24. Reflejo de Viejos Fantasmas
Me tengo que ir, lo siento
Pero se siente tan frío aquí
Realmente lo intento pero me veo atrapado en mis inseguridades
Me siento inestable, mierda, odio a toda esta gente
Últimamente me hacen sentir raro
Me están haciendo detestarlos
¿Por qué seguimos juntos cuando todos avanzan?
¿Por qué nos amamos si estamos tan equivocados?
¿Por qué nos vamos cuando la persecución ya se acabó?
No me busques aquí porque ya me fui
¿Por qué seguimos juntos cuando todos avanzan?
¿Por qué amamos?
Gone, Charlie XCX
📚
Tan pronto como subieron al auto y se alejaron de la casa, las manos de JongIn comenzaron a acariciar sus muslos. Al inicio sólo eran delicados roces que iban y venían hasta su rodilla, pero tras varios minutos de silencio y una ruta congestionada, los masajes eran más intensos, subiendo hasta su ingle y presionando el bulto cada vez más pronunciado.
Aún si su intención era mimar a JongIn para distraerlo de un inminente llanto y recordarle que él estaba ahí, que lo había elegido y que seguía eligiéndolo para compartir sus sentimientos, no imaginó que realmente la excitación y emoción les impediría llegar al departamento para acabar entre gemidos en las sábanas.
—JongIn, no puedo conducir tranquilo si sigues manoseándome —reclamó sin dejar de mirar al frente, con una mano firme en el manubrio y la otra alejando la juguetona que lo tocaba.
—Tuviste que haberlo pensado antes de comenzar a insinuarte.
—Hay tránsito, no podemos detenernos a un costado como si nada.
—Entonces vamos a un motel —resolvió con rapidez.
—¿Quieres ir a uno de... esos lugares? —le miró dubitativo.
—¿Tú no?
—No es que no quiera, es que no sentí que fuese necesario...
—Hay uno a un kilómetro... Siempre lo he visto cuando iba y volvía de la preparatoria y me preguntaba si algún día entraría a cometer una locura con un desconocido —declaró aferrándose a su brazo libre—. En verdad sería una gran fantasía hecha realidad, más bien mucho mejor porque ya te conozco y eso me quita varias inseguridades de encima; como que seas un ladrón o asesino, por ejemplo.
—Así pierde un poco el encanto de lo desconocido —rio.
—No. También eres mi profesor —sonrió—. Luego me tendrías que llevar de vuelta con mis padres.
—De qué estás hablando, ya eres un adulto. Tú vienes a mi casa.
—¿Y si no quiero? —susurró en su oído.
—Claro que quieres.
—Claro que no, y ver a YiXing, tu viejo mejor amigo dando su discurso de: «rompí con mi novia, dame asilo ya que estás soltero y de paso pruebo tus huevos».
—Aún conservas el toque de las rimas. Qué buen estudiante.
—¡Detente, ahí es! —señaló con su índice.
—JongIn, ¿es en serio? Ese lugar de mala muerte, probablemente hacen películas de terror caseras —frunció el ceño al contemplarlo desde la ventanilla, el edificio estaba del lado contrario a su carril y parecía que nadie le daba una mano de pintura al lugar desde su creación, incluso el cartel de «motel» en lo alto, estaba lleno de polvo y oxidado—. Es horrible.
—Como YiXing en tu departamento. Así que vamos y cógeme de una vez —lo tomó del mentón para que le viese directo a los ojos, pero fracasó en el intento cuando KyungSoo decidido, volvió a enfocarse en la ruta.
—Al único lugar que iremos es a mi casa.
—No quiero. Llévame a la mía, o me iré en cuanto lleguemos.
—¿Es una broma?
—No lo es.
—Creí que querías venir.
—Lo único que quiero es venirme contigo, pero estás dando muchas vueltas —se cruzó de brazos.
—De acuerdo.
Sin pensarlo más, KyungSoo giró en la rotonda a la que se acercaban y regresó por el carril contrario al que venían. Si eso era lo que JongIn quería, entonces se lo daría; tal vez estaba cometiendo un error al complacer un capricho, pero ya no sabía cómo conformar a JongIn sin tener que oír de por medio una queja relacionada a YiXing otra vez. También era su primera relación seria, en la que estaba enamorado de verdad, en la que quería hacer las cosas bien, pero por algún motivo, aún si intentaba que las cosas funcionasen, no se sentía correcto.
Se abstuvo de hacer más comentarios al respecto, y finalmente detuvo el auto delante del motel.
—¿En serio? —le miró JongIn atónito.
—Es lo que querías, ¿no? —abrió la puerta sin contemplarle y descendió oyendo el reproche.
—¿Ahora eres el profesor consentidor?
—Tanto que te arrepentirás para cuando acabemos —cerró con fuerza.
JongIn caminaba presuroso cual niño rumbo a la juguetería y para KyungSoo aquello podría serle menos vergonzoso si no fuese porque estaban a punto de tener sexo, ¿cómo podía emocionarse por entrar a un motel que lucía como casita de terror? La idea de hacerlo en ese lugar no le daba buen augurio, quizá alguien saldría de debajo de la cama para acuchillarlo mientras se corría y entonces moriría en medio de un orgasmo. Las escenas se detuvieron cuando se vio entrando a empujones en la habitación, JongIn ansioso y necesitado lo dirigía a la cama haciéndole tropezar, hasta que finalmente el cuerpo tibio se subió encima del suyo.
—Vuelvo a decirlo, es horrible, JongIn —se apoyó sobre sus antebrazos contemplando el ambiente opaco y sobrio en muebles, el olor a humedad tampoco pasaba desapercibido—. Seguro nos contagiaremos la sarna si lo hacemos en estas sábanas.
—No están sucias.
—Es lo que tú crees. Es más seguro hacerlo en el piso.
—Bueno, si quieres —se balanceó sobre su entrepierna y luego lo empujó por los hombros haciéndole caer de vuelta de espaldas—. Pero aquí es más cómodo... —susurró en su oído y besó su cuello—. No te vas a lastimar cuando empiece a saltar encima de ti.
Las manos de KyungSoo se dirigieron instintivamente hacia las caderas, metiéndose por debajo de la remera para acariciar la piel ligeramente húmeda por el sudor, algo que no le importó al sentir como JongIn seguía frotándose contra su bulto. Si había algo que podía soportar porque simplemente le encantaba la imagen, era el contemplar como JongIn sudaba tras cada sesión calurosa de sexo. Los besos no se hicieron esperar, y pronto la boca estaba devorándolo con necesidad y lascivia, el descontrol tras varios días era imparable y se deshicieron con rapidez de sus prendas, para acabar completamente desnudos.
JongIn parecía querer torturarlo con ese maldito frote constante e intenso sobre su pene, meneando sus caderas y sintiendo como el trasero se arrastraba una y otra vez a lo largo de su extensión, sacándole gemidos contenidos y lanzando groserías que como el educado profesor que era, debía contener ante sus impertinentes alumnos.
—Ya, mierda, hazlo de una vez JongIn, o te voltearé y no dudaré en metértela sin compasión hasta que ruegues por que pare —espetó apretando la cintura, donde a lo largo de su vientre resaltaban unos delicados músculos contrayéndose ante cada movimiento.
—Nunca rogaría algo así —susurró mordiéndole el labio en un beso más salvaje—. Un profesor debe enseñar hasta el hartazgo, hasta que su alumno lo supere, ¿no?
—¿Qué?
Sin llegar siquiera a procesar el significado de aquello, sintió el trasero hundirse lento y profundo sobre él, arrancándole el gemido más alto que creía haber emitido hasta el momento. JongIn se enderezó y le sonrió con perversión, comenzando el suave vaivén. En el rostro dorado se formaban las muecas más eróticas y estimulantes que hubiese presenciado nunca. JongIn montándolo cada vez con más intensidad y ligereza, era como un sueño, uno donde éste corría sobre un musculoso, salvaje y blanco caballo; moviéndose confiado sobre él, exhalaba suspiros donde sus labios quedaban entreabiertos pidiendo ser lamidos con urgencia, los ojos cerrados se abrían exclusivamente para verle con fijeza tras varios minutos de continuas penetraciones.
