Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Annie Edwards

Arya... —murmura Ayden al ver a la mujer que yace de pie frente a él con vestimenta de doctora y cabellera rubia.

La doctora Annie Edwards lo ignora por completo para hacerse cargo del pequeño.

—Aryehn, soy la doctora Annie, ¿me recuerdas? —inquiere acercándose al menor y revisando sus pupilas.

Annie Edwards no quiere pensar que el que tiene enfrente es su hijo. Bloquea sus pensamientos para poder atenderlo.

Ayden la escucha y piensa que quizás está equivocado.

«Pero es su voz» medita al darse cuenta de que su cabello ahora es rubio totalmente. No puede verla directamente a la cara, así que duda de no haber alucinado.

Annie comienza a dar órdenes a los enfermeros a su alrededor. El paramédico le informa lo que le dieron y ella completa el tratamiento.

Sus manos tiemblan un poco, Ayden está a pocos pasos de ella, intentando ver su rostro, su cara.

—Saquen al señor Emory de la habitación —exige Annie a uno de los enfermeros en voz baja.

Este deja lo que hace y se gira dónde Ayden.

—Disculpe, usted no puede estar aquí —anuncia el enfermero hablándole al guardia con una seña para que lo saquen.

—¡Arya, debes dejarme estar con mi hijo! —exclama con premura. Su corazón está angustiado.

Todos los presentes se giran a ver a la doctora, pues la ha llamado por un nombre que no conocen. Están confundidos, menos ella.

—Señor, salga —pide el guarda con firmeza.

Ayden no hace caso y se acerca más queriendo ver el rostro de Arya con desesperación, pero el guardia le toma del brazo y lo arrastra consigo fuera.

La doctora Annie atiende al menor con más calma una vez que Ayden está lejos de ella. Todos la llaman Doctora Edwards y eso al menos por el momento le da paz de que el hombre que une vez amó no esté sobre ella exigiendo respuestas.

Luego de controlar al pequeño, Annie, o, mejor dicho, Arya debe enfrentarse a Ayden para darle un informe sobre la situación del menor. Pero en eso, se le ocurre una idea, mandar a uno de los pasantes.

—Jerry, por favor, dale informes al señor Emory sobre el estado de su hijo —pide ella amablemente—. Después de eso, mándalo por una hoja de ingreso a recepción.

—¿Hoja de ingreso? —pregunta este confundido—. ¿No la entregan las enfermeras?

—Tú has lo que te pido, por favor —dice ella con mirada tierna.

Jerry acepta y sale a dar el reporte al padre del menor.

—¿Y por qué no me da el reporte ella, la doctora? —pregunta él señalado a la rubia.

—Está ocupada, ella saldrá en un momento. Por ahora, es necesario que vaya a recepción y pida una hoja de ingreso —explica y Ayden lo mira de mala gana. Al final obedece.

Da media vuelta y sale de urgencias para entrar en un pasillo hasta la famosa recepción, después de que le dicen dónde queda.

Arya ve que se pierde de vista y aprovecha.

—En niño está estable, no puedo hacerme cargo —declara sin dar más explicaciones—. Llamaré al doctor Evans para que venga. Si pregunta el padre por mí, dicen que salí de urgencia.

Sus tres pasantes a cargo asienten con la cabeza con montón de preguntas en la mente. Él le llamó por otro nombre y todos quieren saber que significa eso.

Arya sale de ahí como alma que lleva el diablo. Una vez que llega a su oficina se encierra y llama al doctor Evans. Lo pone al tanto y pide que venga de inmediato. Él ha sido un buen amigo en todo este tiempo y conoce su secreto, así que la apoya.

El doctor Evans no tarda mucho en llegar, ya que andaba en hora de almuerzo. Arya, una vez que confirma que el doctor está ahí, se marcha.

Ella llega hasta su auto y sube a él sin mirar atrás. Está triste, y desesperada. Tiene sentimientos encontrados al saber que ese pequeño es su hijo. Él que creyó que no volvería a ver.

Llega a su casa y sale al pórtico trasero con una bebida a pensar en lo que hará.

—Esto es una locura... —murmura ella para nadie. Está sola.

Observa el vaivén de las olas, como estas se desvanecen con el ir y venir. Debí haberme quedado en San Francisco, con Maya...

Arya toma su teléfono y llama a su amiga.

—¡Hey, Maya!, ¿qué tal los gemelos? —pregunta cuando esta responde y la saluda.

—Bien, traviesos, el próximo mes cumplen diez —cuenta emocionada—. Deberías venir, Milo dice que tiene un amigo al cual desea presentarte.

Arya se ríe de pensar en ello.

—Dile a Milo que desista de su plan de casamentero, es una bazofia, en eso —aclara ella—. Pero me agrada la idea de ir, mándame todo al correo y cuenta con mi asistencia. Extraño honey, honey.

—Vale, yo le digo ¿y qué cuentas? ¿Qué tal el sol de Miami? —pregunta Maya dejando el trapo de cocina sobre la encimera para luego tomar una cerveza.

Sale al patio trasero donde sus hijos yacen en la alberca jugando.

—Ayden apareció —declara sin creérselo.

—¡Por dios, santo!, ¿y qué te dijo?

—Nada, el problema es que apareció con su hijo... el niño

—Madre santa...

—Lo sé...

Arya y Maya alargan la conversación hasta que se pone el sol. La joven doctora, ya con la mente más abierta y serena, sabe lo que tiene que hacer, pero no tiene idea de cómo es que lo hará. Prepara sus cosas para el día siguiente y espera que Ayden ya no esté en el hospital como quedaron Evans y ella de que se lo sugerirían.

Debía volver a su casa y recuperarse cómodamente. Incluso, recomendarían a un colega de New York para que lo revisase al volver.

Entra a su casa justo cuando un golpe en la puerta la exalta. No suele recibir visitas nocturnas.

—¡Voy! —anuncia abriendo la puerta sin reparar primero quien es.

—Hola, Arya, ¿me recuerdas? Soy Ayden, el padre de tu hijo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: