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Abstracción eterna

Perdón por el retraso, estoy a mil cosas con la publicación de El refugio 😍. ¿Habéis visto la cubierta en Instagram? 😻¡Esta semana subiré un post para quienes todavía no hayan tenido la oportunidad!

La Cima Inalcanzable se mantenía serena a pesar del caos que reinaba en el corazón del reino Aquamarina. Con el sínodo interrumpido por la intervención de Moira, Los Trece compartían silencio en la sala principal del hogar de Devo. Elyon todavía no se había recuperado de la impresión. Convertirse en un anciano era uno de los mayores honores que podía recibir un nei y las lunas que había pasado en su compañía habían sido extraordinarias. El maestro hrathni sabía que lo estaban poniendo a prueba, que cada pregunta y ejercicio estaban destinados a medir sus competencias para valorar si sería aceptado como uno de ellos. Sin embargo, se sentía tan agradecido por todo lo que había aprendido junto a los ancianos que el veredicto empezaba a resultarle indiferente.

Elyon se había cultivado en las técnicas de Los Trece, nutriéndose de sus invocaciones mágicas y estudiando sus largas meditaciones. Gracias a ello, el hrathni logró sumirse en una abstracción que duró casi un ciclo de asteria. Los ancianos se sorprendieron, aunque ninguno se asombró más que el aqua, porque en cuanto entró en aquel estado de recogimiento, las vio. Vio las líneas de energía de color blanco y plata que llegaban a la montaña y la convertían en una cascada argéntea que fulguraba en la noche. Pero la impresión no terminó ahí, pues el maestro descubrió que, si tiraba de ellas, podía viajar en el tiempo y el espacio.

El líder hrathni se volvió omnipresente. Los puentes de plata lo llevaron al pasado y se vio a sí mismo residiendo en Aqua con sus seres queridos, abandonándolos para asentarse en la Meseta Mística y bebiendo eldavá con compañeros de la colonia que ya habían fallecido. Elyon tiró de las líneas y quiso ir más allá, y la osadía le regaló el conocimiento del mundo. Ya no veía el pasado con sus ojos, sino a través de las miradas de todos los neis que habían habitado el planeta. Podía viajar a cualquier parte del reino, a cualquier edad, a cualquier acontecimiento y vivirlo como si hubiese formado parte de él.

Pero el pasado era un arma poderosa y difícil de dominar. Deslizarse entre sus hilos sin ser consumido por ellos requería de fortaleza y tiempo, así que el maestro decidió centrarse en el presente. Los ríos de energía que titilaban ante sus ojos eran tan blancos como la espuma de mar y Elyon estiró los dedos para bañarse en sus aguas. En la Cumbre Solitaria encontró los rostros de Ixeia y Marco, que debatían el futuro de la colonia, y el orgullo se extendió por su pecho teñido de nostalgia. Después, Elyon se topó con Musa, que observaba a Quentin y a Max ayudar a Lion con un creciente afecto. Satisfecho con la calma que se respiraba en su hogar, el maestro abandonó el Hrath para visitar la capital.

En cuanto lo hizo, sintió el pánico de los aquas en sus propias carnes. El miedo le aceleró el corazón y Elyon buscó a Moira entre las visiones desdibujadas de su mente. La encontró junto a su padre, enterrada en libros antiguos en los que se apoyaba para razonar nuevas hipótesis. Mateus la miró con un orgullo que no flaqueó cuando la joven se sentó abatida. Tras dedicarle una sonrisa a su padre, Moira continuó rebuscando entre los secretos de su ancestros, pues no podía malgastar ningún latido, ni siquiera para recomponerse.

La joven se inclinó para alcanzar un pergamino y, cuando lo hizo, Elyon descubrió los rostros imposibles de los elementales que la vigilaban ocultos entre los haces de luz. El maestro brincó sobresaltado y una terrible sensación de vértigo lo hizo estremecerse. Elyon regresó a la realidad de una bofetada. La luz del anochecer se filtraba por las cristaleras. El maestro se encontraba sentado en la gran mesa que ocupaban Los Trece, que parecían absortos en sus propias reflexiones.

¿Cuántas posiciones habrían transcurrido desde que Moira y los Ixes habían abandonado la Cima Inalcanzable? Con aquel pensamiento, Elyon comprendió por qué duraban tanto los sínodos de los ancianos y la rabia le agitó las venas como una marea viva. El aqua estudió a Los Trece. Los ojos de los ancianos se movían bajo sus párpados cerrados y, entre ellos, brillaban las gemas que coronaban sus báculos. Algunos sonreían. Otros fruncían el ceño. Y juntos vivían ajenos al horror que reinaba en los seis clanes.

