7. Castigos de Mentira
Déjame decirte ahora
Cuando te tenía para mí
No te quería a mi alrededor.
Esas lindas caras que hacías y resaltaban en la multitud.
Pero alguien te eligió de entre el lío
Una sola mirada fue lo que bastó
Y ahora es muy tarde para mí
Para darte una segunda mirada.
Oh, cariño dame una oportunidad más.
Para mostrarte que te amo
¿No me dejarías entrar por favor otra vez en tu corazón?
Oh, cariño, estaba ciego por dejarte ir
Pero ahora te quiero otra vez.
I Want You Back, Jackson 5
📚
La cena de esa noche junto a la señora Kim, SeulGi y JongIn había sido tranquila. La menor hablaba sobre que ese día habían visto a un ídolo de una banda a la cual él no conocía, pero de la cual fingía interés al respecto sólo para seguirle la conversación; la señora JongSeun ni siquiera le prestaba atención a su hija, se dedicaba a mirar su teléfono celular y responder mensajes al igual que JongIn, quien estaba más silencioso de lo normal apenas comentando para burlarse de su hermana respecto a sus sueños de que un tal «TaeMin» se enamoraría de ella.
KyungSoo suponía o quería creer que tras lo sucedido en el auto, ahora JongIn intentaría controlar mejor sus emociones, de que haría el esfuerzo en encauzarlas de un mejor modo; evitando insinuaciones de índole sexual que pudiesen ponerlos en una situación incómoda, o al menos incómoda para él. Esperaba que realmente JongIn pudiese entrar en razón, aún si no era KyungSoo quien debiese encargarse a esa edad de la disciplina de un joven, éste parecía necesitar un cachetazo de educación moral.
—Ese TaeMin no se fijaría en ti a menos que te pusieses una berenjena entre las piernas —dijo JongIn.
—¡TaeMin no es gay! —exclamó SeulGi indignada.
—Claro, claro.
—Bueno, todo en la vida a su edad es posible, déjala soñar. Aún es pequeña... —acotó KyungSoo—. No como otros que creen que siguen en un cuento de hadas y las cosas se torcerán mágicamente a su favor.
—Hay fantasías y realidades muy parecidas, ¿sabe por qué? —le desafió JongIn—. Porque hay un sencillo pero arriesgado paso de uno a otro, y se llama lanzarse.
—Por eso en cuanto lo vea otra vez, me lanzaré a él aunque sea a abrazarlo o robarle un beso de su suave y blanca mejilla, tan rechonchita como colita de bebé.
—Ay SeulGi, qué cochina.
—¿Por qué? —le miró atónita—. Sólo estoy siendo sincera.
—La comparación no tiene nada de malo, lo que debes tener cuidado es de que no te echen de la agencia por algo así, debes hacerte responsable luego. Mejor evalúa si tus acciones no traerán graves consecuencias, te perjudicarías a ti misma —replicó KyungSoo.
—Profesor Do, ¡usted tiene mucha razón! ¡Gracias por advertirme! No aguantaría la tristeza si me sacan por algo así.
—¿Lo ves JongIn? Un buen consejo es mejor que una burla ignorante.
—No veo dónde podría salir perjudicado. Además nadie le pidió consejos. Si siguiese lo que alguien me aconseja, como ese alguien me dijo, no podría aprender, viviría con miedo a hacer lo incorrecto.
KyungSoo notaba que JongIn se esforzaba en darle una lección a él también, por lo que con gracia y aceptación, asentía a sus palabras sin reproche alguno. Intentar ir en su contra no tenía sentido, pero si quizá llegaban a un acuerdo, la convivencia sería más armónica; lejos del desastre que JongIn había iniciado en el auto, o mejor dicho continuado. Porque el menor no tenía ningún filtro al momento de hablar, y darle rienda suelta, era darle el gusto a la discusión que no les llevaba a ningún lado. Tal vez mejor sería, darle poco a poco la razón, hasta que no pudiese hacer más nada contra él.
El interés sexual de JongIn, sabía que no funcionaría jamás del modo en que éste deseaba, no cuando KyungSoo controlaba tanto sus impulsos y sentimientos, para evitar caer en enamoramientos prematuros y frustrados, difíciles de arrancar de sus entrañas.
***
Los días siguientes eran amenos y rápidos, durante la tarde libre del viernes se dedicó a continuar con la lectura de uno de sus libros; al releer la rima de JongIn, sonrió con melancolía, intentando recordarse a sí mismo hacía diez años atrás.
Deseaba haber sido tan libre en su corazón y osado en su actuar, como JongIn lo era. Deseaba haber podido disfrutar de decenas de amoríos sin compromisos ni ataduras, pero su corazón había sido bastante masoquista y su felicidad se había ido en espirales hacia el infierno dos veces, primero por alguien que no comprendía la simpleza de un no; y segundo por él mismo, al llegarle el karma y no aceptar aquella decepcionante simpleza de un no también.
No quería volver a vivir lo mismo otra vez. No quería que nadie pasase por algo así una vez más. Tenía miedo de perder el control sobre sí mismo, y si tan sólo accedía un poco, luego se vería irremediablemente hundido en la tristeza profunda. Así que mejor era decirle esa vez y las que fuesen necesarias, que no a JongIn también.
El domingo un rato antes del mediodía, antes de bajar al almuerzo al que había sido invitado durante la noche anterior, oyó desde la esquina del corredor en la escalera, la conversación que JongIn y el señor Kim mantenían en la sala. JongIn sonaba dramático y nuevamente desesperado por algo que nunca sucedería, mientras su padre le reprochaba a su favor.
—¿Cuándo se irá el profesor Do?
—Cuando pueda. Además ya sabemos que mínimamente va a estar un mes, y apenas van quince días.
—Pues para mí ya se sienten como quince años.
—Qué exagerado, ¿qué pasa con él, JongIn?
—Es un incompetente, le pedí amablemente que me recomendase un buen libro que haya leído, y me respondió despectivamente, como si yo no fuese a ser capaz de comprender sus gustos.
Definitivamente alguien estaba buscando atención de un modo extravagante e infantil, pero por lo visto no era lo suficientemente valiente para regresar a él tras lo sucedido en el auto. Tal vez había logrado que JongIn se arrepintiese y ahora lo había inhibido por completo.
—Quizá tiene razón.
—¡Papá!
—Quizá deberías leer algo acorde a tus intereses.
—Lo estás defendiendo.
—Por supuesto, tú tampoco eres un santo JongIn. Ya me advirtió SeulGi que vas a pedirle usar su baño. Deja de hacerlo, respeta la privacidad de Do.
—Sólo fue una vez y era porque estaba muy apurado.
—Pues aguántate o haz en el patio.
—Qué asco. No soy un perro.
—Entonces no molestes a la gente sólo para jugar. KyungSoo a menos de qué a sí lo desee, no es ni será tu amigo. Sólo está siendo educado, así que no pongas a prueba su paciencia, no me haré cargo si te manda a la mierda, JongIn.
KyungSoo no pudo evitar carcajearse en silencio al oír la enorme mentira que JongIn contaba, y en efecto, el señor Kim no parecía creer en lo absoluto la anécdota. Incluso ya tenía el permiso de literalmente, mandarlo a hacer caca al jardín si volvía a molestarle. Lo único que había llamado su atención era que hubiese inventado algo tan elaborado como la recomendación de un libro, por lo que supuso que sería bueno considerar la idea. Aunque dudaba que JongIn fuese realmente a leerlo.
***
Después del almuerzo y un té digestivo que compartió en el jardín junto a la señora Kim y SeulGi, KyungSoo subió con intención de regresar a su habitación nuevamente. La puerta de JongIn estaba cerrada, y con el plan aún en mente, tocó de paso y sin titubeo tan sólo una vez, apareciendo JongIn abruptamente como si hubiese estado esperándole detrás.
—Eso fue rápido.
—Es que iba a ir a molestarlo.
—Qué amable, pero creo que seré yo quien lo haga esta vez.
—¿En serio? —sonrió entusiasmado.
—Ven un momento —se giró, avanzando por el corredor.
—Wow, esto es más excitante que lo del auto, me estás llevando a tu habitación por tu propia cuenta —soltó irónico al entrar tras él.
—¿Quieres leer un libro?
—Oh, sí, cómo no se me había ocurrido. ¡Eso es exactamente lo que necesitaba para calmar mi excitación!
—Podrías encontrar títulos interesantes si algún día decides entrar en una librería.
—¿Acaso me escuchó hablar con mi padre? —alzó una ceja con notable curiosidad.
—Sí.
—Qué chismoso, pero bueno, lamento decepcionarlo, era mentira.
—Ah, ya lo imaginaba. Pero igual, ponte a leer un poco —le entregó el libro del escritorio con brusquedad.
—¿Por qué? —perplejo lo tomó sin procesar lo que estaba ocurriendo.
—Por mentir. Es tu castigo.
—Usted no puede castigarme.
—¿No?
—¿Qué está pretendiendo? ¿Confundirme aún más?
—Si estás muy aburrido, en vez de inventar cosas y molestar gente, podrías hacer algo más productivo y gastar esa energía en crear algo.
—¿Y qué se supone que cree con esto? —alzó el libro con un gesto despectivo.
—No lo sé. Tú piénsalo. Ahí está tu fechoría, limonada y piña colada —sonrió cruzándose de brazos—. Quizá se te ocurra algo más.
JongIn no se veía convencido en lo absoluto, y lo cierto era que ni él mismo comprendía a qué punto quería llegar, pero al menos pondría al menor a hacer algo más interesante de su vida que hurgar en la suya.
—¿Quieres que escriba? —dijo con decepción.
—¿Quieres desarrollar tu encanto?
—Um... —lo pensó un instante—. ¿Me vas corregir luego? —cuestionó interesado.
—No puedo corregir algo que salga de tu corazón, pero sí apreciarlo.
—¡Ah! —contuvo el asombro—. Con que a eso se refiere a encanto...
—¿A qué?
JongIn se acercó unos centímetros a su rostro, presionando el libro contra sus brazos y murmuró con travesura algo remoto y conocido.
—Si se lo digo, no lo aprenderá.
Tras su sonrisa seductora, JongIn se volteó para largarse.
KyungSoo sintió para su pesar y también felicidad, el brote de una semilla que apenas comenzaba a ser regada, una chispa de fuego en medio del frío de su corazón, y un par de cenizas sacudiéndose en el pasado, queriendo arder en forma de algo nuevo. JongIn se comprometía a algo con tal de darle el gusto, y eso para su mente, era estimulante.
Ridículamente más caliente que el sol en verano.
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Besituuus, muchas gracias por leer <3 ❤
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