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El Encuentro De Dos Vidas Distintas

Capítulo 2

–¿Qué haces aquí? –Pregunta la rubia con molestia rodando los ojos, mientras gruñía.

–¿Tan mala presencia soy? –Ignora a la chica para llevar su mirada hacia Ann mostrándole una sonrisa coqueta que a cualquiera pudiera hacer caer la baba, pero no a ella.

O tal vez sí.

La rubia solo rueda sus ojos y suspira. Alza una ceja y muerde su labio en señal de molestia. Este gesto no pasa desapercibido por la menor que comienza a analizar la situación.
Ellas comiendo helado.
Un chico ¿Guapo? ¡Guapo! Sí, porque no. Se acerca a ellas, la rubia irritada. Y el chico con un rostro que denota burla.
Solo podría significar una cosa. Kazumi lo conocía y, obviamente el chico la conocía a ella.
Cuando comienza a procesar toda esa información en su mente, abre sus labios para hablar pero la rubia la interrumpe.

–Siento pena por ti, hermano.

¿Hermano? ¿¡A caso eran hermanos!? Eso no se lo esperaba.

Ann los mira aún sin poder creer que ellos eran hermanos. Bien, ella pensaba que podrían haber sido pareja o incluso haber tenido un tipo de relación. Pero ¿Hermanos? Para nada.

–Pero yo no siento pena por ti. –Se burla el chico peli castaño de la rubia, lo cual provoca la molestia de ella.  –¿Pero quién es esta hermosa chica que te acompaña? –Coloca su atención hacia Ann mirándola de arriba abajo, examinándola, grabando cada parte de ella en su mente, incomodándola.

–Mi nombre es Anneliese Johnsons. –Habla la chica con amabilidad. Ignorando la mirada penetrante de aquel chico.

–Que hermoso nombre. –Ensancha su sonrisa. –Igual que la chica que lo porta. –La miraba a los ojos dejándose atrapar por ellos.

Dicen que los ojos son la ventana al alma, pues ahora comenzaba a creer en esas palabras, porque esta chica con tan solo mirarlo con ellos ojos avellana lo hacía actuar diferente, y olvidar lo que en realidad hacia allí.

Siguió observando a la muchacha un poco más. Se sentía inmensamente atraído por ella, porque le recordaba a su ex novia. Pensaba él. O era el efecto que aquella chica estaba provocando en él, dejando en el olvido su porte que tanto lo caracterizaba.

–¿Qué haces aquí Etsu? –Pregunta irritada Kazumi sacándolo de su letargo.

–Paseaba por el lugar y vi a estas dos... Digo, a esta hermosura. –Su mirada se posa en la de Ann. Haciendo que la chica sintiera sus mejillas arder. –Y a ti, mi hermanita. –Suelta con descortesía.

–Hermana mayor. –Corrige. –Y no me llames así, sabes que no me gusta. –Se comenzaba a quejar la rubia.

–Como sea. –Se encoge de hombros y lleva nuevamente su mirada hacia la chica de ojos avellana. –¿Quieres ir a pasear? –Pregunta con un poco de descaro.

Esas palabras capta la atención de ambas chicas. La rubia, fulmina con la mirada a su hermano mientras la menor lo mira, para después desviar su mirada hacia Kazumi.
Esta última afloja su mirada cuando siente la de Ann sobre ella.

–No lo sé. –Dice al fin al menor luego de unos segundos de silencio.

–Oh vamos, no creo que a mi hermana le importe. –Kazumi lo fulmina con la mirada para luego ignorarlo.

–Es-Está bien... –Observa a Kazumi que mantiene su mirada hacía un punto inexacto de uno de los árboles del lugar. –Claro si tu hermana no le importa. –Dice bajo, jugando con sus dedos.

La rubia suspira y mira a su hermano afilando la mirada. Lo conocía lo suficientemente bien para saber porque él la había invitado a dar una vuelta sin más.

–Si le haces algo te la veras conmigo. –Habla a su hermano señalándolo con el dedo índice. La chica no le caía tan mal después de todo.

–No dejes que te engañe con sus palabrerías y su forma de hablarte. –Esta vez se dirige hacia Ann. Dándole una pequeña advertencia, antes de irse con Etsu. La menor asiente y le da un abrazo que ella corresponde.
–Cuidate ¿Si? –Ann asiente y se separa para ahora mirar a Etsu el cual la mira con una sonrisa adornando sus labios.

–¿Vamos?

–Vamos. –Dice ella segura de sí misma, para emprender la caminata fuera del parque. No sabía porque había reaccionado de ese modo, el aceptar la invitación de un completo extraño, si lo llevaban a lo racional, no, no había nada racional en su acto, fue implosiva e irracional, lo admitía. Más ahora ya no lo podía rechazar, solo rogaba a Dios de que fuera elegido bien, y éste no fuera un loco psicópata.

La rubia solo las mira irse y suspira. Esperando que su hermano no se aproveche de la chica. Tenía fama de ser uno de los hermanos Ken más mujeriego, una reputación que se había ganado por años. 
Mientras la rubia seguía pensando.

Etsu y Ann caminaban por las calles algo concurridas de Tokio. Ella algo nerviosa pero a la vez firme por la decisión que ha tomado recientemente, ya no había vuelta atrás, si de algo estaba segura era, que nunca doblegaba a sus palabras y él con una pequeña sonrisa cursando sus labios, su pulso se había acelerado sin control alguno.

–Vayamos primero a comparar dulces. –Dice Etsu para romper el silencio entre ambos, haciendo que Ann lo mirara sorprendida.
¿Dulces? Pero acaso, ¿Que planeaba hacer el chico? Buscó en su mente todo lo que podría hacer un chico a solas con una chica, pero en sus pensamientos no consiguió que comprar dulces fuera una opción.

Suspira y le muestra una sonrisa.

–Claro. -Habla alegre y se adelanta. –¿Dónde es? –Se detiene a unos cuantos pasos de él al notar que no sabía la dirección de la dulcería.

Etsu niega sonriendo y señala hacia la izquierda, adelantándose. Donde se encontraba una tienda de dulces, a pocos metros de distancia de ellos.

Ann solo lo sigue maravillándose por los lugares de la ciudad, apreciando y mirando, sin darse cuenta de que Etsu ha parado luego de un par de pasos, Ann lo mira  interrogante, no habían caminado mucho desde que ella se detuvo a preguntarle el lugar hacía donde iban. Dándose cuenta casi al instante de que se encuentra delante de una tienda de dulces. Etsu, la mira para que la menor entre a la tienda. Anneliese asiente y se adentra ella, seguidamente del castaño, una vez allí, Etsu va hacia uno de los pasillos, comienza a ver los diferentes tipos de dulces, examinándolos como si fuera un experto en el tema. ¿Y quién no? A todos le gustaban los dulces, Anneliese no había conocido a ninguna persona que no le agradara el sabor de ellos. Alarga su mano tomando entre ellas dos bolsas de papas, una de gomitas, gelatina, y galletas oreo. No quería abusar del chico que acababa de conocer, por lo tanto eso lo iba a pagar ella.

Una vez Etsu tiene lo que necesita busca con la mirada a la chica sin tener éxito alguno, suelta un bufido y comienza a recorrer la tienda, con paso lento, empujando el carrito del mercado, casi lleno de dulces.
Estaba exagerando con todo aquello, más no le daba tantas vueltas al asunto. Total, él vivía solo, ganaba su dinero y lo podía gastar en lo que le gustara.

¿Ahora dónde se ha metido?
Pensaba el chico preocupado luego de unos minutos de búsqueda sin éxito. Sí, le preocupaba por alguna razón esa chica de ojos avellanas que tanto le había encantado desde el momento que la vio en el parque con su hermana. Le preocupaba y aunque lo odie admitir su preocupación era mucha para su gusto.

Él no creía en esa fantasía de amor a primera vista, no fanatizaba aquella creencia de que te enamoras de una persona con solo mirarla a los ojos. Era solo un cuento barato que les hacían creer en ello. Y él más que nadie lo sabía.
Sus pensamientos fueron interrumpidos debido a una chica que doblaba a la esquina del pasillo con un carrito más pequeño de compras, era ella. Suelta todo el aire contenido que no sabía que estaba reteniendo y una sonrisa de alivio surca sus labios. Camina con paso firme hasta donde se encuentra la chica.

–Aquí estabas.

Anneliese se sobresalta al escuchar su voz, pues no se había dado cuenta de que él estuviera a sus espaldas. Se da la vuelta y lo mira con el carrito de compras casi lleno de chocolate, galletas, doritos, entre otros dulces. Mete lo que ella ha escogido junto a lo de él haciéndole más fácil el poder transportar todo, dejando el otro carrito a un lado, ahora vacío y comienza a caminar hacia la caja.

–Yo pago. –Suelta de repente la chica al mirar como Etsu sacaba su billetera de su pantalón, una vez sabia el precio de todo.

–No lo harás. –Dice tan simple para provenir de él esas palabras. En cualquier circunstancia dejaría que la chica pagará, pero por alguna razón u otra eso no era lo que quería.

Ann lo mira con algo de molestia arrugando la nariz. Gesto que no pasó desapercibido por Etsu. No dejaría que él pagara, no señor, para eso ella trabajaba para no estar dependiendo de nadie y menos de ese chico que acababa de conocer. Pensaba Ann de brazos cruzados.

–Si lo haré. –Lo reta con la mirada, y es que no dejaría que él pagara.

–Ya lo veremos. ¿Cuánto es? –Se dirige hacia la cajera que se había mantenido en silencio mirando la pequeña pelea que ambos tenían. Está muestra una pequeña sonrisa por lo adorable de la escena. De seguro se querían mucho, a sus ojos era una linda relación.

–Son quinientos cincuenta yenes. –Vuelve a repetir.

–Tenga. –Le tiende el dinero no dando tiempo a que Ann sacara los de ella.

Logrando que Ann lo mirar ceñuda, con evidente disgusto. Ella no estaba de acuerdo a lo que él había hecho.

–Gracias por su compra. –La cajera los mira con simpatía.
Etsu coge las bolsas con los dulces, se voltea a donde aún permanece Ann.

–Vamos.

–Aguarda un momento. –Lo deja esperando y vuelve a entrar en a la tienda, dejándolo en duda. ¿Qué estaba planeando la chica?
Sus dudas fueron disipadas al lograr ver a la menor con un refresco en manos y una sonrisa triunfante asomarse en sus labios. Suelta un bufido negando. Anneliese era una terca de primera, y lo podía confirmar con ese acto. La chica sin duda alguna no se iba a quedar con los brazos cruzados. Una vez paga el refresco se acerca a él.

–Se te ha olvidado algo. -Le señala la bebida riendo para acto seguido sacarle la lengua.

–Eres terca.

-Toda la vida- sonríe y dice esas simples palabras emprendiendo la marcha hacia su departamento seguida por ella aun riendo.

El camino a su departamento luego de un rato resulto algo silencioso. Un silencio acogedor para ambos ya que a pesar de haberse conocido un par de horas antes, se sentían a gusto con la presencia del otro.

Etsu detiene su caminata en un edificio que a simple vista se podría confundir con una casa de cuatro pisos, o una mansión, aunque para estar situado donde estaba era imposible que fuera una mansión. Ann mira el edificio anonadada para luego mirar a Etsu. Este solo se encoge de hombros y caminan hacia adentro, saluda al chico de recepción con la mano, el chico le devuelve el saludo de la misma forma, llevando su mirada hasta la chica que se encontraba detrás de él, niega un par de veces. Otra chica en ese departamento, ya con esa era la tercera en la semana.  Etsu sigue caminando hacia el ascensor, una vez allí presiona el cuarto botón y las puertas se cierran, con tan solo ellos dos dentro. Y nuevamente el silencio se hace presente en ambos.

Se abren las puertas, salen de allí, Etsu la guía hasta la mitad del pasillo, se sitúa en una puerta de madera con el número 4D, la abre y deja que ella entre.
Ann, al entrar mira el departamento y sonríe. Estaba impecable, los sofás perfectamente acomodados en la sala de un color café, al frente de ellos se encontraba una pequeña mesita de madera color caoba y en medio de esta un florero portando unas pequeñas flores de orquídeas. Un librero en una esquina y una tv. La puerta del lado izquierdo donde se halla la cocina, al frente un balcón dando una perfecta vista hacia la calle y a la derecha las habitaciones.
Siente que la puerta se cierra y se da cuenta que ha sido él. Lo mira y esté le sonríe.

–Este es mi departamento, puedes sentarse si así lo deseas.

–Claro. –Acto seguido se sienta en el sofá más grande.
Etsu va hacia la cocina dejando las bolsas allí, sale con un vaso con agua y se la entrega. Ella agradece. Él se sienta a su frente y la mira atentamente.

–Veremos una película. –Dice de repente, haciendo que Anneliese se ahogará con el agua. –¿Qué genero te gusta?

–Hmm, acción, terror, entre otras. –Habla una vez ha tomado el aire suficiente en sus pulmones, muestra una gran sonrisa cursando sus labios.

–Perfecto.- se levanta del sofá y va hacia uno de los estantes en busca de una.-De terror tengo, It, el juego del miedo. Y tengo de acción, escoge. –Pide mostrándole varias más de la lista.
Ann lo mira para escoger una de terror, era aficionada a ese género de películas, aunque a veces le lograran asustar. Se vuelve a sentar en el sofá, ya que se había levando para colocarse a su lado.

