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2. Siempre Hippies

Soy un tonto por ti
Dices una palabra y voy tras de ti ciegamente
Y en cualquier camino que tomes sabes que me encontrarás.
Soy un tonto por todas las cosas subliminales que nadie sabe de ti
Y estás haciendo que mi típico yo, rompa mis típicas reglas
Es verdad.
Soy un tonto por ti.

Sucker, Jonas Brothers



📚




—Qué mentiroso eres, lo hiciste a propósito.

En un murmullo y chorreando desde la puerta de la cocina, JongIn fue juzgado por su hermana quien le miraba en reproche.

—Sí, pero él no lo sabe.

Enfrentarse a un nuevo huésped no era tan sencillo como parecía, pero lo asimilaban con el mejor humor posible. Ya eran años de visitas inesperadas e indeseadas, algunas sin ninguna advertencia por parte de sus padres, quienes a veces simplemente llegaban con alguien de un día a otro y lo instalaban en la habitación de TaeYeon, o bien cuando ella aún estaba en la casa, les era concedida la sala de estar, una bolsa de dormir y allí permanecían por días como si se tratase de un campamento.

—Qué maduro de tu parte, JongIn —continuaba SeulGi dirigiéndose a la sala.

—No comiences con tus sermones baratos de niña consentida. No confundas la madurez con diversión.

—No seas malo, mamá nos va a castigar a ambos. Eso fue una travesura.

—Querrás decir a ti, mamá no puede castigarme, ya soy mayor de edad, soy un adulto —se lanzó al sofá y tomó su teléfono de la mesita en el centro—. Y las travesuras te aseguro que las cometen por igual los adultos, pero la diferencia está en que les llaman mañas. Y claro, en los adultos la excusa de 'así soy' es más válida que la de proponerse cambiar.

—Pues no pareces adulto. Además sigues viviendo en casa.

—Ni que fuese a dormir debajo de un puente. Ya basta, sólo fue una broma, no es como si fuese a molestarlo otra vez, además la enredadera sí debía regarla, no quiero volver a oír a mamá quejándose de que caen hojas secas en la ventana de su habitación, ni de que el césped parece el desierto del Sahara.

—Bueno, sí es cierto... Últimamente nos grita por todo.

—Mamá ya está hace bastante tiempo alterada y loca, no nos aguanta ni a nosotros; la viste estrellar el jarrón contra la pared el otro día, y a mí gritarme que soy un desagradecido, si llega a tener un episodio así en la escuela, pueden despedirla y tener problemas con el trámite de su jubilación. Lo importante es que se irá con TaeYeon de vacaciones a Jeju, así que se olvidará de nosotros por un rato y pasará más tiempo relajada.

—Ni siquiera le damos tanto trabajo para que se canse de nosotros, ¿por qué necesita librarse? Nunca le pedimos nada... —murmuró con pesadumbre y sentándose a su lado.

El tema de su madre, era algo recurrente en los últimos meses, para SeulGi quien aún era menor y necesitaba la contención de ella, se volvía más duro que para JongIn quien asimilaba mejor las crisis nerviosas que en los últimos años se habían vuelto más intensas, costándoles en evidencia la convivencia y una gran dosis de paciencia.

En el trabajo la profesora Kim JongSeun estaba perfectamente bajo control, pero una vez llegaba a casa, todo el estrés se liberaba negativamente y se transformaba en una energía destructiva, donde sólo discutían ante cualquier discrepancia a lo que ella dijese u ordenase. Estaban seguros de que si no fuese por la infinita paciencia y comprensión de su padre, una que quizá rozaba la pasividad, probablemente el matrimonio se hubiese acabado al primer año de casados.

—SeulGi, no es por nosotros, es por su cabeza, el psiquiatra dijo que debe relajarse y pasar tiempo a solas, está muy estresada y seguir con su rutina no colabora, necesita distraerse con nuevos paisajes y sin preocupaciones. No asumas que es tu culpa, porque no lo es —acarició su cabeza en un mimo.

—Papá está loco, ¿acaso van a divorciarse? ¿Cómo se le ocurre seguir trayendo amigos?

—Ese no es nuestro problema. De todas formas, ambos siempre han traído gente rara a casa. Es cierto que sobre todo papá ha sido el anfitrión de los más locos y marginados. Ese es el lado hippie del que nunca se deshicieron cuando comenzaron a trabajar y nos tuvieron —concluyó.

No era demasiado complejo comprender de donde provenía la solidaridad de sus padres, ambos habían contado más de una vez en pequeñas anécdotas sus días de hippies a fines de los setenta, comenzando a los dieciocho, apenas salidos de la preparatoria y sin deseos de seguir tradiciones de la familia, rompiendo como muchos jóvenes, los toques de queda. Se habían lanzado a viajar a lo largo del país, parando de casa en casa junto a una pareja más, solventando sus gastos al realizar tareas de campo y artesanías que eran vendidas en los parques al llegar a la ciudad; un estilo de vida que sólo les duraría unos tres años, cuando TaeYeon ya estuviese en camino y a la fuerza y por deber, su padre se instalase a trabajar de mozo en un café y comenzase a estudiar por las noches su profesorado en economía.

Luego el resto era historia, catorce años después de TaeYeon, nació JongIn, y ocho más hasta SeulGi, quien por la edad avanzada de su madre le había traído complicaciones y tuvo que hacer reposo durante meses. La señora Kim había enterrado el pasado con el cual nunca se había identificado a sí misma, ese mundo hippie y de viajes al que se había dejado llevar sólo por el enamoramiento hacia el señor Kim, era según ella el peor error de su vida, pero las consecuencias eran sus maravillosos hijos, y un nuevo hombre al que le habían recaído las responsabilidades de lo que se suponía era el mundo adulto: la paternidad.

—¿Qué vamos a cenar hoy? —curioseó SeulGi—. Quiero pizza.

—La señora Lee hizo un guisado, pero estoy harto de sus comidas calientes y pesadas, ya estamos a nada del verano, podríamos encargar pizza a la noche sin decirle a papá, y luego él paga —sonrió JongIn.

—Muy listo JongIn —se oyó la voz grave provenir del corredor y ambos hermanos se miraron cómplices al ser descubierta su idea—. Hijos, el profesor Do KyungSoo ya está en casa, llegó hace media hora. Ahora se encuentra descansando, así que sean respetuosos y no lo molesten. Ya saben que acaba de pasar un momento muy difícil del que aún se está recuperando.

—Papá, ¿cuándo será el día que dejes de traer desconocidos?

—JongIn, en primer lugar no son desconocidos, sino no los invitaría a casa —se sentó frente a ambos—. Son decisiones que tomo a consciencia, uno debe ayudar a quienes más lo necesitan, hacer el bien trae recompensas, hacer el mal, consecuencias; además ustedes nunca se han privado de invitar a absolutamente nadie.

—Sí, pero es bastante molesto que cada año aparezca alguien a invadir la casa durante todo un mes... o más. El año pasado fue esa señora que vino de Japón de parte de mamá.

—Era tu tía.

—Sí, una muy insoportable y metiche.

—A ustedes dos les falta un poco de empatía y bondad —les señaló en acusación.

—Y a ti y a mamá, privacidad y egoísmo. A veces la gente se aprovecha de ustedes —se levantó de su lugar con ánimos de retirarse a su cuarto—. El vecino de enfrente todavía no nos devolvió la podadora.

—¿Nos? ¿La compraste tú? —alzó el ceño con incredulidad.

—No, pero...

—La compré yo, con mi dinero, así que cuando la precise iré a buscarla.

—Sí, pero el que corta el césped soy yo.

—Entonces ve a pedirla —le sonrió su padre con amabilidad

—Papá estás siendo irrazonable.

—Y ustedes también.

—Yo aún no he dicho nada —acotó SeulGi.

—KyungSoo es un buen hombre, además se ha convertido en un amigo al que quiero como un hijo, como a uno de ustedes. Quería agradecerle por todo lo que me ha ayudado también todos estos años en la facultad, cuando me fracturé la pierna, él siempre estaba ayudándome a movilizarme.

—¿O sea que lo invitas un mes a invadir nuestra casa, porque te ayudó con tu pata rota?

—JongIn, el profesor Do es como un alumno, y veo muchas cualidades mías y propias en él, y sé que si trabajamos en conjunto, podré dejarle mi puesto el día que me retire. Y tú sabes lo importante que es para mi dejar a alguien responsable a cargo.

—Ah, sí, tú y tus discípulos... Siempre te gustó jugar a Jesús —bromeó alejándose, cada vez un paso más arriba en las escaleras.

—Ah, qué insolente. Ya váyanse, y estén para la cena, así al menos lo saludan respetuosamente —sacudió las manos con desdén.

—¿Y mamá? —entonó preocupada SeulGi.

—Salió con esa señora de al lado, se iban de spá.

—Seguro se fue a poner bonita para recibir al profesor —rio JongIn y miró con travesura a ambos.

—Qué chistoso estás hoy, creo que podría darle un descanso a la señorita Lee y ponerte a lavar la ropa de la familia la semana entrante.

—Papá...

Pero la sonrisa malévola y el tono ácido, sabían que no eran broma en su padre, eran el tono de la autoridad, de que realmente debía obedecer o la consecuencia sería estar sin dinero durante el mes, y sí, a su edad ese era un tema primordial. Pero JongIn tenía la posibilidad de estudiar en calma y tener estabilidad económica, de salir con sus amistades en cualquier día y horario porque ninguno sufría de las jornadas laborales.

En efecto, tenían una vida absolutamente diferente a la que habían llevado sus padres llena de carencias al inicio; y más allá de sentir que a veces era momento de salirse del cascarón y rebuscárselas, estaba cómodo. Sus padres querían y demostraban que querían darles esa clase comodidad hasta finalizar sus estudios tal y como lo habían hecho con su hermana mayor. Por lo cual, si había que colaborar en la casa y ayudar a la señora Lee con las tareas, entonces lo harían sin chistar, porque lo cierto era que la educación, siempre se manejaba de diferentes formas en cada familia, y ellos eran una muy unida y cooperativa, algo que sacaba de las casillas a JongIn quien anhelaba un poco más de individualismo y dejar de velar por el bien común.

Al avanzar por el corredor, notó que la puerta del final estaba cerrada, como usualmente solían tenerla los huéspedes más reservados que transitaban por su casa, lo cual a su favor, ya era algo positivo, porque eso era significado de privacidad propia para ellos también. Alguien que deseaba absoluta discreción, lo demostraba con su propia reserva, indeseoso de ser observado, y mucho menos molestado. Pero lo cierto era que al saber que el profesor Do acababa de ser calificado por primera vez, y como nunca antes lo había mencionado su padre, como un hijo postizo, eso era algo que desde ya, atraía a querer saber sobre él y conocer qué tanto veía de hijo en éste.

Si con las visitas anteriores sólo quería que pasasen de largo por la puerta de su habitación sin tocar ni pedir algo como si se tratase él de un sirviente, entonces comenzaba a esperar que el tal KyungSoo, al menos lo hiciese de vez en cuando para intercambiar palabras y saber qué era tan interesante para su padre, o descubrir qué tan cierto era, el que compartían cualidades.

La idea no tardó en llegar, ya tenía excusa incluso sin siquiera haberla planeado. La realidad era que de todas formas, aún si era más tarde, planeaba disculparse, pero dada la repentina curiosidad, decidió adelantarse. Sólo unos cuatro pasos más y ya estaba enfrente de la puerta de TaeYeon, tocando con ligereza y dispuesto a presentarse, como si fuese una nueva faceta que acababa de descubrir en su repertorio de anfitrión frustrado.

Oyó los pasitos deslizarse por el suelo de madera en el interior, y pronto la puerta se abrió con lentitud.

—¿Sí?

El rostro era blanco, incluso más pálido que el de su hermana, pero a simple vista las gruesas gafas ampliaban un par de ojos negros y brillantes. Do KyungSoo era unos centímetros más bajo que él, tenía labios anchos que resaltaban como pétalos de rosas sobre un lienzo, y el cabello muy corto y prolijo, como solían mantenerlo muchos hombres luego del ejército. Todo lo que se le venía a la mente a JongIn, era lo increíblemente joven que se veía. Desde el jardín y gracias al sol no había notado en lo absoluto sus facciones, pero sin dudarlo había imaginado que se trataba de alguien ya demacrado y sin mucha luz en su semblante. Algo tan contrario a la incandescente sencillez de la que estaba siendo expectante.

—Hola, mucho gusto, soy Kim JongIn —se inclinó ligeramente—. Sólo venía a disculparme por lo del agua, ¿necesita algún trapo?

—Oh, mucho gusto, soy Do KyungSoo, aunque eso ya deben saberlo —se inclinó respetuosamente y sonrió—. No quisiera molestarte, pero de hecho creo que sería una buena idea ya que no pude secar bien con papel higiénico.

—Sí, ahora le traigo un trapo. No se preocupe, y si necesita algo... —titubeó sin calcular todos los significados posibles—. Lo que sea, mi habitación es al lado, puede tocar cuando quiera.

—Oh, eso no será necesario, pero muchas gracias —asintió.

La sonrisa humilde permanecía en el rostro y JongIn sonrió por igual alejándose por el corredor, sabiendo que por primera vez, se había comportado tremendamente estúpido.

Si el profesor Do resultaba ser un aprovechado de su familia, se arrepentiría horriblemente de haberle ofrecido amabilidad desde el inicio, pero la sensación al percibirlo tan tímido y suave, lo embargaba en un sabor mental dulce y cálido. Quizá por primera vez se tratase de una persona honesta y paciente, y era cuestión de descubrir con los días, qué tan cierto era su presentimiento, o qué tan resistente era la paciencia del ante sus ojos, atractivo intruso.


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Como no son muy largos los capítulos, y es bastante ligero está fácil de corregir así que van a venir pronto <3 ❤ gracias por pasarse 😘

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