Hasta que finalmente el orgasmo en KyungSoo estaba arremolinándose inminente. Quiso llevar su mano al miembro de JongIn, pero cuando intentó acariciarlo, éste le dio un manotazo junto a una sonrisa.
—Sólo córrete... —lanzó y KyungSoo sin soportar más la excitación, se liberó en la cavidad que lo envolvía calurosamente.
Las respiraciones estaban aceleradas y ambos intentaban recobrar el aire faltante. KyungSoo apenas podía murmurar asombrado del intenso orgasmo que acababa de vivir mientras JongIn reposaba aún encima de él, sin levantarse de lo que parecía ser su trono favorito, su pecho también seguía subiendo y bajando agitado.
—¿Por qué no me dejaste tocarte? —murmuró acariciando su muslo, JongIn bajó la mirada y sonrió.
—Porque esta vez estoy deseando que tú me montes también.
—¿Yo?
—No, YiXing.
—¿Qué?
—Por favor, tú. Quién más, KyungSoo —expresó con obviedad.
—No creo que pueda. No me siento preparado.
—Puedo prepararte. Quiero verte mecer esas pálidas caderas sobre mi... —acarició con lentitud la piel en la zona y luego descendió para apretar sus nalgas, haciéndole contener el aliento—. Ese trasero es demasiado suave, redondo y tierno al tacto. Quiero probarlo.
JongIn sonaba demandante y persuasivo. Estaba ansioso por continuar con aquel momento lleno de éxtasis, pero KyungSoo no podía comportarse igual de seguro cuando no lo estaba. Tampoco iba a fingir que se sentiría cómodo de hacerlo en esa habitación de hotel. Si bien la adrenalina y el capricho insistente de JongIn los habían llevado allí, y él había aceptado sin mucha vacilación, esa nueva sensación y experiencia, era una que creía necesario esperar un poco más. Él también quería que fuese a su modo, especial.
—No quiero que te quedes con las ganas, JongIn... —murmuró apenado y enlazaron sus manos entre las caricias que éste le propinaba a su cuerpo—. Pero no me siento preparado aún. Al menos, cuando estemos en casa... Aquí digamos que no es mi lugar favorito. Me tomas por sorpresa.
—Lo sé. Pero bueno, sólo estaba probando. Nunca se pierde nada con intentarlo —se encogió de hombros.
—¿Estás decepcionado?
—Un poco. Pero por mi, no por ti. Debería haberlo imaginado, sólo que a veces no puedo evitar creer que podría equivocarme contigo.
—¿Eso es bueno o malo?
—Si no empiezas a masturbarme será muy malo.
—Preferiría otra cosa —lo atrajo del cuello para besar sus labios, introduciendo su lengua con descaro—. Se qué te gusta mi boca... Pero más en tus pelotas.
—Ahora haces rimas obscenas. Parece que te enseñé bien —rio JongIn girando hacia un costado y despegándose de su entrepierna, para acabar recostado a su lado—. Será mejor que saborees cada recoveco, para que mentalices bien a tu trasero.
Su boca se perdió rápido entre pequeños besos y lengüetazos que viajaron a lo largo del pecho de JongIn hasta su necesitada entrepierna. KyungSoo se tomó su tiempo, torturándolo con movimientos y succiones que nunca tomaban lo suficiente, para enloquecerlo tanto como lo había hecho con él. Pero más rápido que lento, JongIn ya tenía la mano sobre su cabeza, acariciando su cabello y jalándolo cuando perdía la compostura y penetraba su boca con ansia. A KyungSoo no le molestó el impulso con el que éste arremetía, porque con su mano sostenía firmemente la erección y saboteaba su labor, así las caderas de JongIn frenaban el compás y entonces desesperado, le rogaba que acabase.
—Ya, hazlo rápido, maldita sea. No te detengas.
—Ni tú te muevas tanto o te la morderé —advirtió y oyó la risa nerviosa de quien ya no resistía más.
Escuchar a JongIn suplicar de ese modo también era divertido, y dispuesto a finalizar con aquella tarde abrumadora, se dedicó a succionar y lamer sin compasión lo poco que faltaba para que JongIn explotase en una abundante eyaculación que manchó desde sus mejillas y labios hasta su cuello.
***
En cuanto subieron al auto para emprender el viaje de regreso, KyungSoo supo que lo que había parecido hasta el momento una excitante reconciliación, sólo era el inicio de un período a prueba para JongIn, y sobre todo para él mismo.
Lo sentía en las entrañas, ese encuentro sexual apresurado era un error. Incluso haberlo ido a buscar ese sábado había sido un error. Nada había salido como lo planeado, ni siquiera para JongIn, a quien no podía ni siquiera complacer en su pedido en la cama. Sabía que tenía que dejarlo en paz más que unos pocos días, pero por una vez él también tenía derecho a ser irracional, a buscar la intensidad, a expresar cuánto lo deseaba y quería en su vida. A demostrarle que no era el único loco enamorado entre los dos.
Sin siquiera titubear, KyungSoo arrancó en la misma dirección del carril del motel, rumbo a los suburbios. JongIn le observó curioso, claro que no iba a mantenerse callado, era evidente hacia donde se dirigían.
—¿Por qué estás conduciendo a casa?
—Porque allí es donde te dejaré.
—¿Qué?
—No voy a llevarte a la mía. Demasiados caprichos por hoy JongIn —le miró sonriente.
—¿Es broma? Tú querías que fuese, era nuestro rumbo inicial.
—Sí, eso antes de que te agarrara tu berrinche del motel.
—No KyungSoo, vamos a tu casa —le miró suplicante—. Por favor.
—No JongIn, las cosas no son siempre como tú quieres. Y yo no quiero que vengas a mi casa hasta que YiXing se haya ido.
—¿Por qué no?
—Porque sé perfectamente que vas a hacer un escándalo cuando vuelvas a hablar con él. Además tú eras quien no quería venir. Dijiste que no querías verlo. Aún no puedes enfrentarlo. Y no te voy a obligar a que lo hagas. Pero tampoco me obligues a tenerte allí comportándote como un niño celoso —le dedicó una mirada severa.
—Es como si me hubieses usado un par de horas, y ahora me devuelves a casa.
—Si no hubieses insistido con ir al motel, ahora estaríamos en la mía. Tú lo buscaste y te consentí. Ahora tú hazlo conmigo.
—Es injusto... —giró el rostro hacia la ventanilla y se cruzó de brazos.
—No lo es. Y sabes que tengo razón. No me quieres en tu casa, porque te molesta cómo me mira SeHun, y no puedes estar en la mía, porque no toleras tampoco a YiXing, ¿cómo se supone que deba sentirme yo entonces? —se señaló a sí mismo sin apartar la vista del frente—. ¿Qué debería hacer para que estés conforme? ¿No relacionarme nunca más con nadie?
—No...
—¿Entonces?
—Tienes razón.
—Así es —asintió.
—Pensé que podría con esto, pero sigo sin ser suficiente, no estoy al mismo nivel de consciencia que tú. No es lo mismo a intentar conquistarte cada día como cuando recién te conocía.
—JongIn, aún nos estamos conociendo. Que ya no esté en tu casa, no significa que debas dejar de hacerlo. Tampoco yo era consciente de lo celoso e inseguro que te podrías volver una vez no conviviese más contigo... Pero eso no significa que no pueda con nuestra relación —reposó su mano sobre el muslo ante la inflexión de brazos.
—Entonces por qué no me llevas a tu casa.
—Porque quiero que vengas cuando te sientas listo. No te sigas obligando a enfrentar una situación a la fuerza. Así sólo nos dolerá más. Así como yo todavía tengo que prepararme mentalmente para lo que me pediste en la cama. Tú tienes que hacerlo para confiar en que eres más que suficiente para mí. Si me tuviste paciencia cuando te pedí que vayas lento. ¿Por qué crees que yo no te tendría paciencia a ti?
—Porque podrías conseguir a cualquier hombre mayor. A alguien de tu edad que busque la estabilidad que tú necesitas en lugar de alguien que todavía tiene miedo a que sólo vaya a ser otra relación pasajera...
KyungSoo frenó delante de la casa. El semblante de JongIn estaba tan apagado y él estaba tan serio, que si se lo preguntasen, podrían negar rotundamente que hace media hora habían estado teniendo sexo; pero nada se sentía tan placentero cuando la cabeza aún los inundaba en pensamientos negativos. Quería que la relación entre ambos funcionase, y tal vez las cosas habían sucedido demasiado rápido. Quizá los temores eran el resultado de una pasión consumida que comenzaba a hacerse cenizas, pero no podía permitirse acabar con sus sentimientos de un día para el otro cuando sabía perfectamente lo que le había costado abrirse a esa nueva oportunidad y lo mucho que disfrutaba de la compañía del menor.
Tomó la mano de JongIn que ahora se hallaba sobre la propia aún en su muslo y la levantó para besar sus nudillos. Intercambió una mirada anhelante, cristalina y llena de deseos.
—Eso no sucederá. Nunca quise algo pasajero. No te haría algo así, deberías saberlo mejor que nadie. Así que tú tampoco lo hagas.
—Te amo, KyungSoo.
—Yo también te amo JongIn, y por eso, para que este amor siga siendo sano, será mejor que vuelvas cuando hayas recuperado tu confianza, esa que me contagiaste a mi y que no quiero que pierdas nunca.
—Lo haré...
Los ojos del menor estaban lagrimeando y quería envolverlo en un fuerte abrazo, pero eso nunca sería suficiente, así que contuvo el deseo unos segundos mientras apretaba su mano con posesión, esa que no le pertenecía pero que igual estaba dispuesto a abandonar si así JongIn lo necesitaba.
—Mejor que estés seguro de lo que quieres para tu vida, antes que continuar lastimándote... Así como yo lo hice conmigo mismo.
—Perdón por desordenar tu cabeza otra vez —murmuró con una leve sonrisa pegando sus frentes.
—No. Esta vez no es mi cabeza, JongIn —acarició su mejilla y lo atrajo por el cuello para apoderarse de su boca, besándole intensamente, como si pudiese ser el recuerdo de una última vez—. Esta vez es tu corazón.
Con lentitud el beso se fue haciendo poco a poco más corto, hasta que sus labios dejaron de rozarse y solo eran sus miradas hablándose en silencio. JongIn acarició con el pulgar su mejilla un par de veces y aunque KyungSoo quería retenerlo y llevárselo lejos, esconderlo en algún lugar recóndito y no dejarlo escapar jamás, sabía que nunca sería la solución.
Lo contempló bajar del auto, caminar hasta la puerta y finalmente, sin siquiera voltear una vez más, JongIn desapareció de su vista. KyungSoo suspiró sintiendo un amargo alivio. Ambos habían trabajado lo suficiente con el otro. El intercambio había sido gratificante y enriquecedor, no podía exigir más a cambio de alguien que le había hecho ver en tan poco tiempo, el sol y las miles de oportunidades que habían esperándole aún después de las más lúgubres tormentas.
Mejor era dejar a JongIn un tiempo en paz, que reflexionase lo que verdaderamente deseaba, porque por supuesto que sentía su amor en todo su cuerpo, en cada caricia, beso y mirada; pero dejar que todo se quemase sin retorno alguno, por un inicio desfavorable donde las situaciones no instauraban augurios de armonía, no era la respuesta.
Era el momento de ir despacio, para comprender quiénes eran cada uno y no ahogarse en la intensidad del desencuentro, luchando con el único fantasma de sí mismos y que reflejaban en el otro. Esa proyección de la cual o aprendían e incorporaban a su mundo, o renunciaban y seguían evadiendo con nuevas historias en sus vidas.
📚
¡Sólo quedan dos capítulos! Creo que mañana traigo los dos juntos 👁️🔮 muchas gracias por leer y acompañar este fic 😘🌺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro