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6. La Línea Invisible de los Límites

Fiebre mortífera, nunca te desvanezcas
Sé mi calmante, porque yo no me automedico
Y arde como el gin y me gusta
Pon tus labios en mi piel y seguro estalles
Duele, pero sé cómo esconderlo, y me gusta.
Malas, malas noticias
Uno de nosotros va a perder
Eres la pólvora y yo la mecha, sólo haz algo de fricción.
Tú eres mi extraña adicción
Los doctores no pueden explicar
Mis síntomas ni mi dolor
Pero tú, eres mi extraña adicción.

My Strange Addiction, Billie Eilish






📚







Por la mañana podía jurar que su corazón había saltado alborotado tras oír a KyungSoo ofreciéndose a ir a buscarle al día siguiente. No era esa su intención, pero evidentemente el destino estaba jugando a su favor, o en efecto, el profesor también pretendía sumirse en alguna fantasía más íntima junto a él.

A JongIn no le importaba en lo absoluto que KyungSoo fuese un gran amigo de su padre, porque no se trataba de otro viejo decrépito casado y con familia, ni de un joven desagradecido, aprovechando de la bondad temporaria. KyungSoo era un hombre joven, lleno de energía aún, y también de sensualidad oculta que se encargaba de enmascarar muy bien tras su fachada seria y de a ratos falsamente amable, sólo para mantener las buenas formas con él y no crear un ambiente pesado.

Aún si JongIn quería mantener la compostura esa mañana, de a ratos no podía evitar espiarle por el espejo en el auto tanto en la ida como la vuelta; mirando a KyungSoo por un lado, y conversando a modo de distracción con su padre por el otro. Una parte de él, seguía emocionada de tener la atención del mayor, de saber que aún si éste se notaba confundido, había un gran interés rodeándolos, intentando acercarse sin forzarse, solamente dejándose llevar por los acontecimientos que él también, había comenzado a encaminar a su favor.

No era su intención correr a la habitación contigua y pedirle pasar a su baño, había golpeado a SeulGi antes varias veces, pero ella estaba por igual deshaciéndose de los garbanzos que la señora Lee había cocinado, y su madre estaba bañándose abajo, y en lo absoluto le gustaba interrumpirla por más apurado que estuviese; la idea de ir al patio y orinar en los arbustos seguía intacta como hace años le había tocado hacerlo muy para su vergüenza. Pero ahora no le era necesario, había un baño libre y estaba pegado a su habitación, además esa seguía siendo su casa, y KyungSoo no podía ser tan insensible como para no dejarle pasar.

Claro que el resto de lo que había hecho en su baño, era parte de una descontrolada emoción al haber avistado una remera húmeda en la bañera, y que aún conservaba el aroma a sudor mezclado con perfume. La intención sólo era olfatearla, como un salvaje animal, tratando de recordar su aroma para luego rememorarlo al irse a dormir, pero la imaginación aún volaba veloz a su edad y las hormonas seguían trabajando intensamente, animándolo a todo aquello que nunca se había propuesto; aquello que ahora parecía ideal.

Cada momento calzaba a la perfección, como su mano sobre su miembro tras acabar con su primera necesidad, y la otra sosteniendo la remera de la cual no despegaba su nariz. El olor fuerte a vainilla penetrando sus fosas nasales, era un grito a hacerlo, a sentirse un poco perverso y sucio, así como jamás lo había experimentado antes, excepto hasta ahora, que le urgía ver hasta dónde llegaría. Siempre había una primera vez para todo, y en su caso se resumía a liarse con uno de los huéspedes que nunca le habían hecho ilusión.

KyungSoo, sin miedo ni inseguridad alguna, era la primera persona que deseaba se metiese sin permiso alguno en la madrugada a su habitación y asaltase su cama con la única intención de cogerlo en silencio. La adrenalina corría por su sangre de sólo imaginarlo, aunque era un pensamiento turbio y violento si se tratase de un desconocido, sabía que el tira y afloje entre ambos se había convertido desde el primer día en una tensión sexual ineludible, pero que KyungSoo intentaba ocultar.

Eso hasta esa misma noche en la que JongIn asaltó su baño y con descaro le hizo saber que se había masturbado allí dentro. Hasta haber visto con sus propios ojos, que en la entrepierna de KyungSoo, había una gran resistencia, finalmente haciéndole frente.

***

El auto negro brillante, parecía recién lustrado, estaba aparcado a pocos metros en el estacionamiento de la academia. KyungSoo esperaba de espaldas parado contra la puerta del copiloto, fumando un cigarro con la paz que pocos reflejaban en sus rostros depresivos y nerviosos de hoy en día. JongIn avanzó hasta él, sigiloso y decidido bajo la oscuridad cual cazador hasta sorprenderle de frente con una mirada perspicaz.

