3. Bendita Campanita.
Kryss P.O.V.
Hoy era un día cómo cualquier otro. Me había levantado temprano para ir a supervisar la Biblioteca y de paso recoger algunos libros. Me puse una falda negra ajustada arriba de las rodillas, con una camisa blanca de mangas largas por dentro. Encima me coloqué mi abrigo y zapatos bajos. Ya no podía vestirme cómo una loca adolescente rebelde, si quería ser aceptada en la empresa de mi padre. Tomé las llaves de mi auto y mi bolso antes de salir. Fui a la cocina por algo rápido para desayunar y para mi sorpresa, mi hermano Maizon estaba allí en pijamas, sosteniendo un plato de huevos y tocino. Lo miré fulminante.
-Por Dios Maizon, ¿Qué haces aquí? - él era un chico rubio de ojos azules grisáceos. Era idéntico a su madre en todos los aspectos y casualmente tenía un pirsin en la comisura de su labio inferior.
Mi padre desaprobó que se hiciera esa perforación a los 18 años. Pero sin importarle, lo hizo con o sin autorización. De todos modos ya era mayor de edad y podía hacer lo que se le plazca. Siempre he admirado esa actitud desinteresada de Maizon. No se preocupa sobre lo opinen de él las demás personas, o que es bueno o malo. Papá quería que él estudiara Leyes y fuera un admirable abogado. Pero ese no es el estilo de Maizon Cooper. Durante años he categorizado a mi hermano cómo una persona creativa y libre, sin tomar en cuenta su actitud de idiota mal nacido, niño inmaduro e irresponsable y eso que tiene 24 años. Así que finalmente Maizon terminó estudiando Artes y ahora es un exitoso Diseñador Gráfico en las empresas de Ron e incluso a veces dibuja logos para los nuevos proyectos que se realizan.
-Vine a desayunar-tomó un tenedor del lavavajillas y se sentó sobre la barra de la cocina a comer.
-¿Por qué aquí? ¿Vives con papá, no?
-Sí, pero ese hombre tiene guisantes y pan integral para desayuno... ¡Ugh! No pienso comer eso, K. Ten compasión de mi- puso cara de perrito callejero. Maizon solía decirme K. cuándo venía a jugar. Decía que mi nombre era muy largo y mi apodo era ridículo.
Cretino.
-No es mi problema, ¿Cómo entraste? -me acerqué a él para robarle una tira de tocino, pero antes de que la pudiera tocar, él me dio un fuerte golpe en la mano.
-¡Auch! -me quejé.
-Nena, estas gorda, deberías ir al gimnasio y bajar unas cuantas libras. Cuándo lo hagas, te daré de mi tocino. Así que por el momento olvídate de comer grasas, preciosa. Por cierto, la puerta estaba abierta-se encogió de hombros y se metió el tocino a la boca.
Alcé una de mis cejas y fruncí los labios-Eres un imbécil, ¿lo sabías? -posicioné una de mis manos en mi cadera.
-Yo también te quiero, enana-y ambos éramos casi del mismo tamaño. Puse los ojos en blanco y me di la vuelta para irme.
-Iré a la biblioteca a trabajar. No te comas toda mi comida y compórtate ¿de acuerdo? -dije aún sin voltearme.
-Ahum, trataré-escuché cómo hablaba con la boca llena. Salí de mi apartamento esperando que al regresar él no estuviera allí.
.
.
Llegué a la Biblioteca sin retraso alguno. Al abrir la puerta, la familiar campanita sonó sobre mi cabeza avisando mi llegada. El leve olor a hojas antiguas y polvo llegó a mi nariz haciéndome sentir cómo en casa. Amaba este lugar. De inmediato Reaven, una chica que trabajaba aquí desde hace mucho tiempo cómo ella misma me había contado, salió de detrás de uno de los gigantes estantes y empezó a caminar a mi lado. El lugar era grande y tendría que hacer un gran recorrido para poder llegar a mi oficina. Esta chica tiene un aspecto muy inocente y eso es lo que me agrada de ella.
-Hola, Rea-saludé sin mirarla.
-Buenos días, Kryss ¿Quieres el reporte de la semana? -Juntó sus manos en su espalada. Lograr que ella me llamara por mi nombre fue todo un reto. Siempre era "Joven Cooper" o "Srta. Kryssten" o "Jefa" pero jamás podía llamarme por mi nombre o apodo.
Cuando llegué a este lugar por primera vez, Reaven fue una de las primeras en socializar conmigo. Los demás empleados me tenían algún tipo de temor. ¿Me veo tan peligrosa?
Ella me contó que el Señor al cuál mi padre le había comprado el local, era su tío abuelo Thomas. Ella trabajaba aquí desde los 15 años y siempre llegaba a tiempo después del colegio. El dinero que gana al trabajar aquí, lo invierte en sus estudios, pues su familia es de pocos recursos y el viejo Thomas era un total tacaño. Ahora que está terminando el colegio y tendrá que preparase para la Universidad, decidí aumentarle su salario, pues lo merece por su gran esfuerzo y dedicación. Se podría decir que ella es cómo mi mano derecha y fuera del trabajo, mi amiga.
-Sí, me gustaría verlo. Y el itinerario de ventas también-ella asintió antes de perderse en el laberinto de estantes. Busqué las llaves de la oficina y entré.
El lugar no era muy espacioso que digamos. Cuatro paredes, un escritorio, una silla giratoria, archivadores y estantes. Me tiré sobre la cómoda silla y observé los libros que estaban sobre mi escritorio. Tenía "El Color de los sueños" y "El niño de la pijamas de rayas" Tomé el que había mencionado en primer lugar. La autora era Ruta Sepetys y la historia toma lugar en 1950 y se trata sobre Josie, una chica que crece con una madre prostituta. Al cumplir la mayoría de edad, su sueño es salir de la asquerosa ciudad de Nueva Orleans e ir a la Universidad. Pero tiene que qué lidiar con el prostíbulo donde trabaja cómo aseadora y muchos personajes más. Y realmente la historia te atrapa, ya que suceden una serie de asesinatos que Josie tendrá que investigar.
¡Ja!, cómo si la vida fuera un libro.
De un momento a otro, mis ojos cayeron sobre el anillo de compromiso en mi dedo anular. Era brillante, reluciente y simple. Era perfecto. ¿Me pregunto que hubiera sucedido si en lugar de Connor, me lo hubiera dado Dylan? Todo sería totalmente diferente. Pero Connor era perfecto. Leal, cordial, hermoso, de buen corazón...
Pero la pregunta es... ¿Me gusta lo perfecto?
De todos modos estaba atrapada. Amo a Connor y espero que muy pronto contraigamos matrimonio. Él es tan especial y aunque nuestra historia haya sido de sólo unos cuantos meses, sé que hay mucha por delante.
El sonido de la puerta al abrirse me hizo regresar a la realidad. Reaven apareció con unas carpetas en sus manos y una sonrisa en el rostro.
Ella extendió las carpetas hasta mi alcance y yo las tomé-Gracias, Rea.
Ella asintió y se quedó parada frente a mí. Luego carraspeo-Eh, Kryss-llamó mi atención.
-¿Qué sucede? ¿Hay algún problema?
-Oh no, para nada. Sólo que... un chico la está esperando.
Fruncí el ceño-¿Un chico? ¿A qué te refieres?
-Es broma, el Joven Connor dice que la llevará a almorzar-me sonrió a la vez que se pasaba una mano por el cabello-¿Hoy cerraremos temprano?
Empecé a recoger mis cosas-Emm, sí. Los miércoles no hay mucha clientela-tomé mi bolso y salí con pasos rápidos de la oficina-Mañana revisaré el itinerario, tengo que hablar de algunas cosas importantes con Connor ¿Vale? ¿Cierras el local por mí?
-Sí claro.
Busqué en mi bolso las llaves de mi auto con desesperación pero no estaban por ningún lado. Apoyé el bolso sobre el mostrador de la recepción y rebusqué más a fondo. Rayos, dónde están. La campanita volvió a sonar indicando que otro cliente había entrado al local.
-Disculpe, ya estamos cerrando-dije sin levantar la vista, aún empeñada en encontrar mis llaves.
-Hola, Cooper-Oh no. No, no, no. Esa voz... ese aroma.
Mi cuerpo de paralizó por unos segundos, tenía temor de levantar el rostro.
Es imposible.
I N T R I G A. De acuerdo, aquí viene el reto del libro, si este capítulo llega a más de 2,000 lectores entre hoy y mañana, subiré el siguiente capítulo el domingo y pos así no tendrán que esperar hasta el martes. Se que muchas piensan que es el pedo esto de pedir lectores, y también creo lo mismo, pero la verdad sólo lo estoy dando cómo una opción por si quieren que el cap adelantado. La verdad me esforzaré para terminarlo antes del domingo. ¡Por fin conocen al admirable Maizon interpretado por el guapisimo Luke Hemmings!
#NosLeemosPronto.
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