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Desolación

Los días habían pasado tan rápido como se iban, la habían pasado de maravilla, su estadía en Colombia no pudo ser mejor. Pensaba Etsu, maravillado por el lugar, las costumbres y tradiciones, muy diferentes a los que estaba acostumbrado a ver.

La mañana había llegado, junto a una reunión de la familia de la amiga de Ann, se encontraban en la sala reunidos, esperando que la promotora de todo ello comenzara a hablar. La pareja tomadas de manos, miraban a la señora Michell, Ann la conocía, sabía que algo planeaba hacer.

-Bueno chicos, los he reunido hoy aquí porque necesitamos planear algo.

-¡Ay mamá! Tú y tus planes- Mencionó Layla. -Sí molestas.

-¡Señorita, aunque usted ya sea mayor de edad y viva debajo de mi techo, en ésta u otra casa me respeta!- La fulmina con la mirada. Etsu mirando la situación interviene sutilmente, apaciguando el ambiente denso que se había formado.

-¿Cuál es el plan, Señora Michell?

-Al fin alguien que me escucha. - Sonríe - Ya que mañana en la noche se van, mañana iremos a playa, estuve hablando con mi esposo y quiere tomar el día de mañana para descansar y queremos pasarla en familia. -Dice mientras su cónyuge la escuchaba atentamente y asintiendo su cabeza dándole la razón.

- Me parece una ida súper buena madrina- Sonríe la chica más joven de la habitación.

-Claro, de paso llegamos bronceados y presumimos nuestro viaje. -sonríe Etsu, mirando a su pareja.

-Siii.

-Por fin una buena idea- Murmura Layla mientras Andrés ríe.

-¡Layla!

-Ya Mami, ya.

-Salimos a las 7 de la mañana.

-Perfecto. - Respondió Etsu.

-Bueno chicos, ahora sí pueden ir a sus habitaciones y descansar.

A pesar de que aún era temprano para irse a dormir, ninguno objeto nada, no querían que la señora Michell se molestara.

Cada uno se dirigió hacia su habitación. Etsu se recostó en la cama, tomando su celular, hacía mucho no tenía noticias de su hermana. Necesitaba saber la situación en la que estaba en ese momento. Marca su número, esperando a que contestara la video llamada. Anneliese ya cambiada con su pijama, se recuesta del pecho de Etsu, mirando con atención la pantalla. Sabía a quién llamaba, por ello no pregunto nada al respecto. La llamada fue contestada, dejando ver a una hermosa rubia de ojos verdes del otro lado, estaba algo somnolienta. Y no era para menos, en Tokyo a penas y pisaba el alba.

Cuando terminaron de hablar con Kazumi era tarde y el sueño se apoderaba de la joven pareja, aún no se acostumbraban del cambio de horario. Tomaron una ducha y se acostaron... Pero, algo en la mente de Anneliese no la iba a dejar dormir esa noche.

Eran pasadas de la media noche, la preocupación de Anneliese al no ir a visitar a su familia le inquietaba, a ellos los habían enterrado en el cementerio de esa ciudad.

¡Necesito ir a verlos! Así sea un rato...

Esos pensamientos atormentaban a Anneliese una y mil veces.

Tu familia nunca te lo perdonaría, ¡ve!

Se debatía internamente, mirando el techo de la habitación a oscuras.

Y con esas últimas palabras de su conciencia se libra con cuidado del fuerte abrazo que le brindaba Etsu, sale de la cama con cuidado sin quitarle la mirada de encima, se coloca el primer Jean que ve, busca con cuidado una camisa que la abrigue, pero no encontró, toda la ropa era liviana, la única que tenía para abrigarla era su ropa de viaje.

Quizás no haya tanto frío...

Pensó y con mucho cuidado se asomó por la ventana, el cielo estaba nublado. No había rastro de estrellas.

¡Rayos!

Buscó entre su ropa vieja de esa pequeña habitación y se encontró con una chaqueta, la tomó, se colocó la primera blusa que vio y la chaqueta encima, se colocó unos zapatos cómodos, tomó las llaves del auto, ató su cabello y salió con el celular en mano, no sin antes mirar atrás y ver a su amado dormido.

Bajó las escaleras con mucho cuidado, tomó las llaves de la casa y salió, subió al auto y lo encendió. Respiró hondo, dio una última mirada a la casa para marcharse.

