Capítulo 8: Así comienza
Mi cuello tiene una capa de sudor que estaba a punto de volverse aceitosa, una herencia de la que no me siento orgullosa por parte de mi mamá. Mis extremidades están rogando por un descanso, pero ellas siempre ruegan cuando van a su punto máximo de elongación, de fuerza, de soltura, en ritmo, cordialidad con la música, con mi compañero o compañeros; se esfuerzan por darle el pago que merece a una pieza histórica que hoy, el actual coreografo, ha hecho para que Giselle sea la pieza que cualquiera, versado o no, quiera ver.
Ser una extensión de mis extremidades con las de Miles era sin duda una de las cosas mas cercanas que se pueden experimentar. La compenetración entre tu pareja y tú se ve fuertemente involucrada en el resultado final del acto en sí; de la influencia de todos los bailarines, hasta el que comparte medio minuto. Mi amigo y yo tenemos un acuerdo silencioso para estar unidos, para notarnos como lo que representamos y aun siendo el primer ensayo, la señorita Contreras estaba bullendo de felicidad.
Solo dos meses y nos presentaríamos.
El ensayo de los suplentes es tan importante como el de los principales. Nada podía salir mal, pero el mundo es el que es y si no te agarra un resfriado, te agarra una circunstancia.
Ver a Lidia como suplente no es una cosa mala para ella pero no imaginé que podría suceder. Admito que llegué a creer que mi destino se reduciría a suplir a infinidad de Lidia's y verla desenvolverse en este nuevo rol, dándolo todo como suele, me contentó mucho mas que la última conversación con Francine respecto a mis esfuerzos y talento nada desperdiciado.
—Te noto extraña.
—¿Me notas extraña?
—Sí, y haces preguntas innecesarias, también.
Miles tiene un punto. Me siento extraña.
—¿Qué harías si una chica de la cual estás interesado miente sobre su identidad y cuando la vuelves a ver continúa haciéndolo?
Él se giró hacia mí y empleó el tiempo para pensar y cubrirse con una sudadera.
—No querría tener una relación con una mentirosa pero me preguntaría porque miente y si ella me lo permitiera, tal vez ayudarla. —Agudiza su mirar—. ¿Hiciste algo mal con Henrie?
—Oh Dios, no hablemos de él. —Abro mi propio bolso y tomo asiento para ponerme las botas—. Comienzo a arrepentirme.
—Estoy entendiendo que no es a Henrie a quien le mentiste.
—Entiendes muy bien.
Su risa no pudo mas que causarme curiosidad.
—Buena suerte. —Me da un medio abrazo y beso en la frente—. Nos vemos en el próximo ensayo.
—¡No vayas a romperte una pierna!
Para el momento en que decidí salir de los vestidores llevaba el mismo atuendo con que vendría a un ensayo; mi humor para ir a la oficina decaía y preferí tomar un buen chocolate que endulzara mi día y le diera calor.
Eso, si me dejaban llegar a la salida.
—Christina, ¿podemos hablar?
La señorita Melinda pocas oportunidades toma para charlas individuales, así que accedí y la seguí a su particular oficina.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro