Epílogo
—Nos contenta verte, Chris.
—A mí igual. Me emociona dar una entrevista; nunca di alguna de este estilo.
Jeannie ríe y desestima lo que he dicho con su mano. Como si doy charlas de mí cada día.
—Lo haces muy bien —felicita—. Sé tu misma.
—Ser yo misma —repetí para creérmelo y asentí, estando de acuerdo—. Muy bien.
—Pues bien. —Mueve entre sus manos unas hojas—. Tengo algunas preguntas para ti, la primera y mas obvia: ¿cómo estás?
—Acostumbrándome a parecer un muñeco de nieve cubierto por todas partes para no aguantar frío.
—¡Es insoportable, ¿verdad?!
—Muchísimo.
—Pero la vale. Londres no tiene comparación y tenemos bonita ropa de invierno, Chris.
—¿La tenemos? —bromeo. Jeannie ríe y con mucho orgullo dice que sí—. Tendremos que ir de compras juntas.
—Es un trato. Pasemos a otra pregunta: ¿estás soltera?
Blanqueo mis ojos y digo con orgullo:
—No, no lo estoy.
—¿Podemos... ya sabes?
—No, no sé.
—¡Saber su nombre! —exclama con entusiasmo. Otra alcahuete del romance.
No se daría por vencida y me gusta alimentar su monstruo come «parejas bonitas».
—Tal vez luego.
Pero sería a mi ritmo. Y Jeannie, como me dio a entender cuando nos conocimos, con respeto y sin presiones, continuó entrevistándome.
Acepté tener esta entrevista por lo ligeras que suelen ser con ella. No sientes un gran compromiso, pero en el fondo y en la superficie todos los que miran a Jeannie saben su adoración por las artes y expresamente, casi exageración, el ballet clásico. Me contactó hace unos días, cuando recientemente se publicó la fecha del estreno de El Cascanueces. No tengo un agente con el que discutir estas cosas, así que recurrí a mi cuñada y ella, que sabe más que yo en ciertas lides, le dio el visto bueno y heme aquí.
Nunca imaginé que daría entrevistas, pero ya me he ido acostumbrando a ellas, lo que hace esta diferente es que es con una instagramer. Una de mis iniciativas para aceptar hablar de mí, del elenco y de la obra es por Jeannie; su cuenta de Instagram es una inspiración. Ella en sí es una inspiración.
De pequeña, deseó con fuerzas convertirse en bailarina, pero por mucho empeño que le puso no consiguió ser admitida en ninguna compañía, aunque se graduó de una escuela de danza. Lo intentó por un año y, como le sucede a muchos otros, optó por una carrera universitaria y tiene un par de años graduada en Publicidad y Mercadeo. Se sacó un certificado para manejo de redes sociales y abrió su Instagram para dar a conocer lo que más le gusta. Tiene miles de seguidores apasionados como ella y parece sincera con lo que siente y piensa ante cámara.
Estamos en un restaurante pequeño, en el centro, del que hasta hoy sabía. Aquí la conocen y permitieron que usáramos un jardín creado dos pisos arriba de edificio, bajo una cúpula de vidrio en que se ve en sol pero no cae profundamente sobre nosotros, para que habláramos en paz. Nos trajeron una bandeja con dulces, unas bebidas calientes y prometieron que no seríamos molestadas. Todo un detalle para mí.
Mi familia fue el siguiente tema y respondí lo sincera que me fue posible, pero guardando datos para mí. Le siguieron mis amigas, a la que sus vidas les estaba dando vueltas, como es lógico y no estoy allí para presenciarlo como ellas no están conmigo para verme debutar en Londres.
—Estoy ansiosa por verte —dijo Jeannie con humildad y esa emoción de niña que puedo compartir con ella. Le agradecí—. Tengo entradas para el estreno. Es el 15 de diciembre, por si tienen el pendiente.
—¿En primera fila?
—En primera fila —parece apasionada, como si dijese un juramento. Ríe quitándole seriedad—. Pero dinos: ¿tienes amigos que vayan a verte?
