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Rikers

Arya quería hablar con Ayden sobre su hermano y su padre, sin embargo, no sabía cómo abordar el tema. Era muy difícil para ella poder hablar sobre su familia, sabiendo la verdad de su existencia. Esto no dejaba en buenos términos a Arya con su padre, todo lo contrario. Él quería chantajear a su madre biológica con fotos, es claro que en realidad nunca fue una buena persona.

Durante años ella se había imaginado que la razón por la que su familia no estaba bien había sido porque su padre perdió su trabajo. En parte así había sido, pero el motivo era el que ella ignoraba. Ahora a sus veintisiete entiende perfectamente por qué su hermano la culpaba de que ella había sido quien había arruinado a la familia.

Habían pasado dos días desde que Arya había decidido ir a visitar a su padre y hermano. No quería que este se enterara hasta que ella hubiera ido. Solo que había un problema, el nuevo chofer le era leal a Ayden y por supuesto este le diría a John en cuanto supiera a dónde iba.

—Hoy iré de compras con Robín. Estaremos en el centro comercial gran parte del día —advierte a su chofer—. No te necesitaré —informa—. Lo mejor es que vayas a casa.

—¿Ya está informado el señor Emory? —pregunta su guardaespaldas asignado.

—El señor es mi prometido, no mi dueño —aclara Arya— Él no me pide permiso para realizar sus actividades y creo que yo tampoco debo por qué pedirle. Usted es el guardaespaldas, no mi niñero. ¿Quedó claro?

Harry Staton se quedó perplejo ante la ferocidad de las palabras de la mujer. No pensó que tuviese un carácter fuerte.

—Disculpe señorita Harley. Permiso —se excusa con asentamiento de cabeza para luego subir al auto y marcharse.

Robín había permanecido junto a Arya todo el tiempo observando el intercambio de palabras entre ellos.

—Wow, mírate has cambiado Arya Harley —dice divertido.

Arya le da un manotazo en broma.

—¿En verdad no quieres que te acompañe? —pregunta Robín.

—En verdad, lo mejor es que cada uno tome su camino —aclara Arya—. Quiero hacer esto sola.

—Yo opino que no, es peligroso. Te recuerdo que ambos te hicieron daño. De distinta manera, pero lo hicieron —recuerda su amigo mientras espera su taxi.

Arya hace una mueca casi imperceptible, no le gusta que le digan que puede y no puede hacer. Por eso mismo es que no le dijo nada a Ayden para que no le impidiese ir a verlos.

En eso el taxi dobla la esquina y ambos amigos suben cuando llega a su parada.

Primeramente, el taxista deja a Robín en el centro comercial, pues aunque Arya había mentido, él si quería ir. Luego de esto, Arya le pide que la lleve hasta Rikers.

La visita a su hermano cayó totalmente de sorpresa para este. Cuando le avisaron que tenía una visita nunca se imaginó que era de su hermana, Arya.

Verla removió todo dentro de él.

—¡Arya! —exclama comenzando a llorar.

La joven doctora que no se imaginaba ese recibimiento no sabe cómo actuar o que hacer. Ella iba en modo defensivo, no esperaba esa reacción.

—Perdóname, Arya... perdóname —implora Jeff de rodillas.

—Jeff, levántate —pide ella sin saber qué hacer.

Este se abraza a su cintura y sigue llorando e implorando su perdón. Uno de los guardias que estaban vigilando se acercó para levantarlo.

—¡Levántate, Jeff! ¡Si sigues así, te vamos a tener que restringir la visita y devolver a tu celda! —reclama el guardia.

Jeff es ayudado por este para ponerse de pie para luego sentarlo en la silla. Arya se sienta frente a él, esperando que él se calme. Su hermano mayor se talla los ojos con la camisa y toma un respiro largo.

—¿Ya estás mejor? —pregunta Arya claramente conmovida.

—Sí... —comenta él—. Verte ha sido impactante. Yo creí que jamás me perdonarías, declara su hermano. Pero viniste, eso solo puede significar eso.

—No estoy aquí por eso... —aclara ella—. Vine a verte por qué me he enterado de la verdad sobre mi existencia.

El rostro de Jeff palidece. Ella lo observa meticulosamente y se ve distinto, incluso ve colgando de su cuello una cruz. Él se da cuenta de eso y toma en sus manos la cruz.

—Esto... —dice refiriéndose al objeto de cuatro puntas—. Hace unos años encontré la fe... ahora soy un pastor ordenado dentro de Rikers.

La incredulidad en el rostro de Arya no se podía dejar de notar. Era algo inconcebible para ella que su hermano, después de todo el daño que causó y todo el dolor que les provocó, ahora sea un pastor ordenado. Vaya vueltas de la vida.

—Supongo que eso te ha traído paz —comenta Arya y su hermano asiente—. Me alegra que tú encontraras la paz, es una pena que mi madre no la haya tenido jamás, ¿no crees que es muy tarde para eso? —reclama ella.

—Nunca es tarde para reivindicarse, hermanita —dice Jeff con ternura. Pero para Arya escuchar de esa manera esas mismas palabras con las que tantas veces le ofendió es sinónimo de náuseas.

—Solo vine a buscarte para que supieras que sé la verdad. Somos medios hermanos, solo eso —aclara Arya—. Ahora comprendo por qué todo el tiempo me culpaste de la desgracia de tu familia. Quiero que sepas que nunca tuve otra opción y si por mí fuera, no hubiese nacido.

—No digas eso, tú fuiste un rayo de luz en una familia donde el caos y la destrucción reinaban. Si no fuera porque ese millonario me mandó encerrar, quizás yo seguiría en las mismas. Agradécele por mí, gracias a eso, he cambiado—informa Jeff con solemnidad.