—¡Tenemos que hacer algo! —exclamó con una gravedad que alteró incluso al agua de los lagos.

Los ancianos regresaron al plano físico desorientados y molestos, pero a Elyon no le importó. Los iris brillantes de Devo se centraron en su rostro, al igual que los de todos los demás.

—Los Trece no intervenimos en la vida de los neis, maestro Elyon —le recordó el magno.

—Lo hicieron cuando Júpiter amenazó con destruir Aqua.

—Lo hicimos porque torturaron y mutilaron a uno de los nuestros —apuntó Pyro—. Arter merecía justicia.

—¿Y los neis no la merecen? —cuestionó Elyon.

Los ancianos se miraron los unos a los otros con cansancio.

—Es demasiado joven, maestro Elyon —respondió Devo—. Todavía no comprende que la especie debe seguir su propio camino, que son los errores quienes se encargan de educar a las distintas generaciones de Neibos.

—Esto no es una cuestión de aprendizaje —protestó Elyon—. ¡Por las nueces escarchadas de Adros! ¡El planeta está habitado por otra especie que permanece oculta a nuestros ojos!

—Fueron los humanos quienes iniciaron este conflicto y serán ellos los que deberán lidiar con él.

—¿Los humanos? —repitió Elyon enfurecido—. ¡Hasta hace dos atardeceres, ni siquiera ustedes podían recordar la existencia de los elementales!

—¡Respete a sus superiores! —exclamó la anciana esmeralda con un poder que se asentó sobre la sala.

Los ojos de Elyon centellearon y el hrathni se levantó con una calma que no se reflejó en su rostro.

—Lo vi cuando era un niño —le confesó a Devo con una sonrisa nostálgica—. El Ix Realix solicitó su asesoramiento porque quería evitar una guerra entre clanes y, a su llegada, toda la ciudad salió a recibirlo. La mayoría de los neis fallecen sin lograr ver a un anciano en toda su vida y allí estábamos nosotros, siento tan afortunados como para que el mismísimo magno acudiese a visitarnos.

»Fue un acontecimiento insólito. Mi madre me cargó sobre su espalda y lo vimos llegar sosteniendo su poderoso báculo, sin prestarle atención a las runas aquamarinas que le brillaban en la piel. En aquel instante me incliné hacia ella y le dije: «Mamá, cuando sea mayor, me convertiré en el mejor anciano de Aqua de la historia». Ella sonrió y me prometió que podría conseguir todo lo que me propusiese si ponía empeño y me esforzaba en cada paso del camino. Por desgracia, se le olvidó mencionar que la vida no es justa para nadie.

»Aquel atardecer todos lo alabamos, magno, y peregrinamos su estela hasta que se adentró en la Fortaleza. Jamás lo volví a ver, pero aquellos latidos bastaron para que desease convertirme en uno de ustedes desde entonces. El mayor honor que se le puede conceder a un nei es formar parte de Los Trece, pues no hay nada más admirable que dedicar la eternidad a preservar el conocimiento de las eras para guiar a las generaciones futuras.

—Es una labor ardua y-

—¡Es una mentira! —exclamó Elyon fuera de sí—. Se exilian en las montañas y se abstraen reviviendo la felicidad del pasado hasta que logran ignorar el sufrimiento que se vive en el presente. ¡La sabiduría que conservan carece de valor! Se han vuelto tan inaccesibles que han empezado a considerarse superiores a aquellos a quienes deberían servir.

—Maestro Elyon —advirtió Devo.

—Justifíquenlo como quieran, ancianos. Acháquenlo a mi juventud, a mi experiencia o a un golpe de locura, pero yo no he nacido para tener la mirada enterrada en el pasado. No malgastaré una eternidad vacía entre estas paredes, no cuando puedo dedicar los pocos helios que me quedan a intentar cambiar algo en este mundo.

—¿Es que cree que nosotros no lo hacemos? —le reprochó Pyro.

—¿Cómo podrían? Los Trece no intervienen en la vida de los neis.

Las palabras de Elyon cayeron sobre la ámbar como un golpe que le prendió fuego a sus entrañas.

—Si me necesitan —se despidió Elyon—, me encontrarán junto a los neis y los elementales que todavía no se han rendido, aferrándome a la vida. No me gustaría fallecer sin haber encontrado un nuevo sueño que cumplir.

🏁 : 100👀, 60🌟 y 42 ✍

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