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Un mensaje por entregar

Cien anocheceres atrás

Una niña de ojos azules corría por un bosque repleto de árboles rubíes. Su tez del color de la escarcha contrastaba con la piel del niño obsidiana del que iba de la mano. Junto a ellos pasaron otros dos pequeños a toda velocidad. El primero, de mirada gris y cabello del color de las montañas, intentaba escapar de la lluvia de hojas que generaba la segunda niña, cuyos tirabuzones dorados parecían nutrirse de los rayos de los soles.

Moira se escondía tras los arbustos, desde donde admiraba la bondad que se reflejaba en los rostros de los pequeños. Sus carcajadas inocentes, acompañadas por la brisa cálida del reino Rojo, resonaban bajo el dosel de luz carmesí.

—¡¡La he encontrado!!

Moira se incorporó de golpe. El corazón le latía desbocado. Varias gotas de sudor le descendieron por las costillas. La daga rubí brilló entre sus dedos, ansiosa por hundirse en el cuerpo de sus enemigos.

Pero el más peligroso residía en su propia mente.

La joven se dejó caer en las telas en las que dormía con un resoplido. Junto a ella, sobre una roca, descansaba la carne que había cocinado aquella misma mañana. Moira se llevó un muslo a la boca, pero antes de morderlo, desvió la mirada hacia los arbustos de ramas secas que la rodeaban.

—Está bien, está bien —dijo levantando las manos en señal de rendición—. Pero si mi mente ya está alterada, Trasno...

Los árboles de arena no le respondieron. La brisa se convirtió en el único sonido que se oyó en la inmensidad de las Tierras Ardientes. Moira activó el anillo de cuarzo y rebuscó entre sus pertenencias hasta que encontró el sobre que, atardeceres atrás, había creado con papel de algodón de mar. Ya estaba cerrado. Las palabras que contenía se habían escrito antes de los albores de aquella edad. Y ahora había llegado el momento de entregar el mensaje.

* * *

Mateus Flame se encontraba en la mesa de su despacho. Le sorprendía que, dadas las acusaciones a las que se enfrentaba su hija, el Ix Realix no lo hubiese expulsado de la Fortaleza. Por desgracia, aquel temido momento no tardaría en llegar. Le prohibirían la entrada al castillo, lo vetarían de las salas de erudición y le impedirían continuar sus proyectos. Ya no podría trabajar junto a las personas más sabias del reino, aunque dudaba que alguna se dignase a volver a dirigirle la palabra.

Las lágrimas le nublaron los ojos y Mateus apretó los puños con rabia. Toda una vida de esfuerzos desperdiciada en un instante. Sus investigaciones, detenidas. Su libertad, cercenada. Sus sueños, fragmentados en pedazos irrecuperables.

Pero nada de aquello importaba porque su hija, la persona a la que más quería en el mundo, estaba en peligro.

La había buscado por todas partes. Utilizó la proyección para recorrer la ciudad y los bosques adyacentes. Le dejó mensajes codificados en los lugares en los que creía que se podría esconder. Trató de advertirla de los planes de la Autoridad, pero todo había sido en vano. Moira ya sabía que querían ejecutarla, por eso había desaparecido.

El llanto humedeció el rostro de Mateus. Le dolía saber que no podría volver a abrazar a su hija en la seguridad del clan. Ni prepararle un té caliente en las noches de invierno. Ni intercambiar anécdotas con la llegada de cada atardecer. Tampoco volverían a interpretar las recetas de sus antepasados, con las que crearían postres de los que disfrutar juntos, ni recordar a la gran mujer que había sido Isla bajo la luz de las estrellas.

Moira jamás podría regresar a Aqua. Las palabras que le había escrito con agua de mar, sin embargo, prometían lo contrario.

Mateus abrió la mano y estiró la bola de papel que había desplegado decenas de veces antes:

Te quiero, papá, no lo olvides nunca.

Volveré.

* * *

La tranquilidad, al igual que la vida de Alis Frost, se había extinguido en el clan Esmeralda. Oak Green estaba agotada. La mente de la Ix Regnix se centraba en todos los problemas que le robaban el sueño: las reuniones para determinar el estado del reino, la organización de las patrullas, los perímetros de seguridad, las investigaciones sobre el paradero de Catnia y la Sin Magia... Eran muchas las preocupaciones que oscurecían el corazón de la jefa del clan, pero la que más la inquietaba era el estado en el que se encontraba uno de sus amigos más íntimos, que debía gobernar el reino más poderoso de Neibos con el alma rota y el corazón hecho pedazos.

Oak se excusó ante los Ixes y abandonó la reunión del Consejo Esmeralda antes de que finalizase. No podía más. Gobernar un reino era difícil. Gobernar un reino que se preparaba para la guerra, sin embargo, resultaba aterrador.

Los habitantes de Esmeralda necesitaban respuestas. Oak necesitaba respuestas. ¿Cómo habían llegado a aquella situación?

Tras la muerte de sus madres, la joven líder había vivido momentos extremos al mando del reino. Sus progenitoras siempre la habían apoyado en cada paso del camino, transmitiéndole los valores que la convertían en una gran Ix Regnix. Perderlas a una edad tan temprana abrió una mella en el corazón de la esmeralda que, a pesar de sus esfuerzos, jamás sería reconstruida.

La situación que vivían los reinos despertaba emociones en Oak que ya creía superadas. La líder se encontraba a una mala noticia de perder la compostura. Sus pasos, apresurados e inestables, resonaron en la sala Regnix. Oak la conocía tan bien que podía recorrerla con los ojos cerrados, por eso no se molestó en ahuyentar a la noche con las lámparas de savia de los árboles de luz.

Craso error.

Una presencia se ocultaba entre las sombras.

De las manos de Oak brotaron dos ruedas de símbolos elementales que brillaron con la luz de la foresta. El fulgor de los enlaces mágicos iluminó el sobre que habían depositado en el altar principal, donde descansaban las ofrendas que el pueblo le hacía al bosque a diario. La Ix Regnix detectó una melena ondulada y repleta de trenzas cerca de una de las salidas. La Sin Magia se encontraba bajo el arco de vegetación que unía los corredores. Unos latidos más y habría escapado sin impedimentos.

La magia que sostenía la jefa del clan se convirtió en esferas de energía chispeante. Los rayos esmeralda que centellearon en su interior se reflejaron en las paredes de la sala. Moira suspiró y se volvió hacia ella.

—Hola, Oak —dijo mientras llevaba la mano al saco de cuero que le colgaba del cinturón.

La jefa esmeralda no percibió el movimiento enmascarado, pues se ocupaba analizando el aspecto de la que se había convertido en la mujer más buscada de Neibos. Las sombras púrpuras que se extendían bajo los ojos de Moira se perdían entre la suciedad que se le acumulaba en la piel. Tan solo habían pasado dos hebdómadas desde su huida de Aquamarina, pero ya acusaba la falta de alimento. La joven tenía la ropa destrozada, el cabello enredado y la mirada perdida.

—¿Cómo raíces has llegado aquí? —preguntó Oak furiosa.

Nadie ponía en peligro a los habitantes de su clan.

—Tengo mis recursos —respondió la intrusa con un encogimiento de hombros.

El colgante que le descansaba en el pecho se balanceó. Oak reconoció el símbolo de inmediato. Se trataba de una expresión en la antigua lengua de los bosques, y saber que una asesina se había apoderado de ella la llenó de rabia. La Ix Regnix lanzó un ataque que fue interceptado por el escudo de hielo de la Sin Magia.

—¿A qué has venido? —le preguntó Oak.

—Tenía un mensaje que entregar.

La calma de Moira no hacía más que agravar la ira que consumía a la jefa esmeralda, pues ella también había caído presa de sus engaños. ¿Quién se creía que era aquella traidora para emponzoñar la Fortaleza del reino de los bosques con su miserable presencia? ¿Y cómo había atravesado las fronteras de los clanes sin que nadie diese la alarma?

Oak pronunció unas palabras en la lengua de una cultura olvidada que inundaron el aire con su poder. El murmullo de los árboles abrió el sobre de la Sin Magia y desplegó la nota que contenía ante la líder esmeralda, que se preparó para el combate. Tras leer las palabras escritas con agua de mar, sin embargo, su convicción flaqueó.

—¿Por qué iba a hacer algo así? —preguntó con el ceño fruncido.

Pero Moira ya había desaparecido.

🏁 : 90👀, 42🌟 y 40 ✍

¡Volvemos al pasado! ⏳

¿Qué os ha parecido? 🤨

Pobre Mateus 💔

Regresamos a Esmeralda... 🌲 ¿Qué pensáis de Oak?

¿Qué creéis que había en el sobre? ✉

✨🎄¡Espero que hayáis pasado unas felices fiestas!🎄✨

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