Cómodas amistades
Ayden, molesto con Cathy porque se ha atrevido a tocarlo, le confronta.
—No sé qué le ha hecho pensar que puede tocarme, señorita Sullivan, pero que no vuelva a pasar —advierte con cierto aire imponente que provoca temor en ella.
—Lo, lo siento... creí que la estábamos pasando bien —aclara ella fingiendo timidez.
—Tener una buena charla no significa que yo la pretenda, así que aleje esas ideas de su cabeza —dice firmemente—. Y por favor, no de señales inequívocas a Arya, le recuerdo que usted está a su servicio tanto como yo. Ella lleva a mi hijo en su vientre y, por lo tanto, estamos a su disposición, no la moleste —dice esto puntualizando cada palabra severamente.
—De acuerdo, Ayden —responde resignada.
—Señor Emory, para usted —dice él tomando distancia—. Por hoy se puede retirar, buenas noches.
Sebas qué paciente esperaba el momento, entrega la maleta de mano a la chica haciendo ver su impaciencia por qué se marchara. Esta lo hace sin rechistar, pero molesta por la actitud de Arya.
«No soporta un ligero flirteo» piensa al bajar el elevador.
Ayden, sin embargo, se queda pensando en que era una locura imaginarse siquiera en algo con Arya. «¿Quién en su sano juicio intentaría algo conmigo si no pueden tocarme?» se pregunta al ir a dormir.
A la mañana siguiente, Arya no ve a Cathy, señal de que Ayden le ha despachado como pidió. Se despierta pesarosa y desayuna un cereal, unos huevos, un Hot cakes y yogur griego con fruta, acompañado de juego natural de naranja.
Cuando Ayden llega y la ve comiendo, se alegra de eso.
—Vaya, sí que has despertado con hambre —dice sonriendo.
—Sí... el no cenar hizo de las suyas —comenta ella con timidez, creyendo que él le regañaría.
—Me alegra verte comiendo —declara metiendo su mano al plato de Arya y robándole una fresa—. Hum —la saborea—. Mis favoritas, pero aún más con chocolate.
Arya no puede creer que se comporte tan inhibido y que incluso le regale un poco de información de él. Lo poco que sabe es por Mark y por pequeños detalles que a veces arroja Ayden sin querer. Como este.
A media mañana Ayden le avisa a Arya que tendrá que dejar la ciudad por unos días, que por favor recuerde que no debe acercarse su hermano, ella acepta, le desea buen viaje y cuelga. Pero su corazón está decidido a conocer un poco más a ese ser que le atrae. Por eso, cuando Mark le invita a cenar, ella le avisa a Ayden que saldrá con unas amigas y que una de ellas le llevará a casa, esto con la esperanza de que no mande a John.
—Está bien, solo ten cuidado, ¿de acuerdo? —dice el joven millonario mientras cierra un contrato con una nueva compañía que han adquirido.
—Sí, gracias, hasta pronto —y cuelga nerviosa porque siente que se delatará.
Al salir, ambos quedan en encontrarse en el restaurante a una calle del hospital. Cuando Arya llegó ahí, Mark ya le esperaba.
—Por un momento creí que no vendrías —saluda a la joven cuando llega.
Arya sonríe amistosa —También lo creí por un momento —confiesa—. Estoy muy cansada.
—No es para menos, ya casi cumples las veintiocho semanas —declara él sorprendiéndola.
—¡Serás un grandioso tío! Mira que recordar las semanas de embarazo no es fácil —comenta ella sin malicia.
—No porque Ayden no las recuerde, significa que yo no —menciona intentando lucirse ante Arya.
Esta toma el menú y hace una seña al mesero para ordenar. Una vez que ambos ordenan, Mark reanuda la conversación.
—No quiero molestarte, pero hay un motivo por el que te invité a cenar —declara abiertamente sorprendiendo a Arya.
—¿Ah sí? Cuéntame.
—En un mes habrás terminado tus prácticas aquí, quería ofrecerte una beca para tu especialización, ¿ya has elegido cuál? —pregunta sorprendiéndola.
—Oh, Mark, eso es tan amable de tu parte —dice ella emocionada, que intentando mostrar un gesto sincero de cariño, toma la mano de Mark y la aprieta amigablemente.
Apenas si fue un toque, pero ella se da cuenta de su error y retira la mano rápidamente.
—Lo, lo siento, es que estoy emocionada —confiesa sonriendo—. No esperaba esto, pensé en volver a Boston y terminar allá...
—Pero, ¿cómo volver?, ¿y Ayden?, ¿y el embarazo? —inquiere confundido.
Arya se da cuenta de su error, pues se ha ido de bocazas con su cuñado de mentiras.
—No inmediatamente —aclara rápido—. Ayden me ha ofrecido apoyarme hasta que termine la especialidad, así que no es problema para él que yo me instale en algún sitio, igual no está decidido, solo era idea. Tú sabes, el embarazo, el parto, no es como si me recuperara de la noche a la mañana.
—En eso tienes razón, todo lleva tiempo —comenta sonriendo—. ¿Y elegiste especialidad?
—Lo estoy pensando... estoy entre cirugía general o ginecología —confiesa apenada—. Ayden me dice que no importa lo que elija, que sabe que seré una de las mejores.
—No puedo estar menos de acuerdo con él —dice irónico—. Al menos por esta ocasión.
—Pelean mucho eh...
—Más de lo que te imaginas —confiesa Mark bebiendo de su copa.
—¿Siempre fue así?
—No, hubo un tiempo en el que todo estaba bien, o eso creí... luego crecimos, él entró en la adolescencia y bueno, todo cambió —cuenta con cierto aire de melancolía—. Mi madre lo adoptó cuando tenía cinco años, papá tenía un año que había enviudado. Su esposa, la madre de Ayden, se había suicidado en la bañera. Dicen que cuando llegaron él estaba abrazándola sosteniendo su muñeca y cubierto de sangre.
—¡Dios, eso es horrible! —expresa angustiada pensando en un niño pequeño de cinco años intentando salvar a su madre.
Mark asiente y bebe de la copa, para luego seguir hablando.
—En el fondo sé que nunca le gustó mi madre, ni el que yo naciera, siempre me trató como si no existiera y si me tomaba en cuenta era para humillarme o hacerme sentir que no era nada sin el dinero de los Emory —acusa poniendo mirada triste. Arya le cree completamente, ya que Ayden mismo le ha jugado a ella de esa manera—. Todo fue a peor mientras iba creciendo, ya no dejaba que nadie le tocase, excepto si era en una pelea. Papá lo envió a un internado por un par de años y cuando volvió se volvió aún más cretino de lo que era. Si se consideraba superior, ahora era mucho más. No sé, yo pienso que le lavaron el cerebro a donde fue.
—¿Por qué supones que le lavaron el cerebro? —inquiere ella con curiosidad.
—A veces meditaba, pero no creo que le sirva de mucho, ese hombre es un cúmulo de emociones a punto de ebullición que nunca logra sacar —ríe a son de burla.
Arya, que ha vivido junto a él las últimas semanas, sabe que Ayden si medita, así como que es un cúmulo de emociones con pies, pero de eso, a burlarse por ello, no lo haría.
Ella misma ha sido víctima de sus emociones explosivas y carácter volátil, pero tampoco es como si ella fuera la mejor compañera de proceso.
—Todos tenemos nuestro temperamento, Mark —puntualiza ella con seriedad haciendo que él deje de reírse.
En ese momento llega la cena y cambian de conversación. Al final quedan con que ella pensará la propuesta y se la hará saber a Ayden.
«Quizás él permita que me quede y pueda ver al niño de vez en cuando» reflexiona ilusionada mientras toma un taxi que le lleve al departamento.
Mientras tanto, John, que a petición de su jefe le sigue a distancia.
—Señor, la señorita Harley ha llegado al departamento —anuncia el chofer y guardaespaldas a Ayden por llamada.
—¿Tienes lo que te pedí? —pregunta él.
—Sí, señor, pero no le gustará —advierte con precaución.
—Eso no es algo que te importe, envíamelas ya —exige encabronado, Arya tiende a sacar su mejor lado, así como el más salvaje.
John hace lo que pide y se retira hacer su guardia preocupado por lo que pueda pasarle a la joven Arya que tanta paz había traído a casa del joven Emory.
Arya se remueve en la cama, una sensación de ser observada le despierta. La habitación yace a oscuras, pero en la esquina, en la penumbra, entre las sombras, yace Ayden Emory vigilándola.
—¡Dios santo, me asustaste! —exclama ella al darse cuenta de su presencia.
—¿Ah sí? Si gustas puedo hablarle a tu querido Mark para que te consuele —reclama con hiel en sus palabras, esto toma por sorpresa Arya, pues ha sido descubierta.
Arya enciende la luz junto a la cama y mira los ojos enrojecidos de Ayden, ¿ha llorado? Imposible, él no es un hombre que se conmueva por nada, excepto por su hijo.
—¿Creíste que no me enteraría? —pregunta poniéndose de pie, con celular en mano. Unos sonidos de notificaciones comienzan a llegar al móvil de Arya—. Anda, tómalo y revisa. Quiero que veas con tus ojos, lo que yo he visto.
Arya toma su móvil del buró junto a ella y comprueba WhatsApp. Ella y Mark tomados de la mano. En otra sonriendo, en otra, abrazados, y otra brindando.
—Esto está fuera de contexto —declara ella mirando las imágenes—. Además, ¿Qué no se supone estabas en Chicago?
—¡Te viste con Mark a mis espaldas, cuando te dije que no lo vieras! —reclama enojado al pie de la cama—. No seas cínica, Arya, tú desobedeciste.
—¿Desobedecer qué? Fue una cena de trabajo, me ofreció una beca para hacer la especialidad en su hospital —aclara ella intentando que Ayden se calme—. ¿Eso es tan malo?
—Malo, Arya, es que te toque, que te sonríe y que piense que lo mío puede ser suyo ¡Eso es lo puto más malo! —disiente de lo que ella dice.
—Sabes qué, estoy harta de tus jueguitos estúpidos —resuelve ella escondiendo el rostro entre sus manos—. Mark es mi amigo, solo eso. Me siento cómoda con él.
—Ja... y ¿por qué diablos conmigo no? Soy el padre del hijo que llevas dentro, Arya.
—Lo sé...
—¿Y?, ¿qué dirás a eso? ¿No piensas seguir intentando convencerme? Las fotos hablan por sí solas.
—Sí... Como sea —dice sin ganas y se acuesta a dormir.
Ayden se queda contemplándola contrariado. No sabe cómo actuar ante la indiferencia de Arya. Ella lo ignora a propósito.
—¡Arya Harley, no me ignores! —grita retumbando todo el sitio con su voz.
La joven toma un respiro y suelta el aire.
Se baja de la cama, se despabila, él la observa cuidadosamente, cada movimiento de ella es calculado y parsimonioso. Se para frente a él, pone las manos sobre su vientre y mira sin ninguna expresión en el rostro.
—¿Qué desea, el señor Emory esta noche? —inquiere fingiendo sumisión.
Ayden es tomado una vez más en sorpresa. Cada cosa que ella hace le sorprende, pues nunca lo ve venir.
—Que me mires a los ojos y me digas que no estás enamorada de Mark —pide él con el juicio nublado.
—No, señor, no estoy enamorada de Mark —declara ella sin ninguna emoción y la mirada vacía.
—¿Prometes que no le verás más en plan "amigos"? —inquiere él pensando que ella le hará caso.
—Sí, señor, prometo que no le veré más en plan amistoso —repite ella escuetamente.
—Bien, espero que así sea —advierte él—. Si no...
—Cuide bien sus palabras, señor Emory, que las amenazas nunca le vienen bien a una mujer embarazada y menos con el temperamento indomable —sugiera ella con fuego en su mirada.
Ayden percibe el espíritu indomable de Arya en su mirada, sabe que ha sido solo un teatro y las ganas de no pelear, lo que la han llevado actuar así.
—Buenas noches, Arya.
—Buenas noches, señor.
Ayden se marcha creyendo vanamente que ha ganado la batalla, pero solo era una simple lucha. Al despertar. Encuentra una carta de Arya despidiéndose y subrayando ciertos renglones del contrato, dónde no se le impedía vivir dónde ella quisiera.
—¡Arya Harley, te encontraré... te juró que lo haré! —susurra llevándose la carta al pecho. Le duele el alma, le duele haberla tratado, así como lo hizo, pero ya era tarde. Arya Harley, ya se había ido.
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