Arya no puede evitar reírse, pero lo hace.

—Que irónico escucharte hablar así —informa, pero su hermano no cambia su semblante, permanece sereno—. ¿Sabes algo de padre? —inquiere sin agregar el posesivo tónico. No quiere declarar que ese mal hombre fue su padre.

—Está muerto, ¿no sabías? —confiesa apenado—. Estuvo preso un tiempo, tu millonario lo cazó como un animal después de lo que pasó con nuestra madre —Arya lo mira sorprendida, él cree que porque se enteró, pero en realidad es por cómo se ha expresado de lo que hizo Ayden—. Supe lo que le hizo a nuestra madre, Eleanor me lo dijo...

Su hermana no se sorprende de que la mencionase. Ella ya sabía que esos dos se andaban con tratos entre las manos.

—¿Cómo murió? —pregunta Arya con seriedad.

—Tuvo una sobredosis y un infarto... No la libró —explica él—. Mamá... dime todo de ella, por favor.

—Yo no estuve ahí cuando murió —confiesa con amargura recordando esa maldita noche—. Pero murió en paz. No sufrió al final, solo cerro sus ojos para dormir y falleció.

Los ojos de Jeff se llenan de lágrimas, siente tristeza y pena por no haber estado ahí para su madre.

—Nunca pude pedirle perdón —anuncia volviendo a sollozar—. Perdóname Hermanita... no fui bueno contigo y con mi madre, nunca las cuidé como debía hacerlo.

Arya se pone de pie y lo mira con dolor.

—Es tarde para que le pidas perdón a ella, yo solo quería ver cómo estabas y decirte que sé la verdad. No vine en busca de tu perdón, pero lo acepto —aclara ella y él cambia su expresión—. Me tengo que ir —anuncia con intención de irse—, una cosa más ¿Qué sabes de Eleanor?

La mirada de Jeff es de arrepentimiento.

—Murió... por mi culpa —habla con voz entrecortada—. Me enojé cuando supe que mi madre había fallecido y que ella había seguido hostigándola. Me enteré de que ella fue quien le informó a nuestra madre sobre tu estado y que eso la puso mal. Yo nunca quise el mal para ti o Mirella, yo me equivoqué, quería dinero, pero ella quería hacer daño y lo logró.

Arya frunce los labios, creyó que ella había sido una buena hermana.

—¿Tú la mandaste matar? —pregunta Arya.

—Sí... y me arrepiento de eso —dice con lágrimas en los ojos.

—Bien, entérate de que su hermano discapacitado andaba vagando por las calles. Te vengaste de ella como castigo, pero el castigo realmente fue para su hermano menor. ¿Sabes lo que le hicieron a él en las calles? ¿Tienes una idea del daño que causaste? Él tenía tan solo doce años cuando ella murió. Era un niño con problemas mentales que se quedó sin hogar. Para cuando los de servicios sociales lo buscaron no dieron con él. Agradece a tu Dios que sigue vivo y que ahora está bien cuidado, porque de lo contrario, no creo que merezcas su perdón.

Las palabras de Arya eran severas, eran la verdad.

—Perdón... —dice él de nuevo—. Yo no consideraba las consecuencias, o mejor dicho no quería verlas. Ahora las veo. Sé que te causé daño y lo siento hermana, lo siento tanto.

—Me tengo que ir Jeff, no volverás a verme —anuncia ella tratando de ignorar las lágrimas de su hermano—. Me da gusto saber que encontraste paz y conoces el arrepentimiento. Hasta siempre...

Arya se da media vuelta dispuesta a irse.

—Espera... ¿Tengo sobrino o sobrina? —pregunta él con ilusión en su rostro.

—Sobrino.

—¿Cuándo cumple años? Yo hago carpintería, me gustaría mandarle algo —ofrece intentando mantener contacto con su hermana.

—29 de diciembre —anuncia dejando en silencio a Jeff—. El mismo día que mi madre murió. Adiós Jeff, que tengas buena fortuna.

Jeff se quedó en silencio con el corazón acongojado. Realmente el daño que había causado iba más allá de lo que imaginaba. Y entendió perfectamente el sentimiento agridulce que su hermana debía tener con respecto al nacimiento de su hijo y fallecimiento de su madre. Si para él era horrible, para ella debía ser difícil de asimilar.

Arya salió de Rikers dispuesta a marcharse a casa. Las lágrimas comenzaron a salir como torrentes en cuanto le dio la espalda a su medio hermano. Él era lo único que le quedaba como familia. Al salir a la intemperie no esperaba encontrarse a Ayden recargado en su auto personal con los brazos cruzados.

—¡Eres un maldito mentiroso! —grita y golpea en el pecho a Ayden—. ¿Cómo te atreviste a tomar decisiones por mí? ¿¡Por qué me mientes?!

Ayden se encontraba confundido con respecto a lo que le acusaba. Había cientos de cosas que le ocultaba, unas por temor y otras porque no quería angustiarla.

—Arya, cálmate... tú me ocultaste que venías acá —aclara Ayden—. Yo debería estar enojado y al contrario, vine a buscarte para saber que estuvieras bien.

—¡No! ¡Tú invades mi espacio personal! Todo el tiempo lo haces —recrimina ella—. Tomas decisiones por mí con respecto a las personas que me importan, y luego crees que yo accederé a tu comportamiento. ¡Pues no!

—Si es por lo del departamento, lo siento mucho, John y Roger solo comprobaban que Robín, no fuera el sospechoso que consideraban en la comisaria —la expresión en el rostro de Arya va cambiando de ira a confusión. Ayden se da cuenta de que la ha liado.

—¡¿Qué hiciste qué?!

Ayden se lleva la mano a la cabeza y pasa sus dedos entre el cabello. Está en graves problemas.


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