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El Adiós


No había sido su imaginación, lo había visto con sus propios ojos. Un sujeto caminaba hacia su amada novia, la cual esperaba con paciencia a Etsu. Miraba su celular, sin prestar atención a su alrededor, las personas pasaban sin fin por los pasillos del aeropuerto. Etsu había ido a buscar un par de café para ambos, mientras esperaban el vuelo de vuelta a Tokyo, pero no se esperó que al regresar, conseguiría semejante escena, el tipejo estaba muy cerca de ella, casi a su lado, mientras Ann solo lo ignoraba, o era lo que pensaba Etsu.

Con paso apresurado se acercó hasta donde se encuentra su novia, el tipejo que antes, trataba de acercarse más a ella se coloca recto en su sitio al notar su presencia. No lo culpaba, su novia era agradable para la vista de muchos hombres, no pasaba desapercibida, para él, Anneliese era la mujer más bella con la que había mantenido una estrecha relación y nada ni nadie iba a cambiar eso. Se lo había demostrado en cientos de ocasiones, claro que lo había hecho, y ese mismo día lo comprobó en la playa. La vista de los hombres estaba sobre ella y su amiga Layla, aunque esta última tenía la libertad de contornearse por la playa, dejando que varios chicos la piropearan –Palabra que le había enseñado Ann, recientemente. – O incluso se sentaran a coquetear con ella. Ella era libre de hacerlo, más sin embargo Ann no.

No quería ser posesivo, pero tampoco debía de descuidar su relación, como lo había dicho antes, Anneliese era suya y él de ella, era simple de comprender, y él se encargaría de dejar en claro ese punto a quién sea.

-Aquí está tu café esposa mía. –Se sienta a su lado, haciendo que el tipejo frunciera el ceño, para acto seguido levantarse e irse.

Le había arruinado su conquista, pero lo que no sabía era que esa chica era propiedad de Etsu Ken.

Por otra parte, Ann ya se estaba acostumbrando, que su adorado novio le dijera que era su esposa, se estaba comenzando hacer ilusión, y no era para menos, Etsu era muy atento, protector, apasionado, amoroso y la cuidaba siempre. Le daba las gracias al cielo el día que había conocido a aquella chica en el parque, la chica rubia con aptitud prepotente y hostil, que ahora era su cuñada, Daba las gracias por ello y por tener un hermano tan atento como era Etsu, aunque no podía decir lo mismo de su cuñado Sorato. La primera impresión no fue nada grata, pero a medida que iba pasando la velada, todo ese enojo sin razón de Sorato se iba desvaneciendo como el humo del cigarrillo de Hiroki.

Otra persona que no le caía bien, no sabía las razones de Hiroki a ciencia cierta porque su aptitud aniñada con ella, tampoco quería mentalizarse en eso, sabía que él junto con Etsu y Sorato ayudaron para su rescate y se los agradecía enormemente. Sin duda alguna había conocido a unas grandes personas en Tokyo, personas que desconfiaba, pero ahora tenía la seguridad de su gran apoyo incondicional.

-Gracias esposo mío. –Sonríe tomando el café entre sus dedos, para seguir mirando el celular.

-Sabías que un idiota te estaba mirando ¿No? –Se le notaba el fastidio en la voz de Etsu.

-Puede que sí, puede que no. –Lo pica, le gustaba verlo actuar de ese modo. –La verdad no me importa mucho ese detalle.

-¿Y si se te hubiera acercado? –Etsu estaba receloso por la contestación de su novia.

-Hablaría con él. –Eleva su mirada hasta los de él. El cual fruncía el ceño. –No te pongas así amor. –Ríe. –Tampoco es que me iba a hacer amigo de él. Solo hablaríamos, ¿Acaso tu esposa no puede hablar con otros chicos?

-No si no quiere que los mande a arrestar. –Vuelve su mirada hasta el frente.

-Vamos, no te pongas así. –Busca su mano para entrelazarla con la de él. -¿Escuchaste lo que has dicho?

-Sí, lo escuché. –Suelta con molestia. Anneliese no comprendía la aptitud de Etsu, un momento estaba bien y al otro ya armaba un drama porque un chico la miraba. Niega colocando su cabeza de su pecho, cerrando los ojos. Ella era la que debería estar con los cambios, no él. Ella era la que le había bajado hace poco.

-¿Estas celoso?

Etsu alza una ceja. ¿Qué si estaba celoso? Eso era algo obvio.

-¿Te tengo que contestar?

-Eres un tonto. –Se carcajea, no tenía razones por la cual estar celoso. –Soy tu casi esposa y te prometo que te seré fiel por siempre.

-Quiero que seas mi esposa de verdad. –Comenta frustrado, relajando su expresión un poco.

-Faltan ocho meses para ser legal, no seas impaciente Ken. –Toma un sorbo de su café cerrando los ojos. Estaba un poco cansada. Ese día había sido muy ajetreado. Un gruñido animal salió de los labios del castaño. –Además, soy tu esposa legal. –Ríe. –Lo dicen mis documentos.

-Documentos falsos. –Susurra bajo.

-Los hizo un agente del FBI, no creo que sean falsos. –Se acurrucó más en su pecho. Etsu pasó su brazo derecho por sus hombros, atrayéndola más a él.

-No lo son. –Murmura, aunque sabía que no era verdad.

Los minutos pasaban lentos, la joven pareja se estaban cansando, Ann se encontraba algo inquieta, los cólicos aparecieron sin aviso, y las pastillas estaban muy al fondo de la maleta, no quería preocupar a Etsu, por ello no dijo nada, solo se mantuvo en silencio, esperando con impaciencia el anuncio de su vuelo, ya en el avión se encargaría de pedirle una pastilla a la azafata, si los cólicos persistían. Etsu cerraba y abría los ojos, el café no le había ayudado para mantenerse con energías, al contrario, los ojos le pesaban. Recordó porque no había dormido un poco al llegar a la casa luego de la playa, tenían que arreglarse y luego cenar, la señora Michell, les había dicho que se alimentaran y se llevaran el gusto colombiano en sus papilas gustativas. No pudieron rechazar la oferta, por dos razones, una era por la señora Michell, se había esmerado haciendo la cena gusto a Layla, esta era su forma de despedida, y la segunda razón era simple, ambos tenían hambre.

Luego pasó la despedida, media hora despidiéndose, ninguno de los miembros de la familia quería soltar a Ann, sus padrinos estaban conmovidos, nuevamente su pequeña ahijada se separaría de ellos, Layla y Andrés abrazaban con fuerza a la castaña, se les notaba el amor entre ellos, haciendo que una sonrisa se dibujara en el rostro de Etsu.

Con una promesa de ir de vuelta a Colombia cada seis meses o menos, se despidieron de la familia. Llegando al aeropuerto una hora antes del vuelo, y de eso solo había trascurrido veinte minutos.

...

Media hora después los llamaron a su vuelo, tomaron sus cosas y abordaron, Ann pidió a una azafata una pastilla para los dolores, trayéndolo casi al instante. Al parecer la azafata había visto su acompañante y la había mandado a sentar para luego aparecer con la pastilla y un vaso de jugo de naranja en su asiento. Sin apartar la vista de Etsu.

La azafata sonreía mirando al chico, le había llamado la atención, Ann se tomó la pastilla junto al jugo, dio las gracias y cerró sus ojos, necesitaba descansar un poco y esperar que la pastilla hiciera efecto.

Etsu se mantenía acariciando el cabello de Ann, le gustaba su nuevo look, pero extrañaba su melena rebelde y con risos, semejante a un nido de pájaros, esa referencia le había sacado una pequeña sonrisa.

-Descansa pequeña. –Susurró cerca de su mejilla para besarla. Ella sonrió complacida para asentir, quedando rendida en un sueño profundo.

