11. Comprensión de Intenciones
Demasiado loco por ti como para preguntarme
¿Hacia dónde va esto?
Demasiado loco por ti como para desmoronarme
Algo está creciendo fuera de lo que podemos controlar
Bebé, estoy muriendo
¿Por qué no puedo respirar cada vez que pienso en ti?
¿Por qué no puedo hablar claro cada vez que se trata de ti?
Es inevitable, es un hecho que estamos cayendo en ello
Así que dime
¿Por qué no puedo respirar cada vez que pienso en ti?
Why Can't I?, Liz Phair
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Esperar después del lunes a que JongIn tocase su puerta los siguientes días, se había convertido en su gusto culposo. Las posibilidades de que lo hiciese eran altas, pero su lado racional le decía que no debía ilusionarse con los caprichos de JongIn, quien podía seguir seduciéndolo cuanto quisiese, usando palabras bonitas y elevando sus esperanzas hasta el cielo.
KyungSoo sabía que el único culpable en hacerse expectativas era él, porque así de rápido corría el deseo por su sangre cuando el menor insistía intensamente en descascarar su coraza repelente. Le costaba diferenciar a esas alturas las buenas de las malas intenciones, y así también las mañas y travesuras, de los sentimientos nobles; sin embargo JongIn mezclaba ambos y no podía distinguir con claridad en qué momento sus caprichos sexuales se habían transformado en anhelos por algo más que su cuerpo.
Las pequeñas muestras que KyungSoo había dado con intención de aplacar la intensidad, no aliviarían la misma. Un limitante y suave beso en la frente, se convertía en un estímulo y JongIn siempre regresaba por más. A KyungSoo no le molestaba que regresase por más tampoco, porque él también ya reconocía perfectamente el ardor en su piel; la atracción entre ambos nunca había sido unilateral, pero quería evitarla por el bien de todos. De JongIn, de su familia y la propia. Lo último que quería era enamorarse y perder el control de su independencia.
El reflejo de su mala experiencia estaba atascado en su cerebro y lo único de lo que era consciente, era de que había estado tan enamorado, verdaderamente enamorado de quien lo había ayudado en el pasado. YiXing quien había ingresado en el último año de la preparatoria, se había convertido en su fiel amigo y más tarde había estudiado psicología, por lo que había sido una gran salvación tras la ruptura con su fallecida ex novia.
No obstante, KyungSoo supo que ella había dejado de ser el problema hacía mucho tiempo. El problema era YiXing, quien por su profunda comprensión, le había demostrado lo que realmente necesitaba durante todos esos años. Las limitaciones de KyungSoo se habían abierto incluso antes de que YiXing se las hiciese ver, pero con dolor, tuvo que recibir el primer no en su vida cuando se confesó ante él.
YiXing le había dicho que eso no era amor, que era una proyección, y que era comprensible que sucediese tras haber estado siempre para él en todo momento. Pero lo que YiXing no sabía y KyungSoo no se había atrevido nunca a confesar, era que inseguro aún de sí mismo y sus sentimientos años antes de YuRi, habría imaginado cientos de veces besar a YiXing en los labios y tocar sus intimidades en una ducha, pero nunca lo había expresado por miedo a ser considerado un loco por su amigo. KyungSoo en ese entonces, seguía aterrado ante el deseo por explorar su propia sexualidad.
Pero ahora junto a JongIn, la confianza ganaba terreno.
***
Lanzó un liberador suspiro cuando terminó de corregir el último informe, con ello se daba prácticamente comenzadas sus vacaciones, ya que sólo le quedaba asistir esa semana para hacer devolución de notas. Se estiró de brazos y luego se levantó para asomarse a un costado por la ventana y tomar aire, el clima era templado y el cielo nocturno estaba despejado, las estrellas brillaban cual buen presagio. De repente oyó maullidos y supuso que era el peludo de Cocó por los tejados. Aunque pronto los maullidos se intensificaron y KyungSoo estiró su cabeza fuera de la ventana para ver si el gato se encontraba en problemas.
Sin embargo los problemas presentía que serían otros cuando escuchó la puerta abrirse sin permiso alguno. KyungSoo metió la cabeza veloz y se giró con un gesto en reproche. Otra vez era JongIn, apareciéndose escurridizo cual serpiente y ágil como los felinos. Al parecer no había tenido suficiente con las insinuaciones delante de la familia, que necesitaba también hacerle echar humo por las orejas incluso en la privacidad.
