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Capítulo 33: Me gusta pensar que todo irá bien

Por fin lograba leer un libro entero.

Ignoré todo un día a Terry, a Miramar y a Claudio para tener este tiempo precioso y terminar un libro decente, que me dejase algo mas que solo un crush por un nuevo personaje masculino.

Es impreciso y precioso el tiempo que posees al estar en plena gira por mas de dos meses. Los instantes libres sirven para ensayar, comer y dormir adecuadamente, y no para tener lo que se llamaría un «verdadero tiempo libre». Ya no me molestaba por él desde hace muchos años, antes de iniciar la pubertad y dedicando buena parte al ballet desde los seis. Pero sí me hacen falta.

No quería ser una adicta. Sé lo influyente que puede ser el entorno, el mal uso del entorno, en un bailarín. Tengo cierta experiencia pero el sufrimiento que viven los que tienen entre dieciséis y diecinueve años por lograr ser aceptados en una compañía es difícil de contrarrestar. Mi dicha fueron mi abuela, mis padres en cierta medida, mis amigas y Miles, Lidia y Sandra; a la última la tengo en gran estima aun si no somos amigas en todo el sentido de la palabra.

Y las diferencias. Ser bailarines que se salen del estándar y tienen algo que probar nos forzó a mejorar.

También el tiempo libre me recordaba que tengo decisiones que tomar y que no falta mucho para hacerlas de una idea una realidad.

—¿Por qué dejarlo para que fuese feliz? —pregunté mirando el libro con recelo—. Que bochorno de final...

Lo bueno es que no hay secuela; igual no pensaba leerla. Pero mantuvo mi atención en todo momento y eso es admirable.

Eran pasadas las ocho de la noche cuando me llegó una notificación de mi cuenta de Instagram. Perezosamente, accedí a ella y vi que me habían etiquetado en una publicación del Ballet de Nueva York, auspiciado por uno de los benefactores, y que alababa el trabajo realizado por Alec a través de Miles, Cameron, Sandra y de mí. Viajó de Estados Unidos a Europa para volver a disfrutar de la pieza por tercera vez. Decía que Giselle evocaba en él sentimientos contradictorios pero que tenían sentido puesto que ella no es fácil de describir ni de sentir para quien aprecie el ballet clásico.

Sonreí con alegría y orgullo y no tardé en comentar dando las gracias. Miles me envió una captura de pantalla al WhatsApp, tan emocionado como yo.

Ni en un concierto de Tay me he sentido tan feliz.

Pero morirías por ir a alguno.

¡Obviamente! Comparar es de idiotas... No seas idiota, Chris.

No es mi intención.

¿Cómo llevas tus vacaciones?

He leído un libro entero. Felicítame.

Te felicito, Chris. Leer es importante...

A ti no te importa mucho. Sobretodo ahora que eres un novio atento.

Viniendo de ti, qué halago.
No le digas a Lid, pero quiero sorprenderla. Te doy después los detalles.

Está bien. Voy a pedir de cenar para olvidar que mi amigo me dejó en ascuas.

Eso se llama vena chismosa.

Ja, ja. ¡Claro, necesito saberlo, ambos me lo deben!
¡Adiós!

Lo sé, lo sé. Come algo francés en honor a mí.

No comí nada francés.

No tuve tiempo para comer o pensar en que hace poco mi estómago gruñía de hambre. Mi dieta debía ser lo mas cercano a la rigurosidad que le pueda proporcionar y no perder de vista que mi cuerpo, por trillado que sonara, es mi templo y el instrumento que tengo.

Lo único que logré hacer al ver que me llamaban era mantener la calma. Un esfuerzo abismal. Pero quién me mandaba a estar fuera de casa por tanto tiempo.

—¿Sí, abuela?

—¡Donde te hayas quedado por esos lares vas a saber lo que es bueno, Christina!

Gemí al cielo.

He evitado hablar de planes que no se han ejecutado o que tienen el atisbo de hacerse realidad. Mas que con mis padres, con ella. Con mi abuela. Le tengo un cariño inconmensurable y no quería ser la receptora de su tristeza, pero si las cosas sucedían como quiero, lo terminaré siendo.

—Abue...

—No, no, no. ¿Es que piensas mudarte sin mí?

Necesité frotar mi cuello para darme qué hacer mientras pienso bien mis siguientes palabras.

—No voy a mudarme ahora.

El silencio que siguió me forzó a  cerciorarme de continuar comunicada con ella. Ah, pero si no lo hizo aquello, lo hizo su voz con mucha lástima.

—Es decir, que es una posibilidad.

—Puedes venir a verme las veces que quieras, si es que me mudo. No es algo seguro.

—Te conozco —dijo como una plegaria de súplica y abatimiento—. Dios mío, niña... Te conozco demasiado y tu no hiciste locuras por Henrie Peterson, pero piensas hacerlas por esa muchacho que conociste en una isla paradisíaca.

Sonaba a que había hecho semejantes cosas malas.

—Sabes bien lo que ocurrió en esa isla.

—¿Y? ¿Vas o no a hacer una locura? Lo harás. —Podía imaginarla rumiando y con el ceño fruncido—. Temía este día —dice como un lamento.

—No creí que pasaría, abue. No puedo ser indiferente a lo que pasa y dejarlo correr, no quiero tampoco.

—Ay... Mi Florecita, pero por qué tenía que ser con un muchacho que vive al otro lado. Hay mar de por medio, ¿no podía ser tierra?

Mi risa no ayudaba a rebajar su molestia, pero sé que ahí hay mucha resignación.

—Lo siento.

—¿Y han conversado del futuro?

—Por principio puedo decirte que tengo la expectativa en audicionar en París o en Londres —admití. Nadie mejor que ella entendía que yo voy a bailar hasta no poder mas—. Así que sí.

Mi abuela se quejó como la quejumbrosa que es cuando se trata de mí. Ni con Henrie se puso así. Pero sé que va a entenderlo y asimilarlo pronto.

—Ya no te quejes tanto, abuela —dije con buen ánimo.

—Yo sabía, Flor, que este día llegaría pero sinceramente no estaba preparada.

Me quedé muda un segundo y otro me reí. ¿Qué puedo decirle que la haga sentir mas tranquila? No busqué tener un noviazgo de esta manera; no quería un noviazgo, en primera instancia. No es algo para plantearte cuando tu mira está sobre tu carrera absorbente. Sigo teniendo esa carrera pero Terry está añadido y me sigo acostumbrando a que él me quiera en su vida por un largo tiempo. Está implícito el para siempre. Ese Hasta que la muerte nos separe que no estipulé una edad adecuada para oírlo pero, sorpresa, no me suena descabellado.

Mi abue tiene un punto: sí estoy haciendo una locura.

Y yo tengo otro punto: no voy a echarme atrás.

***

Si era sincera, el trabajo de Terry nunca me importó lo suficiente para saber sobre él. Pero Miramar se había puesto en modo habladora por mas de una hora y no era capaz de callarla, sobretodo ahora, que también necesito una amiga a mi lado mientras que su hermano esté ocupado.

Para fingir que no le importa, Miramar Burgeos es una fuerte conocedora de a lo que se dedica su hermano. En un principio él estudió diseño y acabó fortaleciendo sus conocimientos al conocer a John, uno de sus amigos mas cercanos, dado que su abuelo se dedicó por muchos años a la extracción de piedras preciosas, piedras poco comunes, y muchas, encontradas en el fondo del mar. Tanto John como Terry fueron a la aventura y diseñaron un catálogo de joyería. No lo vendieron con la rapidez que se creería, pero Terry siempre argumentó que su vida laboral inició con suerte y continuó con trabajo duro. John tuvo que desligarse de toda sociedad por asuntos familiares y Terry, con una suma ínfima, invirtió en negocios pequeños, incluso en la bolsa, para tener capital suficiente y ser lo que es hoy día la empresa de Joyería Ruiz Palacios.

Me enseñó lo que una vez, hace siete años, un Terry de veinticuatro hizo teniendo una mente hermosamente creativa, la audacia de quien persigue sus sueños y el talento perfeccionado desde temprana edad además de pulido en estudios superiores. Y lo que vi me maravilló. Las joyas que creó no son usuales y no volvió a hacer algo igual. Sus siguientes trabajos carecían de las características de la primera vez, como si algo vital dejó de estar en el siguiente catálogo.

—Si alguien me preguntara si Terry tuvo un primer amor, fue ese.

Permanecí pensativa y dejé que se asentara el comentario entre la mesa que compartimos. Hemos estado sentadas por tanto tiempo que llegué a creer que nos correrían, pero se acercó un mesero y en español —supe luego de que se fuera—, le comentó que estaríamos aquí desde el desayuno hasta la merienda de la tarde.

Pobre de mí, ilusa, que creyó que no se haría realidad.

—¿Y tú? —pregunté.

Miramar elevó su rostro de el actual almuerzo: Merluza a la vasca, y me miró confundida.

—¿Cuál es tu primer amor? Laboral, en este caso.

—Siempre supe a lo que quería dedicarme.

—¿Querías ser exactamente gerente general? —La cuestión daba paso a la duda.

—Me gusta hacer las cosas a mi manera teniendo en cuenta reglas que me ayuden a lograrlo y ese puesto hace ambas. Así que sí.

No sabría porque, pero notaba la mentira. ¿Por qué me miente? No tengo idea.

—¿No quedan joyas del primer catálogo?

Puedo entender su expresión de alivio al cambio de tema. Qué es lo que la hace sentirse incómoda no es importante si es evitable. Ella se recargó en el respaldo de la silla y suspiró.

—Un par, creo —contesta—. John debe tener una y Malena la otra, como toda una sentimental. De haber estado antes en la vida de mi hermano posiblemente tendría mi parte de sentimentalismo.

Reí por su humor algo sórdido. Sarcástico y algo deprimente, rayando a lo fatalista.

—¿Por qué me dices esto? Suenas casi nostálgica y no deberías añorar algo que nunca viviste.

Si se sorprendió, no lo hizo ver. Pero hubo el suficiente silencio para ser interpretado como asombro por mi osadía.

—No lo llamo añoranza, Chris.

—¿Y cómo, entonces?

—Deseo, tal vez. ¿Qué te puedo decir? —se extendieron sus labios en una sonrisa forzosa—. Se me permite soñar.

Ahora fue mi turno de suspirar. Hay mucho en soñar que me es familiar, sobretodo en los últimos días, donde además de tener que lidiar con una abuela que no termina de aceptar que mi vida y mis planes están cambiando, también está el que mis padres han forjado un equipo a base de chantaje para que no los abandone.

No recordaba que mi papá me diese la espalda en una decisión, pero equivocarme en que sepa interpretar mi mente y corazón y que jamás he tomado decisiones a la ligera, es decepcionante. Lo he admirado por mas tiempo de lo que he soñado.

Ver de frente el verdadero rostro de alguien a quien creías conocer no es tan lindo como te hacen suponer.

Pregunté con calma:

—¿Y cuáles son tus sueños? ¿Henrie está en ellos?

La risa sincera y cantarina de Miramar puede ser contagiosa.

—Te habías tardado en mencionarlo. —No cambié mi intención de ser intimidante. Ella se volvió a carcajear—. Sí. Henrie me gusta y no perderé la oportunidad que me ofrece. ¿Y tú? ¿Perderás tu oportunidad?

—Estoy aquí, ¿no?

Apretó sus labios pintados de rosa brillante.

—La gente está en muchos lugares y no quiere decir que se sienta a gusto.

Desvié la vista de sus ambarinos ojos y me quedé con mis manos, con las uñas cortadas, sin esmalte o brillo en ellas.

—Todo se trata de decisiones —conjeturé y regresé a verla para dejar en claro—. Y vas a tener que disculparme, Miramar, pero en esto solo tenemos que ver Terry y yo, aun así espero haberme dado a entender con mis intenciones.

Hizo un gesto simplista.

—Nunca se puede estar completamente seguro de las intenciones ajenas, pero creo en las tuyas. Por ahora.

***

Acababa de cerrar el segundo libro en su capítulo cuatro cuando mi teléfono sonó en un mensaje de voz. Era de Terry y me pedía arreglarme puesto que conocería a sus amigos si uno de ellos se dignaba a llegar a la hora acordada. No sabía a qué se refería y se lo hice saber, pero él continuó con otra nota en que se pone en modo meloso y no me podía resistir. Negarme no es opcional.

No pude evitar sentir histerismo. He escuchado poco o mucho de los tres amigos mas cercanos de Terious: Alejandro, John y David. Ellos lo acompañaron al viaje en el que nos conocimos y si bien yo no tuve el placer, ellos saben lo suficiente de mí para hacerse sus propias conjeturas, pero Terry no me habló tanto de ellos, por una maña mía de querer hacerme mi versión de sus personalidades. Él solo sonreía con las cosas que salen de mis labios, muchas tonterías a veces, pero suele hacerlo y se vuelve contagiosa su presencia. A veces me encontraba añorándola y el significado de aquello era provocador.

Me alisté con suficiente tiempo para hacerle rizos a mi cabello y pintar mis uñas, que siempre tengo limpias y cortadas. Los meses en los que estamos no son tan fríos, así que usar falda es opcional. Decidí usar una de corte alto larga hasta los tobillos, su color es como el cielo al atardecer, los colores azul, naranja y morado, en conjunto con una blusa manga larga del mismo estampado que dejaba un poco de abdomen al descubierto. Unas sandalias altas con plataforma que brillaban a cada paso. Esclavas en cada muñeca de buen grosor tan brillantes como los zapatos y elevé mi cabello en una coleta alta con algunos rizos sueltos en la frente y cerca del lóbulo, a parte de los que caen tras mi espalda y golpean la parte baja.

Maquillé mi rostro y combiné todo con un bolso tipo sobre negro aterciopelado con un relieve plateado donde dejé lo primordial. Llegó un mensaje de Terry avisándome que me está esperando.

No quise molestarlo, pero su irritación en que prefiriera un hotel que su casa quedó patentada desde la primera queja emitida por mí. Felizmente, no insistió. Tristemente, le condena creer que se debió a su familia y no es el caso. Esperaba que esta salida y una buena plática sobre nosotros y las razones por las que un hotel está mas que bien le dejen satisfacción o aceptación.

Con cierta chulería, entré al ascensor y deseé buenas noches a una pareja que iba de camino al living.

—Disculpe.

Me giré a la mujer que me habló.

—¿Sí?

Ella sonrió.

—¿Usted es Chris Blackmore?

Tenía mis dudas sobre qué contestar, pero asentí.

—Soy yo.

Su boca se abrió en un grito ahogado y vi cómo casi le disloca el brazo a su acompañante. Los ojos le brillaban entusiastas y veía de él a mí, simultáneamente.

—Mi vida, ¡es ella!

Él sonrió y le permitió hacer con su brazo lo que quisiera. Creo que incluso lo disfruta.

—Sí, es ella. —Me extendió su mano y la tomé en un saludo mas cordial y natural—. Somos fans suyos, pero ella sobretodo.

—¡Síííí! —gime con emoción—. Te vi como Giselle tres veces, ¡tres veces sin falta! ¡Eres como una de las mas hermosas fantasías!

Reí, porque no hay manera de que no ría. Debo decirle a Terry que me llamaron fantasía.

—Muchas gracias —dije con sinceridad—. Me hace feliz saber que disfrutaron de Giselle.

Las puertas se abrieron y salimos los tres juntos. Busqué a Terry con la vista y no lo vi; que extraño.

—¿Volverán a traerla? —preguntó la muchacha.

Me concentré en ella.

—Lamentablemente la temporada terminó, pero pronto habrán nuevas producciones.

—¿Y serás la protagonista?

Luché por no reflejar nada fuera de lo que se necesite para entregar un mensaje sencillo.

—¿Quién sabe? —dejé a la deriva y al regresar en mi búsqueda, Terry entraba al hotel—. Gracias por ir. Tengan buena noche.

—Buenas noches —dijo el hombre.

No esperé la respuesta de ella. Avancé hacia Terry y sonreí a mitad de camino, encantada con verlo vestido casual y en botas, con una chaqueta verde que se ajustaba muy bien y el cabello peinado hacia atrás. Como un Elvis.

—¿Te pusiste gel? —No sabía si sentirme sorprendida u horrorizada.

Encogió sus hombros, pero no perdió su vista en mí y en mi caminar. Di un giro a pocos pasos. Él sonreía con aquella sonrisa de charlatán que tanto me gusta.

—Tu te pusiste un vestido para ver a mis amigos.

—Suenas ofendido.

—¡Lo estoy!

—Ay, por favor

Acerqué mis manos al cuello de su chaqueta y lo empujé hacia mí para besarlo. Mi brillo labial podía retocarse, pero un mismo beso de Terry nunca podrá replicarse.

—Y no es un vestido —dije sobre su boca, besándola una vez mas y buscando su mano que él hizo entrelazar nuestros dedos.

—¿Tengo labial?

—¿Importa?

Besó mi frente, que le quedaba casi justa con estos altos tacones.

Nah

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¡¡Hola!!

En un par de días viene el siguiente.

Gracias por leer. Lo aprecio, como siempre y me contenta que estén al pendiente de esta historia.

¿Cómo creen que le irá a Chris con los amigos de Terry? ¿Y con sus padres? ¿Ellos sí querrán a Terry?

Hablando de otro tema:

No estoy totalmente segura de cuántos capítulos faltan para culminar, pero ya hay una historia completa que vendrá luego de esta. La publiqué hace un par de años aquí pero la he estado corrigiendo. Espero les guste tanto o muchísimo más que esta.

Linda semana.

Liana

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