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Hilos que atraen

Arya esperaba que todo marchara mejor una vez que ella y Ayden hicieron las pases. Vaciar su corazón y decir lo que sentía fue liberador para ella. Sin embargo, sabía que Ayden seguía guardando con gran recelo el porqué no se dejaba tocar. Ella había intentado acercarse a él en el pasado y no se lo permitió, excepto cuando ella estaba vulnerable. Más ahora, el apuesto millonario le ha abierto su corazón esperando que ella le acepte.

Luego de desahogarse, Ayden y Arya terminan de comer mientras aclaran algunas cosas. Son cinco años en los que ambos deben ponerse al corriente, especialmente cuando del hijo en común se refieren.

—Tengo que volver a la oficina —anuncia Ayden cuando ve la hora—. Si decides ir con Gerard, solo avísame y paso por ti.

—De acuerdo, gracias —musita ella sin decir más.

Se acercan a la puerta y es un momento lleno de incomodidad en el que ninguno de ellos sabe qué hacer o qué decir. Arya toma la iniciativa y se acerca para darle un beso en la mejilla tal como él lo hizo al llegar, sin embargo, él no esperaba que ella se acercara tanto y al ser tan repentinamente se asusta y la aleja.

Arya que no esperaba que él respondiera de esa forma lo toma como un rechazo. Al tener las emociones a flor de piel le dan ganas de llorar, pero en vez de hacer eso, decide molestarse.

—Es tan extraño que luego de tantas cosas decidas seguir alejándome —refiere ella.

—No, no es eso... yo, me asusté —confiesa él, pero no dice más.

No quiere hablar del tema, porque teme quedar expuesto, se siente vulnerable cada que está con ella.

—Vale, lo mejor es que te vayas —dice Arya alejándose—. Cierras bien al salir.

Arya camina hasta su recámara y se encierra ahí, hasta que escucha que la puerta de enfrente ha sido cerrada. Siente que se ahoga entre pensamientos y conclusiones que no son ciertas. Su mente divaga entre todas las posibilidades del porqué Ayden es como es.

Es cierto que ha cambiado mucho, pero no totalmente. Luego de descansar un poco, toma una ducha para refrescarse, se cambia y decide salir a caminar a Central Park, para ella el lugar simplemente es liberador. Es una de las cosas que extrañaba hacer mientras estuvo lejos de Nueva York.

Hay una multitud de personas a su alrededor, pero ella ignora a todos. Luego de llegar a un pequeño claro, saca una de las mantas que ha traído con ella y poniéndola sobre el pasto, se sienta sobre ella para dedicarse a leer un libro.

No sabe qué hora es, cuando se da cuenta de que ha comenzado a oscurecer. Tomando sus cosas, luego de haber leído por un par de horas, camina de vuelta a casa. Las luces de la ciudad le invitan a dar un paseo por ella, pero el hambre le hace ir directo a su departamento. Desde que iba a unas pocas calles pudo ver algunas luces de policía, pero no le prestó importancia. Hasta que se percató que esas luces estaban fuera del edificio de su departamento. Al verlas sintió un ligero temblor.

«¿Habrá pasado algo con Evans?», se pregunta mientras acelera el paso.

—Disculpe, oficial, ¿pasa algo? —inquiere a un policía que custodia la entrada.

—Una chica ha desaparecido —informa este informalmente—. ¿Usted vive en el edificio?

Arya asiente ya más relajada, al saber que buscan a una chica y que Robín Evans probablemente esté bien. Busca en su bolso su teléfono y se da cuenta de que no lo trae.

—¡Arya! —expresa eufórico Ayden al verla entrar al edificio.

Este corre hasta ella y la abraza con fuerza. Arya está sorprendida y a la vez confundida por tal acción. Rápido se percata de la cantidad de personas que se arremolinan a su alrededor.

—¿Qué pasa? —pregunta aún en brazos de Ayden.

—¿Dónde estabas? —inquiere Evans detrás de Ayden—. Llegué a casa y estaba todo patas arriba y tú no estabas.

—¿Qué? Yo solo salí a caminar a Central Park... me quedé leyendo. —El millonario tomándola de los hombros revisa que esté bien—. ¿Qué pasa? ¿Cómo que la casa está patas arriba? No entiendo.

Los presentes la observan dándose cuenta de que realmente no sabe de qué hablan.

—Entraron a robar a su departamento, señorita Harley —comenta uno de los detectives—. La buscaron, pero no dieron con su paradero.

—Te estuvimos marcando, pero tu teléfono manda directo a buzón de voz —revela Ayden.

Las cosas comienzan a encajar, y Arya se da cuenta del porqué de su preocupación.

—Estoy bien, solo fui a dar un paseo a Central park... —revela dándose cuenta de que si se hubiera quedado probablemente le hubieran hecho daño.

—¿A qué hora salió de casa, señorita? —pregunta el detective Robinson a cargo.

—Alrededor de las cuatro, ¿por qué?.

Evans mira a Arya, pero no dice nada.

