Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Deudas de sangre

Noventa amaneceres atrás

La Cumbre Solitaria brillaba bajo los rayos del alba. Con la llegada de la temporada estival, la Región Nívea estaba exultante. Cada vez faltaba menos para alcanzar el solsticio, y aunque los hrathnis se ocupaban organizando el gran festejo con el que recibían a la época más calurosa de helios, sus corazones lo sentían la alegría propia de aquella época.

La subida de las temperaturas suponía un descenso de la nieve en el territorio circundante a la montaña, que, durante varios atardeceres, se cubriría de flores silvestres y hierba fresca. Además, los animales salían de la hibernación y el peligro de tormentas y avalanchas se volvía insignificante, lo que facilitaba las labores de caza de los hrathnis.

Pero aquel ciclo era diferente.

—Ya han pasado doce amaneceres —se lamentó Celeste—. Está sola en contra de todo un ejército.

Ígnea apoyó la frente sobre la de su compañera y le acarició la mejilla en una muestra de afecto. La hrathni, natural del reino de fuego, no había olvidado aquella oscura tarde en la que, tantos ciclos atrás, creyó presenciar la muerte de la mujer que le había robado el corazón. Ígnea todavía recordaba el color de la sangre de Celeste sobre la nieve, tan vivo que había bañado sus pesadillas incluso lunas después del incidente.

La impotencia que le provocó no poder hacer nada por salvar a la persona con la que tantas caricias había compartido la llenó de oscuridad. La ámbar estuvo a punto de acuchillar a los Aylerix, que presenciaban la muerte de Celeste sin hacer nada al respecto, pero entonces apareció Moira.

Cuando Ígnea llegó a la colonia, la Sin Magia ya tenía una relación estrecha con los habitantes de la cumbre Solitaria. A la ámbar le resultó difícil aceptar la presencia de aquella que se hacía llamar a sí misma Stone, pues, a sus ojos, su comportamiento no era más que una flaqueza.

No era de sorprender, pues el corazón de Ígnea se había oscurecido hacía helios, cuando se le convirtió la lengua en ceniza y las lágrimas, en humo. La joven había abandonado su reino en busca de un lugar en el que existir en paz, lejos del poder exterminador del fuego. En el pasado, en nombre del clan Ámbar, la hrathni había hecho cosas de las que no se sentía orgullosa, y no fue hasta que conoció a Celeste, con su bonita mirada gris y su voz paciente, que la recién llegada empezó a sanar.

Ígnea inició el camino de la redención y por eso jamás se atrevió a pronunciar sus dudas acerca de Moira. Aunque la Sin Magia tenía lazos de amistad más fuertes con unos hrathnis que con otros, todos compartían un cariño que parecía forjado en el mismo fuego de las minas ámbar. La última adición de la colonia no podría hacer nada contra un vínculo tan férreo, así que Ígnea se dedicó a observar en silencio, a analizar cada palabra que salía de la boca de la Sin Magia y valorar la verdad que ocultaba su comportamiento.

A la ámbar le costaba comprender cómo los líderes del Hrath, que lo daban todo por los habitantes de la montaña, se atrevían a ponerlos en peligro permitiendo la presencia de una residente del clan de mayor poder de Neibos. Por supuesto, la respuesta a aquella pregunta no llegó en una revelación inmediata, sino que Ígnea necesitó decenas de lunas para descubrirla.

A pesar de la gran amistad que compartía con Celeste, Moira nunca presionó a su compañera para establecer un vínculo con ella. Se limitaba a ser cordial, y como sabía que la ámbar no disfrutaba de su compañía, procuraba darle espacio siempre que podía. En el fondo, fueron detalles como aquellos que convencieron a Ígnea de que Moira no era una debilidad para la colonia.

Fueron las sonrisas que les arrebataba a los niños en las épocas de hambruna y los viajes que hacía montaña arriba en invierno, cubierta de hielo y heridas, para traerles los alimentos que cultivaba con su padre en el jardín. Fueron las tardes cortando leña, derritiendo nieve y desollando liebres. Fue el esfuerzo que ponía en cada visita para ayudarlos a seguir con vida.

Y, a pesar de todo, Ígnea jamás se desprendió de la desconfianza que sentía hacia Moira.

Cuando recibió la noticia de que la Sin Magia había asesinado a Alis, sintió vértigo. Las palabras le calcinaron la garganta y el estómago le crepitó con miedo. «Si Moira se ha infiltrado en el reino más importante de Neibos para acabar con una Ix, ¿qué podría hacernos a nosotros?», se preguntó.

Y entonces Celeste corrió hacia ella y la abrazó, preocupada por su amiga. En lugar de buscar formas de mantener a la Sin Magia alejada, el Hrath se movilizó para ayudarla si acudía a la colonia. En aquel instante Ígnea comprendió que, incluso si le causaba la muerte, jamás haría nada por perjudicar a Moira, pues gracias a ella había disfrutado de la compañía de Celeste durante unos latidos más de vida.

—Tengo una deuda de sangre con ella, Ígnea —le recordó la aqua.

—Lo sé.

—Le debo la vida.

—Lo sé —repitió la ámbar.

Celeste besó a su compañera con un amor que las reconfortó a ambas y, cuando se separó, dijo aquello que Ígnea tanto temía:

—Tengo que encontrarla.

La ámbar suspiró contra el rostro de Celeste y le besó las manos antes de aceptar su destino.

—Partiremos cuando consideres oportuno —le respondió.

—¡Nadie va a ir a ningún sitio! —exclamó Ixeia, que silenció las conversaciones de la oquedad dando un golpe sobre la mesa de piedra.

Musa y Lion intercambiaron una mirada grave, lo que provocó que Celeste los mirase con sospecha.

—No, Celeste —respondió Ixeia antes de que la aqua tuviese la oportunidad de verbalizar la pregunta—, no tienen un plan y no van a abandonar la montaña tras el anochecer.

—Pero...

—Pero nada —sentenció la líder, que interrumpió a Musa con expresión severa.

—¿Y si necesita nuestra ayuda? —cuestionó Marco.

—¿La abandonaremos a su suerte? —desaprobó Casiopea con ojos tan duros como el cristal.

—¿Qué nos diría Moira si estuviese aquí? —preguntó Ixeia.

—¡No puede seguir así!

—¡Toda la Autoridad la busca!

—¿Qué nos diría si estuviese aquí? —presionó la líder.

—Que la seguridad de la colonia es lo más importante... —contestó Lion abatido.

—¡Pero lleva hebdómadas sola en los bosques! —exclamó Celeste—. Las fronteras están controladas, los söka sobrevuelan el clan y las patrullas de los seis reinos la buscan.

—Lo mejor que podría hacer sería ocultarse en nuestras galerías —coincidió Ixeia—, pero en lugar de refugiarse en la montaña, ha decidido dormir a la intemperie, pasando hambre y sed para no traer a la Autoridad a nuestro hogar. No la insultéis poniéndoos en peligro y arriesgando aquello que tanto se esfuerza por proteger. Moira sabe lo que hace.

🏁 : 88👀, 40🌟 y 33✍

Volvemos a los hrathnis...

¿Qué creéis que deberían hacer?

¿Qué pensáis de Ígnea? 😏

Celeste está a un paso de empezar a leches con todo el mundo🤣

Espero que os haya gustado ✨

Un besiñoooo😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro