17. Lección de una Rebelde Conquista
Brillante, diamante
No me hagas esperar otro día
Porque la pasión es pasión
Y lo sabes tan bien como yo.
Así que dejemos de escapar del amor
Paremos de huir de nosotros
Dejémoslo de una vez, mi bebe.
Oh, mi, mi, mi...
Muero cada noche contigo
Oh, mi, mi, mi...
Vivo para ti en cada movimiento
Nos encendemos
Tengo mi lengua entre tus dientes
Ve lento, no, no, ve rápido
Te gusta tanto como a mi.
My, my, my, Troye Sivan
📚
Pese a que las despedidas no solían ser agradables, la que estaba teniendo con la familia Kim era bastante tranquila y carente de afectos. El día estaba despejado y el sol quemaba, el calor cada día se volvía más insoportable, por lo que KyungSoo agradeció rápidamente tanto al señor TaeIn como a la señora JongSeun por su increíble amabilidad y altruismo. Ambos le dijeron que su casa siempre tendría las puertas abiertas para cuando fuese que lo necesitase; además de que por supuesto, lo estarían esperando cuando él pudiese, para tener más almuerzos amistosos y tardes de té.
El señor Kim, con sus comentarios afectuosos y otros sorprendentemente ácidos, le había brindado una amistad invaluable; también había descubierto que sus suposiciones del inicio, tampoco eran tan extremas como había imaginado respecto al resto de la familia. La señora Kim también era muy carismática cuando lo quería y el señor Kim, bastante travieso cuando estaba fuera de las paredes universitarias, recordándole un poco a las mañas de cierta persona.
KyungSoo se había ganado el cariño de todos, y más que eso, si pensaba en JongIn. Si analizaba lo apenado que se sentía de irse sin despedirse de él, porque de hecho viajarían juntos rumbo a la casa “del amigo”. Era en esos momentos en los que la culpa y vergüenza lo abrumaba, porque la señora Kim les despedía a ambos y les decía con un tono dulce y lejano a la acidez un «cuídense», mirándoles con una expresión serena y aprobatoria, como si estuviese leyendo todo lo que transcurría por sus mentes. Haciendo que KyungSoo no pudiese quitarse la idea de que ella ya sospechaba absolutamente todo, si es que SeulGi no había abierto la boca.
JongIn se había despedido con un calmo y natural «los veo en una semana», había subido confiado al asiento copiloto y sonreído con un saludo de mano a su familia una vez el auto arrancaba. KyungSoo no podía más que fijar la vista hacia el frente, sin mirar atrás ni por un momento, porque todo lo que sentía era el calor de la horrible vergüenza y descaro que lo carcomía por dentro, al estar llevándose en su mudanza, al hijo de los Kim cual secuestro.
—Qué silencioso estás.
La voz de JongIn lo desconcentró de sus pensamientos, y vaya que lo necesitaba porque aún su rostro ardía; ni la brisa fresca golpeando por la ventana enfriaba su cabeza ante la idea de que quizá, debería girar abruptamente en medio de la ruta y regresar a JongIn a su casa, cual niño bueno que no sabía lo que le esperaba una vez llegasen a la cueva del lobo.
—Tu madre lo sabe todo —declaró observándole de reojo.
—Claro que lo sabe.
—¿Cómo?
—Supongo que si es mi madre, debe tener un sexto sentido. Mi padre es un despistado de primera, pero mi madre no.
—¿Y no pensaste en decirle nada?
—No si ella tampoco habla al respecto, si prefiere darlo por sentado, entonces se encargará de hacérselo saber también a papá.
—¿No estás confiando demasiado en ella?
—Sí. Pero... Es mi madre también y la conozco. Quizá esté aún aceptándolo. Es dura ante las decisiones económicas como papá, es estricta con la educación pero luego, saben que no pueden hacer más que lo que ya han hecho, no pueden decidir por nosotros. Sólo les queda aceptar y tolerar. Además es la menos indicada; al menos yo no me estoy fugando con un hippie reprimido como mi padre a recorrer el país.
—Cierto, sólo con un gay reprimido a la casa de su mamá.
