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18. «El Aprendizaje Parental»

Ahora me acuesto a dormir
Creo que contaré ovejas
Sacúdete con el ritmo
Muévete
Creo que encontré el ritmo
Luces de flash, focos, luces rojas
Todos tienen una pequeña luz que brilla bajo el sol...

Flash Light, The Parliaments




📚





En la casa de los Kim había nuevamente una habitación completamente vacía tras la partida del Profesor Do. El silencio no era algo precisamente recalcable ya que KyungSoo siempre había sido alguien tranquilo y de pocas palabras. Sin embargo, aún si pronto en una semana llegarían nuevos invitados, siempre era algo triste despedirse.

Más allá de tener huéspedes con frecuencia, eso no los acostumbraba a que al momento de decir adiós, las cosas fuesen más amenas. Tal vez para los hijos sí, quienes se sentían invadidos al respecto. Pero para el señor Kim, la melancolía atacaba más fuerte, quien añoraba sus años hippie, libres de responsabilidades y de múltiples amistades por todos lados, que había acabado canalizando en las invitaciones a su hogar.

La señora Kim por su parte, no estaba siempre del todo contenta con las personas que llegaban bajo su techo, porque sí eran una enorme responsabilidad sobre todo teniendo a sus hijos dando vueltas por la casa. En efecto, las discusiones con su esposo no habían tardado en desarrollarse, cuando en más de una ocasión debía estar más pendiente ella que él, de las deambulaciones de los extraños por los ambientes.

Por lo que habían estipulado que antes de que cualquier huésped llegase, pasaría bajo la estricta revisión y entrevista previa de ambos en conjunto. El señor Kim había accedido, y la señora Kim aunque no deseaba visitas tan seguido, en un inicio debía aceptar que les servía, ya que cobraban una suma de dinero que ayudaba con los gastos de la casa en los primeros años que la habían comprado. Luego con el transcurso del tiempo, habían decidido que sólo traerían huéspedes durante el verano y durante las vacaciones, pero el Señor Kim se las arreglaba siempre para traer a algún estudiante en búsqueda de apartamento en época escolar.

Su deseo nacía ante el compadecimiento y la empatía de verse reflejado en ellos. El querer dar la misma bondad recibida en sus años de viajes, y también el entregar lo que le hubiese gustado tener cuando su esposa quedó embarazada. La ayuda de tener un techo al menos de parte de sus padres había sido nula, quienes los dejaron solos e hicieron como si el par de hijos rebeldes, nunca hubiesen existido. Claro que en el pasado no habían sido conscientes de muchas circunstancias, pero ahora de adulto, el señor Kim parecía sin seguir serlo en muchas otras, y su esposa JongSeun parecía querer hacérselas ver de modo bastante obvio y sin vacilación.

Esa misma noche y tras la despedida del profesor Do, cuando ambos ya estaban cómodos en la cama, él mirando tele y ella leyendo un libro, las revelaciones comenzaron a salir junto la luz confusa de la luna.

—Ah, querido, esta vez has hecho un trabajo espléndido —resopló JongSeun bajando el libro.

—¿En qué? —consultó incrédulo sin despegar la vista de la pantalla.

—El profesor Do.

—Es un hombre increíble. Lo recomendaré hasta que me jubile y aún después, para que alcance la rectoría. Ojalá pudiese haber hecho lo mismo con uno de mis hijos.

—No estoy hablando de eso —le miró en regaño—. Y tus hijos llegarán tan lejos como ellos lo deseen, no como tú lo quieras.

—Qué ruda eres, cariño.

—Pues claro, terminaste de malcriar por completo a tu único hijo varón.

—No lo hice —se excusó y la observó curioso—. ¿Por qué dices eso? ¿A qué viene todo esto?

—¿A dónde crees que se fue JongIn?

—A la casa de su amigo.

—¿Justo el día en que se va el profesor Do?

—¿Qué tiene eso de malo? Él es amable, como nosotros.

—Sí... Amable.

—¿Qué está pasando? ¿Acaso nuestro hijo se está yendo de parranda? Ya es grande, después de todo, puede hacer lo que quiera —desdeñó y dirigió la mirada al frente para continuar con el programa de “Alienígenas Ancestrales” de History Channel.

—¡Ja! Increíble que seas tan despistado con tu propio hijo.

—¿Qué rayos está pasando? ¿Qué es lo que ha hecho? ¿Algo malo? —insistió cada vez más preocupado.

—No es malo. Más bien lo que tú has provocado —se cruzó de brazos.

—¿Yo? ¿Y qué fue?

—Lo has malcriado desde la cuna hasta hoy en día y ahora tienes que hacerte cargo de lo que conlleve.

—¿Lo malcrié?

—Así es.

—Pues tú también.

—Yo no fui quien le presentó a su actual novio. Le entregaste en bandeja al profesor Do.

—¡Dios! —saltó de la cama, sentándose al borde.

—¿Ahora eres religioso? —le miró incrédula.

—No, pero aún no puedo creerlo. ¡Limité su libertad de conocer a más personas!

JongSeun comenzó a reír y cerró el libro para dejarlo en la mesita de luz, se acercó a él y comenzó a acariciar su espalda de modo reconfortante.

—Claro que no, JongIn lo eligió.

—¡El profesor Do debió pasar un mal rato aguantando sus locuras! ¡También lo perjudiqué!

—¿Tanto desconfías de los sentimientos de tu hijo?

—No, sólo de cómo lo educamos.

—Lo hemos hecho perfecto.

—¿Qué tan perfecto?

—Como sólo un par de padres imperfectos saben hacerlo. Con amor.

—¿Por qué tú lo tomas con tanta calma? Se supone que eres la más estricta.

—Ya sabía de los gustos de JongIn. El conocimiento es ignorancia sin su medida justa de intuición; y tú querido, fuiste un ingenuo al haber traído a la casa a alguien tan agraciado como KyungSoo. Si no era JongIn, hubiese sido yo.

—¡JongSeun!

—Ya duérmete y comienza a velar más por SeulGi, tenemos que estar atentos y ser cuidadosos con los contratos que nos hagan firmar para su asistencia a eventos —se acomodó de vuelta en la cama y tomó el libro.

—Al menos para cuando ella se meta en un escándalo, ya estaré retirado.

—¡Qué poca fe tienes en tus hijos!

—¡La única decente es TaeYeon!

—Todos son decentes. ¡Yo fui dura con ella! Quién sabe, tal vez hubiese sido una magnífica cantante, ¿crees que no me arrepiento de haberle dicho que deje a ese hippie?

—No.

—Bueno es cierto. Pero sólo porque ese tipo se la quería llevar a Japón. No podía permitir que acabe como nosotros. Viejos, locos y sin límites.

—De a poco vamos mejorando, ¿no? —el señor Kim se volvió a meter en la cama, mirando la tele sin prestar atención, aún pensativo en la reciente noticia.

Por unos segundos, el silencio inundó la habitación, el titubeo quedó flotando en el aire. JongSeun abrió su libro, releyendo una y otra vez la misma oración sin comprender nada, estaba igual de absorta y reflexiva ante la pregunta de su esposo; hasta que finalmente con una sonrisa y sarcasmo, se atrevió a responder:

—No mejoramos. Sólo queremos que todos se vayan de una vez de la casa.

—¡Ah, tan cierto!

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Este fue el cortito extra, para que luego el resto de la continuación ya tenga mayor sentido jejeje <33 💜 gracias por leer~

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