Etsu asiente y la coloca, va hacia la cocina y vuelve a la sala con los dulces en unas bandejas, se sienta a su lado e una distancia prudente, pasando sus brazos por arriba del sofá y comienza a ver la película en silencio mirándola de reojo de vez en cuando.

La película iba a la mitad cuando a Etsu le vino una duda a su cabeza. Así que decidió preguntarle. Él no era chico que se conformaba con solo saber lo básico de su próxima presa, tenía que saber con quién se iba a meter.

–Ann... –Capta su atención y esta lo mira con una barra de chocolate en la boca esperando que él hablara. –Tu acento no es de aquí.

La chica traga el chocolate suspirando para mirarlo.

–Ciertamente no es de aquí, yo tampoco lo soy. –Se encoge de hombros mirándolo dejando la película pasar a segundo plano. –Vengo de Colombia, vine a estudiar gastronomía, trabajo para pagar mi alquiler y comenzaré las clases pronto. Estoy pagando media carrera. Solo conseguí media beca. -
Ann lo mira no sabiendo muy bien cómo explicarle el que ella los entienda y hable el idioma. Si, hace un año fue a ese país a estudiar, pero para poder  hacerlo tuvo que estudiar muy bien el idioma y hasta hacer cursos pagados a cambio de unas clases intensivas de dicho lugar.
Además, de saber inglés a la perfección, era lo que presumía siempre eso la ayudo mucho a su llegada a Tokio. Bien no conocía nada, se adentró a un nuevo país solo sabiendo poco de la lengua, a medida que fueron pasando los meses se fue especializando más en dicha lengua. No era una experta pero sabía cómo defenderse allí. Si alguien le preguntaba direcciones o lugares simplemente contestaba que no lo sabía, y es que en realidad no mentía ya que muy poco sabía de los lugares.

Mira al chico que aún estaba procesando la información dada hace menos de unos minutos para luego mirar hacia la pantalla pausando la película.

–¿Así que estas aquí por estudios?- asiente y come otro trozo del chocolate. ¿Estaría bien decirle esa información a Etsu?
Pensaba Ann.

–A pesar de que sé el idioma, aún me queda el acento de mi país natal. –Se encoge de hombros nuevamente y lo mira a los ojos. Ojos color café, comunes para él pero no para ella.

–Comprendo.

Las horas pasan, miran la película tranquilamente, comiendo los dulces y tomando las bebidas. Eran las diez de la noche, demasiado tarde. Una vez que la película acaba, Ann comienza a estirarse en el sofá, suspira y lleva su mirada hacia él. Le observa detenidamente su rostro, su nariz perfilada, ojos color café, labios gruesos y provocativos para cualquier chica, incluso para ella. Sin darse cuenta una pequeña sonrisa cursa sus labios, haciendo que Etsu girara a mirarla, provocando que Ann apartará la mirada avergonzada sintiendo al instante el calor en sus mejillas.

Etsu sonríe levantándose del sofá, apaga la tv y recoge las cosas que utilizaron horas antes llevándola a la cocina.

Ann suspira cerrando sus ojos, recordando la fecha que se avecinaba y qué, por más que quisiera no podría estar con las personas que añoraba que la acompañaran al día siguiente, muchos estarían alegres con ese día tan especial, pero ella, ella no era igual que las demás personas. A su corta edad tenía que sufrir la ausencia de sus familiares, de sus seres queridos e irreemplazables. Suelta un suspiro rodeándose ella misma con sus brazos en un intento de abrazo, pues necesitaba sentir el cariño, ese cariño que tuvo por años, pero desde hace un año no lo tenía a su alcance. Este era el primer año que iba a pasar su cumpleaños sola. Si, al día siguiente cumplía sus diecisiete años, en una ciudad ajena a ella, sin compañía, sin familia, sin nadie a su lado, sola.
Recuerdos de sus padres, hermanos y su amiga Abby invadieron su mente, recuerdos que aún duelen y dejaron una herida profunda en su vida. Los extrañaba excesivamente.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir la presencia de Etsu al frente de ella, abriendo sus ojos lentamente mirándolo.

–¿Sabes qué hora es? –Pregunta con duda.

Etsu revisa su celular mirando la hora sorprendiéndose de sobremanera. –22:20 Horas. –Le muestra la pantalla de su celular.
Y con solo decir eso basto para que Anneliese se levantara exaltada buscando su celular y arreglándose sus ropas.

–Es tarde. Debería irme ya.

–¿Por qué no te quedas? –Se atrevió a preguntar Etsu sin ninguna pizca de vergüenza. Si se quedaba para él era mucho mejor, la puede convencer de hacer otras cosas que solo pasar la noche en su departamento. Esperaba con ansias ese momento, desde que la llevo a su departamento. Se estaba controlando demasiado al estar al lado de ella.

