26. La Eternidad es un Instante
Eres una obra de arte
Con sólo mirarte
Algo que da paz
Cariño, eres un amor
Cariño, pintas en color
Quiero tanto devorarte
Esta vez besarte
Si es que soy capaz
Cariño, eres un amor
Cariño, pintas en color
Hay algo en ti, bebé
Puedo ser tu bebé si es que no te vas
Puedes hablarme pero tú ya sabes
Cariño, eres un amor
Cariño, pintas en color
Hay algo en ti, bebé.
Cariño, The Marías
📚
—JongIn.
Los ojos de KyungSoo brillaron cual constelaciones al verlo nuevamente en la puerta del edificio. El cabello revuelto cubriendo parte de su frente, el ceño ligeramente fruncido y sus labios abultados, los jeans rasgados en las rodillas, y una camisa bastante holgada donde las mangas eran tan largas que tapaban sus manos. Pero por sobre todo lo que más brillaba, era la suave sonrisa formándose lentamente en el rostro de miel.
KyungSoo se separó del abrazo que estaba dándole a YiXing en despedida y éste se giró también sonriendo.
—JongIn, por fin volviste, ¡KyungSoo ya estaba por hacerte un amarre!
Por primera vez vio riendo genuinamente a JongIn ante algo que YiXing decía. Se acercó hacia ellos con notoria timidez en su rostro, evitando mirarle directamente y concentrándose sólo en su amigo.
—YiXing, perdón por haber sido tan hostil contigo...
—No tienes que pedirme perdón, tienes que hacer las pases con alguien más —asintió palmeando su hombro—. Y llegaste en buen momento, hace unos días conseguí con quien mudarme.
—¿En serio?
—¡Sí, más rápido de lo que esperé! Fue una suerte que ese chico SeHun estuviese buscando asilo.
—¿SeHun? —le miró JongIn sorprendido.
—Bueno, YiXing, fue un placer tenerte, puedes visitarme cuando desees. Pero será mejor que te vayas ya —se apresuró a insistir.
KyungSoo nervioso, recordó cómo SeHun una semana atrás se había aparecido por su facultad en busca de compañeros de departamento, o más bien en busca de un fracasado intento por coquetear que no tardaría en aclarar más tarde con JongIn.
—Al final nunca pudimos cenar, estoy seguro que vendrás una noche y así KyungSoo cocinará para los tres —murmuró JongIn al final, sorprendiéndole también ante la propuesta.
YiXing sonrió una última vez y asintió, tomó la valija, la misma con la que había llegado el primer día hace poco más de un mes y agitó su mano en un saludo antes de entrar al taxi que le esperaba en la calle.
Allí se iba la pieza desencadenante de todo lo acontecido desde su llegada hasta ese mismo día. Tal vez las cosas podrían haber sido más fáciles en la vida de todos si nunca se aparecía, o si simplemente le decía desde el inicio que no quería verlo ni tenerlo en su casa. Pero no sentía que ese fuese el modo correcto de afrontar la situación. Quizá se hubiese ahorrado problemas con JongIn y de esas dos semanas de extrañarlo intensamente, conteniéndose como el enamorado que era de llamarlo o aparecerse en su casa sin previo aviso, pero si no se contenía él, entonces, ¿quién más?
Siempre había sido el del control en sus emociones y ahora más que nunca le había tocado sofocarlas con el fin de dejar a JongIn reflexionar en paz. Su idea era darle un mes, tal y como se lo había dado a YiXing, y sino, buscaría él la respuesta en persona una vez más para saber si todo había acabado finalmente, porque tampoco iba a quedarse esperando eternamente, ni mucho menos quedarse lleno de dudas.
Sin embargo, tener a JongIn nuevamente delante de él, hacía latir su corazón como un pobre, joven y tonto chico enamorado. Lleno de esperanza, deseoso de volver a empezar, de confiar en que JongIn traía buenas intenciones y si se equivocaba, entonces estaba seguro de una sola cosa, que hasta ahí habían llegado con aquellos revolucionarios sentimientos.
—No esperaba que se fuese tan pronto —acotó JongIn.
—¿Quieres que le diga que vuelva? —bromeó.
—Lo que decidas estará bien. Eres libre de elegir.
—Qué alivio, porque comenzaba a ser algo abrumador tenerlo en casa, es muy desordenado —sonrió.