—Tengo cuatro, pero dos mas cercanos. Se llaman Miramar y John; el segundo es un entrometido, pero nos hemos hecho buenos amigos gracias a mi novio, quien es su mejor amigo. Ya ves, todo queda en familia —bromeo.
—Sí, puedo verlo.
—Ellos irán y me pone nerviosa.
—¿No te han visto antes?
—No en vivo, excepto mi novio.
Jeannie sonríe divertida y me guiña un ojo.
—¿Podemos saber su nombre, por fis?
Hago que me lo pienso un rato y finjo tener un suspiro retenido que me eleva del asiento.
—Qué curiosa —le reprocho.
—Por favor, Chris. ¡No puedes dejarnos con esta incertidumbre!
Cómo me entretenía verla querer desentrañar en mi vida amorosa, que dicho sea de paso no es un secreto, pero sí la hemos mantenido todo lo discreta que se ha podido. No culpo ni desestimo el sentir por saber de mí y de quién ha obtenido, con mi permiso, mi amor. No me ofende. Estar con alguien que te hace ciertas preguntas es ser advertido que habrá curiosidad por ser saciada.
Pasé mi cabello tras mis orejas y asentí, logrando que haya un grito.
—Su nombre es Terry —dije con mucho orgullo y una sonrisa tonta, como me he de ver—. No tenemos ni un año juntos, pero al asentarse nuestra relación fuimos muy honestos con el futuro y estaremos en el del otro.
Jeannie grita como una niña, estrangulando el grito como tal en su garganta para hacerlo todo lo agudo que puede. Me cubro los oídos para molestarla, riendo.
—Oh, Dios. Eso es tan lindo. ¿Y cómo se conocieron?
—En un bar y le dije un montón de mentiras.
—¡Pero Chris!
—Lo sé.
—Muy mal, Chris. Eso no se hace.
—Pedí perdón y fui perdonada.
—¿Y eso es todo? —cuestionó haciendo ojitos.
—Después de mis mentiras no creía que una relación funcionaría y se le agregó la distancia a todo. Terry vivía lejos y estar juntos en mi cabeza no era conveniente, hasta mi última gira.
—Hablas de Giselle.
—Sí. Hicimos parada por Madrid y ahí nos volvimos a ver. —Reí por el recuerdo de esa vez—. Terry no es un hombre que de por vencido, aunque es respetuoso y considerado. Empezamos a salir como un par de tonto esperanzados y llegó una charla seria sobre lo que queríamos, si estábamos jugando o si íbamos a darlo todo. A ponerlo todo en el asador, como él dice. No fue fácil —desvié la mirada un segundo, pues no he hablado de nosotros de este modo—. Y sigue sin serlo, pero cada mañana me despierto creyendo en que estoy teniendo una nueva oportunidad para nosotros. No quiero pensar en una vida donde no esté Terry, mejor pongo la energía que me sobra en aprovechar lo que tengo y si él está viendo esto, seguro ya está alardeando. Siempre alardeando. Es una de sus virtudes.
Esperé a que Jeannie saliera de su ensueño escuchándome, le faltó tiempo y mi risa fue la que la trajo de vuelta. No fue una historia larga, pero se notó que le fascinó.
A mi también me fascina.
—Les deseo lo mejor, Chris.
—Gracias en nombre de los dos. ¿No me vas a dejar comer? —la acuso en broma.
—La entrevista es sobre ti, no sobre postres. Pero te dejaré comer en un rato. Quisiera que incursionemos en Giselle. Es una pieza icónica que cualquier bailarina anhela ejecutar y dejar su propia interpretación, algo que tu lograste, ¿cómo te sientes al respecto?
—Agradecida, primeramente. Poder interpretar el rol de Giselle te exige, pero en la misma medida te retribuye. No es una labor que puedas atribuirte sola, el cuidado, la dedicación y cariño con el que se tomó fueron piezas clave para destacar qué es Giselle y no perder su belleza.
—¿Considerarías a Giselle como la niña de tus ojos?
Reí y encogí mis hombros, sin querer llegar a llamarla mi favorita.
—No es fácil decidir y tampoco le recomiendo a ningún bailarín escoger una sola pieza, por emblemática que sea. La cartilla de opciones varía, en temporada y en ejecución. Giselle fue y sigue siendo como un sueño, como el escenario mismo.
—Hablando de sueños, lamentablemente no pude verte en directo —hace una mueca torcida, pero regresa a su sonrisa—. Pero he visto tu interpretación por vídeos y verte, Chris, es un sueño.
—Muchas gracias —digo apenada e ignoro que la emoción me pueda embargar—. No puedo pedir más, si fuese el caso.
—Hay una duda que tengo, o mas bien una duda de un rumor.
—¿Cuál duda?
—Se escucha o lee por ahí que en la gira tuviste que presentarte por tres días seguidos —Deja un silencio que crea suspense, hasta que pregunta—: ¿es cierto?
Es una sorpresa que ese rumor llegara como una pólvora. No es algo para hacer alboroto para mí, porque es importante conocer el instrumento con el trabajamos y si es nuestro propio cuerpo, el cuidarlo no es opcional. No estamos exentos de las diversas consecuencias, pero las podemo limitar. Es una realidad.
—Sí, es cierto.
El asombro de Jeannie me hace reír, pero no de burla. Es una risa porque a ella le sorprenda en sí.
—¿Podrías contarnos cómo es posible?
—La alimentación es importantísima, subestimarla siempre tiene sus consecuencias nefastas, como hacer ejercicios que ayuden: pilates o yoga, fortalecer y tener el debido descanso. Una compañía que mas que un éxito de temporada, priorice el cuidado de un bailarín para que crezca a su tiempo, también es fundamental para que las lesiones no sean el pan de cada día, o de cada estreno. Y tuve eso en el Ballet de Nueva York y ahora lo tengo en el Royall Ballet, de allí viene mucho de mi agradecimiento y cariño. No fue fácil —digo con un suspiro que finge ser cansado—, pero la ayuda nunca faltó.
—¿Ha sido una transición difícil para ti?
—En un principio lo fue, pero te mentalizas de qué es aquello que deseas y lo que yo mas amo es el ballet, así que no tuve que detenerme para decidir. Claro, no significa que no extrañe mi casa de vez en cuando.
—Es comprensible. Seguro tendrás oportunidad de ir de visita.
La observé con ternura por ese deseo poco probable, pero lo recibí igualmente.
—Seguro que sí.
—Bien, Chris —Noto el cambio de tono, por lo que sé que viene un nuevo tema—. Has sido nombrada Primera Bailarina.
Asentí, porque aun hoy no sé qué se debe decir cuando lo mencionan y me felicitan. ¿Era un sueño hecho verdad? Sí, y verlo me confirma los siguientes que quiero lograr, pero todavía me pregunto si soy quien sueña o si lo hace alguien mas y soy el personaje secundario.
Jeannie al no tener una respuesta verbal, agrega:
—Muchas felicidades, Chris. ¿Estás contenta?
—Claro que sí. Mi carrera ha sido poco ortodoxa en comparación a otras, por edad, por elevarme de primer solista a primera bailarina cuando tengo pocos meses en el Royal Ballet, pero sé a qué se debe y no es un obsequio, es un lugar de formación en el que las reglas apuntan a la tradición, y la traición al respeto por el arte. Aprecio lo que he ido aprendiendo y que espero poner siempre en práctica.
—Eso suena fantástico, Chris. Te auguro éxitos en el futuro, muy próximo.
—Muchas gracias, Jeannie, por invitarme.
—Ha sido un honor y un placer —Miró a la pantalla de su celular a un lado de nosotras, a una buena distancia y ubicado en un tripode—. Y muchas gracias por vernos. Les dejaré en la descripción el enlace para obtener los tickets de El Cascanueces, donde nuestra invitada interpreta a Clara. Nos veremos pronto.
No bromeaba con tener hambre, por lo que extendí el brazo y tomé un macarron mientras Jeannie apagaba su teléfono. Al verme de frente se echó a reír.
—Entonces era cierto.
—¡Claro! —digo con la boca aún llena. Trago con placer y establezco—: ¿Me ves cara de broma?
—Te veo cara dulcera.