—Creo que debemos pasar —sugiere el detective Robinson.

Todos afirman y suben lo que resta de escaleras hacia el departamento de Arya. Una vez que ella entra, se da cuenta de que todo es un desorden.

—Santo cielo... —susurra ella sintiéndose enojada—. ¿Quién pudo haber hecho esto?

—Eso es lo que intentamos averiguar, dado que su compañero es nuevo en la ciudad y nunca antes estuvo aquí —expone el detective con libreta en mano—. ¿Tiene alguna sospecha de quién pudo haber sido? ¿Algún ex que esté enojado? ¿Un enemigo? —sugiere el hombre de no más de cincuenta años mirándola calculadamente.

Arya niega en primera instancia, pero luego recuerda a Eleanor.

—No sé... recién llegamos ayer a la ciudad —comenta ella—. No creo que tan pronto se haya enterado de que estoy aquí.

—¿A quién te refieres? —pregunta Ayden.

Arya lo mira y musita —Eleanor...

De pronto las piezas encajan.

—Su compañero llegó alrededor de las cinco y cuarto, eso significa que quien haya sido la vigilaba —añade el detective—. Esa mujer, Eleanor. Dígame más sobre ella.

—La atacó mientras estaba embarazada —explica Ayden—. Mi personal de seguridad la ahuyentó, nunca más volvimos a saber de ella. Creímos que había vuelto a Boston.

—¿Tienen su apellido? —pregunta el detective tomando nota de todo lo que le dicen.

—Eleanor Tate —responde Arya.

—Bien, la investigaremos. Mientras tanto, si tiene algún otro lugar seguro en dónde quedarse, no dude en ir —sugiere con tono amable.

Robín lo mira cómo no creyendo que lo olvidó a él.

—Los mantendremos informados —avisa el detective Robinson para luego hacer una señal a sus subordinados.

En cuestión de segundos, los policías y él salieron del departamento.

Arya se sienta derrotada en su sofá.

—¿Quién es esa Eleanor? —pregunta Evans.

—Era una amiga... se volvió loca —dice Arya sin ahondar más en el tema—. Esto ¿se robaron algo? —pregunta a su amigo.

—Al parecer no, parecía que buscaba algo, pero al revisar no vi que faltara nada, ni en la casa ni en mi recámara. Deberías revisar la tuya —sugiere él.

—¿Y tu teléfono? —pregunta Ayden.

—No sé, creí que lo traía... —responde ella aún preocupada.

—Ven, revisemos tu habitación —comenta Ayden tomándola de la mano para guiarla.

Todos entran a la recámara y al igual que en la casa, todo está desordenado. Sin embargo, ahí es donde más daño hubo.

Arya revisa y no encuentra su teléfono, así como la tableta que Ayden le regaló, ni su laptop.

—No están mi teléfono, laptop y la Tablet que me diste —confiesa buscándolos con desesperación—. Alguien se los ha llevado...

Ayden sale de la habitación llamando a su asistente, pidiéndole que le comunique al encargado de informática de su empresa.

—Sí, dime que necesitas para acceder al acceso de un iPad —pide a su subordinado. El hombre en cuestión le dice lo que necesita—. Vale, te lo haré llegar a tu correo en un momento. Gracias, George.

Ayden le pide el email y la contraseña de este a Arya y se lo envía a su informático.

—Deberían irse a mi casa —sugiere Ayden—. Tengo espacio suficiente para ambos —comenta con sinceridad, no quiere que se expongan, principalmente Arya.

—Creo que a quien desean molestar es a Arya —resuelve Robín Evans—. Considero que lo mejor es que ella se vaya contigo, de esta manera habrá alguien aquí para cuidar el departamento en caso de que quieran volver.

—Entonces me quedo —advierte Arya—. Debemos de contratar un sistema de seguridad —anuncia determinada.

Ayden la observa con curiosidad.

—El problema no es el departamento, Arya —declara el millonario tomándola de los hombros—. El problema es que hay alguien que te busca para hacerte daño y no lo voy a permitir. Robín tiene razón, lo mejor es que vengas conmigo, pondré seguridad a tu lado, contrataré un sistema de seguridad para tu departamento para que estés tranquila de que Robín estará bien. Pero lo mejor, hoy, es que vengas a casa conmigo.

La conmoción en Arya es inminente, no sabe cómo reaccionar adecuadamente, así que solo suelta una sonora carcajada.

Ayden y Robín la observan con curiosidad, el primero sabiendo que es porque no está de acuerdo, el segundo creyendo que está conmocionada. Ambos tienen razón.

—Ahí vamos de nuevo —comenta ella derrotada volviendo a su habitación. Sabe que no tiene caso discutir, porque Ayden encontrará la manera de que ella vuelva a su casa.

Toma su maleta que aún no había terminado de desempacar y echa las pertenencias que quien sea que haya entrado a su casa tiro por el suelo.

—Ayden, que se lleven esas cajas —pide señalando dos cajas recién abiertas con todo revuelto dentro—. Mañana volveré a limpiar —aclara a Robín—. Mantén la puerta cerrada con llave, si sales, cierra bien, y cualquier cosa avísame.

Arya termina de empacar y se prepara mentalmente para lo que viene. Luego de un rato sale acompañada de Ayden y John hacia el todoterreno. En el trayecto ponen al tanto al chofer y guardaespaldas del millonario para que despliegue al personal para el cuidado de Arya, Aryehn y ahora Robín. Esto último como una cortesía extendida para la joven doctora.

Al llegar a casa, Ayden no sabe qué recámara ofrecerle.

—Puedes quedarte en mi habitación —sugiere y Arya se ríe—. Yo puedo dormir en otra.

Arya le rueda los ojos y Sebas se da cuenta.

—Bienvenida de nuevo a casa, señorita Arya. Espero de corazón que tu permanencia aquí sea definitiva —declara emocionado olvidando la prudencia.

Ayden se alegra de oírlo, decir lo que él no puede, para no espantarla.

—Solo serán unos días —aclara ella.

—Como sea, estás en tu casa —asegura Ayden—. Y por ello te quedarás en mi habitación.

Dicho esto, él sube sin más hacia su recámara y ella le sigue de mala gana.

—Piénsalo, de esta manera estarás cerca de Aryehn —cometa Ayden.

Ella, que no había pensado en eso, se da cuenta de que es así y le alegra.

—Es mi oportunidad de conocerlo mejor... pero, aun así, puedo dormir en otra habitación —añade.

Ayden entra a su recámara y luego Arya. Sebas y John que cargan las maletas entran después de ellos y las dejan en el suelo para luego salir. Sebas, notando la ventaja de esto, cierra la puerta tras de él.

—Cincuenta dólares a que se queda a vivir —dice Sebas mientras baja las escaleras junto a John.

—Toma, te los daré de una vez —responde John riéndose mientras saca la cartera—. Mejor aún, te apuesto a que en menos de un día discuten.

Sebas le devuelve el dinero, riéndose. Mientras tanto arriba, Arya pregunta por su hijo.

—Ahora mismo ya duerme, estuvo despierto todo el día —explica—. Necesitas elegir a su nueva niñera, Sebas no puede con todo —comenta riendo mientras se quita los zapatos para luego ir a abrir el closet—. Aquí puedes tomar los cajones que quieras y acomodar tu ropa...

—Ayden, no hagas esto... —dice ella. Él se detiene y la observa un poco derrotado—. Estoy aquí, pero eso no significa que seamos pareja.

—¿Y si lo fuéramos? —pregunta él sin perder las esperanzas.

—¿Qué te hace creer de qué siento algo por ti? —pregunta ella extrañada.

—No me lo tienes que decir, lo veo, lo siento —murmura él regresando a ella.

Arya se sonroja, sabe que es inútil mentir.

—Yo no...

—No estás lista, lo sé —interrumpe él mientras acaricia su mejilla—. Solo dame la oportunidad de estar aquí, contigo, de compartir este espacio y nuestro tiempo, si después decides que no soy lo que necesitas prometo alejarme.

Ayden poco a poco se va acercando más a ella, hasta que sus cuerpos quedan tan cerca que ella puede sentir el calor del hombre frente a ella.

Ambos yacen enlazados por la unión de sus más íntimos deseos, ella lo ama, sabe que lo hace, pero no está lista para abrir su corazón.

El apuesto hombre se acerca más a ella y por primera vez la toma de la cintura con su mano. Arya suelta un respiro de sorpresa al mismo tiempo que sonríe nerviosa. Su mirada viaja estudiando el rostro perfecto del millonario. Sin embargo, esta termina posándose en los labios de él. Ayden siente como si la atracción que siente le tirara hasta ella, son como hilos invisibles atrayéndoles, acercándoles cada vez más.

Ya lo ha sentido antes, esa vez en la recámara de su antiguo departamento, cuando discutieron. Solo que esta vez es distinto, él sabe que la ama.

Ayden baja su rostro y Arya termina tomándolo de los brazos, puede sentir la fuerza de sus músculos. Ambos sienten esa atracción que los junta aún más, sus labios cerca del otro, el aliento mentolado y las feromonas en reacción. Un impulso, un mágico momento que los lleva arrastrando a la unión de sus bocas.

El corazón de Arya y Ayden late a la par, ambos sienten el calor suave de sus labios al tocarse y la electricidad que recorre por sus cuerpos al sentirse tan cerca. Arya que nunca en su vida había besado, se sabe delatora de un acelerado pulso que la lleva al vértice de sus más calientes pensamientos. Quiere más, más de Ayden, más de su cuerpo, más de sus besos.

El millonario excéntrico ha quedado fuera, no hay cabida para la razón, los traumas y bajezas de su juventud; ha roto con su viejo yo para dar paso al hombre que ama y se deja amar. El sabor dulce de Arya en su lengua le sabe a placer infinito del que no quiere desprenderse y del cual desea seguir siendo su esclavo.


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