Etsu se levanta de su asiento, necesitaba ir al baño no había alcanzado a ir en el aeropuerto. Se aseguró que Ann estuviera cómoda en el asiento para ir al baño. Esperó que saliera una persona que estaba usando el cubículo y entró a él.

Un poco más aliviado sale del lugar, consiguiéndose con una de las azafatas, la misma que se había llevado la pastilla a Ann, no se inmutó de su presencia, pasó por su lado, pero la chica pelirroja no quería que la trataran de ese modo, se armó de valor para hablar.

-Hola... -La joven se inclinó un poco al ver al joven. Le parecía guapo, aunque sus facciones no fueran de dicho país, aun así le gustaban y atraían.

-Hola. –Contestó Etsu extrañado, mirando a la joven con una ceja alzada, un gesto descortés de su parte, pero lo que menos quería ahora era entablar una conversación. -¿En qué puedo ayudarle?

-Soy Mariana Montalván. –Dijo esta al momento de mover su melena rojiza al tiempo que termina de hablar. Etsu no lo podía negar, la chica era linda, pelirroja natural, muy poco vistas por los alrededores. Esperaba que siguiera hablando, sin embargo esta se quedó callada, con una sonrisilla adornando sus labios bien pintados.

¿Acaso esa era una contestación a su pregunta?

¿Debía sorprenderse?

No, eso no iba con él, además tenía una chica hermosa esperándolo a solo metros de distancia, si ella despertaba y no lo veía se preocuparía. Y no quería eso.

-¿Y? –Se limitó a contestar.

-¿Y? –Chillo la joven colocando una cara de espanto. Los colores se le subieron a las mejillas, era la peor humillación que había tenido. Ese chico tan apuesto la trataba como si ella fuera poco cosa, por solo ser una simple azafata. Más no se iba a rendir tan fácil.

-Soy Mariana Montalván.

-Sí, ya lo dijiste. –Dijo Etsu sintiéndose cada vez más molesto.

La joven quedó de pie como una tonta mirando al Ken, el cual no podía demostrar menos interés en la joven. Ganas no le faltaban de irse de allí y dejarla con la pablara en la boca. Y lo fuera hecho de no ser porque unos labios fríos se estamparon contra los de él.

Aquello lo había tomado por sorpresa, no esperaba que sucediera tal cosa, estaba tan perdido en sus pensamientos, que no se inmuto de la rapidez de la chica, aun no salía de su estado de shok.

Frunce el ceño apartándola con un poco de brusquedad, ¿Quién se creía ella que era para hacer semejante cosa?

-No sé qué es lo que pretendes. –Suelta con desprecio. –Pero hay algo que te dejaré claro, Mariana. Tengo grandes influencias, basta con mover un dedo para que tú ahora te encuentres desempleada.

La chica palideció en ese momento.

-Lo-Lo siento señor. –Tartamudea bajando la mirada. Había arruinado todo.

-Mejor ve a trabajar. Haré como si esto no pasó. –Y con decir eso caminó hasta su puesto. Encontró a Ann mirando por la ventana, al parecer había despertado.

Se sienta en su lugar para suspirar.

-¿Te sientes mejor? –Preguntó sin mirarla, mantenía sus ojos cerrados. Esperaba una respuesta de ella, sin embargo no la recibió, extrañándose. –Anneliese...

-Etsu, duerme, tú estás cansado. –Le da la espalda, no tenía ganas de hablar con él.

-Ann...

-Etsu por favor. –Habló un poco más alto de lo que pretendía mirando al cachorro que dormía en su porta perros. Ese comportamiento en ella no era común. 

Etsu estaba a punto de replicar, más se quedó callado, no quería que se alterara, luego hablaría con ella, ahora iba a tratar de descansar un poco.

