Historia, final parte 1
Cinco días antes
—¿Qué tienes? —pregunta Daniel cuando ve a su amigo sumido en sus pensamientos.
—La madre de Mark tenía un collar con un rubí. Yo no tengo ni idea de que pasó con esa cosa —declara Ayden arrugando la frente, en cuanto las palabras salen de la boca del millonario, Daniel siente que un escalofrío recorre su cuerpo—. Ahora, más que nunca supongo que Mark tiene algo que ver con esto.
—Le das mucho crédito, es un idiota —dice el abogado con desdén no tratando de imaginarse lo que cree que se está imaginando—. Lo sabes, apenas si puede organizar ese hospital. Si no fuera por su asistente, colapsaría.
Daniel no puede seguir poniendo atención a lo que sucede, le urge salir de ahí y comprobar si el collar que tiene su esposa es el mismo del que su amigo habla.
—Gabriel, soy Daniel, sucedió algo de lo que urge me haga cargo, ¿podrías ir tú por Arya y decirle lo que sucede? Ayden no quiere que ella se entere por los medios ni que su hijo sepa lo que sucede —informa mientras usa el manos libres al mismo tiempo que conduce a casa.
—De acuerdo, que todo salga bien —dice Gabriel con las manos llenas de cosas que hacer.
—Gracias —musita Daniel mientras sigue manejando.
Todas las imágenes se vienen a su mente. Cathy era una chica blanca, supuestamente huérfana y aunque tenía rasgos orientales, cosa que le agradó a la madre de este, no era asiática. O eso era algo que él creía.
Aún recuerda cuando vio por primera vez esa joya, ella dijo que era lo único que tenía de su madre. Siente como la adrenalina sube por su cuerpo y llena cada espacio de su ser. Cathy había sido muy intensa en querer conquistar a Ayden, pero cuando se dio cuenta de que no le haría caso volvió sus atenciones hacia él.
—Me estoy volviendo loco —murmura saliendo del elevador hacia el departamento que comparte con su esposa. Abre la puerta y la encuentra sentada en la sala leyendo algo en su Kindle—. Hola, cariño, volví.
—Ho... hola —murmura ella como sorprendida.
—¿No te alegras de verme? —cuestiona él dándole un beso en la frente.
—Sí, claro, pensé que estarías ocupado hoy, solo eso —comenta ella—. ¿No hay ninguna novedad en el despacho? —inquiere.
—Sabes que no me gusta hablar de casos contigo, son confidenciales —comenta él sentándose a su lado.
Cathy se recarga a su lado y se ríe.
—Lo sé, solo era curiosidad.
—Ahora que lo comentas, si sucedió algo —comenta Daniel buscando su mirada, pero esta le rehúye—. Ayden está preso, su abogado se encargará.
—¿En serio? ¿Por qué está preso? —cuestiona, pero no hay ningún atisbo de sorpresa en su voz. Ella ya lo sabía y eso lo hace encabronar. Le ha tomado el pelo y no se dio cuenta.
—Aún no sé, pero ¿sabes que es lo raro? —inquiere y ella entonces se endereza para verlo de frente.
—¿Qué?
—Lo acusan de tener un collar como el que tú tienes.
Cathy se pone nerviosa al escucharlo, teme que la haya descubierto, así que se pone de pie.
—Sí, me lo regaló mi madre, antes de morir. Me imagino que collares de rubí hay muchos —camina por detrás del sofá escondiéndose de la mirada de su esposo.
—Yo nunca te dije que era de un rubí —aclara Daniel y se gira para verla, pero entonces un golpe seco le da en la nuca y lo desmaya.
—¡Maldita sea! —grita Cathy.
Desesperada busca una cinta gris y lo sujeta de manos y pies. Luego toma su teléfono y marca a Mark.
—Daniel lo sabe, sabe que yo tengo el collar —dice temblando.
—¿Y, que quieres que haga? Eso es tu problema, te dije que deshicieras de él.
—Está inconsciente en mi sala, por favor Mark, ayúdame.
—¿Cómo que está inconsciente?
—Le pegué con una de las lámparas en la nuca y se desmayó —explica inquieta.
—Maldita sea, Cathy, eres una perra impulsiva. Ya voy a limpiar tu cagadero. Amordázalo mientras tanto.
Mark cuelga y la deja con el alma en vilo. Cuando este llega se hace cargo de él sedándolo, para poder transportarlo en la noche a su casa.
—¿Qué haremos con él? —pregunta Cathy cuando lo tienen sedado y amarrado en casa de Mark.
—Lo torturaré hasta que nos diga todo lo que saben, no quiero cabos sueltos y después de eso ya sabes lo que sucederá.
Cathy sonríe maliciosamente mientras ve como su marido despierta y es torturado por su medio hermano. Daniel no comprende nada de lo que está pasando, pero cada golpe, cada herida que le provocan es cada vez más intensa que la anterior. Ruega que todo termine hasta que por fin sucede, un último suspiro y por fin puede dejar de sentir dolor, angustia y escarmiento.
Actualidad.
—¿Le harás lo mismo que a mi marido? —cuestiona Cathy terminando de sujetar a Arya en la cruz de San Andrés que Mark ha instalado en la bodega dónde se encuentran.
—Ya te puedes ir, espera en el hotel como te dije —ordena Mark que no tiene ninguna intención de que su media hermana se quede.
—Pero me quiero quedar, ¿no quieres que tome fotos como con Daniel? —pregunta intentando sonar melosa.
—¡Que te largues! —grita Mark haciendo que Cathy se encoja ante su gruñido. Arya comienza a reaccionar y los ve borroso.
—No me iré, quiero ser parte de esto, esa perra maldita tiene que sufrir por no dejarme disfrutar de mi otro hermanito —expresa con notas de perversión en cada palabra que sale de su voz.
Mark la abofetea.
—No te lo voy a repetir, Arya es mía. No tuya, tú tuviste tu oportunidad para seducir a Ayden y fallaste, ahora te largas ¡Ya! —grita una vez más desesperado.
Cathy se soba la mejilla jurando vengarse de él en silencio y sale de ahí.
El terror en la mirada de Arya es palpable. Mark la tiene amordazada y disponible para él.
—Despertaste, hermosa —dice Mark acariciando su rostro—. No sabes lo que he soñado hacerte todo este tiempo.
Arya gira su rostro intentando apartarlo del toque del hombre que más repudia en esta vida. Mark al darse cuenta del rechazo la abofetea haciendo que la nariz de Arya sangre.
—Mira, qué hermoso color, es mi favorito, ¿sabías?—inquiere sacando una navaja de una mesa continua—. Ya, ya... debes cooperar —dice cuando esta comienza a llorar—. Solo te haré sentir placer, verás que soy mucho mejor que el estúpido de Ayden.
Mark acerca la navaja y va destrozando los hilos de cada botón que sujeta las ropas de ella.
—Verás, yo no entendía la fijación de Mei por él, digo, si ya me tenía a mí, ¿por qué lo quería a él en su cama?
El enojo por oír esas palabras de la boca de Mark es nada comparado con la furia que comienza a germinar en su interior.
—Pero luego te conocí, y bueno, digamos que tengo esa misma maldita fijación por ti —revela Mark besando la mejilla de Arya, esta resopla y mueve el rostro de un lado a otro intentando alejarse, pero él la sujeta y pega frente a la de ella—. Verás, yo era el hermano correcto, debiste elegirme a mí, no a él. Ahora, tendrás que pagar las consecuencias.
Mark besa el cuello de Arya no importando que esta llore descontroladamente. Retira con impetuosidad y salvajismo su ropa y la deja solo con la interior.
—¡Wow!... eres mejor de lo que imaginé —dice Mark comiéndosela lascivamente con la mirada—. Y ahora, serás toda mía.
El rostro de Mark cambia, ya no hay rastro del doctor amable que ella conoció. Es un sádico maldito con el rostro del demonio.
—¡Déjala ahora! —dice una voz gruesa detrás de él.
Mark se gira solo para encontrarse con un hombre no mucho mayor que Arya.
—¡Mira, tenemos audiencia! —Mark se burla sacando un arma de detrás de su espalda e intentando disparar al hombre.
Este corre detrás de unas cajas que se apilan alrededor y con un arma intenta disparar también, pero Mark se esconde tras Arya.
—¡Si me disparas a mí, le disparas a ella! —grita Mark para que el desconocido la escuche—. ¿Quién es ese idiota? —pregunta a Arya, pero esta sigue amordazada y llorando. Imposibilitada de hacer algo.
El desconocido vuelve a disparar y le da en el hombro a Mark, quien grita desaforadamente.
—¡Maldito bastardo, te mataré! —dice saliendo de su escondite hacia el rumbo del hombre.
Entonces las cortinas de la bodega se abren, los hombres armados comienzan a entrar detrás de su jefe. Ayden Emory ha llegado con todo su séquito.
Mark apenas lo ve, corre de vuelta dónde Arya. Pero el hombre que desconocía su identidad sale detrás de ella haciendo que este quede entre él y Ayden.
—Maldición —gruñe Mark por lo bajo, a lo lejos se escucha la policía acercándose—. ¿Cómo supiste dónde estaba? —inquiere a su hermano apuntándole con el arma.
—Eres un maldito idiota, Mark —dice Ayden pidiéndole con señas a sus hombres que mantengan la calma—. Date por vencido, la policía ya está por llegar.
—¿Darme por vencido? Si tú me tenías secuestrado, solo me estoy defendiendo —miente descaradamente.
—¡Deja ya de mentir, maldito mitómano! ¡Eres un enfermo como tu madre!
Mark escucha aquellas mismas palabras que lo acompañaron toda su vida, Ayden nunca lo aceptó por quien era, siempre lo despreció, así que el arma mantiene apuntando hacia él, ahora apuntan hacia Arya, quiere dañarlo tanto, como él lo ha hecho. En su mundo, él está bien, Ayden está mal por no aceptarlo.
—Me has quitado el cariño de mi padre, de mi madre y el de la mujer que he amado desde que la vi, yo te quitaré solo a ella, pero con eso será suficiente —el dolor en sus palabras es claro como el agua.
Ayden corre intentando detenerlo, pero el desconocido intercepta a Mark y tirándolo al suelo. La bala salió disparada, Ayden queda paralizado viendo el rostro ensangrentado de Arya, pensando que ha salido herida, pero no. El hombre de pasamontañas y apariencia desconocida yace en el suelo tendido sobre Mark.
Este lucha contra él y logra arrojarlo a su lado. Ayden llega a dónde él y lo levanta. Todos corren a su alrededor, John le quita el arma de la mano haciendo que la arroje al suelo. La policía llega al lugar y acordonan la zona.
La gente de Ayden socorren al desconocido, mientras él y John liberan a Arya.
—Ya estoy aquí, nena, ya estoy contigo —dice mientras cortan las cuerdas que la sujetaban a la cruz. Ayden quita la mordaza de su boca y ella por fin puede hablar.
—¡Es Jeff! ¡Es mi hermano! —llora desconsolada, pues reconoció la voz de este. Ayden le pone una gabardina abrazándola para consolarla, pero es casi imposible. El trauma de lo que acaba de vivir es imposible de borrar rápidamente.
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