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Epílogo


MEMORIAS

"Cuando fotografías a una persona en color, fotografías su ropa, cuando lo haces en blanco y negro, fotografías su alma".

—Ted Grant.


ANTHONY (3 años después)

—Maldición, hermano, ¿estás seguro de esto? —pregunta Wallas mientras contempla hacia sus manos. Está viendo el partido fútbol en el teléfono, creo que Dallas Cowboys está ganando. Eso es bueno—. ¡Pasa la puta pelota! —grita de pronto, poniéndome nervioso.

Le miro mal, y al percatarse de inmediato guarda su celular en el bolsillo delantero de su pantalón. No me aspira confianza, ¿pero qué clase de amigo es?

—Sí, ahora, vamos, ¿no puedes tener un poco más de fe? —cuestiono.

—Te golpeará, lo sé. —Se acomoda el traje negro. Es raro verlo lucir formal, también sé que se siente incómodo por eso. Aunque yo, por otro lado, creo que estoy un poco acostumbrado.

—Cierra la boca y ayúdame, ¿quieres?

—Solo te estoy advirtiendo, para que te prepares tanto física como psicológicamente. Por cierto, ¿hablaste con el doctor Evans? —pregunta mientras empuja la silla sobre la rampa.

Estuve visitando a un doctor durante los últimos años y casi todos los días. Siempre está al pendiente de mi estado gracias a papá, quien, de hecho, lo contrató. Y acepté después de las 23 veces contadas que intentó disculparse conmigo, buscando desesperadamente mi atención por primera vez.

Bien, quizá fue cruel de mi parte ignorarlo durante tanto tiempo, pero no pude resistir más cuando me dijo que mirarme siempre le resultó como ver a mamá, porque le traía recuerdos ya que era tan parecido a ella no solo un poco en la fisionomía, sino en la manera de sonreír, así como también por la forma en que miraba las cosas y pensaba.

Ahora sé lo que se siente ver a alguien que, sin saberlo, te duele como el infierno. Lo viví con Violet esa noche, cuando me vi en la obligación de alejarla con la finalidad de mantenerla a salvo.

Ver a la persona con quien has experimentado tantos momentos felices no es lo mismo que verla después de que todo termina. Te das cuenta de que ya no puedes tenerla como antes, y entonces se convierte en un tormento.

Papá también coincidió con que fue muy estúpido lo que hizo conmigo ya que su decisión casi lo llevó a perderme. Para él fue suficiente con ver a mamá marcharse, por ese motivo intentaba "guardarme" a su manera, pero al final se dio cuenta de que no podía simplemente imponerme cosas o colocarme bajo su brazo cual folder que lleva a todas partes. Soy su hijo, no un Bien al que puede manipular a gusto. Sí, me llamó "hijo" por primera vez.

Entonces empezamos desde cero. Sé bien que fue más difícil para él, pues perdió a sus inversionistas y se vio luchando desesperadamente por sacar adelante su empresa financiera, hasta que inevitablemente quebró y meses después abrió un restaurante. Sorprendentemente la única empleada que permaneció a su lado fue Amelia, la camarera de su antiguo restaurante. Siempre fue una persona bastante agradable y que nos estima mucho, pero sobre todo a él.

Asimismo, desde que abrió, debo decir que he trabajado ahí como mesero. El negocio le está yendo bastante bien, a decir verdad, después de todo, es el único restaurante de la zona adecuado para parapléjicos.

—Sí, todo está bien, mejor que bien —respondo, intentando calentarme las manos con mi aliento. Estoy temblando, siento la noche más helada de lo que en realidad está.

—¡Eh, idiotas! —Duncan nos hace una señal desde la puerta y lo vemos entrar apresuradamente.

De pronto siento náuseas. Esto no es una buena señal.

Respiro hondo.

—Aquí vamos... —dice Wallas mientras nos introduce por la puerta de cristal.

Un gran vacío se pronuncia en mi estómago cuando nos encontramos en el interior de la galería. Las únicas luces blancas que alumbran el inmenso lugar recaen sobre las fotografías presentadas sobre atriles. Son impresionantes. El motivo es monocromático, todas matizando todo tipo de expresiones y planos de personas ajenas que se destacan por reflejar emociones y, como Violet alguna vez lo mencionó, un alma.

—¿Estas son de William? —pregunta Wallas—. Son grandiosas.

Sí que lo son.

Mi corazón late de prisa al llegar a la zona en la cual yace un afiche que dice:

VIOLET REED

GANADORA DEL CONCURSO ¡ENFÓCATE!, PRESENTA SU PRIMERA GALERÍA TITULADA "MEMORIAS: LA ESENCIA DE UNA SONRISA".

(CÁMARA: NIKON D3400).

Sonrío porque alguien, debajo de eso último, a escrito con pluma roja: Nik.

—Joder —suelta Wallas impresionado, y no es el único. Muchas otras personas contemplan maravilladas las imágenes que son capaces de establecer un nudo en mi garganta—. Hay gran parte de ti aquí —indica.

No me lo esperaba, pero, así como mencionó Wallas, entre otras tantas de personas que no conozco, también contemplo capturas que fueron tomadas años atrás de mí.

«Mi mejor sueño», en esa imagen estoy dormido. Todavía recuerdo esa mañana en la que me tentó a más no poder y luego escapó de la cocina.

«El moja bragas», estoy saliendo de la alberca mientras sacudo el agua de mi cabello. Es impresionante. De alguna forma logró capturar las gotas cayendo al suelo.

Avanzamos lentamente, examinando cada lado con mucha atención hasta que Wallas se detiene, y al contemplar la siguiente imagen mis labios tiemblan.

«Beso lujurioso», me llena de nostalgia y al mismo tiempo me hace sonreír. Definitivamente esa es mi favorita porque se trata de nuestro primer beso.

Ahora comprendo el por qué de su esquema "La esencia de una sonrisa", cualquiera de esas fotografías es capaz de sacarte una sonrisa.

Y de hecho no soy el único que ríe, todo aquel que contempla lo hace, ya sea por leer el título colocado debajo de cada una, o al ver lo que representa la imagen en sí.

Violet lo consiguió, todo esto. Y me enorgullece muchísimo después de todo lo que tuvo que hacer y aprender junto a William para llegar hasta aquí. Su sueño para finalmente convertirse en una fotógrafa profesional empieza aquí, esta misma noche, y sé lo importante que es para ella, porque también lo ha sido para mí.

—Violet es fuerte, y gracias a lo que ocurrió hoy llegará lejos haciendo lo que ama. Qué mala suerte por ti ya que no podrás formar parte de ello.

Todavía recuerdo las duras palabras de June esa noche, y me alegro imensamente de estar aquí.

«Ilegal», fue como tituló a la de mi trasero, esa con la cual ganó el concurso. Y le sienta prefecto el nombre, después de todo, se nota que se ocultó en el casillero del vestidor para sacar esa fotografía. Fue completamente ilícito.

Y junto a esta última, entre un grupo de personas que admiran su trabajo y su mejor amiga June, encuentro a la mujer más violeta, pastel, y dulce del planeta.

De tan solo verla mi corazón se acelera y todo lo demás desaparece.

Su pequeñez de inmediato me enternece y su alegría me llena de satisfacción.

Es simplemente maravillosa.

Cuando me ve se acerca dando saltitos de felicidad, danzando en el aire. Tiene una forma de contornearse un poco torpe, como es tan propio de ella, pero eso es lo que la hace espectacular. Y juro que no puedo hacer más que contemplarla maravillado.

Es gratificante verla así de contenta. Sus ojos grises están iluminados pese a la escasa luz, y su rostro irradia emoción.

Toda en ella brilla en esta noche, y lo único que deseo es mantener esa chispa encendida para toda la vida.

Meto la mano en mi bolsillo y saco la pequeña sorpresa que tengo preparada desde hace días.

Violet se encuentra a tan solo metros de mí, pero al percatarse se detiene en seco. De inmediato la veo presionar las manos contra sus labios y abrir mucho los ojos cuando me encargo de que la sorpresa resalte ante sus preciosos ojos.

Invadido por los nervios sonrío mientras abro la caja y extraigo el objeto circular plateado.

Mi aliento se consume, así como el de todos los presentes. De inmediato mis manos vacilan, por lo que el aro cae al suelo y rueda en dirección a sus pies.

Sorprendida reacciona y se mueve con la intención de tomarlo, pero me precipito antes y salto fuera de la silla.

Cuando está a punto de tomarlo se detiene al percatarse de mi presencia.

—¡Oh por Dios! —exclama sorprendida y dando un salto hacia atrás—. Tú... ¡Oh por dios! ¿Cómo...? —Tartamudea y me examina de pies a cabeza, luego hacia la silla abandonada a mis espaldas. Se toma la frente, acaricia sus labios, da media vuelta y vuelve a mirarme.

—El doctor Evans, estimulación epidural y papá. —Es lo único que soy capaz de enfatizar.

Estoy igual, o si no es más nervioso que ella. Me cuesta trabajo levantar el anillo del suelo sin que este vuelva a resbalar de verdad esta vez.

—¿Por qué no me dijiste nada? —golpea mi pecho, pero ni siquiera puede hacerlo con demasiada fuerza. Está temblando—. Oh por Dios... ¿Desde hace cuánto?

—Algunas semanas, aunque bueno, la terapia tomó algunos años.

—¡Y te guardaste esto por tanto tiempo! —me riñe. Ahora está furiosa—. Yo voy a... Voy a... Pero ¡qué diablos! —Se lanza para abrazarme y de inmediato la envuelvo entre mis brazos. Se siente bien sostenerla de este modo—. Eres un idiota, ¿lo sabías? —Gimotea, acurrucándose en mi pecho.

—Lo siento, pero quería que fuera especial, que esto fuera especial.

—Oh, diablos. Ahora estoy llorando. —Se echa un poco hacia atrás mientras enjuaga sus ojos, algo que aparentemente le resulta difícil.

—¿A lo largo de estos últimos años sabes cuál fue el sueño que ahora me mantiene de pie, aquí, en frente de ti? Poder hacer esto...

Me arrodillo y solloza cuando tomo su mano. También puedo escuchar los suspiros de nuestro público, pero honestamente poca atención les presto.

—Violet —digo—, mi dulce pastel violeta. Como puedes ver, esta bella relación sentimental es a prueba de balas. Ni padres coléricos, primos violentos, admiradores frenéticos o amigos con rodillas indecorosas han conseguido derrumbarnos, sencillamente porque nuestro amor es fuerte. Me siento afortunado de tenerte aquí, ahora, de esta forma. Y es por eso que, en frente de todos estos testigos, que asistieron esta noche para admirar lo maravillosa que eres, te pregunto, ¿aceptas ser mi esposa?

Por primera vez vivo los segundos más largos de toda mi existencia, hasta que de pronto Violet se nivela, arrodillándose en el suelo, fijando su preciosa mirada en la mía.

—Anthony Greece —pronuncia con la voz temblorosa. Lágrimas deslizándose sobre sus mejillas—, mi modelo en secreto, mi oveja sensual mojada y mi culito nadador, pero claro que acepto ser tu esposa. —Enreda sus brazos alrededor de mi cuello y me besa.

De ahora en delante no importa lo que suceda, probablemente intente una vez más con mi pasión por las artes escénicas, movido por su amor, dulzura, sencillez y compañía. Porque siempre estuvo, y ahora siempre estará junto a mí, el amor de mi vida.


"Si te hace reír, si te hace llorar, si te arranca el corazón, esa es una buena fotografía".

—Eddie Adams.

FIN


💜*💜*💜

Este es el fin.

Sí, aquí termina. A no ser... 

Mientras tanto, deja un comentario y cuéntame, ¿qué te pareció?, ¿esperabas un final así? ¿Todavía no le has dado a la estrella? ¡Dale a la estrella raios! >:'v

Estaría encantado si me ayudan compartiendo la historia.

Comenten, voten y compartan. ¿No sería genial tener este libro en físico algún día? 


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