Al llegar al cementerio, se dio cuenta que estaba cerrado, suspiró derrotada hasta que vio un lugar por donde escabullirse, entró, era tenebroso, demasiado, lápidas por uno y otro y otro lugar, estatuas de ángeles y cruces, pero eso no lo veía Ann, solo quería ubicarlos, al llegar y ver las cuatro lápidas alineadas suspiró, acercándose hasta la tumba sin hacer ruido, sabía que solo estaba ella sola en ese lugar, pero tenía la necesidad de estar en silencio por un momento, meditando, y buscando las palabras para comenzar a hablar, se arrodilló y lloró con toda su fuerza y alma.

En su cabeza comenzaron a aparecer miles de imágenes de su familia, acordándose de varias cosas, un recuerdo salto a su mente, sacándole una pequeña sonrisa de sus labios, las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas. Por un momento, pensó ver a sus padres y hermanos a su frente, sonriéndole encantadoramente. Sabía que era su imaginación, su vista estaba nublada con las lágrimas, aun así no le importó, siguió mirando a su frente, era momento de hablar con ellos.

-Papá... Laura... Hermanos...- Chilló y miró al cielo, no se podía contener. -Mamá...- Bajó su rostro al sentir una gota de agua. -Los extraño tanto...- Su voz se iba quebrando cada vez más...- Me han pasado tantas cosas, fue difícil adaptarme a un país diferente, las miradas de desagrado y agrado, los murmullos, las burlas...- Limpia sus lágrimas. -Tenía mucho miedo y me sentía tan sola... Hasta que conocí a un muchacho- Su sonrisa se mostró aún con lágrimas. -Si lo vieses papá, lo aprobarías, es mayor que yo, pero me cuida, me proteja, se preocupa por mí, me respeta y sobretodo... Me ama, sé que a su lado estoy bien- Las gotas se hacen cada vez más- Estoy feliz a su lado y siempre me va a cuidar. Lamento no traerlo, pero él tampoco sabe que estoy aquí...- Suspira, pasando sus manos por su mejilla, limpiándola. - Pero tenía que venir, los extrañaba tanto y necesitaba contarles sobre él... Y muchas cosas, -Toma una pausa, aclarando su garganta. -Entré a la universidad, doy todo de mí... Me secuestraron, mi chico es agente del FBI y logró rescatarme, sé que estuvieron allí y no me dejaron sola y junto a él estoy viva. Los extraño, los extraño tanto... Pero ya me tengo que ir... Lo siento por no quedarme más tiempo, lo siento tanto.- Se levanta de su lugar, notando que ya la silueta que había visto antes, ya no estaba. Todo fue producto de su imaginación, sus padres no estaban mirándola, más sabía que siempre estaban allí para protegerla y cuidarla, donde quiera que estén.

La lluvia comenzó a caer junto a un relámpago, Ann se sobresaltó y allí se dio cuenta que tan tenebroso era ese lugar, se disponía a irse hasta que escuchó otro relámpago, la estaba asustando, y junto a él un cachorro llorar, Ann tomó su celular y alumbró, se le iba a dañar con la lluvia pero no importaba, solo quería encontrarlo, lo vio detrás de la lápida de su padre, se quitó la chaqueta, lo tomó y se fue. Al llegar al auto se quedó un momento allí, lo acariciaba y le daba calor. El pequeño animal estaba temblando del frío, se encontraba llorando, se notaba que no había comido en días.

Pobrecito...

Pensó Ann mirándolo con pena.

El primer relámpago se hizo presente, Etsu lo sentía muy lejano, así que no le prestó atención, el segundo se hizo contemporáneo, está vez más fuerte, iba a refugiar en sus brazos a su amada, ya la conocía y la asustaban estas cosas, al no sentirla se levanta, la busca con desespero por toda la casa, nota que su maleta estaba abierta y las llaves no se hallaban.
Toma su teléfono y empieza a llamarla. Temía que fuese otro secuestro, pero... Todo estaba en su lugar.

-Mierda Anneliese, responde- Cuelga y vuelve a llamar.

-Amor... Despertaste, no creí que...

-¿De qué cosa Anneliese? ¿No creías que no me iba a levantar? ¿Dónde estás?

-Yo stoy...e... rio

-No escucho nada. Hay muchas interferencias. Vente ahora y acá hablamos. -cuelga y la espera, con semblante serio, pero con una pizca de preocupación. Por cada minuto que pasaba, Etsu se preocupaba más. ¿Cómo su novia pudo ser tan insensata para salir con ese tiempo en ese estado?

