
New York
El restaurante tiene una hermosa terraza hacia el mar.
—Sé que ya te lo había dicho, pero te ves preciosa —alaga Ayden de nuevo.
—Gracias, no tienes que estarlo diciendo —comenta ella—. No estás obligado a nada. Lo sabes.
—No es por obligación, realmente siempre he creído que eres hermosa —confiesa él haciendo una pausa para beber de su copa de vino—. Desde la primera vez que te vi en el restaurante para la entrevista. Un poco irreverente, pero hermosa —ríe con un poco de pena.
Arya lo mira cómo no creyendo eso.
—No te creo, apenas si me viste —recuerda.
—Cierto, quizás no mantuve mi vista fija, pero si te vi, más cuando te marchaste —confiesa y ella lo ve escandalizada haciendo que él ría—. Por eso te invité a ir a mi departamento, a hablar.
—Oh... me parece difícil de creer, por ese entonces yo era un manojo de nervios y huesos —rememora con tristeza—. No había mucho que ver en mi retaguardia.
Ayden se ríe. Era cierto que ella estaba muy delgada, casi en los huesos, pero su figura era bien contorneada.
—Yo que pensé que me habías elegido por mi inteligencia y astucia —declara ella cambiando un poco el tema.
—Eso fue un plus —aclara él—. Nuestro hijo es muy inteligente. En el Kínder Garden los maestros lo dicen todo el tiempo y además es un buen chico, amable, cariñoso... si no fuera por la enfermedad él estaría feliz todo el tiempo.
Arya siente un nudo en la garganta.
—¿Tienes fotos? Me gustaría poder ver algo de él mientras crecía —confiesa ella.
—Por supuesto, dime loco, pero esperaba que un día quisieras hacerlo —Ayden saca una Tablet de su saco y se la entrega—. Ahí hay una cuenta en dónde verás todas las fotos y videos que le hemos tomado a lo largo de los años. Son miles, ya. Pero lo he hecho para ti.
Arya siente un martilleo en su corazón, sus emociones crecen cuando él hace ese tipo de gestos que sobrepasan lo normal.
—Wow... yo, no sé qué decir —anuncia y enciende la pantalla. En ella puede ver algunas aplicaciones y una carpeta con el nombre de Aryehn—. ¿Por qué no le pusiste otro nombre?
—Te dije, quería algo que te recordara —confiesa él.
—Gracias... independientemente de si está ligado a nosotros o no, es un nombre muy lindo. Con presencia y a la vez dulce —divaga ella—. ¿Batallaron para que aprendiera a hablar?
—No, creo que eso lo ha sacado a ti —se ríe un poco—. No se calla jamás.
Arya intenta mostrarse enojada, pero no puede, solo niega con la cabeza.
—¡Eso, eso mismo hace! —señala Ayden el movimiento de cabeza—. Cuando algo no le gusta, o nos regaña, mueve la cabeza tal como tú lo has hecho. Hoy lo hizo cuando dije una palabrota y Sebas y Bea estaban de testigos.
—¿Dices palabrotas continuamente frente a él? —inquiere ella preocupada.
—Por supuesto que no, jamás —aclara él riéndose—. Fue un desliz en el calor del momento.
Arya lo reprueba con la mirada y bebe de su vino. En ese momento llega el mesero y sirve sus platillos. Arya es amante de los mariscos calientes y le sirven camarones al ají. Ayden prueba un solomillo.
El vestido tinto pegado a sus curvas, resaltan su figura.
—¿Qué has hecho estos años? —inquiere Ayden.
Esperaba que ella dijera por sí misma, pero no lo hizo.
—Tú sabes, estudiar, trabajar, obtener mi especialización —resume y lleva comida a su boca.
—Me hubiera gustado estar ahí cuando te graduaste —confiesa él—. Te mandé un ramo de violetas...
—¿Cómo supiste cuándo sería mi graduación? —pregunta ella queriendo despejar esa duda.
—Nunca supe cuándo ni dónde fue —aclara después de tanto tiempo—. Gabriel, mi abogado debía saberlo, ya sabes por los pagos y todo eso, solo le pedí que enviara eso en el momento indicado.
Arya toma un poco de vino antes de responder.
—Gracias —dice con un poco de calor—. Gracias por respetar el acuerdo.
Ayden le regala una sonrisa que no llega a los ojos.
—Volveremos mañana a casa —dice finalmente y ella levanta la vista sin creérselo—. El doctor Evans dijo que estaba estable y Aryehn quiere volver a su casa.
—Entiendo... no pensé que volverían tan pronto, pensé que tendría más días para verlo —dice decepcionada.
—Hay una solución —anuncia él con una actitud segura. No quiere que lo vea dudar—. Vuelve a casa con nosotros.
Arya deja la copa sobre la mesa, supuso que le diría que se quedarían un par de días más o una semana.
—Oh no... yo no pienso vivir contigo de nuevo, ya sé cómo termina esa historia —dice un poco aterrada—. Supuse que dirías que se quedarían un poco más de tiempo.
—Tengo que trabajar, y él tiene su casa, escuela y amigos en Nueva York, Arya —explica en tono suave, no quiere alterarla—. No te pido que te mudes conmigo, te ayudaré a conseguir casa, si gustas... pero vuelve, él te necesita... y yo.
Ayden frena sus intenciones de decirle de nuevo que la ama. No desea volver a ser rechazado. No dos veces el mismo día.
—Eso sería un gran cambio...
—Lo sé, pero reflexiónalo, estarás cerca de él, podrás verlo cuando quieras... piénsalo —pide él y toma su mano que yace sobre la mesita dónde comen—. Él te necesita... y tú a él.
Arya traga duro, él tiene razón. Necesita a su hijo.
—No sabes las veces que he soñado con ese momento, llevarlo a la escuela. Hacer un simple desayuno o jugar con él —dice ella con la voz quebrada—. Era una bobería. Buscaba alguna foto de él en redes y nada. Es como si no existiese. Eso me gustaba y a la vez me aterraba. Reflexionaba ¿y si algo le pasó?, ¿estará bien? Fueron momentos difíciles.
—No tiene que volver a hacer así, no tienes que volver a esconderte —declara apretando su mano—. No dejaré que te alejes de él o que alguien te aparte de su vida.
—Me gustaría creer eso, pero ¿qué pasará el día que te enojes y me quieras lejos? —inquiere ella con inseguridad.
Ayden escucha eso, y sabe que debe afianzar su postura.
—No quiero que te alejes de nuevo, Arya —declara con firmeza, su voz gruesa y varonil. Arya siente eso hasta en las entrañas—. Tenerte lejos es lo peor que nos ha pasado, a mí, a tu hijo, a Seb y Bea... todos te hemos extrañado. Sé que no confías en mi palabra, pero confía en lo legal, nuestro hijo, es nuestro, no mío. En su certificado apareces como la madre, no gestante, no madre sustituta... eres su madre y eso, ni yo puedo discutirlo. Tienes poder absoluto sobre su crianza y cuidado y prometo no alejarte, nunca más. Por favor, vuelve con nosotros.
Arya siente como si fuese una maldita, pero perfecta declaración de sus intenciones, sus cimientos tiemblan con cada palabra que él dice. No la quiere lejos, y ahora lo ha hecho legal. Su hijo, no solo de palabra, sino legalmente.
Ella comienza a llorar. El sonido del mar suena de fondo. Alguna bossa—nova aumenta el candor entre los amantes que yacen en el sitio, pero en ellos, es la melodía de un par de corazones que pueden sentir cómo por fin la vida les sonríe.
Ayden se pone de pie y camina hasta dónde ella. Cubiertos por el manto celeste, él la levanta y la acerca a su cuerpo. La abraza acurrucándola en sus brazos. Arya siente cómo su piel hormiguea, cuantas veces necesito su tacto y él se lo negó.
—Gracias, Ayden. Es una de las mejores noticias que me han dado en mi vida —dice ella entre lágrimas buscando su rostro.
Él no mira una mujer llorando, mira a la mujer que ama conmovida porque hizo lo correcto.
—Era lo correcto, es tu hijo, tanto como mío. Es nuestro, Arya —afirma mirándola fijamente, estudiando su mirada, su rostro. Grabándolo en la memoria—. Ahora, ya nada podrá impedir que estés con él.
—Acepto, volveré con ustedes —dice y él sonríe al instante—. No creo tener la fuerza para alejarme de él. Lo he amado desde que estaba en mi vientre... no quiero alejarme nunca más.
—No lo hagas, no dejaría que lo hicieras —afirma una vez más y ella se acurruca en su pecho. Le cree—. Te amo, Arya.
Arya no dice nada, sigue llorando en su pecho. Esas últimas palabras, más que ser agradables a sus oídos, son dolor puro... dolor en el alma. Por qué no cree poder volver a amar, como una vez lo amo.
☆゚・*:.˛˚ღღ゚~εïз~ ღღ゚・*:。.・*.☆
Una semana más tarde, la mudanza de Arya había llegado a la ciudad. Ella no conocía la casa de Ayden, pero sabía que se habían mudado de su departamento.
Siguiendo la ruta que le marcó llegó a un edificio pequeño, pero cerca de dónde él dijo que vivía. Al llegar, Ayden y Sebas le esperaban.
—¡Bienvenida! —saluda Ayden abrazándola una vez que baja de su auto—. ¿Cómo estuvo el viaje?
—Cansado... —dice ella al soltar su abrazo.
Las últimas veces que lo vio la abrazó en cada ocasión que tuvo. Él había vuelto con su hijo a Nueva York y había regresado a Miami para ayudar con la mudanza. Sin embargo, una cita de trabajo lo hizo volver antes de tiempo.
—¿No hay abrazo para mí? —pregunta Robín, bajando del auto de Arya.
—Sebas te puede abrazar —sugiere Ayden y este hace morritos.
Robín había demostrado ser un buen amigo, cuando supo que Arya volvería a Nueva York, comentó sus intenciones de irse con ella. La idea le pareció genial a su mejor amiga, puesto que de esa manera compartirían los gastos del departamento. Una de las condiciones de la doctora para volver, era que iba a mantener su autonomía y no dependería de Ayden como una vez lo hizo.
"Ahora soy una mujer independiente" citó y él tuvo que obedecer.
Luego de que los de la mudanza bajaran todo cuanto traían, Ayden les invitó a cenar pizza. Arya sacó un par de vasos y sentados en el suelo de la sala vacía aún, degustaron un pequeño manjar neoyorquino.
—¡¿Es del Bronx?! —inquiere Arya al probarla a lo que Ayden afirma—. ¿Lo recordaste? —una gran sonrisa de apreciación se forma en su rostro y él sonríe en consecuencia—. Gracias...
Después de eso terminan de cenar y Ayden se despide. Sebas ya se había marchado, puesto que William debía volver a casa y no había quien cuidase de Aryehn.
—¿Crees que pueda llevar mañana a Aryehn a central park? —pregunta ella pensando en las posibilidades.
—¿Qué te parece si mejor te invitamos a almorzar mañana? —sugiere él—. A mi casa, por supuesto. No es muy lejos de aquí, te puedo mandar la dirección o puedo venir por ti.
—¿Y John? —pregunta ella con curiosidad.
—Sigue siendo mi guardaespaldas —aclara él y señala al final de la calle un todoterreno color plomo—. Está esperándome.
Arya lo reconoce de inmediato cuando este levanta la mano para saludarla.
—¡Santo cielo!, tengo que verlo —Arya sale de debajo del techo que le cubría y avanza a grandes zancadas y de prisa hasta el chofer. Una vez que llega a él se lanza a abrazarlo—. ¡Oh, John, qué alegría verte! —expresa emocionada.
—Igualmente, señorita, me da gusto verla de nuevo —dice sonando sincero—. La hemos extrañado por acá, bueno, más él que todos —murmura antes de que Ayden llegue a ellos.
Arya le da un golpecito en el brazo. —No juegues conmigo, John —ríe feliz—. Hoy, Ayden trajo de la pizza que me recomendaste. En mi vida he probado una pizza tan deliciosa como la de pepperoni.
—Es la favorita del señorito Emory —confiesa él con alegría.
Arya voltea a ver a Ayden, extrañada. Este mueve los hombros en señal de resignación.
—Que decirte, es hijo de su madre —comenta solamente—. Debemos irnos, es hora de dormir de Aryehn y no me perdona si no le leo un cuento.
—¿Le gusta que le lean? —pregunta ella a la expectativa de cada comentario que hacen de su hijo—. Ya quiero volver a verlo.
—Él ya lee... pero le gusta que le leamos para dormir —aclara Ayden notando la cara de sorpresa de ella—. Te dije, es un niño muy listo. Ya lo verás mañana. Por cierto, ¿cómo deseas presentarte?
Arya, que no había pensado en eso, medita un momento.
—Pues... Arya, una amiga de la familia, por ahora —advierte y eso le parece bien a él.
—Vale, te mando mensaje entonces —dice acercándose a ella para darle un beso en la mejilla—. Descansa, hermosa.
Arya se ruboriza, pero no dice más que un simple buenas noches.
Cuando él se aleja para subir al auto pide que espere.
—Dale un beso de buenas noches a él, por mí, por favor —pide amablemente.
—Siempre, hasta mañana —responde cortes sin dejar de sonreír.
John se despide con un asentamiento de cabeza y sube al todoterreno para luego ponerlo en marcha y alejarse de ahí. Una vez que se pierden de vista, ella entra al edificio.
—Menudo millonario te conseguiste —refiere en broma Robín—. Consígueme uno o una.
—Consíguetelos tú —responde en broma sacándole la lengua—. Este es mío.
Robín se ríe de lo que ha dicho, dado que lo ha negado por años, semanas y días. Arya se queda sola en su habitación y se queda pensando en lo que ha dicho. Realmente nunca fue de ella, pero él siempre tuvo ese sentido de pertenencia con ella.
«¿Será que si me amaba desde entonces y estaba en negación?» se pregunta la joven mientras se acomoda para dormir recordando todas las veces que él le dijo que era suya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro