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Vidas Diferentes


Capítulo 1

Una ciudad donde todo puede pasar, una ciudad llena de muchos secretos, de mentiras y engaños, una ciudad, eso era, solo una ciudad.
¿Pero quién pensaría que en ese lugar todo pasaría?

Nadie absolutamente nadie, ni siquiera Anneliese Johnson. Una chica de dieciséis años en busca de su propia felicidad, alejada de su hogar a tan corta edad, albergando un gran secreto. Aunque ella no era la única que escondía secretos.

Toda su vida dará una vuelta de ciento ochenta grados al conocer a una peculiar familia en esta ciudad.

La ciudad de Tokio.

15 De Noviembre del 2017

Parque Central de Tokio


Si había algo que Anneliese disfrutaba era de la compañía de personas a su alrededor, por eso esa mañana se había decidido a dar una pequeña caminata por el lugar, no solo para despejar la mente de sus quehaceres diarios y su monótona vida en esa ciudad que la había acogido hace un año atrás. Sino para interactuar con personas a su alrededor, aunque no comprendiera mucho de dicho idioma, solo sabía lo básico de lo que se hablaba, logrando así defenderse en dicha cultura y lengua. Cabía resaltar que, no solo había tomado un pequeño curso de japonés en su país natal. También lo había hecho con el lenguaje universal que, presumía de vez en vez su perfecto conocimiento, y pronunciación de ello.

Ella, una chica con una gran sonrisa, lo que la caracterizaba siempre, su buen humor y positivismo al enfrentar las cosas de la vida. Una vida con algunas adversidades, pero que con el tiempo iba enfrentando.

Su cabellera castaña se ondeaba contra el viento y lucia unos hermosos ojos color avellana, para cualquiera podría llamarle la atención, pero para ella simplemente era un color no tan común, tampoco tan llamativos como para armar un alboroto. Había visto a muchas personas en su trabajo, con ojos de color llamativos, negros, azules, verdes, e incluso grisáceos. Sorprendiéndose por la variedad de colores de ojos que desfilaba cada día por la cafetería. Sin darse cuenta de sus pensamientos, dejó que estos volaran por sus inquietudes, llenándola de frustración.

Caminaba pensando y analizando lo que era su vida ahora, ¿Era buena? O simplemente quería aparentar que nada pasaba. Esa era su inquietud, pero no dejaría que eso borrará la sonrisa de sus labios, no quería volver a caer en una crisis existencial. Le había costado salir de ello la última vez que había caído en esa trampa, alejándose de las personas y aislándose por mucho tiempo de ellos. Pero ahora estaba decidida, esa era una de las razones por la cual había cambiado de país tan radicalmente, dejando todo su pasado atrás y así poder comenzar una nueva vida. Y ese era el momento de hacerlo.

Dejando que sus pensamientos la distrajeran un poco, se acercó a una banca algo alejada del parque, grande fue su sorpresa al darse cuenta de donde había llegado. Tan sumida estaba en sus pensamientos, dejando que su cuerpo la guiara. Aunque esto no fue tan malo. Pensaba la chica. El parque era un lugar tranquilo, en el cual podría conocer a personas y tal vez tratar de socializar un poco.

Pudo divisar una silueta solitaria y callada a lo lejos. Su curiosidad fue tan grande, dejando que sus pies se movieran solos hasta situarse a una distancia considerable. Con algo de curiosidad se acercó más y más, mirando que se trata de una chica de cabellera rubia y ojos color verde esmeralda. Un color muy bello y llamativo. A eso se refería. La chica no se percató de su presencia lo cual le extraño, ya que prácticamente estaba a su lado, se aclaró la garganta y saluda con una voz angelical, característica en ella.

–¡Hola! –Dice amable, pero sin embargo no recibe respuesta de la rubia, la cual mira con confusión y algo de arrogancia.

Ella estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que esa chica, parada frente de ella, se le había acercado tan de repente. Tenía cosas en cual pensar, y tratar de solucionar su problema actual, como para perder el tiempo con esa chica.

Anneliese al mirar que la rubia no le contesta se acerca más y la mira con curiosidad. La rubia se notaba seria, mirando al frente sin ninguna expresión.

–Disculpa, ¿Te conozco? –Pregunta no muy amable la rubia. Al sentirse observada por la chica. Sin embargo la menor no se inmuto de su mal trato. ¿O tal vez sí? Solo que la ignoro.

–No, pero me presento. –La mira y sonríe. Por extraño que pareciera, la rubia hablaba en un inglés medio. Tanto para comprender lo que ella le hablaba. Agradeció al cielo por aquello. Eran escasas las personas que hablaban el lenguaje universal allí, en Tokio. –Mi nombre es Anneliese Johnson. –Dice de forma entusiasta. –¿Y tú? –se atrevió a preguntar, sentándose sin ningún tipo de invitación en la banca. A solo centímetros de distancia de la chica.

La rubia la observa arqueando una de sus finas cejas y chasquea la lengua para rato después contestarle.

Mientras más rápido aclarara sus dudas, más rápido ella se iría de su lado.

Pensaba la mayor con parsimonia.

–Kazumi Ken. –Contesta secamente sin ganas de entablar una conversación. Eso era lo menos que quería. No estaba para perder su tiempo con una chica que acababa de conocer.

–Eres algo seria.

Kazumi muerde su labio inferior por el comentario de la castaña. ¿Acaso eso a ella le importaba? Y qué más da si lo era o no. Esa era parte de su personalidad.

–Las circunstancias me han hecho así. –Responde para llevar su mirada de indiferencia a la chica.

–Pero puedes cambiar eso. –Insistía Ann encogiéndose de hombros. Las palabras de la rubia, que con anterioridad se había presentado, calaban en su mente. Si era así todo en la vida, ella muy bien podría ser parecida a Kazumi.

Mientras, Kazumi la mira de vuelta, para acto seguido suspirar. Tal vez, el mundo conspiraba en su contra y esta vez no la iba a dejar descansar en paz. Había ido al parque a despejar la mente, más no había podido. Los recuerdos aparecían en su mente una y otra vez, impidiendo así llegar a una conclusión. Y el que esa chica apareciera, había sido la gota que derramo el vaso. Su paciencia había llegado a un límite ya. Aunque ella no tenía la culpa de su desgracia. No podía pagar su mal trato con la chica tan amable que había aparecido de un momento a otro. Tal vez trataría de ser un poco amable con ella.

–¿Qué haces aquí? Por tu acento no creo que seas de Tokio ni muchos menos de la región. –Pregunta con un poco de intriga. A pesar de que la chica hablaba inglés, se le notaba en su acento que no era originaria de dicho país, y mucho menos era asiática. Con sus rasgos, era casi imposible.

–No, No soy de aquí. –La mira para luego desviar su mirada de la de la mayor. Se debatía internamente en si decirle de donde venía. O solo cambiaba el tema para que la conversación no se tornara en ella. -Vengo de Colombia. –Dice al fin. Qué más da. Aunque la chica era algo... Odiosa, no podía dejarse llevar por la primera impresión. Bien, ella podría ser muy diferente a como lo demostraba actualmente. Pensaba con un rayo de esperanza la castaña.

Kazumi al escucharla abre sus ojos sorprendida. ¿Cómo una chica no más de dieciséis años allá cruzado la mitad del mundo y parar en Asia? ¿Por qué? No tiene ninguna lógica. No para ella, pero para Ann sí. Ella tenía sus razones.
La Ken la mira, y trata de esconder su asombro, no dando resultados. La menor ya había visto su expresión.

–Latina ¿Eh? ¿Y eso que has venido a parar aquí? –Pregunta con cierta curiosidad. Ahora sus problemas habían pasado a segundo plano.

–Es una larga historia. –La mira y suspira. Se rebatía en si contarle a una completa extraña lo que había pasado. En cierta parte, su mente le aclamaba por si contarle de ello. Necesitaba hablar con alguien, no solo podía hacerlo con sus clientes, además de no hablar de su vida, solo anotar los pedidos y siempre sonreírle a los clientes. –Vivía en Colombia, pero me he venido a estudiar aquí, y trabajo para pagar mi alquiler y parte de mis estudios. –Resume. No quería profundizar el tema más.

Kazumi la mira y trata de ser más amable con la pequeña. Sí, admitía que había dudas en su mente. Lo que había dicho no tenía tanta lógica. Bien, ella pudo haberse quedado en su país y estudiar allá sin ningún contratiempo. Por alguna extraña razón, quería indagar más en el tema referente a ella.

Ninguna de las dos quería que la conversación se tornara en ellas. Pero estaban hablando, conociéndose. Ya habían comenzado una conversación. No querían poner el dedo en la llaga, en esa herida que poco a poco iba cicatrizando, tanto para Ann, como para Kazumi.
Decidida y con una pregunta formulada en su cabeza, la rubia dejó que las palabras en su boca salieran como una suave frisa.

–¿Tus padres? –Pregunta la rubia intrigada. Estaba profundizando el tema cada vez más. Incomodando un poco a la menor. La cual se tensa al escucharla. Un tema algo tabú para ella. De todas las preguntas que pudo haber formulado, esta era la que no quería escuchar.

–No están aquí. –Cambia su semblante a uno que denota tristeza. Kazumi la mira y siente pena por ella, por una parte la comprendía. Sus padres no están con ella y aunque suene divertido el no ser vigilada por sus padres, después de un tiempo comienzas a extrañarlos, sus regaños, abrazos, consejos y su amor.

Era lo que pensaba la rubia, más no sabía la verdadera razón de su tristeza.

La rubia da el tema por finalizado y finalmente se levanta de la banca y la mira, ella le devuelve la mirada y suspira. Estaba una vez más perdida en sus pensamientos. La pregunta resonaba en su cabeza. Sus padres, sus padres ahora no estaban con ella. Estaba sola y eso le dolía.

–Ven... –Llama la mayor. –Vamos a comer algo, yo invito. –Había hecho aquello, tanto por ella como por la chica. Al notar su semblante decaído, supuso al instante que ese tema en específico le dolía. Se regañó internamente por ser tan estúpida de preguntar aquello. La duda le carcomía la mente, por ello había preguntado aquello tan de repente.

Anneliese la mira y asiente, su objetivo de salir de la pequeña casa que alquilaba, era para no pensar en lo que fue su vida. Más solo consiguió que todo su buen humor, decayera de un momento a otro. Ella asiente para comenzar a seguirla en silencio.

Una parte dentro de ella, le pedía a gritos que no confiara en una desconocida, pero otra le hablaba de forma subjetiva que confiara. La chica podía aparentar ser una persona fuerte, impotente y llena de coraje. Pero por dentro, ella podía estar incluso peor que su persona.

–¿Desde cuándo estas aquí? –Rompe el silencio entre las dos caminando fuera del parque y mirándola por encima de su hombro.

–Desde hace un año, aproximadamente. –Sonríe un poco, mirando el cambio de humor de la rubia. Su parte subjetiva podría tener razón sobre esa rubia empedernida.

...

Rato después llegan a una pequeña cafetería estilo inglés, sin dejar de lado la cultura japonesa. Al entrar un olor sumamente agradable se cuela por sus fosas nasales. El ambiente en el café era fuertemente atrayente tanto para la vista como para el gusto individual de cada persona. Se acercan a una mesa para dos y se sientan. Dejándose llevar por el olor del café y pan recién hecho. Kazumi la mira para darle confianza y toma la carta del menú del día. No era un menú complicado, simple, en una parte de la carta estaban los distintos tipos de café, mientras en el otro, se podía apreciar la lista amplia de los postres y bocadillos, acompañantes del café. Anneliese estaba impresionada por todo aquello. Claramente dando a demostrar a la rubia de que jamás había entrado a esa cafetería.

–Buenos días. –Dice un chico castaño no aparentando más de dieciocho años de edad, acercándose con una libreta y bolígrafo en manos para escribir la orden.

Kazumi hace un asentimiento con la cabeza en señal de saludo, para mirar a Ann. Suspira al mirarla algo confundida con el menú y pide por las dos hablando perfectamente el idioma de dicho lugar. Maravillando a la menor. Su fluidez en el idioma era impresionate. Claro, era su idioma natal. El chico asiente y se retira. La rubia mira a Ann y le regala la primera sonrisa sincera desde que hablo con ella hace menos de una hora. Por una parte, la menor le demostraba confianza y calidez.

–Y cuéntame, ¿Cuántos años tienes? –Coloca su codo en la mesa y posiciona su mentón en su mano mirándola con interés.

–Dieciséis años... –Contesta la menor orgullosa. Era muy joven, aunque no aparentaba su edad. Claramente podría pasar por una chica de diecinueve años de edad.

–Tan joven y viajando sola –La cuestiona, aun sin poder creer que esa chiquilla estuviera allí a miles de kilómetros de su casa solo para estudiar, no tenía sentido. ¿A caso donde ella vivía o simplemente en otro país de América Latina no hay buenos colegios? O es que solo es una mentira para ocultar la verdadera razón de porque está allí.

Todos esconden secretos en la vida.

Pensaba la rubia. Ella lo escondía. Y al parecer esa joven igual.

Ann la mira y baja su mirada con tristeza, sabía que tenía que contar la verdad un día de esos. ¿Pero de verdad podría confiar en esa rubia? Hasta los momentos se veía amable, aunque al principio no lo fuera pero, y si ella también escondía un secreto. Es una posibilidad de porque su carácter es tan fuerte, sea arrogante y desconfiada. ¿A caso ella también no lo fue?

Ambas chicas se debatían en su mente el que hacer. Era claro que Ann no terminaba de confiar en ella. Hace una hora la conocía, y ya sabía información de ella que no le había contado a nadie más.

Al igual Kazumi. Aunque no se había abierto completamente a ella, como lo había hecho la castaña, no terminaba de confiar en la chica. Tenía sus dudas. Como toda persona la tendría.

Anneliese suspira y aclara su garganta para poder hablar sin ningún miramiento, sin embargo su voz se negaba a salir.

–La verdad es, que estoy sola aquí, y no solo porque mis padres no me hallan acompañado sino porque ahora no están presentes en mi vida. –Muerde su labio inferior al decir eso. Una vez más los había recordado, quería llorar en ese momento. Encerrarse en su habitación y aislarse nuevamente. Más ya no había vuelta atrás. Había tomado una decisión. Y esa era tratar de confiar en la persona que estaba sentada a su frente. –Han muerto en un accidente junto a mis hermanos. –Su voz se le entrecorta al decir esto último, el recordar ese día simplemente la destrozaba. No quería volver a revivir ese día nunca más. Sentía como la herida que ya estaba a punto de cicatrizar se volvía a abrir dañándola cada vez más, sentía como su mundo volvía a caer a pedazos, los recuerdos, los momentos vividos, todo llegaba a su mente proyectándolo lentamente torturándola y sintiendo una daga atravesar su corazón. Sus ojos picaban, amenazando por lágrimas salir de ellos. No se podía dar el lujo de llorar, estaba en público. Eso sería humillante. Además ¿Qué pensaría la rubia de ella?

Kazumi la mira con pena y estupefacción, ¿Cómo pudo ser tan indiscreta al preguntar eso? Se notaba que le dolía, en su mirada lo veía. Se le estaban cristalizando sus ojos en señal de llanto. Y mirarla así tan frágil e indefensa le recordó a ella, cuando el oficial toco a su puerta y le dio la noticia de la muerte de su madre. Esa joven, al igual que ella, estaba sufriendo en silencio.

–Cuanto lo siento. –Susurró la rubia mirándola con pena, jamás habría pensado que ella cargara ese peso encima a tan corta edad. Una chica tan joven y sufriendo.

–No es nada. –Trata de cambiar su expresión para no preocuparla. Además no tiene la culpa de haber preguntado, tarde o temprano lo haría ¿No? La curiosidad del ser humano es sin duda algo que no se puede controlar.

Un silencio incomodo se esparció por toda la mesa, Ann con un rostro reflejando tristeza y Kazumi reprochándose internamente por ser tan estúpida en preguntar.

El mismo chico que había tomado su pedido llegó con la bandeja llena de la comida de ambas y se los entrega para luego retirarse. Dejando que el ambiente tenso se apaciguara un poco. Comen en silencio pero esta vez no era incomodo como al principio. Dejaban que sus cuerpos se relajaran mientras comían.

–Al parecer el chico se ha interesado en ti. –Inició la conversación hablando con gran entusiasmo Ann, mirando a Kazumi con una pequeña sonrisa. La rubia la mira y alza una ceja tomando de su café. No comprendiendo nada.

–¿Por qué lo dices? –Pregunta. Ann lleva su mirada hacia el chico que está atendiendo a otras mesas y sonríe. El chico que con anterioridad les había llevado su pedido.

–Se te queda mirando mucho.

–Que va, se nota que es menor que yo. –Se encoge de hombros. Habían dejado de hablar de sus vidas, ahora bromeaban entre ellas.

–No te veo tan mayor, aparentas unos veinte.

–Veintiuno –Sonríe. La joven casi acierta con su edad. –Igual, no estoy para pensar en ello, más allá que no sea un juego. –Se encoge de hombros no dándole importancia al tema. La verdad era que ella, ahora estaba pasando por una etapa difícil de su vida. Se debatía en lo que sentía hacía su "amigo."

Ann la mira con una bola de arroz en la boca. – ¿Y eso? –Pregunta cuando traga.

–Cosas que pasan. –Lleva su mirada hacia afuera de la cafetería. –¿Qué hay de ti?

–Digamos que con ese tema no me llevo muy bien. –Se lleva el vaso de café a la boca. Nuevamente la conversación había pasado a ella.

–¿Qué dices? Eres muy linda. –La anima, y es que era verdad la chica no estaba tan mal para el ojo masculino. Y se atrevía a decir que, tampoco para el ojo femenino. A pesar de su corta edad poseía un hermoso y bien formado cuerpo, curvas definidas, nariz fina al igual que sus labios que dejaban ver una hermosa sonrisa.

Ann se sonroja por lo dicho de la rubia y baja su mirada. El que una chica de igual parecido le dijera eso la avergonzaba un poco. Kazumi sonríe ante ello. Terminan de comer, pide la cuenta, paga y salen del café.

–¿Qué quieres hacer? –Pregunta la rubia caminando a su lado. Sabía que sonaba algo loco, pero la chica emanaba un aura diferente al de ella. A pesar de haber pasado por una pérdida. Esta estaba siempre con una sonrisa en sus labios. Eso era digno de admirar.

–No lo sé, no conozco casi el lugar. –Se mofa, Kazumi la mira con una de sus finas cejas alzada para luego suspirar.

–Veamos, te llevaré a un parque que me gusta mucho, está repleto de árboles de Sakura y es muy agradable estar allí.

Ann la mira con un poco de extrañeza. Sabía que los arboles de Sakura eran llamados así por el color de sus flores rosadas, que estas portaban. Así lo llamaban en Tokio, pero ella lo conocía más coloquialmente como; árbol de cerezo.

–Que esperamos, vamos ya. –Dice con una deslumbrante sonrisa y un gran entusiasmo.

Caminan un par de minutos en los cuales, Kazumi miraba de reojo a Ann, esta solo podía mirar a su alrededor intentando grabarse el camino hacia ese parque que según la rubia era muy hermoso y relajante.

Mientras tanto en la mente de Kazumi divagaban los recuerdos de lo que había pasado esa misma mañana en el departamento de su "amigo" ¿Aun podría usar ese apelativo para llamar a ese chico así?

Su mente le estaba jugando una mala pasada; por eso eligió ese lugar para ir, quería despejar la mente un poco más y el haberse encontrado a esa chica en el parque se podría decir que la sacaba de su monótona vida. Podía ser una señal.

Sin darse cuenta logran llegar a un hermoso lugar, lleno de árboles de cerezo, se podía sentir la tranquilidad de aquel lugar.

Una brisa fresca soplaba hacia el este, golpeando suavemente sus rostros, transmitiendo serenidad y tranquilidad a ambas chicas.

–Es un hermoso lugar... –Susurra la menor de las dos anonadada por el esplendor y la belleza de aquel relajante lugar.

–Lo sé... –Contesta para acto seguido entrar de una vez al parque seguida de cerca por Ann. Llegando al pie de un árbol para que les proporcionara algo de sombra y frescor.

Kazumi cierra sus ojos en un acto reflejo cuando la brisa roza su rostro suavemente pasando entre las dos. Ese era el tipo de tranquilidad que quería. Y el llevar a aquella chica allí, era para que ella también sintiera esa tranquilidad que ella siente ahora.

–¿Quieres un helado? –Pregunta de repente asustando un poco a Ann debido a que al igual que ella había cerrados sus ojos buscando tranquilidad y paz.

Una tranquilidad que hace tiempo no lograba tener pero que gracias a esos escasos minutos allí, logro conseguir. Agradecía internamente lo que esa chica hacía por ella. A pesar de que apenas se estaban conociendo y no tuvieran gran confianza la una de la otra, por alguna razón, seguía con la compañía de Kazumi. Es lo que necesitaba ahora.

–Claro. –Dice sin más, con una reluciente sonrisa. Kazumi le devuelve la sonrisa y comienza a caminar hacia un pequeño puesto de helado que allí se encontraba.

–¿Sabor?

–Chocolate por favor. –Chocolate. Su sabor favorito.

El vendedor asiente para darle su pedido, Ann busca entre sus bolsillos para pagar, más la rubia niega haciendo que la menor torciera la boca en un gesto infantil. Ella no le gustaba que una extraña, hasta los momentos. Pagará lo que ella ingería en compañía de ella. Sin más, tuvo que aceptar. La rubia no iba a desistir.

Caminan hacia una banca la cual esta proporcionada por una sombra debido a que se encontraba situada cerca de un árbol. Se sientan y comienzan a comer de sus helados como dos grandes amigas.

Pero quien pensaría que no era así, al menos la rubia aun no lo veía así, sin embrago Ann podía sentir el cariño y amor que trataba de esconder esa chica en los gesto que había hecho desde que hablo con ella. No confiaba al cien por ciento, pero tal vez si se lograban ver nuevamente, podían llegar a ser amigas. Sonrió por sus pensamientos. Llevando su mirada hacia ella, Kazumi lo nota y suspira resignada. Jamás habría pensado que hablar con la chica de aquel parque la traería a compartir secretos y comer helado como unas grandes amigas de toda la vida.

–¿Hacia dónde vives? –Pregunta para desviar su atención de ella. Ya habían compartido demasiados secretos íntimos en ese día. Era mejor que hablaran de trivialidades antes que de ellas mismas.

–No sabría decirte. –Se encoge de hombros. –Aun no conozco muy bien, y no sabría darte indicaciones. –Comenta. Sabía llegar a su casa, más no sabía explicarle como llegar.

–Ya veo. –Mira hacia el frente, y termina de comer su helado. Tendría que preguntar otra cosa para así mantener el hilo de una conversación. No quería aun volver al departamento de su "amigo" no estaba preparada aun.

–Hola preciosuras. – Y como si el mundo la odiara, y todo el universo conspirara en su contra. Una voz desconocida para Ann pero muy conocida para Kazumi, es la que se logra escuchar tras ellas. 


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Capítulo editado y mejorado

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