—Podrías tocar, como lo hiciste el resto de la semana.
—No hay nadie en casa, se fueron a merendar y aún no vuelven.
—¿Y yo qué soy?
—Un pervertido que mira a los gatos aparearse en el techo.
—Eso no es cierto —negó exasperado—. Pensé que le pasaba algo.
—Sí, están en celo. Más o menos como yo.
—Ah, por favor. No eres un animal.
—Ojalá lo fuese. Así te besaría, y me dejarías estar en tu cama sin que te ofendas.
—Qué cerdo —alzó una ceja y se cruzó de brazos.
—No me importa si no te gusto ahora. Sé que causo algo en ti, KyungSoo —avanzó un par de pasos—. Y quiero explotarlo.
—No soy una bomba, JongIn.
—Yo no diría lo mismo.
—No caigo en trucos de ese estilo. Ya los he visto en cientos de chicos como tú.
—No creo que sea tan así... Pero ante la duda, estoy seguro que ninguno me iguala —sonrió con suficiencia.
—¿Te crees Todopoderoso?
—Creo que tengo todo el poder sobre Soo —se acercó lentamente hasta reposar las manos sobre sus hombros.
—Sigue practicando, leí algunos poemas... —murmuró KyungSoo, sintiendo la calidez invadir veloz el resto de sus brazos—. Son lindos, pero sé que puedes hacerlo mejor.
—No intento impresionarte con eso.
—¿Entonces?
—Sólo distraerte —respondió con simpleza.
JongIn le miraba fijo y con delicadeza deslizaba los dedos lento, hacia los botones del cuello de su camisa y fingía acomodarlos.
—¿De qué? —lo detuvo cuando sintió que desprendía los primeros, entonces JongIn bajó sus manos.
—No es de algo, sino para algo.
—¿Y para qué quieres distraerme?
—Para concentrarte, ¿cómo se supone que te guste si no dejas de pensar en que tengo una única intención? No quiero sólo meterme en tu cama, KyungSoo... —le palmeó suavemente las mejillas—. Quiero encantarte, de ese modo en que tú me tienes a mi, pensando todo el día en ti.
Su rostro pronto ardió por el contacto juguetón y tierno, las manos de JongIn en su rostro se sentían calientes como el café en invierno, y eso hacía que por igual la temperatura en todo su cuerpo subiese. Ahora parecía él, el adolescente enamorado y con las sensaciones a flor de piel. KyungSoo sujetó las manos, porque quería tener el poder de poseer también una parte tan pequeña de éste. Era como si JongIn le protegiese por unos segundos, y luego él le asegurase al retener sus palmas, de que lo estaba haciendo bien. La mirada de chocolate sobre su propio rostro también se sentía agradable, le hacía ver nobleza donde antes sólo veía lujuria.
—Lo estás haciendo bien...
KyungSoo caía en esa cascada de miel en la que lo bañaba JongIn, y se dejaba resbalar dulcemente cuando éste se soltaba, sólo para afianzar el momento y abrazarle.
—¿Te estoy encantando? —murmuró JongIn contra su pecho.
Las mejillas también le daban calor bajo el cuello y la respuesta no podía ser negativa cuando el cariño era tan abrumador que despejaba todo pasado cargado en nubarrones.
—Como todo un brujo.
—Porque estoy aprendiendo los hechizos de un buen profesor.
—Claro que no. Sólo... Me estoy abriendo a las nuevas experiencias.
—Abriendo... —se apartó y le miró con picardía—. ¿Quieres estar abierto conmigo?
—No te excedas.
—Vamos, puedo hacerte gemir como a los gatitos en el tejado —caminó con sus dedos índice y medio, por el hombro de KyungSoo—. Bah, en realidad me gusta más ser quien se abre...
—JongIn...
—Era broma —sonrió—. Bueno, no por completo, pero sólo estaba probándote. Sabes que aún estoy esperando un beso...
—Lo que sea que ronda en tu cabeza, aún no sucederá.
—¿Por qué no?
—Porque no me apetece.
—Pero podría hacerte cambiar de parecer. Podría hacer que te apetezca.
—No eres chocolate. Así que eso no pasará —sonrió satisfecho.
—¿Sabes? Ahora que te conozco un poquito más, llego a la conclusión de que, o eres realmente malo para mantener el misterio que creía que tenías, o en serio estás sirviéndome en bandeja de oro todo lo necesario para conquistarte más y más rápido.
—¿Por qué no ambas?
JongIn tenía razón, y lo cierto era que no lo hacía con la intención de que éste descubriese sus gustos tan pronto, pero tampoco intentaba hacerse el misterioso y ocultarse cual ostra. KyungSoo no quería que JongIn creyese que estaba pidiéndole favores o sugiriéndole ideas, sólo quería serle sincero, comunicarse con naturalidad y dejarle conocer un poco más de sí mismo; pero sabía que al mismo tiempo aquello sería un nuevo incentivo para JongIn, pequeñas indicaciones de qué podía y no podía hacer, con qué sí y con qué no podía atraerlo un poco más, y así sí, finalmente hacerlo caer en sus mañas que poco tenían de originalidad, sino de ser atento a las nimiedades.
—Así que el profesor Do también es caprichoso... —dedujo alzando la mirada—. Entonces, ¡ya tengo una idea! Mañana la verás. O mejor dicho, saborearás.
—¿Vas a comprar chocolate? Al menos déjame darte el dinero.
—¡No sabotees mi sorpresa!
—Nada de lo que haces es una sorpresa. Eres muy predecible, JongIn.
—Pero ya no me evitas —se aferró a su cuerpo con más fuerza y susurró cerca de su oído—. Prefiero que me digas todo lo que quieres, y así complacerte con ello...
—Dentro de lo predecible que eres, no puedo ser preciso, sólo sacar probabilidades de lo que harás, porque no considero que haga las cosas a conciencia; si te digo lo que quiero, entonces dejarías de tener el impacto que sí provocas en mi. Eres mejor tú descubriendo lo que yo quiero, que yo mismo.
—Deje de ser tan cerebrito por una vez, y déjese llevar por sus emociones —enfrentó sus miradas—. Los instintos le harán más feliz que la razón.
—Y también me conducirán más rápido al arrepentimiento.
—No si dejas de pensar en ti mismo, y comienzas a darte cuenta de lo que yo siento por ti. Sólo confía en que sé lo que quieres...
—Ya lo hago. Desde el primer día que arrojaste agua a la ventana seguí mi intuición, siempre lo hago, y siento que nada de mi es honesto.
—Entonces deja que yo te guíe por el camino lógico, el de hacerme caso, el de dejarte enamorar... —apegó su frente contra la propia—. Porque eso en mi, sí es honesto.
El aliento tibio soplaba en su mejilla, JongIn había reposado sus labios sobre su piel, y si no fuese porque eran sólo dos pétalos de carne succionando su palidez, KyungSoo juraba que tendría una quemadura en forma de flor roja, por el fuego del beso recibido.
JongIn se alejó unos centímetros, sin emitir más palabras. KyungSoo absorto le contempló en igual silencio, con los brazos caídos y la mirada iluminada, cargada en tormentas de expresiones y palabras inefables. JongIn le sonrió, yéndose cada vez más hacia atrás, alcanzando la puerta, sonriéndole con la felicidad de un niño convencido de que obtendría su regalo favorito pronto.
Hasta el momento, no tenía idea de lo que JongIn sentía cada vez que él le besaba la frente. KyungSoo creía que era algo simple y sin compromiso, pero ahora que era él quien lo había saboreado en carne propia, sabía que era un latigazo del infierno, que era algo por lo que su sangre le rogaba más y con furia; pero también algo que no se atrevería a iniciar por miedo a perder el control, por no saber en qué podrían acabar.
Hasta el momento no se había imaginado que alguna vez volvería a desear devorar la boca de otro hombre, con incluso ya no curiosidad, sino absoluta sed por probar los labios e iniciar una revolución en su corazón y mente. De entregarse por completo a la locura pasional junto a JongIn y acabar húmedos, empapados en la lluvia ácida e inflamable del verano.
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Muchoooos besitos y bello inicio de semana 😘 gracias por leer~ 🌹💘
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