—Donde haremos muchas cosas divertidas —le miró alzando una ceja—. Te sacaré tus represiones desde la tripa más profunda de tu cerebro.
—JongIn...
—¿Qué?
—Gracias por enseñarme a ser más valiente —confesó tomándole unos segundos de la mano.
—No es cierto... Ni siquiera lo soy con mis padres.
—Pero sí con tus sentimientos.
—Entonces gracias también —apretó su agarre.
—¿Por qué?
—Por enseñarme a encantar a la clase de hombre que creí que nunca podría tener —sonrió pícaro.
—Me idealizas demasiado.
—No. Sólo lo necesario para saber que nunca debo esperar menos. Si me lo hubieses dejado fácil, no habría reconocido que era ésto lo que quería contigo.
Para JongIn siempre habían sido roces eléctricos, chispas saltando con las que se quería quemar, con las que al contacto se sentía más vivo que nunca. No necesitaba ver a sus profesores todos los días para recordar sus rostros y saber cuál le agradaba y cuál no. Los conocía la primera semana, y luego ya sabía que tan difícil o fácil sería tratar con ellos. Después de la segunda semana, descubriría qué tanto deseaba esa clase o no, qué tan interesante resultaba ser y qué tan bien enseñaba ese profesor. Y JongIn por primera vez, sólo quería ver a uno y todos los días.
Lo difícil no se resolvía en poco tiempo. A veces aquello que no quería, sin siquiera conocerlo e incluso temiéndole, encantaba. Le encantaba porque no era lo que esperaba, y KyungSoo había sido una magnífica sorpresa. Si hubiese sido su profesor en la facultad, estaba seguro que lo hubiese detestado al inicio, pero le habría encantado desastrosamente al final; cuando se diese cuenta que era de la clase que fingía ser rudo y estricto sólo para desarmar luego al mundo, sin proponérselo, con calidez y suavidad, eso que le desesperaba por probar.
—Tampoco es como si hubiese sido muy duro contigo. Quise ser amable, pero me obligaste más de una vez a no serlo. Me ponías nervioso con esa osadía que admiro, y sin querer queriendo, acabé siendo dócil contigo.
—Ni siquiera necesitas intentar ser agradable. Lo único que intentas es ser serio, y eso es lo único que no te sale. Porque tu humilde compasión siempre te delata —declaró con obviedad—. Lo único que finges es ser fuerte, pero puedo ver lo increíblemente frágil que eres. Y quiero cuidarte, para que vuelvas a ser tan fuerte y así entonces una vez más... —reposó la mano sobre su muslo y lo presionó—. Me sorprendas.
—Y luego tendremos una lucha de egos.
—No. Porque nunca creí ser mejor que tú. Nunca podré enseñar tan bien como tú lo haces. Ni tener tu paciencia y perseverancia. No puedo ser mejor que tú si encantas con calidez a todo el mundo y yo sólo lo pongo a arder. Tú me calmas, yo te excito. Tú me excitas y yo me calmo porque sino te alejas.
—Y yo me ablando y cedo, porque sino... extraño tu intensidad —confesó y acarició los dedos que apretaban sobre él.
JongIn sabía perfectamente que KyungSoo también era intenso; en realidad, era esa intensidad contenida y que controlaba diligentemente, la que lo desesperaba y por la cual no podía evitar querer hacerlo estallar. Reconocía en KyungSoo, en esa mirada oscura de cazador, con la cual le había hechizado, que también podía ser increíblemente salvaje. Incluso estaba seguro que más que sí mismo. Y aunque no quisiese ni se atreviese a admitirlo, JongIn también se sentía inhibido, pero luchaba constantemente para demostrarse de lo que era capaz.
—Me gusta cuando haces algo inesperado y me dejas con el corazón en la boca, KyungSoo. Ahí es cuando más me excitas.
El auto frenó de golpe; apenas había pasado media hora desde que habían emprendido viaje, estaban varios metros alejados de la ruta y sobre el campo. JongIn se asustó cuando la mirada feroz de KyungSoo se dirigió hacia él. Recordó la primera vez en que se insinuó tan descaradamente en el auto al regresar de la academia y temió al igual que aquel día, el enfado repentino; esa vez no era excitación real la que lo embargaba ante el brusco actuar de KyungSoo. ¿Acaso se habría enojado por las cosas que le estaba diciendo? ¿Le pediría que se fuese al asiento de atrás nuevamente? Los ojos negros eran asesinos, y sus nervios le carcomían por dentro. El corazón de JongIn latía preso del pánico, pensando en qué podría haberse equivocado ahora.
—¿KyungSoo?
—JongIn, si sigues diciendo cosas así, no podré evitarlo...
—¿Qué cosas? ¿Qué no podrás evitar?
—Cosas bonitas que me hacen querer tomarte... —reposó la mano en su mejilla—. Y cogerte ya mismo en mi auto.
—Esa intensidad de ti es la que me enloquece —sonrió sosteniéndole la caricia—. No soy el único impredecible en esta relación.
—Sé que no estamos preparados, pero...
—Sí lo estoy. Traje lubricante.
—Así que ya tenías todo planeado.
—Aunque me imaginaba en tu habitación.
—Podríamos esperar, así sería más cómodo. Aunque dijiste que gritas mucho.
—Sólo estaba presumiendo. Puedo aguantar...
—Sí cómo no —acercó los labios a su boca.
—O bueno no tanto. Pero prometo que morderé la almohada —mordió inconsciente su propio labio.
—O tal vez podría hacer otra cosa antes del gran paso.
—¿Qué?
—Devolverte tu favor de anoche.
—Y luego en tu casa... Lo haremos.
—Sí, cuando mi madre vaya el viernes por la tarde a la iglesia.
—Vaya, ¿en serio lo estamos planeando? —rio divertido ante lo que por lejos, sonaba como una tonta idea.
—Como un par de adolescentes.
—Como un par de adultos que se sienten adolescentes por primera vez. Me encanta sentirme así contigo, KyungSoo —suspiró contra la boca al pegar su frente.
—Es una extraña inocencia cargada de deseo.
—Y no puedo aguantar. Ya quiero que me la chupes.
KyungSoo rio ante la firme declaración y tras un húmedo y lento beso, la escena pareció repetirse ante los ojos y oídos de JongIn, quien ahora sí ya sentía la misma excitación de aquel día; sólo que ahora, KyungSoo también era completamente partícipe y creador del momento.
—Vete al asiento de atrás.
El pedido había sido firme y seguro, aunque KyungSoo nunca lo había hecho antes y estaba nervioso, la entrega completa y sin chistar de JongIn al irse al fondo, lo incentivaban a dar lo mejor, a experimentar sin miedo, a sentirse confiado de que JongIn le diría exactamente dónde se estaba equivocando, o cómo quería ser tocado. Suficiente disposición tenía a su favor cuando JongIn se recostó en los asientos, flexionó su pierna izquierda, y la derecha la dejó de costado para dejarle espacio; era incómodo, no entrarían ambos a la perfección, pero KyungSoo apagó el motor y se pasó atrás, subiéndose encima cual depredador para iniciar los primeros y suaves besos en su boca.
—JongIn, es la primera vez que le haré sexo oral a alguien.
—¿En serio?
—No soy tan experto como tú —susurró apenado pero sin abandonar la sonrisa—. Siempre fui muy clásico.
JongIn sintiendo el destello de ternura en su voz y mirada, lo tomó por las mejillas.
—Entonces me encantará que te vuelvas moderno conmigo.
Entre risas y besos lentos, KyungSoo saboreó con su lengua la boca de JongIn y mordió también sus labios, logrando arrancarle suspiros a la par que se intensificaba el constante roce de sus entrepiernas. Sin muchos rodeos, descendió ante la mirada que recibía con lascivia. JongIn se desabrochaba por su cuenta el cierre del jean y KyungSoo aprovechaba a bordear con sus labios la cintura; pronto el bulto bajo la ropa rozaba por completó su mejilla y alzó la mirada brillante en lujuria. Como si el ardor en cada uno de sus dedos le indicase lentamente cómo avanzar, deslizó el ya flojo pantalón en conjunto con la ropa interior. Finalmente tenía ante sus ojos, la desnuda erección que en los últimos días imaginaba mentalmente, la que borraba al sentirse nervioso por su inexperiencia, y ahora lo tenía extremadamente ansioso.
En ese momento sólo quería atreverse, olvidarse de que nada sabía, y sencillamente probar; probar cómo lo acababa de hacer sin pensar. Los impulsos e instintos se liberaban en efecto dominó y sin interrupción. Sin pudor y sediento, atajaba gustoso en su boca el miembro de JongIn, quien soltaba suspiros y gemidos entrecortados al ser saboreado y ensalivado; al sentir el par de anchos labios subir y bajar sobre su extensión en un húmedo compás.
Improvisar cuando se desconocía sobre el asunto, parecía lo ideal para KyungSoo, pero la forma en que lo hacía, sabía que era mucho más de lo que incluso él mismo se esperaba.
—No parece que sea tu primera vez... —exhaló JongIn.
KyungSoo sintió los dedos acariciar su cabello, pero no dijo nada, el contacto era relajante y le hacía sentir que lo estaba haciendo bien; continuó con su labor, con sus labios chupando hambrientos cual dulce fruta hasta hacer acabar a JongIn en su mentón. Fue en ese momento, cuando extasiado también por el acto que acababa de cometer, que sonrió travieso, complacido de saborear la calidez blanca en su lengua. Subió lento, dando pequeños besos en el estómago ligeramente descubierto, hasta alcanzar la boca dispuesta a besarle en regreso. Los brazos de JongIn se enroscaron en su cuello, atrayéndole para profundizar con su lengua también, chocando sus entrepiernas nuevamente y excitándolo más de lo que deseaba.
—¿No fue tu primera vez cierto? —reiteró en un pícaro susurro.
—Digamos que me gustan mucho las bananas...
La risa repercutió entre ambas bocas, los labios se mezclaron aún anhelantes por más contacto y JongIn decidió darle fin también a la erección de KyungSoo para poder retomar con el viaje en una paz que poco duraría durante los siguientes días. Definitivamente les quedaba algo aún mucho mayor por descubrir y experimentar, pero a KyungSoo no le importaba el no tener idea de cómo lo haría, sabía que con JongIn, tendría un guía asegurado donde ambos sentirían placer por igual; con JongIn tenía la seriedad del inicio de una relación que cada día le prometía sentimientos más y más fuertes.
Con JongIn tenía la enseñanza de que los más jóvenes siempre seguirían siendo pequeños expertos en otras materias que no se daban en la escuela. Que ser mayor no lo hacía más sabio bajo ningún aspecto en ninguna clase de sentimiento, sobre todo en algo tan detallado y puntilloso, pero maleable y rápidamente susceptible de contraer, como el inicio del amor.
Y KyungSoo deseaba aprender más que nunca, de esa clase de jóvenes atrevidos, maduros, caprichosos pero que sabían exactamente lo que querían. Una relación sincera, donde creciesen poco a poco. Porque aún si los cuerpos pedían arder pronto, los poemas en su cabeza pedían ser continuados en sus corazones por mucho tiempo. Todos requerían siempre, un poquito de paciencia y perseverancia para abrirse por completo y por igual, para conquistar sus deseos.
Los encantos del aprendizaje apenas habían comenzado, y por poco podrían haberse convertido en desencantos, sino fuese porque esos mismos sólo habían sido, los encantos de una rebelde conquista.
📚✒️
Fanart de ©akexoco
Buenoooo, acá se fue este fic, la mayor parte, la segunda parte no es igual de larga, sólo es una pequeña extensión de lo que viene después de su relación ✓ y cositas que aún quedan por aprender de nuestros cabezotas 🖤🎇 no se preocupen que será subido acá mismo. Habrá un cortito como spin- off en unos días, de info introductoria a los siguientes capítulos que aún estoy escribiendo y traeré lo más pronto posible <33 muchas gracias por haber llegado hasta acá ❤️ espero que hayan disfrutado y nos leeremos pronto! 💃🏻🌼😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro