Es un maldito
Después de tremenda confesión, Arya con el corazón igual de acongojado por su marido, lo abrazó y mimó hasta que se quedó dormido en sus brazos. Sentirlo así tan vulnerable hace que su irritación por Mark aumente.
Piensa en todas las veces que estuvo con él a solas y se arrepiente de ello. Lamenta en lo profundo de su ser el que haya sido tan testaruda y así pensando en ello se queda profundamente dormida, tanto que no se da cuenta cuando Ayden se despierta en la madrugada para irse.
Él la observa maravillado, viendo como ella abraza a la almohada y hunde su nariz buscando el aroma de él impregnado en la tela. No puede cuantificar el amor que siente por ella, pero sabe que haría cualquier cosa por su hijo y Arya.
Sale de la habitación sin hacer ruido y baja hasta el despacho para luego salir por la puerta secreta al pasillo que lo llevará al bunker.
—Hola, John —saluda al ver a su guardaespaldas recargado en la pared terminando un cigarrillo—. ¿Sabes algo sobre nuestra huida?
John saca uno de los teléfonos que usarán para el play le muestra las noticias.
—Mi amigo sacó la noticia anoche, ya está en todos los sitios de noticias.
Ayden toma el móvil en sus manos y comienza a leer en voz alta. —Famoso multimillonario excéntrico de Manhattan, huye tras ser acusado de parricidio —dice y luego de devolver el teléfono añade—. Eso suena muy malo.
—Sí, eso significa que en cualquier momento su hermano sabrá.
—Entonces vayámonos, tenemos que ser discretos.
Ambos toman la mochila con todo lo que necesitan y salen por la puerta que esta oculta entre los arbustos y se suben rápidamente a la camioneta que tienen preparada para el escape. Los dos con lentes, capuchas y gorras salen al frío invierno de Nueva York dónde el clima amenaza con nevar.
John atraviesa la ciudad hasta el edificio dónde vive el señor Mark Emory. Se estaciona en la puerta de servicio y entran cuando toda rítmicamente.
—Tengan cuidado, las cámaras de recepción ya están apagadas, pero si alguien los ve, no me hago responsable —advierte uno de los guardias de seguridad del edificio que es amigo de John.
—Lo tendremos, ni te darás cuenta que estuvimos aquí —asegura el guardaespaldas mientras que Ayden trata de ocultar su identidad del hombre en cuestión.
Ambos cruzan recepción hasta las escaleras de emergencia y de ahí suben hasta el piso de Mark.
—¿Tenía que ser el último? —pregunta Ayden mirando la hora y de que ya está por salir su hermano como de costumbre a correr.
John mira también su hora y se apresura. Llegando al piso, salen con cuidado por las escaleras y se acercan al final del pasillo para esconderse a la vuelta de este, que es el lado contrario al ascensor.
—¿Cree que si salga esta mañana? —pregunta John al ver que la nieve a comenzado a caer.
—Sí, si algo tiene es que no pierde su rutina —asegura Ayden con la esperanza de que así sea.
Sin embargo, pasan los minutos y Mark no sale.
Luego de media hora, todo sigue escueto.
—Señor... creo que Mark no saldrá —expresa en voz baja John.
—Me temo lo mismo, ni la luz ha encendido. Al menos no se nota por debajo de la puerta.
—Tenemos que irnos, si se dan cuenta que estamos aquí puede ser contraproducente.
Un clic se escucha en una puerta y los hombres que en un momento iban a salir al pasillo principal se detienen.
—Espera —murmura Ayden esperando que los pasos se desaparezcan para asomarse.
Cuando lo hace, ve a su hermano vestido formalmente como si saliese al hospital y no a correr, está parado del elevador esperando a que este se abra. Ayden se vuelve a esconder cuando las puertas se abren y su hermano entra. Tanto John como él esperan a que se cierre la puerta y se asoman.
—Todo despejado —anuncia el millonario y se acerca al departamento de su hermano.
—¿Esta seguro que sabe cómo entrar? —pregunta John.
—Yo no, pero mi hacker personal si —expresa refiriéndose al ingeniero en sistemas de su compañía.
Sigue las instrucciones que este le va dando vía llamada y conecta el aparato a la cerradura eléctrica del departamento de Mark. En cuestión de nada la puerta se abre y entran.
Todo está oscuro y pulcramente limpio.
—Es como si nadie viviera aquí —expresa John sintiendo un escalofrío en la espalda.
Entonces ambos escuchan como el ascensor se abre de nuevo seguido de unos pasos. El par de cómplices buscan apresuradamente dónde ocultarse. John corre a la puerta más cercana y se oculta detrás de esta.
Ayden, se queda paralizado justo junto al librero que adorna la sala de estar de su hermano. Intenta camuflarse en las sombras agachándose para que no sea tan obvia su presencia.
Mark entra y se acerca a su cocina aun con el maletín en la mano. Abre el refrigerador y saca un recipiente con algún tipo de bebida y luego de meterlo a su maleta sale de ahí, no sin antes poner doble llave a la puerta.
—Maldición —dice Ayden al darse cuenta de que los ha encerrado—. No abre —dice intentando abrir la manija y no se puede.
—Hay que actuar rápido —dice John sacando todo de la mochila.
—De acuerdo, pero tengo que hablar con George rápido.
Ayden toma el teléfono y llama al joven avisándole lo sucedido. Este le dice que ha usado una chapa electrónica y una tradicional, que la única forma es abrirla manualmente.
—Bien, ¿crees que puedas venir? —pregunta Ayden.
—Ya estoy en el auto, los veo en unos minutos ahí.
En lo que esperan tanto el millonario como el guardaespaldas se dedican a plantar las cámaras de vigilancia en los lugares estratégicos de la casa.
—Señor, esta puerta no abre —advierte John.
En eso entra la llamada de George y les avisa que ya está subiendo las escaleras, John le dice que, si como los encontró, y él le anuncia que el aparato que les dio tiene GPS. John, un poco desconfiado le avisa que número de departamento es, y no pasa mucho cuando se escucha que están tratando de abrir la puerta.
—¿George? —pregunta Ayden en voz baja.
—Sh... —dice este del otro lado de la puerta.
En eso se abre la puerta dejando ver a un George sonrojado por el esfuerzo.
—Bienvenido, hay otra puerta que ocupo abras —dice Ayden cerrando la puerta para que vuelvan a la que les interesa.
—Agradezcan que jugaba con mis compañeros de la universidad para ver quien habría una cerradura más rápidamente —bromea George.
—¿Perdían las llaves de su habitación? —pregunta Ayden.
—No, los bulíes nos las quitaban continuamente —dice George dejando perplejos al millonario y su guardaespaldas—. Listo.
George se levanta y Ayden abre lentamente la puerta lo que encuentra lo hace enojar. Entrando cierra la puerta tras de sí, George y John apenas vieron un poco de lo que había dentro, iban a entrar cuando su jefe cerró la puerta.
Ayden camina por la habitación en tonos rojos, negros y con luces ámbar. Más que una habitación, parecía una mazmorra. En el centro de aquel sitio, había una amplia cama con un dosel de madera rustica del que colgaban unos ganchos y aros. Él se imagina que es para hacer un tipo bondage, sin embargo, no es eso lo que llamó su atención, si no la colección de muñecas sexuales con la cara de Arya en ellas.
Se le revuelve el estómago solo de pensar en lo que hace con ellas.
"Es una maldita aberración" piensa Ayden con la sangre sulfurando por sus venas. Se acerca a ellas, son tres. Las ve con desprecio y asco. Una tiene la apariencia delgada y con cabellera oscura de cuando conoció a Arya. La otra está embarazada y la tercera tiene la apariencia actual de ella, con sus curvas y cabello rubio...
—¡Maldito seas, Mark! —exclama Ayden tomando fotos de ellas para mostrarle a su esposa.
Entonces algo llama su atención, un mueble parecido a un ropero. Se acerca a él y lo abre cautelosamente, un par de muñecas yacen ahí atadas en el suelo.
Con temor de que sean otras replicas del rostro de Arya, se acerca para verlas, pero al apartar el cabello de sus caras se da cuenta de que no es así. En vez de eso lo que encuentra le remueve todas las entrañas. Se levanta corriendo buscando dónde vomitar, siente asco solo de ver ese maldito rostro que tanto odia.
Abre una puerta adyacente con la esperanza de que sea un baño y así es. Algo oscuro y cubierto de madera, echa lo poco que tenía en el estómago en el váter y luego se refresca el rostro y enjuaga la cara.
—Maldita seas, Mark... —musita por lo bajo para si mismo.
—Señor Emory ¿está bien? —pregunta John que ha entrado cuando escuchó que su jefe vomitaba.
Ayden sale del baño tétrico y tanto John como George palidecen al ver su alrededor.
—¡Diablos, esto es malo! —dice George al ver a las muñecas.
—Eso no es nada... —comenta el millonario y se acerca al ropero. Haciendo una seña para que John se acerque este lo hace y ve una muñeca con el rostro de la madrastra de Ayden. Amordazada y algo más maltratada que las del rostro de Arya.
—¿Qué es esto? —pregunta John que desconoce toda la verdad sobre la vida de Mark, pero que si conoció a la difunta esposa del Señor Gerard Emory.
—Es una maldito enfermo, eso es lo que es —musita Ayden no queriendo volver a ver dentro del ropero.
—Señor, tiene que ver esto —dice John mostrando a la otra muñeca.
—¿Es...
—Sí, señor.
—¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —pregunta Ayden alejándose cuando recuerdo que no sabe nada de Daniel en días—. ¿Han sabido algo de Daniel? —pregunta a John que se hace cientos de preguntas y a George que curiosea en el lugar.
Este gira con un collar en la mano y Ayden lo ve.
—¿Dónde lo encontraste? —pregunta Ayden.
—Lo tenía esta muñeca puesto... —señala la muñeca que representa a Arya cuando la conoció.
"Delgada, pelo oscuro, piel de porcelana..." todo comienza a cuadrarle, toma el collar en sus manos y lo analiza.
—Es falso, el que Lisa llevaba era de oro... ¿Será que guarda el original? —se pregunta en voz alta.