Al ver la camioneta, abre la puerta al instante, mirando a Ann bajarse toda llena de lodo y con el cachorro en brazos, era peludo y de color blanco. Pasa por su lado, in inmutarse de la presencia de Etsu, ahora lo que importaba era la bola peluda que tenía en brazos.

-¿Dónde estabas? -Pregunta Etsu al verla ya en la habitación.

-Yo....mmmm

-¡Responde!- La miró con enojo -¿Estabas con otro?

Era incoherente lo que decía, pero fue lo primero que pensó. Por eso había salido de la casa, aun sabiendo que el tiempo no era favorable para hacerlo. Los celos lo estaban carcomiendo vivo en ese preciso momento.

-Estaba en el cementerio, no podía irme sin ir...- susurró bajito. Etsu relaja su ceño, se sentía un idiota al desconfiar de Ann, ella nunca haría eso, él le podía proporcionar toda la felicidad que le hacía falta, la mira.

-Me hubieses dicho amor, te hubiese acompañado- La toma del mentón y alza su mirada -Hay mucha peligro a estas horas.

-No quería levantarte.

-Pero en estos días que han pasado hubiésemos ido. - Ann agacha la mirada al sentir que el cachorro se mueve, le estaba tapando la respiración.

-¿Qué traes allí?

-Lo encontré y no lo podía dejar.

-Dejame verlo cariño. - Ann se lo muestra. -Ann...

-Por favor amor, lo cuidaré, te lo prometo, me cuidará en las madrugadas cuando vayas a trabajar. - Lo mira con carita tierna.

¿Cómo Etsu podía negarse a eso?

-Bien, pero hay que ducharlo y alimentarlo y tu igual. Así que rápido.

Ordena el castaño tomando en brazos al cachorro, ya se imaginaba que ese animal le iba a quitar toda la atención de su querida novia.

Ann se ducha mientras Etsu ducha al cachorro, lo alimentan y se van a dormir.

-¡Ahhh! No puede ser, no puede ser, no puede ser. –Gritaba con ímpetu Layla en la puerta de la habitación de los novios.

Etsu se levanta un poco sobresaltado, al igual que Ann, el cachorro que antes rasguñaba la puerta para salir a hacer sus necesidades se encendió debajo de la cama asustado, el grito de la castaña se había escuchado en toda la planta alta de la casa.

Ann restriega sus ojos, Etsu miró a Layla con una ceja alzada.

-¿Pasa algo, Layla?

-¡Tienen un perrito! –Gritó adentrándose a la habitación para buscar al cachorro Etsu suspira para negar. La amiga de su novia a veces era algo... Especial. Lleva su mirada hasta Ann, la cual se volvió a cubrir con las sabanas, no quería despertar, Etsu niega con una sonrisa para estirarse en la cama. Layla tomaba al cachorro y le hacía mimos como si fuera un bebé.

Etsu aprovechó su distracción para meterse entre las sabanas y repartirle besos en el rostro a su amada novia. La cual sonreía sin abrir los ojos.

-Es hora de levantarnos. –Susurró cerca de sus labios. Ann solo negaba, se sentía muy cansada. –Vamos, hoy vamos a la playa.

Y como si ese fuera el accionar que necesitará, Ann abrió sus ojos de golpe, para mirarlo a los ojos.

-Hola guapo, mejor levántate. –Río de su propia broma. –No seas tan flojo. –Etsu estaba a punto de replicar, pero la voz de una tercera persona lo interrumpió.

-Hey, par de fogosos, estamos esperando por ustedes. Anneliese sabes cómo es Michell, esa señora no le gusta que la hagan esperar.

Las mejillas de Ann estaban rojas, sabía que Layla sospechaba ciertas cosas en cuanto a su relación amorosa con Etsu, y no precisamente imaginaba cosas muy juiciosas. Conocía a Layla, y sí que la conocía bien. Una cosa era que ella supiera ciertos detalles de los cuales se privó de decirle, y otra cosa era que lo gritara a los cuatro vientos. Se sentía avergonzada, tal vez ya la familia sospechaba algo, o peor aún, se habían enterado recientemente con el grito de su amiga. Para los ojos de sus padrinos, ella era una niña aun, con su pureza intacta.

Pero otra parte de ella le decía que tal vez, ellos no pensarían nada de eso. Todas las variables estaban en su contra en ese momento. El que viva con su novio, en un país lejano, sin supervisión, era para poner el beneficio de la duda.

Por otra parte, Etsu estaba de lo más normal, el comentario de Layla no le molestaba ni un ápice, para él era de lo más normal, que se hablara de las relaciones carnales con tanta facilidad, aunque claro, pedía un poco de discreción en cuanto a ese tema. La relación que mantenía activa con Ann, era asunto de ellos, no tenía porque los demás enterarse de tal hecho. Bien, podrían sospechar, pero, Qué más da. Era algo normal hoy en día, aunque cabía la posibilidad de que los padrinos de Ann no compartieran esa misma ideología que la de él. Tal vez eran de la vieja escuela, y aun tenían presente el no mantener relaciones antes del matrimonio, era simplemente fornicar, más sin embrago, ya lo hecho, hecho estaba.

-¡Layla! –La regañó Ann, levantándose de la cama para acercarse a ella.

-No veo porque te pones así. Es tan obvio lo de ustedes. Querida amiga. –En ese momento Ann quería que la tierra se la tragará.

-Layla, ¿No te gustaría llevar al cachorro afuera? –Interrumpió Etsu la conversación, al notar a su novia hacerle la competencia a un tomate maduro.

-Claro. –Lleva su mirada al cachorro para sonreír. –Luego me explican como llego esta hermosura a la casa.

Ambos asienten, mirando como la loca amiga de Ann salió de la habitación más feliz que niño con juguete nuevo. Ann suelta un leve suspiro.

-Layla es tan

-Imprudente. –Completo Etsu cerrando la puerta de la habitación para mirarla.

-No es mala persona. –La excuso.

-Te comprendo. –Sonríe acercándose a ella. –No me molestó lo que dijo. En cambio a ti... -Ríe bajo tomando su mano.

-Mis padrinos pudieron haber escuchado.

-Es lo más probable.

-Etsu. –Lo golpea en el pecho. –Es un poco, vergonzoso.

-¿El que hagamos el amor? –Alza una ceja.

-No... Es solo que ellos tal vez piensen que... -Baja la mirada.

-Es comprensible, eres como su hija más pequeña. –Hace que lo mire. –Pero sabes algo que ellos no. –Ann niega. –Que nos protegemos y eso es lo importante. Me gusta estar contigo de todas las formas posibles, pero no seré irresponsable como para dejarte embarazada a esta edad. Menos ahora en la situación que nos encontramos. – Ann sintió que su corazón se saldría de su pecho. ¿Cómo era posible que ese hombre le moviera el piso de esa manera? Sonrió para asentir, se pone de puntillas y le da un casto beso en los labios.

-¿Me acompaña a la ducha, señor Ken? –Pregunta Ann, tal vez esa era la última vez que estarían de esa forma en Colombia, ese día le bajaría, por eso iba a aprovechar el tiempo bien.

-Con gusto mi querida esposa. –Bromea, aunque no quería que eso fuera broma.

Ann sintió la presión de unos labios sobre su frente, dejando que Etsu la mirara y acariciara su mejilla.

Etsu cerró la distancia entre sus rostros y beso sus labios con desesperación, ansiando ese encuentro desde hace mucho tiempo. –Hace tres días cuando hicieron el amor por última vez- Sintió como Ann jadeaba en su boca, mientras su lengua se hacía participe en sus bocas. Ambos comenzaron a jadear profundamente, completamente perdidos en el próximo placer que se darían y disfrutando de la anticipación de este mismo.

Etsu camino con lentitud hasta la habitación, sin importarle que ahora la ducha no fuera lo primordial. Con algo de urgencia, Etsu la depósito en la cama, posicionándose sobre de ella, intentando calmar su respiración. Por un momento dejo de acariciar su cuerpo, tenía que controlarse. No iba a negarlo, ver a su novia tan asustada hace un momento le había puesto nervioso y le había hecho titubear de sus acciones, por lo que ahora, no quería arriesgarse a lastimarla o incrementar el miedo. Se concentró en besar sus labios con todo lo que tenía contenido, intentando no volverse loco.

Pero, claro, la menor no estaba dispuesta a esperar ahora que estaba segura de lo que quería. Y lo que quería era que Etsu la hiciera suya como si no hubiese un mañana. Por lo que, se separó de él un momento, sentándose en la cama. Etsu pensó que se había arrepentido, pero grande fue su sorpresa, cuando Ann dirigió sus manos a los bordes de su camisa gris y con algo de rapidez se la quitó.

¿Lo más divertido? No tenía ningún tipo de sujetador debajo.

El castaño por un momento sintió como el aliento se le iba, al momento en que las bellas montañas de Ann se dejaron ver al descubierto. Nunca espero una acción tan atrevida de su parte, pues, hasta el momento, solo lo habían hecho con la luz apagada, sin dar alguna vista agradable de sus cuerpos desnudos. Ann estaba sonrojada, con la respiración agitada, y de repente, un poco de pudor llego a ella, obligándole a tapar sus senos con sus brazos, algo avergonzada. Pero esa simple acción había sido suficiente para que Etsu finalmente se dejara de toda inseguridad y temor y comenzara a realizar lo que había anhelado por semanas, pero que aún no había logrado hacer.

Con lentitud y morbo, saco la lengua y se acercó a ella, empezando a lamer su cuello. La menor se estremeció y gimió bajito, sintiendo la humedad lengua del Ken pasando de su cuello a sus clavículas, siguiendo el recorrido, pero al verse instruido por sus brazos, Etsu estiro los brazos y con algo de esfuerzo quito las manos de Ann y las paso por su cuello, para que ella tuviera algo en que aferrarse.

Una de sus manos se fue hasta una de las piernas de Ann, que acariciaba con lentitud, mientras su otra mano comenzaba a rozar su piel. Los nudillos de sus dedos comenzaron un recorrido desde su escote que fue bajando hasta su vientre, haciéndola estremecer. La menor no pudo hacer nada más que ocultar su rostro entre el hueco del cuello y hombro de su novio, aferrándose a su espalda, sonrojada y agitada.

Etsu dirigió sus labios al pecho izquierdo de Ann y con su lengua delineo la areola del pezón rosado que ella poseía. Lo hacía con tortuosa lentitud, mientras su otra mano seguía el recorrido por su vientre. Ann lanzo un largo jadeo en el oído del Ken, incitándolo a seguir, por lo que con calma, una de sus manos comenzó a jugar con el borde del elástico del short que Ann tenía puesto. Con la otra acariciaba su pierna y su glúteo, mientras ahora sus labios le regalaban varias succiones a sus pezones, haciéndola suspirar con fuerza.

Etsu no permitió pasar mucho tiempo, pues metió su mano en el short y ropa interior incluida, tocando el sexo de Ann directamente. Ella arqueo la espalda, dándole aún más acceso a él en sus pechos y por supuesto que no desaprovecho la oportunidad.

-...Ah...Ken...

Su apellido. Adoraba la forma en que Ann pronunciaba su apellido de ese modo tan único, tan lujurioso, tan necesitado. Por lo que, le brindo la atención merecida y comenzó a masajear con sus dedos el sexo de Ann. Ella gimió de nuevo, reclamando más atención. Etsu había abandonado sus pechos y ahora se dedicaba a succionar y besar su cuello, mientras de vez en cuando jadeaba por el temor de perder el control.

-¡A-Ah! ¡Ken...!

Y el castaño ya no podía contenerse más. Con algo de impaciencia, bajo un poco más su cuerpo por la cama y jalo bruscamente a Ann con él, dejándola completamente acostada y a su merced, en medio de sus piernas. Con desesperación, tomo sus shorts y los bajo con rapidez de sus piernas relucientes, con ropa interior incluida. Cuando Ann estuvo desnuda, se vio en la necesidad de que su novio también lo estuviera, quería sentir su piel contra la de ella y arder de placer en su contacto.

Se sentó, no menos desesperada que Etsu y con una señal le ayudo a quitarse la camisa azul que él, había usado hasta el momento. Y con esa misma desesperación, paso sus manos temblorosas por su pecho desnudo, bajando con lentitud hasta sus pectorales, hasta llegar a su pantalón, de donde ya resaltaba un bulto incómodo. Lo miro por un breve momento, como si pidiera permiso para hacerlo, a lo que Et dio un pequeño asentimiento. Quito el botón del pantalón comenzó a bajarlo hasta sus rodillas, donde la posición en la que estaba le impedía sacarlo por completo.

Etsu se puso de pie por un momento y termino por quitarse el pantalón, para luego quitarse el bóxer de un tirón, dejando que se deslizara por sus piernas y con un movimiento de pies, lo alejo.

Se acostó sobre ella de inmediato, en medio de sus piernas, dejando que su miembro rozara la entrada de ella, haciéndola jadear de placer. Lamia y beso de nuevo su cuello.