Para qué negarlo.
—Eso siempre. Pero soy capaz de compartir.
Rió y regresó a sentarse junto a mí en la mesa que nos prepararon. Bonita, con flores en un jarroncito y los dulces en una pieza de varios pisos. Se esmeraron y quería olvidar que fuese por mí mas que por Jeannie. Iba a tomar una galleta y que ella tomase una también, pero la noté con cara de angustia y un poco sonrojada. ¿Tendría asma?
—Discúlpame si te incomodé con la pregunta sobre tu novio.
Eso me dio tanto alivio que solté un suspiro.
—No te preocupes por preguntar, para eso vine.
—No quiero sonar como una stalker —dijo apresuradamente—, pero sé bien cuán hermética eres con tu vida privada y... solo quería saber. Puedo editarlo y olvidaremos que lo hablamos, si te hace sentir cómoda.
Negué y me enternecí con sus opciones para mi bienestar.
—Un día se sabría y me agrada que sea contigo. Amas el ballet tanto como yo; no pude desear una mejor manera. La otra habría sido con la prensa y no, no quiero.
Tuve el impulso de apretar su mejilla con lo adorable que se ve sonriendo con esa chispa que veo en breves instantes en el tiempo en personas. No sabía si sería todo lo auténtica que es en sus posteos, pero saber de primera mano que es real me congratula en haber hecho una buena elección por casualidad.
—No lo borraré, entonces —dice luego de un rato.
—No lo hagas. —Le pido un momento y reviso mi celular. Hay un mensaje y llamada perdida—. ¿Tienes algo que hacer, Jeannie?
Me mira con suspicacia.
—No —dice con duda.
—¿No de no, o no de no?
—Todos son «no».
Con buen talante, sonreí. Responde muy parecido a Miramar o alguna de las chicas.
—¿Tú crees? —juego con ella.
—Cambias el tono pero siguen siendo no. ¿Debes irte? —Su desilusión no durará. Claro, si me hace caso.
—Sí, pero quiero que vengas conmigo. ¿Puedes o tienes algún compromiso?
Se elevó de la silla y fue a recoger el tripode y el micrófono que utilizamos ambas, es decir dos micrófonos. Me ofrecí a darle mis manos para tener todo listo antes, nos despedimos de los dueños del local y quité la alarma de mi auto «solo por hoy». Tuve que alquilarlo para este día. Con Jeannie sin vehículo y mi persona en las mismas condiciones ponerse de acuerdo para ir a un lugar neutro sin transporte es atroz.
—Cinturón —avisé en lo que estuvimos dentro. Jeannie obedeció y yo también.
Antes de decidirme a ser una conductora mas, noté que me llegaba una notificación del grupo de WhatsApp que compartía con las chicas. Se llama «Salvajes a mucha honra». Le pedí un momento a Jeannie y leí:
América: ¿Ya podemos verla?
Winnie: ¿Ver qué?
Arriba dice que está escribiendo. Por fin envía otro mensaje.
Winnie: ¿De qué me perdí? (añexa sticker dramático)
América envía un emogi rodando los ojos.
América: La entrevista. Tu siempre en otro mundo.
Winnie: hay que ganarse el pan y el mío no se gana viendo vídeos en TikTok...
Cisne: ¡Hola!
Cisne: no peleen que luego lloran.
Cisne: Chris no ha enviado el link, por algo será.
Alica: tengo trabajo chicas, ¿podrían no enviar mas mensajes hasta la hora del almuerzo? (emogi uniendo las manos, que en realidad significa chocar palmas).
Escribo con rapidez.
Yo: mi hora de almuerzo ya pasó, tendrá que ser la hora de la cena. Acabo de terminar la entrevista. Les haré llegar el enlace; no me pongan mas nerviosa, gracias.
Dejo que lleguen las respuestas que quieran y tomé tiempo para prepararme mentalmente para conducir. El que esté el asiento de conductor del lado opuesto es algo de lo que me sigo acostumbrando.
Como el que mi ¿suegra?, intente mantener contacto conmigo. Las primeras veces no le presté atención. Las que le siguieron me sorprendieron, unas gratamente y otras me generaron la desconfianza acostumbrada. Malena le está poniendo empeño el agradarme. Su empeño es del tamaño de su casa y las atenciones que sí me han gustado incluyen a Miramar.
Envió a nuestra dirección unas cajas llenas de adornos navideños, jabones de olor esplendido, juegos de toallas y pequeñas notitas que podrían pasar desapercibidas pero para una mujer que regale a mujeres hay una comunicación diferente. Esas sutilezas con regalos que no nos apabullen, es lo que nos tiene quietas. Expectantes. Interesadas en lo que sigue.
Y es un paso. Pequeñito, pero paso al fin y al cabo.
Tuve que hacer el recorrido más extenso puesto que no quería que Jeannie se diera cuenta de dónde estamos —cuando lo estemos—, pero yo soy quien es nueva en Londres. Le miré de soslayo intentando descubrir por sus gestos si se esteraba de algo, pero creo que la emoción y la música que puse en el equipo de sonido la mantenían entretenida. Bien.
Me quedaba unos cuadras para llegar a nuestro destino y nos escandalizó el timbre de mi teléfono. En estas fechas procuro tener algún villancico, Noche de Paz en versión rock o solo la pista de Carol of the Bells. La última fue la que opacó cualquier sonido. Reí entre dientes cuando en medio de la melodía decía «llamada de ''Lindo''». Respondí con los altavoces.
—¿Sí?
—Bonita, ¿terminaste tu entrevista?
—Terminé. ¿Por qué?
—Quiero ir a comer.
—Pues ve.
Él ríe con socarronería, acostumbrado.
—Te estoy invitando a comer conmigo.
Compartí mi complicidad con Jeannie, que no abría la boca aunque sonreía.
—Estoy yendo por un encargo, ¿te importa que nos veamos después? Yo sé que no te importa...
—Sí me importa porque acorta el tiempo juntos pero no me importa porque soy un novio comprensivo. ¿Escuchas lo comprensivo que soy?
—Si vas a empezar a echarte rosas... —digo falseando una amenaza vacía, a punto de colgar.
—¿Quieres que te las eche a ti?
—Tengo compañía y sería un poco incómodo... Después —aseguré.
Se volvió a reír con aquel aire gracioso pero sin atisbo de arrepentimiento.
—Después —Y sabía que no es una promesa plana. Lo cumpliría.
Cortó la llamada e hice una seña para que Jeannie se recreara en mi vida amorosa. Pero ella solo suspiró y me felicitó por tener a Terry, y a él por tenerme, sin importar que no se lo puede decir en persona.
—Gracias.
Avanzo en el escaso tránsito y estaciono con cuidado. Debo cuidar la renta de un auto que no me pertenece.
—¿Lista? —cuestiono con segundas intenciones. Porque las tengo.
—¿Para? —me regresa la pregunta con gesto inocente.
Con rebosante deleite en mi corazón, mi alma y mi cuerpo, le dije:
—Para volar.
Fin
_______________________
Holaaaaaaaaa
Hasta que llegamos a su final.
Estoy muy emocionada. Les confieso que acabé el mismo 24 de diciembre pero con otras cosas encima, pasarla en familia y un pequeño resfriado no pude publicarlo enseguida.
Espero que les haya gustado esta historia, tanto como a mí me encantó escribirla.
Es una de esas historias especiales, porque las amigas de Chris tienen similitudes con las mías. Escribí esto en buena parte por ellas y para recordarme (y recordarle a quien lea) que es posible hacer lo que amas, que existen conflictos de muchas formas pero que la perseverancia es la herramienta de los valientes. Que nada es gratuito, pero existen esas pequeñas cosas que sí lo son y cuestan mucho mas por lo mismo.
Gracias por seguir mis historias. No somos ''muchos'', pero la calidad no está en la cantidad.
Feliz navidad y feliz próximo año 2023.
Nos seguiremos leyendo pronto prontito. Esta escritora amateur sigue con muchas ideas en la cabeza que cada día intenta plasmar de modo que viajen, conmigo, hasta donde pueda llevarlos.
Liana
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro