Los días habían pasado. La boda de Diego y Cathy estaba en ciernes. Ya no hubo ningún avistamiento de drones sobrevolando el lugar y Arya estaba desesperada por volver a trabajar.

—Ya mañana debemos presentarnos en el hospital —anuncia Arya a Ayden—. Robín y yo queremos ir al departamento a buscar nuestras pertenencias si no te importa.

—Claro, nosotros los acompañamos —anuncia Ayden poniéndose de pie desde el sofá—. ¡Aryehn, vamos con mamá! —llama a su hijo quien jugaba con unos legos.

—¡¿Al parque?! —pregunta este emocionado.

Ahí es dónde Arya se percata que tienen días que no salen de la propiedad.

—¿Te gustaría ir? —pregunta Arya.

—¡Sí, sí, sí! —dice el niño dando saltitos emocionados.

Ayden mira de mala gana a su novia, pues esta le ha tendido una trampa.

—Solo un rato —advierte él y preparan al niño para llevarlo bien abrigado.

Bajan en el elevador y Robín yace esperándoles en la sala.

—¿Vamos todos? —pregunta.

—Sí, y de ahí iremos un rato a Central Park —explica Arya abrazando a su pequeño—. Vamos.

Todos ellos salen de casa y suben al todoterreno de Ayden.

—¿Están listos para la boda? —pregunta Robín al subir.

—Sí —responde Ayden.

—No —responde Arya

Robín los mira y se pregunta cómo dos personas tan distintas pueden estar juntas.

—Me falta el vestido... y las zapatillas y el peinado... no me he preparado para eso —confiesa con una sonrisa incómoda.

—Que tal si yo llevo a mi sobrinito a Central Park mientras tú y Ayden van a buscar lo que necesites —sugiere él emocionado por la idea de hacerla de tío.

—Vale, pero se quedará al menos dos guardaespaldas contigo —afirma el millonario.

Todos llegan al departamento y Arya prepara sus uniformes e instrumentos personales médicos. Mientras tanto le da una serie de instrucciones a Robín para que cuide a su hijo.

Una vez que salen de ahí, dejan a Robín y al pequeño en Central park junto a dos de los guardaespaldas. Arya y Ayden se dirigen a las tiendas departamentales en dónde ella puede comprar un vestido.

—Tengo una estilista personal —anuncia Ayden—. Ella, creo que puede hacerte el peinado para la boda —propone él.

—Pensé en pintarme el pelo de rojo —confiesa—. Es un color que me gusta mucho y pensé en hacerme un tinte.

Ayden nunca ha sido un hombre que prefiera tal o cual tipo de color de cabello en las mujeres, sin embargo, le gusta más el color oscuro en la melena de Arya.

—¿No te gusta? —pregunta ella cuando lo ve pensativo.

—No es eso... tú te ves preciosa con el color que elijas, y si ese es el color que quieres, pues ese elige —dice abrazándola y plantándole un beso en la mejilla mientras caminan por una de las tiendas departamentales de Manhattan.

—No te gusta, lo sé por qué no te diste cuenta, pero hiciste una mueca —confiesa ella.

—Ya te dije que no es eso, solo me acordaba de tu castaño oscuro, me encantaba vértelo así —sonríe con ensoñación.

—Ah... pensé que no te gustaba —aclara ella.

—Como no hacerlo, me gustas tú, así uses peluca, rojo, rosa... pero si usas verde fosforescente me lo pensaré —bromea sintiéndose cómodo.

Arya le pega un manazo juguetón haciendo que él finja dolor.

Mientras ella elige el vestido, él está entretenido con su teléfono hablando con Daniel.

—Creo que lo mejor es que mañana estemos temprano para la firma del contrato —dice Ayden en una nota de voz—. Procura que el nuevo ejecutivo esté ahí, quiero entrenarlo yo personalmente.

Después de eso, él se dedica a ver modelar a Arya un par de vestidos que ha elegido para el evento, sin saber cuál utilizar.

—Ambos se te ven de muerte —dice al verla salir del probador—. Pero usa el dorado, es... —traga duro—. Se te vera mejor. Le va a tu piel.

—Ahora eres un experto en colorimetría —se burla Arya, pero elige ese—. Bien, ahora creo que deberías ir a dar una vuelta porque iré a lencería y elegiré algo que nunca podrás verme.

Ayden oculta que le ha dolido el comentario, pero sonríe negando con la cabeza.

Arya pretende bromear con ese tipo de comentarios, aun así, él no confiesa que se siente impotente al respecto.

Ayden se levanta y la deja en la sección de mujeres para ir en búsqueda de algo que ha pensado para ella. Al cabo de unos quince minutos regresa a buscarla, con una bolsa en la mano.

—¿Qué es eso? —pregunta Arya.

—Es algo que "sí" podré verte —dice él con tono socarrón.

—Perdón... no quería decirlo así, solo no quiero ponerte en una situación incómoda...

—No te preocupes —extiende la bolsa y ella la abre sacando una caja de zapatos.

Al abrirla se da cuenta de que no son nada más y nada menos que unas zapatillas Jimmy Choo, doradas.

—Son las Cinderella... —musita Arya admirándolas—. Son preciosísimas...

—Como tú —murmura acercándose a su oído.

Arya se estremece. No quiere comenzar el juego que la llevará a perder la razón de nuevo con él y hacerlo sentir mal, pero lo ama con locura.

Ella se gira y le da un beso tierno en los labios. Estos han sido escuetos durante los últimos días. Ella quiere más, él quiere más, pero entra en pánico y todo se va al caño cuando esto sucede. Arya ya no quiso presionarlo por la verdad, pero está desesperada por estar con él. Lo desea y mucho.

—Vamos —dice ella antes de que sus pensamientos vayan a más—. Quizás algún día, los use...

—Los compré para que los uses en la boda —anuncia él.

—No... —niega ella acercándose y este se agacha para que ella le hable al oído—. Digo, que tal vez sea lo único que use.

Ayden sostiene la respiración, por supuesto que es lo único que le gustaría verle puesto. Arya sonríe con picardía, no quería decírselo, pero también quería motivarlo a buscar ayuda. Ella estaba lista para él.

Sí, él le pidiera tener sexo en ese mismo momento, ella no lo dudaría. Lo ha esperado por casi seis años, así que un poco más no le hará daño.