—KyungSoo —se acercó un paso más, mirándole sólo a los ojos, sabía que estaba conteniendo sus manos con las que tironeaba los bordes de sus mangas—. Te extraño.
—También yo, te extrañé, pero ya estás aquí —tomó una de sus manos.
—Sí, pero sigo sintiendo que te extraño, como si fuese desde antaño.
—Bueno, sólo fueron dos semanas. Estoy seguro que ni a tus padres extrañarías así —rio.
—Y tengo miedo de que si te beso, pueda hacerte daño.
La declaración, tal y como lo había sospechado, sigilosamente, se estaba convirtiendo en un poema. El calor en su corazón, la felicidad acrecentándose era abrumadora cuando JongIn recurría a sus rimas para confesarse. Era tierno y cautivante, tanto como lo había sido desde el inicio.
—No vas a hacerme daño. Confío en ti, así como tú confías en mi. ¿Cierto?
—Sí. A nuestro ritmo... Despacio.
—¿Es bonito así no? —tomó su mejilla.
—Así nos evitamos el cansancio.
—No tienes que seguir rimando —lo atrajo finalmente en un abrazo, notando como JongIn seguía conteniéndose de avanzar un poco más.
—Me sale sin darme cuenta, debe ser porque estoy muy nervioso —murmuró contra su pecho y se aferró también con los brazos a su espalda—. Siento como si me estuviese declarando ante ti, otra vez y por primera vez.
—Lo sé.
—Perdón y gracias por tenerme paciencia.
—Gracias por tenérmela también —le alejó para mirarle comprensivo—. ¿Subimos?
—¿Crees que está bien?
—Lo que tú elijas estará bien —besó su frente.
—Te amo, KyungSoo... Y quiero estar contigo, quiero tu compañía y ofrecerte la mía sin ser una molestia.
—No lo eres. Me gusta estar contigo. Yo también te amo, JongIn.
Si dos semanas no habían sido suficientes, entonces no sabía que más podía serlo, pero probablemente lo descubrirían a medida que seguían avanzando poco a poco en su relación. KyungSoo lo besó en la boca para concluir con el deseo ansioso y JongIn llevando las manos a su cuello, se dejó llevar en el reencuentro de sus labios.
La vida no era emocionante sin un poco de adrenalina. Sin el balance adecuado entre paz y guerra. Entre pasión y razón. Nadie les juraba que aquello sería eterno, ni tampoco igual en todos sus polos. Pero el complemento, la fascinación por lo opuesto traspasaba las fronteras de sus propios sentimientos. Los hacía chocar tanto que ambos debían enderezarse, no sin antes abrirse a un nuevo camino juntos.
Las chispas de la pasión al inicio siempre eran encantadoras, siempre quemaban y alentaban a un poco más. Pero el encanto del aprendizaje, el del día a día, la experiencia de sus corazones amoldándose a los sentimientos del otro, era única, era su clase de amor. Recargándose mutuamente, crecían más y más. Pero aprendiendo de sus desencantos, allí era cuando la experiencia cobraba valor.
—Dentro de cuatro años tendrás veintiocho —pronunció KyungSoo mientras abría la puerta del edificio.
—¿Y eso qué?
—Que ni siquiera estarás en tus treinta. Eso me hace preguntar, si querrás seguir saliendo con un cuarentón —declaró presuntuoso y con mirada traviesa.
Avanzaron hasta el ascensor y una vez dentro JongIn aseveró, encerrándolo con sus brazos contra un espejo.
—Por supuesto que sí. Ni loco me perdería los mejores años de tu vida.
—¿Tú crees?
—Creo que estarás muy experimentado. Y entonces finalmente querrás ser dominado —sonrió pícaro.
—¿Otra vez con las rimas?
—Sólo si me mimas.
—Niño calentón —lo provocó acercando sus labios.
—Ansioso por estar junto a su atractivo y maduro...
—Sí lo sé, “cuarentón”.
Pero JongIn lo calló a tiempo con un beso.
—Dulce profesor.
Fin.
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©bud
Muchas, muchas gracias por esperar y leer 💖. Extrañamente esta historia es algo que nunca planeé mucho y sin embargo, no creía tomarle el cariño suficiente como para hacerla de esta extensión, pero no sé, supongo que había algo que yo estaba tratando de aprender con esto, será el encanto de la escritura <3 ❤😘
¡Besotes! 🌺🔮📚📚📚
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