo —confiesa ella—. Tengo miedo de morir, de que te pase algo o que te encierren... tengo miedo de que esto que tenemos ya no exista.

Ayden escucha atentamente las palabras de Arya. Ella no es una mujer que hable mucho de sus sentimientos, pero cuando lo hace, sin duda alguna, es porque esos sentimientos son fuertes. Así que seguramente está sufriendo por el temor.

—No te puedo asegurar que no nos pasará nada, pero haré todo lo posible por mantenernos a salvo. Te lo prometo. Te cuidaré y cuidaré a nuestro hijo, pase lo que pase —declara Ayden mirándola fijamente con ternura a los ojos.

Arya lo abraza.

—Tengo que decirte algo importante. —ella lo aleja y lo insta a que se siente igual que ella—. Yo vi las pruebas que tenían en tu contra.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Antes de llegar a la comisaría. Gabriel me mostró la carpeta que le había dado el fiscal. Ayden, eran imágenes tuyas golpeando a tu padre dentro de su casa, y después, imágenes de ti saliendo de ahí —revela Arya—. Todo a la hora de su muerte.

—Es imposible, yo estuve aquí en ese momento, él me habló...

—Sí, pero había también pruebas de ADN que delataban tu sudor y saliva en la escena del crimen. —Ayden siente dolor de cabeza.

Este en un arrebato se pone de pie.

—Sabes qué, esto es un puto asco. La policía no ha hecho nada, el pendejo de Robinson no me responde y por si fuera poco me quieren culpar. Ahora que puedo creo que debo irme. Dejaré la compañía bajo tu mando y el de Daniel. Así estarán seguros hasta que esto se solucione.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! —dice Arya turbada por la decisión del millonario. Se pone de pie y camina hacia él.

—No lo haré, pero haremos suponer eso.

—¿A qué te refieres? —inquiere ella.

—Siéntate. Te voy a explicar.


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