—No sabía que fumaba.

—Oh, JongIn, ¡buenas noches! —se sobresaltó bajando el cigarro—. No te preocupes ya lo apago.

—No me molesta. De hecho, papá y mamá fuman de vez en cuando en el patio.

—¿En serio?

—Sí, pero no es tabaco —rio.

KyungSoo bordeó el auto para entrar y él por igual se metió en el asiento copiloto sin consultar.

—Esa parte de tu padre no la conocía —giró la llave del motor.

—Bueno, quizá él te lo cuente pronto y te invite un poco.

—Sería todo un show.

—Papá siempre es un show cuando habla del pasado.

—Ya lo creo.

Con una sonrisa KyungSoo arrancó y pronto las avenidas principales quedaron atrás, JongIn se distrajo con su teléfono un par de minutos, respondiendo mensajes, antes de dar inicio con sus planes que obviamente consistían, en seguir incomodando la cordura de su acompañante.

—Y, ¿soñaste al final con cosas lindas? —comentó con una leve ojeada hacia él.

—No comiences por favor —pidió KyungSoo sin despegar la vista del frente.

—Yo soñé algo genial, pero lo olvidé.

—¿Y cómo sabes que fue genial?

—Porque tenía esa sensación al despertar. Era un sentimiento agradable, que me llenaba de plenitud. ¿No le ha pasado antes?

—Quizá... Pero por el contrario, en vez de ser algo agradable, despierto llorando y lo olvido tan pronto, que luego sólo es angustia por no poder recordarlo.

—No haga que me deprima.

—No era mi intención, tú iniciaste...

Decidió mantener el silencio un rato, se acercaban al peaje y la autopista era un tramo largo antes de llegar a la ruta que los desviaba hasta los barrios de los suburbios. Por unos minutos, sintió que habían muchas cosas por saber aún de KyungSoo, cosas que probablemente no sabría ni siquiera su padre, o eso quería creer, porque la idea de que su padre realmente supiese tanto del profesor Do, sonaba hasta obsesiva, como si verdaderamente se hubiesen convertido en uña y mugre.

JongIn quería creer que habría una parte de la vida de KyungSoo de la que sólo él pudiese ser conocedor y confidente algún día. Quería que el mayor se lanzase a él, así como él lo estaba haciendo sin pudor alguno. Quería un poco de placer durante el tiempo que KyungSoo se quedase, y aún no sabía por dónde atacarlo ni cómo comprarlo. Pero al parecer las insinuaciones sexuales, lentamente daban resultados.

—¿Usted no sale con otros profesores a embriagarse?

—Sí, pero supongo que ahora que mi casa se incendió, todos se compadecen y por respeto no me avisan.

—¿Y no le molesta?

—No, de hecho es un alivio, antes vivía en el centro, y mi departamento acababa siendo víctima de quienes no podían volver a sus casas. Además tampoco me fascina acabar ebrio por las calles a esta edad, sólo quiero regresar a casa y dormir —acotó dedicándole una mirada—. Admiro el aguante de tu padre.

—Ah, es mentira —respondió con simpleza. Si había algo que JongIn deseaba era que la gente dejase de tenerlo en un pedestal—. A él sí le gusta emborracharse. Seguramente dejará el auto en el estacionamiento de la facultad y volverá en taxi, y mañana usted lo tendrá que llevar al trabajo. Así que no se sorprenda si un día lo invita con ellos.

—Ojalá no lo haga.

—Dile que no.

—No podría hacer eso —cabeceó—. No con todo lo que ha hecho por mí hasta ahora.

—Si crees que le debes algo, tan sólo piensa en que nunca se lo pediste. Papá hace más de lo que debe siempre. Y sabe que no puede exigir lo mismo. Aún si se molesta un poco, simplemente dile que no, pero con seriedad, nada de ablandarse, porque te arrastrará hasta convencerte —echó la cabeza hacia atrás y le observó de perfil—. Tal y como lo hizo para que vengas a nuestra casa.

—Suena a algo difícil. ¿Cómo puedes ser tan rudo con tu padre? —se asombró KyungSoo sin despegar su concentración del camino.

—No es ser rudo. Ellos me enseñaron límites, a ponerlos y respetarlos, pero si tú no los respetas contigo mismo, ¿cómo harás que los demás lo hagan?

—Sé poner límites —aseguró, y tras una breve pausa, acotó—. Con quienes debo hacerlo.

Si aquellos límites de los que KyungSoo hablaba, no eran un mensaje oculto e inconsciente dándole a él un claro indicio, entonces no sabía que más podría serlo; quizá no era la intención darle la connotación que JongIn estaba pensando, pero eso perdía valor cuando podía usarlo a su favor.

