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DESTINO SELLADO

Año 100

Era una tarde eterna, hace dias que no había luz y era dificil saber que hora podría ser. Pero Enki tenia sus sospechas. Justamente un día en que estaba entrenando en el bosque, vio por los cielos una gran sombra que se dirigía hacia las montañas que rodeaban la ciudad donde el había nacido y vivido toda su vida. Fue justamente luego de este suceso que el sol no volvió a verse por allí.

Enki era un joven que disfrutaba de la soledad, vivía en una ciudad en donde la vida era muy sencilla. A pesar que la gente allí gozaba de poderes para controlar elementos e incluso otros mas poderosos, solo se dedicaban a trabajar la tierra y a recolectar comida y vivir una vida en total calma. Pero al joven Enki no parecía bastarle esto, sobre todo teniendo en consideración las historias con las que el creció. Historias que fueron recitadas por su abuelo, quien fue el único familiar que vivió con el. Por ende el poder emocional que cargaba para el recordar tan vívidamente esos recuerdos e historias, le hacia pensar que podrían ser realidad, o que lo fueron o que lo será. 

El día en que sucedió que ya no se vio mas luz, parecía no importarle a nadie. a pesar que era un suceso del que no se tenia registros, nadie parecía preocuparse, todos siguieron sus rutinas. Los dias pasaron sin mas para todos, menos para Enki. Quien se la estaba pasando últimamente practicando sus poderes, los cuales siempre había considerado débiles y de allí su preocupación por entrenarse tan arduamente. 

Aquella ciudad, que estaba totalmente alejada del resto del mundo, era reconocida por tener a los hechiceros menos poderosos, quienes solo podían acceder a un porcentaje realmente bajo de las capacidades que el resto del mundo solía tener. Esto no era diferente para Enki, quien tenia el poder de controlar el fuego e incluso podía generar llamas en sus palmas, todos estos poderes tenían muy baja intensidad lo que le generaba incluso hasta timidez al joven para usarla frente al resto de las personas de su ciudad, quienes normalizaban su situación sin preocuparse por estos temas.

Siempre que Enki se desmotivaba o estaba demasiado cansado para seguir entrenando, recordaba las historias de su abuelo. Estas parecían inventadas por el mismo anciano, pero todas sin excepción tenían cosas en común. El protagonista siempre era alguien de las mismas características físicas que Enki, alguien de tez oscura, pelo largo y rizado y facciones finas. Pero tambien este gozaba de otras características en su personalidad, como que era muy solitario y siempre intentaba hacer entrar en razón a su pueblo de sucesos que solo el podía prever. Estas características tambien coincidirían con Enki, quien escuchaba estas historias de niño y las seguirá recordando de joven. En estas historias siempre ocurrían tragedias que el protagonista quería evitar que sucedieran, cada historia tenia tragedias distintas pero siempre con un mismo desenlace. El protagonista debía decidir para el final si salvaba a su pueblo o permitía que estos perecieran pero obteniendo un cuantioso premio, el cual nunca era revelado pero parecía ser algo muy valioso. El final tambien era el mismo, por mas que Enki insistiera el abuelo jamás le revelaba la decisión final del protagonista. 

El joven Enki, al encontrarse con los dias de oscuridad, recordaba específicamente algunas de las historias, en donde grandes tragedias eran precedidas de la ausencia de luz. Su motivación para entrenar no estaba solo enfocada en querer mejorar, pensaba que tal vez prontamente debía enfrentarse a algo o alguien. Así pasó dias entrenando en el bosque, a pesar de sus esfuerzos sus llamas apenas generaban calor, pero eran las únicas fuentes de luz en las eternas horas de oscuridad continua. Pero no se detuvo, a medida que seguía entrenando mas se acercaba a las montañas, siguió hacia donde vio dirigirse sombras antes del apagón.

Al llegar al termino del bosque se percato de un detalle, ya que conocía esos bosques de memoria y un par de arboles le llamaron la atención. En estos parecían haber tallados en sus troncos, con letras rojas y símbolos nunca antes vistos por el. No pudo sentir nada similar proviniendo de ellas al verlas de cerca o al tocarlas, asi que siguió su camino cruzando entre los dos arboles. Justo después de esto frente a sus ojos se abrió un camino que recorría la montaña, además parecía haber cambiado drásticamente no solo el paisaje, que solía ser una montaña rocosa ahora había un camino rodeado de pequeñas llamas, sino tambien ahora podía ver claramente debido a la presencia de la luz solar. 

El primer movimiento de Enki fue el mirar hacia el cielo, pero el sol estaba tan intenso que le dificultaba ver claramente una gran figura que aun generaba una sombra hacia sus espaldas. Exactamente esos arboles que había cruzado marcaban un limite entre la luz y la sombra. Cada momento que pasaba su realidad se parecía más y más a las historias de su abuelo, y sintiéndose como el protagonista de esas historias, decidió seguir el camino llameante.

Fueron largas horas cruzando ese sendero bajo el peso de un gran calor y brisas candentes, pero motivado por sus ganas de ser el protagonista que toda la vida había soñado no se detuvo ni siquiera a dudar. El camino terminaba abruptamente fuera de una gran cueva en la cima de la montaña, al momento de llegar, vió como dos ojos se abrieron desde dentro de la cueva, eran ojos tan grandes que el joven no podía concentrarse en ambos a la vez. Una voz terrorífica y muy grave dio instrucciones a Enki de mostrar todo su poder allí mismo, de demostrar ser digno del poder que le iba a ser otorgado.

A Enki estas palabras le calaron hondo, siempre había buscado ser mas fuerte y tal vez esta seria su única opción. Mostro sus dos palmas frente a los dos grandes ojos, y de ella solo fluyeron dos llamas muy pequeñas, incluso mas pequeñas de las que acostumbraba a generar debido al cansancio de haber llegado hasta la cima de esa montaña. 

De la cueva emerge un gran dragón, con llamas en vez de escamas, incluso ya desde cerca Enki podía ver como desde las mismas pupilas de este ser emanaba fuego. Totalmente absorto por ver una brutal cantidad de llamas en un solo ser, Enki se hizo consciente de lo débil que era, posándose con los brazos abiertos y arrodillado esperando ser devorado o calcinado por el monstruo. 

De un bocado el dragón devora a Enki, para luego escupirlo hacia el cielo y volar hacia el. Justamente el joven cae en el lomo del dragón en llamas, que se dispone a volar en dirección hacia el sol. 

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