 Ann miraba por la ventana afligida, lo que acababa de ver era inaudito, sabía que estaba exagerando un poco las cosas, más sin embrago no le importó, esta recia en cuanto a su decisión, no le iba a dirigir la palabra al Ken, hasta que le diera una explicación favorable. 

...

Los dos jóvenes llegaron al aeropuerto al sur de Tokyo, con un bonito amanecer, intuyendo al instante de que apenas rayaba el alba. El camino de vuelta fue algo tenso entre ambos, Ann aun no le dirigía la palabra a Etsu, solo para lo necesario, Etsu se estaba cansando de la aptitud aniñada de Ann, pensó que estaba actuando de ese modo por los cólicos, con anterioridad había presentado ciertos cambios en ella cuando estaba en sus días, más sin embargo esto ya pasaba los limites, pensó que se podría tratar de algo más, como el cambio de horario, la despedida de sus padrinos. Pero antes ella estaba tranquila, los iba a extrañar de eso no había duda, pero en el aeropuerto estaba tranquila. Ahora no la comprendía.

 -Finalmente llegamos. –Rompió el silencio que había entre ellos, Etsu saca las llaves del departamento, dejando las maletas a un costado. 

-Sí... -Es lo que se limita a decir, pasando por su lado una vez la puerta es abierta. 

Etsu frunció el ceño molesto. Ya esa aptitud de ella no era normal, algo le pasaba y lo iba a averiguar. Tomó las maletas del suelo entrando al departamento, un embriagador olor se impregno en sus fosas nasales. El departamento desprendía ese olor tan natural. 

-Hogar... -Susurró, mirando el departamento tal y como lo había dejado. 

A pesar de que había pasado dos semanas de la última vez que se limpió, este no estaba mal, el polvo aun no alcanzaba a cubrir. Soltó un leve suspiro, caminando hasta su habitación, quería tomar una relajante ducha y descansar, en la tarde llamaría a sus hermanos, avisándole su regreso. 

Ann se encontraba sentada en el borde de la cama, mirando sin mirar, su mente divagaba por ese vago recuerdo en el avión. Etsu no se atrevería a engañarla, de eso estaba segura, más ahora dudaba de ello. Lo había visto tan claro, estaba latente aun en sus recuerdos. Etsu besando a la azafata, este se encontraba de espaldas a ella, no notando su presencia, la tenía tomada por los hombros. 

Cálmate, Ann... 

Se decía en su mente. 

Una explicación debía haber para que él la estuviera besando.

 -Ann. –Sacudió su cabeza, soltando un leve respingo en su lugar, al sentir la presencia del Ken. –¿Te pasa algo? 

¿Qué si le pasaba algo? Eso era obvio.

 -Ken, quiero que me expliques algo. –El castaño la miró entornando una ceja, cuando lo llamaba por su apellido era cuando estaba enojada. Ahora menos comprendía porque estaba molesta. 

-Hablemos... -Recorre la habitación buscando la silla de su escritorio, cuando la ubica la situá al frente de ella. -¿Qué quieres que te explique? 

Ann tomó una bocanada de aire, armándose de valor. Su labio inferior le temblaba. 

-Te vi, en el avión besarte con la azafata. –Trataba de mantenerse recta en su lugar, aquello le dolía de sobremanera. –Etsu... 

-Anneliese... -Susurró aflojando su expresión. 

No se esperaba que ella lo fuera visto, ahora comprendía porque se estaba comportando de esa manera. 

-Etsu, ¿Es solo lo que me dirás? –Era increíble que no dijera nada, más que su nombre.

 -No, no te voy a negar el beso, estoy seguro que lo viste, pero hay una explicación. 

-Te escucho. –Se cruza de brazos. 

-La chica fue la que se aventó a mí, me tomó por sorpresa, pero te juro que cuando reaccioné la aparté de mí. –Explicó mirándola a los ojos. Ann se mantenía en su lugar, sin expresiones faciales, su corazón le pedía a gritos que le creyera, que su novio, el que le había demostrado amor incondicional le decía la verdad, su mente se negaba a crecer, le estaba jugando sucio. Soltó un largo suspiro. 

-Amor, ¿Estas celosa? 

Celosa, era primera vez que sentía los celos a flor de piel. Ni siquiera cuando la tal Sarah se le había lanzado en los brazos a Etsu había reaccionado de esa manera, estaba segura de lo que tenía, sabía lo que daba y recibía. Pero ahora ¿Por qué dudaba?

 -No... -Fue su gran contestación.

 Etsu no le creyó, claro que estaba celosa, pero era tan orgullosa que no lo quería admitir. 

-Ann, amor, sé que lo estas. –Se acerca a ella y toma su mano para besar el dorso de esta. –Pero hay algo que te garantizo siempre, y es el que nunca te voy a engañar mientras estemos en una relación, tú eres y serás siempre mi amor. –Susurró mirándola a los ojos.

 Anneliese lo miraba, se sentía conmovida, en su interior había una disputa de si creerle o no. 

-Etsu... -Aparta su mirada de la de él.

 -Ann, por favor créeme. -Suplicó.

 -Eres un tonto. ¿Lo sabías? –Ríe bajo. No podía estar molesta con él. 

-Soy tu tonto. –Sonríe colocándose a su altura, besando su frente. –Y nadie cambiara eso. 

-Nadie... 

...

Los días siguientes pasaron sin mayor inconveniente, la joven pareja disfrutaban de los días de descanso con mayor abundancia, la relación se había fortalecido más cada día, aunque claro, para toda pareja los celos no faltan. Y ese era el dilema que tenían ahora, un chico de la edad de Anneliese había estado mirando a su novia desde que entraron a la cafetería, Ann solo ignoraba las miradas furtivas del chico hacía su persona, más sin embargo Etsu fulminaba con la mirada al susodicho. Esperaba que con ello se intimidará, no dando resultado alguno.

 -Etsu Ken, quita esa cara de enojo. –Lo regañó su adorada novia, mirándolo con reproche.

 -¿Es que no vez como te mira ese patán? -Suelta con molestia. 

-¿Y es que no vez que yo no le hago caso? –Toma su mano por arriba de la mesa. –Mantén la calma. ¿Sí? 

-Está bien. –Habló con resignación. –Tu ganas, pero sabes que me la debes.

-Te lo compensaré, tranquilo. –Giña su ojo derecho sin apartar la mirada de él.

 -Anneliese... -La llamó. Esta sonríe de lado, esperando sus palabras. –Aishiteru... -Ann hizo una mueca, hace mucho Etsu no le hablaba en el idioma japonés, que hasta se le habían olvidado ciertas palabras. Etsu al notarla dudar suelta una pequeña risotada. –Te amo... 

-Yo te amo más. –Sonrió, claro eso era lo que significaba, jamás la iba a volver a olvidar. 

...

-Oye tú. 

-¿Sí? –Habló el joven con las mejillas sonrojadas. 

Etsu lo miró con una cara de molestia. Solo se había descuidado cinco minutos para llamar a Sorato. –El cual no atendió la llamada- Y ya Ann socializaba con ese chiquillo que no paraba de verla desde que llegaron al cine. Ann hacía la fila de las golosinas, mientras él llamaba a su hermano, había visto que el chico del mostrador no quitaba los ojos del ligero escote de su chica, molestándolo más, por eso había vuelto a su lado.

 -¿De verdad no nos puedes ayudar? – Dijo Ann haciendo un puchero. Le habían dicho que las gaseosa se habían acabado y tendrían que esperar mínimo media hora, pero su película comenzaba en quince minutos, no podían esperar y el comer todos esos dulces sin nada de líquido, no podían.

 -Yo... Señorita. –Tartamudeo el muchacho. 

-Verás, es que lo necesitamos urgente, nuestra película comienza en quince minutos. –Habló Ann con un tonito de voz meloso, que hizo que a Etsu se le erizaran los vellitos de la nuca. ¿Por qué su novia actuaba de esa manera?

 -No me diga... -Ann coloco sus codos en el mostrador, dejando una buena vista de su busto al chiquillo que le atendía. Etsu sentía que su sangre le hervía.

 -Señorita es que... -Tragó grueso.

 -Prometemos no decir nada... 

-Bueno tal vez... 

-Por favor. –Seguía con el mismo tono de voz. 

-Bueno, creo que aún queda un poco. Ann sonrió satisfecha, contuvo su deseo de saltar de alegría, sin embargo como buena chica, siguió con su juego de chica acongojada.

 -Me gustaría una de cola y a mí nov... ¡Etsu suéltame! –La joven no alcanzó a terminar su pedido, dado que en ese momento Etsu la tomo de su brazo obligándola a caminar hasta la salida.

 Ann volteo hacía atrás, el chico se miraba confundido con los vasos aun vacíos de refresco. 

-Oye Etsu ¿Qué te pasa?, Ese niño estuvo a punto de darnos nuestro pedido. –Dijo una vez se encontraban en el auto.

 -¡Que te pasa a ti! 

-¿De qué? 

-¿Qué fue eso? –Replico encendiendo el auto.

 -¿Qué fue qué? – Anneliese estaba confundida y aturdida a la vez. Etsu arranco el auto para sorpresa de Ann. 

-Ese comportamiento, jamás te había visto actuar de ese modo. –Expresó acelerando más el auto. Ann ya se estaba asustando, si Etsu no paraba se iban a matar. 

-Etsu baja la velocidad. –Pedía al momento de abrochar su cinturón. Sin embargo este no le hacía caso, pasándose dos semáforos. No le importaba en lo absoluto, estaba molesto por como su novia se comportó con ese modo extraño. 

Llegaron al edificio, Etsu bajo del auto dando un fuerte portazo, Ann lo miró aturdida. Hiló todo lo que había pasado llegando a una conclusión, su novio se había puesto celoso. Bajó del auto acercándose a él. 

-No es motivo para que te enojes. –Comentó bajo. 

-No estoy enojado. –Dijo fingiendo su molestia con malos resultados. Claro que estaba enojado, era evidente.

 -Entonces no te enceles, es solo un niño, sabes que te amo a ti... -Se acercó para besarlo pero Etsu se apartó de golpe. 

-¿Cómo quieres que no me encele? ¡Acaso viste como te comportabas! ¡No te reconocí! –Gritó fuerte, asustando a Ann. La chica se apartó un poco para luego fruncir el ceño. Estaba cansada de su comportamiento irracional y machista. 

-Etsu, por Dios. –Negó. -¡Tú eres el único que puede sentir celos en la relación! Te recuerdo que cuando pasó lo del avión, yo sentí celos. ¿Y qué hiciste para remediar las cosas? Hablar, resolver todo y darme de besos. Ahora que quiero resolver todo contigo tú no me dejas, no es justo de tu parte. –Soltó sin previo aviso. La manera de comportarse Etsu era injusta para con ella. 

-¡Yo no me estaba exhibiendo como lo hacías tú! –Esa fue la gota que derramó el vaso. Ann abre la boca asombrada, muerde su labio con fuerza para caminar hacia la entrada del edificio. Estaba molesta, Etsu no era nada justo. 

-Púdrete... 

-Ann. –Trató de remediar las cosas, pero ya era tarde.

 Ann ya se había perdido por la puerta del edificio. Pasó sus manos por su rostro, desesperado. Había sido muy duro con ella. Quería ir a arreglar las cosas, no, tenía que dejarla sola por un rato. Miró el auto y suspiro, dejó la billetera y las llaves en el vehículo, iba a dar una vuelta para despejar la mente.

 ...

El cabello de Ann se enredaba entre sus dedos, estaba temblando de molestia, sollozaba esporádicamente mientras narraba la historia a su cuñada que estaba del otro lado de la línea telefónica, necesitaba desahogarse, narraba la discusión que habían tenido hace apenas unas horas causado gracias a los celos enfermizos, Ann termino el relato con las últimas palabras de su novio. 

-Es un idiota... -Dijo la rubia negando. Si había algo que sabía de su hermano era que, es muy celoso, de eso no cabía duda alguna. –Eso no justifica su comportamiento... 

-Lo sé... -Ann limpiaba las lágrimas que salían sin reparo de sus ojos. Estaba cansada, quería cerrar sus ojos y que a la mañana siguiente todo pareciera un sueño lejano, quería despertar bajo la protección de los brazos de su novio. Era masoquista, pero lo amaba, y sabía que Etsu la amaba, por eso la celaba tanto. Aunque eso había sido el colmo. 

–Gracias por escucharme Kaz...

 -Para eso son las amigas. 

-Eres más que una amiga, Kaz... Eres como una hermana. –Expreso bajo. 

-Digo lo mismo, Ann. -Te lo agradezco tanto, pero quisiera... 

-Comprendo pequeña, no te mortifiques, descansa. –Y con decir eso colgó. 

Ann dejó el celular a un lado, tumbándose en la cama, Etsu ya se había tardado demasiado. Eran las doce de la noche y aun no llegaba, tenía un mal presagio. De hecho llevaba días teniéndolo, más no prestó atención, tal vez era el estrés de los estudios y el trabajo que la tenían así. No supo en qué momento se quedó dormida.

 El sonido de su celular termino por despertarla, se removió en la cama, no había nadie a su lado, Etsu aún no llegaba, miró hacía el reloj de la mesita de noche, notando que ya eran pasadas las seis de la mañana. El insistente sonido de su celular capto su atención. Lo tomó en sus manos, era un mensaje de su cuñada, lo abrió.

 El corazón comenzó a palpitar con fuerza, sus manos temblaban, lágrimas caían por su mejilla. Negaba con su cabeza, tratando de despertar del sueño, sí, seguro era un sueño. Debía despertar. Se pellizcó con fuerza y nada. Era verdad. Volvió a releer el mensaje, no se lo creía. 

"Mis hermanos han sido secuestrados" 

Esas simples palabras eran las que la terminaron de destrozar, la historia se repetía ahora con él, habían secuestrado a Etsu y a Sorato.

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Hola amores de nosotras, por aquí le habla @EileenloveM. Creo que es primera vez que hacemos un comunicado al final del capi dónde estemos las dos escritoras interactuando con ustedes. ¿Porque ahora? Se preguntaran, por una simple razón, caramelitos. Hemos llegado al final de la historia, Sí, como leyeron. Este es el último capi de esta historia. ¿Porque decidimos dejarlo con un final abierto? Por la simple razón de que, cuando terminen de leer este libro, viene el segundo libro de mi trilogía que esta en mi perfil. Los invito a buscarla. 
Les daré el orden de lectura, para que no haya pelé. 

Mi Existencia.

La verdadera Razón de Mi Existencia.

Descubriendo quién soy. 

Esta es mi trilogía que esta ligada a esta historia. Pueden leer primero la trilogía, y luego este libro, o al revés, no hay problema alguno. También si quieren saber de la vida de Anneliese, pueden visitar el perfil de: 


Con su historia. Las crónicas de Anneliese Johnson. 

Bueno este es el final por los momentos, pero no se desanimen, tendrán noticia de nosotras en el trascurso del año. 

Hoy es un día muy importante para nosotras. Hemos culminado nuestro primer libro; yo @Fanfic080615 les doy muchísimas gracias por sus apoyos, comentarios tan fantásticos, por esa emoción y estrellitas.
Es un día tan conmovedor inserten a Johanys llorando en cántaros gracias por estar con nosotras porque sin ustedes ésta historia no hubiese crecido al igual que nuestra inspiración. ¡Gracias! Nos vemos en la próxima.

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