-¿Ves lo que me has hecho, preciosa? -Murmuró con la voz ronca lleno de excitación-...No podré contenerme...

Ella no dijo nada, solo paso sus brazos por su espalda, sabiendo lo que vendría, acomodando sus piernas alrededor de su cadera, dándole mejor acceso. Se besaron profundamente, mientras el autocontrol salía volando por una ventana y Etsu penetraba de un golpe a su amada.

La miraba fijamente, sus reacciones, su sonrojo, su cabello alborotado y después bajo su vista a esas dos montañas moviéndose rítmicamente al mismo tiempo que sus embestidas. Escucho como los quejidos de dolor de Ann comenzaban a transformarse en placenteros gemidos de placer, luego de que el ardor hubiera desaparecido y el dolor de la primera embestida se hubiese casi desvanecido.

Deposito un beso con delicadeza. Él se separó, mirándola a los ojos, acariciando su mejilla y luego soltándola con lentitud.

La pareja había bajado a desayunar luego de ese acto, aunque para ellos paso una eternidad cuando estaban en ese sagrado acto, para la familia solo habían pasado quince míseros minutos. La mirada de todos estaban puestos sobre ellos dos. Ann trataba de ignorar las miradas de ellos, pero su mente solo la martillaba.

Tal vez escucharon.

Se decía internamente, comiendo a bocado de pajaritos el desayuno.

-Bueno chicos, ya veo que están listos, terminen de comer para irnos a la playa. –La que había hablado era la señora Michell, rompiendo el silencio en la mesa.

Etsu asiente esta vez mirando al padrino de Ann, el señor Saúl.

-Antes quisiera pasar por la tienda a comprar.

-Oh, no hace falta. Llevemos todo lo necesario. –Interrumpió Andrés.

-Cállate enano. –Comenta Layla mirando al cachorro en sus piernas. Acariciando su pelaje.

-¡Layla! –La reprende su madre. -¿Qué haré contigo señorita? –Se encoge de hombros para levantarse de la mesa.

-No hace falta, Etsu, de verdad tenemos lo necesario. –Dijo Saúl amable. Etsu suspira para negar. Esa familia era igual de terca que Ann.

-No se preocupe, compraré lo que haga falta.

Los mayores solo negaron, Etsu no iba a desistir de su palabra. Andrés sonreía feliz y Layla solo miraba a Ann que hasta los momentos se mantenía en silencio.

Una hora había pasado, cuando llegaron a la playa. Etsu estaba más que maravillado por la hermosa vista del mar, no había ido a la playa desde el cumpleaños de Ann y eso había sido hace cuatro meses. La familia sonreía al ver el rostro de bobo de Etsu, claramente, le había gustado la vista. Se bajan del auto para acomodar las cosas en la arena.

Ann sonríe, tomando la mano de Etsu.

-¿Lindo verdad?

-Sin duda alguna. –Lleva su mirada hasta ella. -La vista es hermosa.

-Nos llevaremos un buen recuerdo de este lugar. –Etsu asiente de acuerdo con ella.

-Bueno, ¿Qué esperamos? Vamos a la playa. –Comienza a quitarse la camisa, dejando a la vista su buen formado cuerpo. Llamando la atención de varias chicas alrededor. Ann entrecierra los ojos, no iba a permitir que nadie se le acercara.

Se sorprendió de sus pensamientos ¿Cuándo se había puesto tan posesiva con su novio?

-Amor... -Habla lo suficiente alto para que la escucharan. Etsu lleva su mirada hasta ella, sin inmutarse de porque lo hacía, era normal que Ann lo llamara así en público, su pequeña estaba perdiendo la timidez y eso era bueno.

-¿Sí mi esposa bella? –Comenta acercándose más a ella.

-Te acompaño al agua. –Comenzó a quitarse el vestido playero que usaba, dejándolo donde estaban sus padrinos, Layla y Andrés no habían perdido el tiempo, ya estaban en el agua, esperándolos.

Etsu asiente, tomando su mano y entrelazándola, caminando hasta el agua. Las miradas tanto de hombres como de mujeres no se hicieron esperar. Etsu lo notó y sonrió con autoeficacia, algo que le había enseñado su hermana Kazumi desde muy pequeño. Ese día iba a ser algo cansador, pero iba a dar a demostrar a todos en esa playa de Colombia, que Ann era de él, y él era de Ann. 

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