Sobre la ciudad
Ambos habían decidido dormir como un día antes. Arya estaba segura de que no estaba segura para dar un paso para la intimidad, y aunque el beso había sido profundo y hermoso. Ayden había logrado mantener su distancia.
Por la mañana, cuando ella despertó, él ya estaba tomando café en la cocina.
—Buen día, dormilona —saluda Ayden acercándose a ella para darle un beso en la frente.
—Buen día —dice estirándose—. ¿Y Aryehn? No lo vi en su recámara.
—Está en el jardín, fue a darle "desayuno a las plantas" Es toda una alma vieja —comenta Ayden—. ¿Ya sabes cómo decírselo? O quieres que yo se lo diga.
—No... aún no —declara ella.
Arya busca en el refri y encuentra huevos y tocino.
—Haré algo de desayuno, ¿te esperas o debes irte? —pregunta ella porque no sabe su itinerario.
Ayden revisa su reloj y luego su teléfono.
—Tengo tiempo. Dime en que te ayudo —se ofrece sonriendo.
Ambos se dedican a preparar el desayuno, están por terminar cuando entra Sebas con Aryehn.
—¡Buenos días, Arya! —saluda el adulto—. Qué maravilla, ¿hicieron el desayuno?
—Buenos días, doctora —saluda el niño abrazándola de las piernas y lo abraza de vuelta tomándolo en los brazos—. ¿Va a vivir con nosotros?
Arya se sorprende de lo directo que es el pequeño.
—Unos días, ¿te molesta?
El niño niega con la cabeza mientras se ríe.
—¿Te vas a casar con papito y vas a ser mi mami? —pregunta con curiosidad.
Arya se sonroja y se ríe. No sabe cómo responder a eso.
—Ven acá campeón —pide Ayden tomándolo de los brazos de Arya—. No debes hacer ese tipo de preguntas, o vas a asustar a Arya. Ven, vamos a desayunar para que no se te haga tarde para la escuela.
—Yo no quiero ir —dice el niño haciendo un puchero. Arya lo encuentra tierno—. ¿Puedo quedarme con la doctora?
Ayden niega primero con la cabeza y luego le dice que no.
—Ya faltaste mucho, ¿quieres que te reprueben? —El niño niega asustado—. Entonces vamos a la escuela.
Ayden lo pone en su silla y mientras Arya y Sebas terminan de servir, él sirve el jugo. Todos se sientan a la mesa para degustar los alimentos, después de esto cada uno se prepara para salir.
—¿Puedo acompañarlos al kínder? —pregunta a Ayden.
—Claro, pero después de eso, no te separes de John hasta que se te asignen guardaespaldas —pide Ayden anudando su corbata.
Arya lo observa con curiosidad. Nunca antes había visto su rutina matutina.
—Vale, necesito contratar un sistema de seguridad para el departamento —comenta ella mirándolo sentada desde la cama—. También, necesito una nueva computadora, iré a comprar una. Creo que ya me tomé varios días de licencia, necesito buscar trabajo.
—Toma la mía, por ahora —señala él una laptop sobre una mesita en la esquina de la recámara—. Si gustas, puedes acompañarme a la oficina, mi jefe de sistemas es bueno en eso. Además, él nos dirá si se pudo rastrear la Tablet que te di.
Arya acepta, por lo que decide cambiarse de ropa rápidamente. Entra al closet y saca un cambio de ropa que le favorece.
Cuando salen, el pequeño la toma de la mano y ella lo encamina hasta el todoterreno. Todos suben como si fuesen una familia. Ayden no puede dejar de pensar en eso, por fin tiene la familia que deseaba. Arya vive con ellos y hará todo lo posible por no dejarla ir.
Al llegar al kínder, pasan a dirección para dejar los datos de Arya, en todo caso ella podría recogerlo cuando desee. La directora, que admiraba la belleza del millonario, se decepciona al saber que tan hermosa mujer es la madre de Aryehn. Aun así, le da un pase con su foto para que pueda pasar cuando sea necesario.
—Se ve que es un muy buen colegio —señala cuando salen—. Se nota caro.
Ayden sonríe un poco apenado.
—No podría darle menos a nuestro hijo, él merece todo —dice orgullo—. Él lo vale.
Arya no responde en afirmación.
Cuando llegan a la compañía, Ayden abre la puerta para ella y baja, este le ofrece la mano y Arya la toma. Sin embargo, él ya no deja que la suelte. Ambos entran al edificio, tomados de la mano, mientras todas las miradas les siguen con cuidado.
—Todos nos miran —murmura Arya.
—Que no te importe —dice él quitándole importancia.
Ambos suben al elevador y van hasta el último piso.
—Buen día, Katty, puedes llamar George, lo necesito urgentemente —informa Ayden.
Katty por su parte lo admira desde hace años, pero es muy cuidadosa de su trabajo, es por eso que ha permanecido más que ninguna otra mujer en el puesto. Sabe que había una mujer en la vida de Ayden, sabe de su hijo, pero no sabía quién era la susodicha hasta que vio a Arya.
—De acuerdo, señor Emory —dice mirando con celo a Arya para luego levantar el teléfono.
Ambos entran al despacho de Ayden.
—Toma asiento, en un momento llegará George y podrás pedirle lo que desees —comenta él dejando su maletín en la encimera de su escritorio y quitándose el saco para colgarlo en el perchero.
—Wow, esto es... muy grande —comenta ella mientras divaga por todo el lugar observando las obras de arte colgadas y otras expuestas en columnas—. Es la primera vez que veo una oficina que parece más una galería de arte.
—Gracias —musita él y abre la laptop que tiene en el escritorio.
Arya se acerca a la ventana y mira la ciudad.
—Con esta vista no sé cómo puedes trabajar —musita mirando Nueva York por debajo de ellos—. Es simplemente hermosa —comenta refiriéndose a la ciudad.
—Lo es, eres malditamente hermosa —murmura él en su oído haciendo que se sobresalte—. No sé cómo, pero me tienes perdidamente enamorado de ti.
Ayden la abraza de la cintura y ella se gira para tenerlo de frente, su aroma llega a ella incitándola a abrazarlo. Levanta sus brazos y los enreda en su cuello.
—¿Solo eso? —coquetea ella.
—Me tienes loco de amor, ¿no es suficiente?
Arya finge pensarlo, pero luego sonríe humedeciendo sus labios.
—Creo que con eso me basta —sonríe.
Ayden, presa de su belleza, la atrae a él y la besa. Sus corazones palpitan acompasados del ritmo de sus deseos y les envuelve entre el espacio de la ciudad y unas cuantas nubes. Es hasta que Katty les interrumpe que el tacto se desvanece, pero la magia del amor permanece entre ellos.
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