—¿Seguro? —lanzó un sugestivo murmullo y su mirada se reposó con intensidad sobre el rostro apacible de KyungSoo, quien conducía inmóvil.

Entonces JongIn aprovechó, tomó lo poco que le ofrecía el momento, y apoyó su mano en el hombro tenso, ejerciendo una leve presión con sus dedos, provocando una leve inclinación del rostro del mayor.

—¿Qué haces?

—¿Qué hago?

Si la adrenalina de la noche anterior había sido extasiante, entonces el viaje de esa noche era inefable, lo había estado ansiando durante todo el día e incluso idealizándolo durante la madrugada. No sabía el cómo, pero de un modo u otro, tenía que hacer hervir la sangre de KyungSoo hasta que éste no se resistiese y se lanzase a una pequeña aventura como la que él estaba dispuesto a tener. ¿Qué tanto le podría costar sucumbir ante algo que lejos estaba de ser prohibido sino una travesura, algo que les daba curiosidad, pero también resultaba divertido?

—Estoy conduciendo, JongIn.

—Sí, ya lo sé...

Lejos estaba de sentirse culpable o arrepentido de intentarlo, y deseaba que KyungSoo tampoco se sintiese así, por lo que con la mano ascendió para acariciar suavemente su cuello, hasta alcanzar su oreja y frotar entre su dedo índice y pulgar el lóbulo, logrando que KyungSoo suspirase frustrado.

—Entonces por qué mierda me estás tocando de ese modo.

—¿Dónde están tus límites, KyungSoo? —sonrió.

—Los estoy poniendo ahora mismo. Quítame la mano de encima.

—No parece —bajó la misma al notar la seriedad en KyungSoo, se giró por completo y cruzó las piernas sobre el asiento—. No te esfuerzas lo suficiente.

—No es fácil si te comportas así.

—¿Así cómo?

—Como si estuvieses coqueteando.

—Es exactamente lo que estoy haciendo desde que usted llegó —espetó—. Pero veo que no estás muy interesado...

—Por supuesto que no —declaró.

—En ponerme límites a mi.

En un último intento desesperado, avanzó con su mano hasta el muslo de KyungSoo, pero se sobresaltó cuando éste presionó el freno y estacionó abruptamente; de repente la emoción lo arrebató en un segundo, sin poder creer que había logrado tan pronto y con éxito sacar a KyungSoo de sus cabales, ¿realmente lo iba a coger ahí mismo en medio de la ruta, en su auto? Porque esa era la experiencia más excitante que estaba a punto de vivir en toda su vida. Su corazón latía violento, mirando expectante a KyungSoo, esperando el siguiente paso, pero los segundos avanzaban y éste miraba hacia el paisaje oscuro con una serenidad implacable, y también con una extraña nostalgia.

—Vete al asiento de atrás.

—¿Eh?

—Es mi auto, siéntate donde te ordeno, y deja de molestar —entonó alto—. ¿Acaso quieres provocar un accidente?

—¿Es en serio?

—¿Parece que esté bromeando? —continuó con severidad.

—¡Es un completo idiota! Un maldito estúpido. ¿Tanto le aterra que le esté coqueteando? ¡Podría haber sido simplemente franco desde el inicio en lugar de devolverme esas sonrisas!

—JongIn, por favor, ¿de qué estás hablando? ¡Todo este tiempo he sido amable contigo, y creí que tú también lo estabas siendo!

—¡Dios, tienes treinta y pico de años y juegas a que no entiendes un sencillo coqueteo!

—Y tú no entiendes que un no, es un no. Te comportas como un caprichoso. Ni tu hermana es así.

—Ni siquiera nos conoces. No asumas cosas que sólo has visto en menos de dos semanas.

—Es lo justo y necesario para mi que poco sé de ustedes. Tienes serios problemas para respetar la privacidad ajena.

—¡Eso no es cierto! —negó con desespero, se cruzó de brazos y giró el rostro hacia la ventana.

—Por favor JongIn, es lo único que has hecho hasta el momento —dijo con más calma—. Admítelo.

—No lo he hecho nunca...

—Sigue mintiéndote, no llegarás a ningún lado. Ve a sentarte atrás, no arrancaré hasta que lo hagas.

La frustración era más grande que la emoción y excitación que lo habían abrumado hacía pocos minutos. Ciertamente el rechazo de KyungSoo estaba golpeando sin consciencia alguna en su intacto orgullo. No era como si algunas veces no hubiese fracasado a la hora de conquistar a alguien, pero cuando se trataba de hacer caer un hombre dudoso aún de su sexualidad, JongIn ponía todo su empeño y acababa por convencerlos, otorgándole la confianza de que con él todo estaba en secreto, porque no era como si estuviese interesado tampoco en una relación seria. El amor era algo que sentía lejano de su vida, y su cuerpo iba más rápido que su mente. Quería profundo contacto antes que intensos sentimientos, sin necesidad de sentirse atado a nadie. Pero de repente quería también, poder estar detrás de KyungSoo las veinticuatro horas del día, y así descubrir porqué se resistía tanto a un desliz pasajero.

JongIn soltó un suspiro pesado y se removió el cinturón de seguridad, se fue al fondo quedando sentado en el medio, entonces KyungSoo procedió a retomar el viaje; sin embargo tras cinco minutos, no toleró más el silencio. Quería aclarar más las cosas aún si KyungSoo no quería oírle más, para él era necesario, quería sacarse el nudo de la garganta y no le importaba si lo mandaba a callar.

Cualquier cosa era válida si tan sólo le daba algo de atención y lograba capturar su oscura y profunda mirada a través del espejo retrovisor, un rato más.

—No estoy mintiendo, nunca fui así. Nunca me interesó conocer ni provocar a nadie de la forma en que lo estoy intentando contigo, sólo entro en confianza con la gente fácilmente... Y tú no me dejas.

—Entonces deja de intentarlo.

—¿Por qué? ¿Tanto te aterra la idea de que te guste otro hombre?

—Ni siquiera me conoces. No hagas deducciones homofóbicas en base a un simple no. Estás haciendo una tormenta en un vaso de agua —le respondía ojeándole con esa anhelada atención.

—Entonces haga lo que le pedí.

—¿Qué cosa?

—Enséñeme.

—¿A qué?

—A encantar —sonrió.

—Lo lamento, JongIn. Pero no soy un mago —cabeceó, riendo.

Dándole ese tonto aliento a seguir avanzando, haciéndole perder a él la cordura. KyungSoo actuaba rápidamente, como si nada hubiese pasado. Como si verdaderamente estuviese acostumbrado a soportar las locuras de los adolescentes y tan sólo tratase de comprenderlos. O fingir que lo hacía para poder controlarlos.

—Cierto. Sólo eres un discípulo honrado que se siente en deuda con mi padre. Qué triste sería si alguien corriese el rumor de que miras a escondidas a su hija menor mientras se baña.

—Ni siquiera bromees con algo así —le fulminó fríamente y luego ablandó su tono otra vez, provocando aquella montaña rusa de facetas que lentamente lo enloquecían—. Sabes JongIn, de hecho con esto, sólo estoy comprobando lo infantil que eres. Porque para mí no sería ningún problema llegar a tu casa juntar mis cosas e irme. Pero me pregunto si eso es lo que realmente tú desearías. Porque te restaría muchos días de más intentos frustrados por hacerme sacar de mis casillas.

—¿Entonces es un reto?

Aún si no lo era en lo absoluto, si la amenaza que le había hecho era algo digno del rechazo de KyungSoo, éste seguía tratándole con amabilidad y una escondida diversión. Le había descubierto, era cierto, no deseaba que se fuese tan pronto porque eso significaba haber fallado en su conquista. KyungSoo le daba la oportunidad también, de volverlo loco una vez más, pero así para JongIn la verdadera y traviesa diversión se perdían en su inconsciente porque de hecho, ya había fallado.

Y algo le decía que KyungSoo estaba en espera de algo más, de nuevos planes en su contra y mejor elaborados.

—Sólo si quieres quedar en vergüenza frente a tu familia.

—Yo no tengo vergüenza, tú sí. Y si es como papá asegura, que tienes tantas cualidades de él, entonces estaré fascinado por comprobar tu pasividad ante mis faltas de respeto.

—No confundas las cosas, yo también te puedo faltar el respeto sin vergüenza alguna, pero tengo valores y límites, intento ser agradecido con tu familia, no cobrarme con el descarado de su único hijo varón. Si fuese eso lo que desease, no haría las cosas del mismo modo que tú.

—¿Y cómo lo harías? —alzó una ceja.

KyungSoo no le devolvía la mirada por el espejo y eso lo ponía ansioso, de repente volvieron a frenar, y JongIn miró hacia afuera curioso; apenas se había dado cuenta de que ya estaban en la entrada de la casa. KyungSoo se giró, enfrentándole a una distancia más corta que de costumbre pero prudente, y pudo sentir la intensidad de la oscuridad devorar en su interior, los labios se movieron mágicos delante de sus ojos, dejándole con el sabor más agridulce que nunca antes había experimentado.

—Si te lo digo, no aprenderías nunca el encanto.

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Muchas gracias por leer, bonita semana <33 💘🤓😘

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