—Señor, tenemos que irnos. Ya hemos terminado de instalar las cámaras, pero si nos descubren aquí puede ser contraproducente informa John con un George que curiosea por el sitio.
—Vámonos, pero antes —señala detrás de un cuadro—. Creo que ahí será un buen sitio para una cámara más.
—Sí, señor —responde George y se pone a ello.
Mientras tanto Ayden, revisa el sitio y piensa en que, si su hermano fuera una persona normal, todo ese lugar sería algo fantasioso, solo para aumentar el placer de una relación. Sin embargo, es Mark del que se trata y sabe que ese lugar, solo es un nicho de perversión maligna y no se puede imaginar que tantas cosas malvadas podría hacer su medio hermano ahí.
"Maldita, Lisa Mei. Si hubiera educado a su hijo como alguien normal, si ella misma no hubiera estado tan loca, nada de esto estuviera pasando", piensa mientras revisa cajón por cajón solo mirando decenas de artículos extraños para él.
—Señor, su hermano practica el BDSM, creo que solo encontrará cosas relacionadas a ello aquí —menciona John un poco ansioso por querer irse.
—No, si así fuera no tendría una coladera debajo de la cama y estos cajones no tendrían seguro —menciona Ayden conociendo las filias de su hermano por la sangre y disección.
—¿Quieren que las abra? —pregunta George acercándose a ellos.
Ayden se lo piensa un momento, pero acepta. No se quiere ir de ahí sin saber que hay en esos cajones. George uno a uno va botando sus seguros hasta que ha terminado. Ayden se acerca y los abre.
—Como supuse, materiales para diseccionar y limpiar cuerpos —menciona abriendo cada uno de los cajones para luego cerrarlos.
—¿Son cuchillos? —pregunta George aterrado.
—Sí, y tenemos que irnos, ya tenemos una hora aquí —observa el reloj de su muñeca y señala los cajones para que George los vuelva a cerrar con seguro.
—No se puede... maldición —dice George nervioso.
Ver todo aquello lo ha puesto mal.
—Así déjalo, vámonos, ahora —pide John con ansiedad en su voz.
Se diferencia por ser un hombre frío para actuar, pero ver todo aquello que desconocía le ha descolocado.
—Vámonos, entonces —dice Ayden secundándolos y saliendo de ahí.
Todos recogen las cosas y tratan de dejar todo cual lo encontraron. Después de eso John los encamina a la puerta principal, donde George se tarda un poco más de lo normal para abrir la cerradura.
—Señor, esta cerradura es casi imposible de abrir —comenta George con la frente perlada de angustia mientras sigue intentando abrir—. Creo que lo mejor será salir por otro lado.
—¿Por otro lado? —pregunta Ayden—. Aquí no hay ninguna otra puerta además de las tres que vimos.
—¿Y si disparo a la cerradura? —pregunta John.
—¡No, ya pude abrirla! —expresa George poniéndose de pie.
—Gracias, te has ganado un aumento —dice Ayden dejando que John les dirija en su huida.
—Tengo que cerrar la puerta tal y como estaba.
—Hazlo pronto, tenemos que irnos —apura John.
George se acuclilla y comienza a operar de nuevo con la cerradura. Tanto Ayden como John, están muy nerviosos.
—Listo.
—¡Vámonos! —señala John las escaleras.
Todos caminan rápido a las escaleras de emergencia y justo cuando se cierra la puerta, el elevador se abre. John sigue avanzando por los escalones al igual que George, ambos quieren salir lo más pronto posible de ese lugar. Pero Ayden tiene un presentimiento así que se detiene, espera que los pasos avancen y abre la puerta solo lo justo para ver que su hermano ha vuelto.
Su corazón se acelera, cuando ve que Mark se detiene a mitad del pasillo. Cierra la puerta y baja los escalones intentando hacer el menos ruido posible. John y George ya van dos pisos abajo cuando se detienen también. Ayden llega al piso inferior y se aleja de la vista pegándose a la pared en caso de que Mark decida echar un vistazo.
Su pulso corre rápido, la adrenalina hace mella en su cuerpo, escucha como la puerta se abre y se acerca a la puerta del piso inferior, si tiene que salir por el elevador lo hará sin dudarlo.
El timbre de el teléfono desechable resuena en las oscuras escaleras.
—¿Quién anda ahí? —pregunta Mark con voz cantarina.
Ayden se acerca a la puerta y la abre con cuidado.
—¿Hermanito, eres tú? —inquiere Mark, pero Ayden no alcanza a verlo.
El millonario sale al pasillo y corre al elevador esperando que este baje de inmediato.
El timbre vuelve a sonar, Ayden responde.
—Corran —dice y entra al elevador pegándose a la pared para que nadie lo vea, en ese momento justo cuando Mark sale al pasillo y la puerta del elevador se cierra—, ¡Maldición! —grita Ayden estando solo en aquel sitio. Estrella el aparato contra el suelo y sabe que por algo su hermano lo mencionó.
"¿Y si todo el tiempo supo que estuvimos aquí?" se pregunta bajando un piso antes para tomar la misma ruta que cuando llegaron.
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