Ann lo mira no muy convencida de si quedarse o no, no es que no confiara en él, en cierta parte lo hacía, ya habían visto una película los dos solos sin que nada pasará, pero esto era diferente. No era simplemente ver una película normal, no. Era más que eso, el quedarse implicaban muchas cosas, pensamientos no muy juiciosos recorrieron su mente, y no es que ella deseaba eso, para nada.
Sino que si se quedaba ¿Qué pasaría al día siguiente? No lo sabía y tampoco quería averiguarlo. Era mejor irse a su casa, dormir en su cama y pensar lo que haría al día siguiente.

–Hmm, no lo creo conveniente, además mañana estoy de cumpleaños. –Decidió ser sincera con él. ¿Por qué mentirle? Fácil podría haberlo hecho, ya que no se verían más ¿o tal vez...?

–Con más razón. –La mira acercándose más a ella, pasando sus manos por sus brazos.  –Estás sola aquí ¿No?-Ella asiente- Estarás sola en tu cumpleaños, y eso no es para nada lindo. Tengo una habitación extra. Así que, ¿Qué me dices?

–¿Y tú familia? No vives con ellos, o no se molestaran por...

–Vivo solo, Kazumi no vive conmigo, está quedándose en casa de un amigo y mi otro hermano vive en la casa que era de nuestro padre. –Termina de decir bajo mirándola impaciente por su respuesta. Sí se quedaba para él era mejor. Sentía como el ambiente se había vuelto algo tenso debido a la cercanía que tenía ara con ella.

–¿Tus padres? –Susurra con su mirada puesta en la de él.
Y esa era la pregunta que Etsu quería evitar a toda costa. Sus padres.

El Ken la sigue mirando está vez con melancolía, había tocado un tema prohibido, incluso se atrevía a decir tabú, suspira llevándose una mano a su cabello y alborotándolo en el acto para separarse de ella. Ann nota ese acto de él sintiéndose extrañada por su reacción.

–Mamá, ella murió, nuestro padrastro igual que ella ha muerto y, nuestro padre está desaparecido.-
Anneliese no lo podía creer. Él estaba pasando por algo similar que ella. Si hubiera sabido eso, jamás fuera hecho tal pregunta tan descaradamente.
Lo mira a los ojos notando como cambia su expresión de su rostro a una tensa, se estremece con solo su mirarlo. Se había quedado en blanco en ese momento y lo único que recordaba era la sensación de miedo. No sabría describirlo bien, pero el verlo así le causaba algo de miedo y pena. Retrocede un poco, recordando las palabras anteriores de Etsu.
Ciertamente ella lo iba a pasar sola en su cumpleaños. Qué más da si se quedaba solo por esa noche. No iba a pasar algo indebido, no a menos que ella lo quisiera y no, no quería eso.

–Me quedaré. –Dice firme, si el chico fue capaz de decirle algo tan íntimo, era porque le tenía confianza. ¿Por qué rechazar su invitación ahora? No quería ser grosera.

Y con decir esas dos simples palabras, la expresión de Etsu se fue trasformando en una llena de agrado.

–Sígueme. –Aclara su garganta acercándose más a ella. El hacerse la víctima había funcionado.

Anneliese hace lo que le dice y va tras él sin titubear.

–Esta es tu habitación. La mía es la que queda al lado por si se te ofrece algo. –Le señala la habitación a la derecha mirándola. Ella responde con un asentimiento de cabeza. Agradeciendo al instante.

El mayor la mira, bien quería pasar la noche con ella, hacerla gemir bajo su cuerpo, llegar a los mil y un orgasmos y hacer que ella gimiera su nombre en la noche. Algo en su mente le pedía a gritos que siguiera esa posibilidad, que nada iba a perder. Un acostón no era nada, si ella se iba llegaban otras, pero otra parte de él le decía que llevara las cosas con calma, que esa chica era diferente a las demás. Se debatían internamente en lo que hacer, no dándose cuenta que la chica ya había desaparecido por la puerta de la habitación.

Ella entra a la habitación una vez escuchó las indicaciones del dueño del departamento, quita su chaqueta dejándola en la cama al igual que su ropa. Suspira entrando a la ducha. Se sentía cansada y tensa, un baño con agua caliente no le caería mal. Una vez bañada toma su ropa, se coloca el pantalón y una camisa de tiras negras que deja ver mucho, la chaqueta la deja en su lugar para finalmente tirarse a la cama cerrando sus ojos y quedar dormida al instante. Procesando todo lo que había pasado ese día.

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Capítulo editado y mejorado.

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