Epílogo
Min YoonGi se levantó ese nueve de marzo con ganas de no salir de la cama para ir al festival que se haría en honor a un antiguo emperador que, irónicamente, se llamaba como él. Su padre le había puesto ese nombre porque deseaba ponerle el nombre de un emperador y aunque su madre no quería, aceptó ese porque le pareció el más apropiado. A pesar de que el emperador Min no era visto con buenos ojos. Sin embargo se reconocía su buen trabajo en Corea y la grandeza que esta misma tuvo durante su reinado.
Era por eso que ese día se conmemoraba aquel buen pasado. El día de la muerte del emperador Min coincidía con el día de su cumpleaños. Era gracioso y NamJoon, su mejor amigo, lo encontraba interesante. Sobre todo porque decía que físicamente, según los retratos que había, ambos se parecían mucho. Ridículo.
Su madre le insistió en que saliera ya mismo del cuarto y se preparara para ese día. Todos en su familia, como descendientes de los Min, iban a celebrar. Él, la verdad, no tenía ganas siquiera de salir de la cama. Esa mañana estaba más fría que otras y solo deseaba dormir. Pero era imposible que su madre entendiera eso.
Así que de mal humor salió de la cama, se duchó y arregló con la ropa que su madre eligió para él.
–Ts, ¿por qué decidiste teñirte? El rubio no me gusta, debía ser negro como el emperador–dijo su madre pasando su mano por su corto cabello rubio.
–Ma, yo no soy él–dijo suspirando cansado–. NamJoon me envió un mensaje, iré a encontrarme con él para ir al festival. Los veo allá.
Y antes de escuchar a su madre quejándose, YoonGi salió de casa para ir a la de NamJoon quien lo esperaba afuera para ir al festival.
Alrededor había carteles y muchas cosas referidas al Emperador de la Cara Cortada, como usualmente se lo conocía también. Otro apodo, que llegó a escuchar, fue de Emperador Loco Min. Bien, según sus clases de historia, el tipo no parecía muy cuerdo.
Según recordaba, había impuesto leyes (las cuales nadie sabe ni recuerda) muy locas para sus épocas. Se lo acusaba de gustos excéntricos y de ser uno de los emperadores más asesinos de toda Corea, con más de setecientas decapitaciones. A pesar de eso, había sido uno de los más justos y capaces de dejar a Corea como uno de los países más ricos. Su hijo, su único sucesor que según se rumoreaba era adoptado y el último emperador de Corea, había mantenido la riqueza del país después que su padre. Pero las cosas habían decaído un poco con la llegada de la democracia y posteriormente la conquista de Japón sobre su territorio. Ellos habían borrado todas las leyes locas de Min, que se mantuvieron durante el reinado de su hijo, y regresaron a muchas de las antiguas normas de Corea.
Los detalles sobre la vida del Emperador Loco Min eran pocas y las necesarias para entender cómo estaba Corea económicamente, políticamente y socialmente. Lo único de su vida que se conocía era que fue casi asesinado por el clan Lee, clan que se había aliado a los japoneses, y que tras diez años recuperó su título. Se sabía que estuvo casado con lady Yi con quien no tuvo hijos, ya que la reina consorte terminó siendo despedida por el propio emperador tras pasar dos años a su lado. Más o menos en esa época concuerda el descenso a la locura del emperador Min, quien empezó a imponer reglas locas y a cortar cabezas poco después. Los juicios, muchos de los cuales fueron escritos, se quemaron muchos años atrás. Nadie sabía el motivo por el cual se habían asesinado a tantas personas, pero nadie se molestaba en querer recordar. Lo último que se sabía de él fue que tras morir (se dice que de forma natural) a los cincuenta y cinco años, fue enterrado en el templo nacional de Corea en Jongmyo.
Lugar donde terminarían su recorrido por el festival con NamJoon, no iba a encontrarse con sus padres hasta llegar a casa. No, por favor, no. La última vez (es decir, el año anterior) su madre lo presentó a amigas de ella presumiéndoles que era el más parecido de todos al emperador Min. Fue horrible.
–Te tardaste–dijo NamJoon, vestido igual que él con hanboks.
–No quería levantarme de la cama. –se encogió de hombros y comenzó a caminar–Vamos, quiero terminar el día. Ya estoy cansado siempre de lo mismo.
–Casi lo mismo. –YoonGi miró curioso a NamJoon–Este año se agregó un show con abanicos. Se encontró documentación y pruebas de que parecía ser del agrado del emperador Min, ya que eran de esa época. Todo se exhibirá en el museo, dicen que los abanicos están hermosos aunque algo deteriorados por el tiempo.
–Oh, que interesante–ironizó YoonGi rodando los ojos.
–Ya, ya, perdón por molestarte. Tus dieciséis años te tienen mal. Por cierto, feliz cumpleaños, dormilón. Te regalaré lo que elijas del festival.
– ¿Un pasaje a la Mierda con todo pago? Así no estoy ahí.
NamJoon rio y pasó un brazo por sus hombros.
–Si lo venden, te lo compro.
Para su mala suerte, en el festival no vendían pasajes de ningún tipo y YoonGi se conformó con el llavero de un abanico con hibiscus dibujados. Bueno, era algo bonito y lo había elegido, aunque hubiera preferido el pasaje.
El festival era el mismo de siempre, con las mismas cosas y los mismos shows. Lo único nuevo fue el descubrimiento reciente de los abanicos, encontrados en uno de los cofres enterrados cerca del templo nacional de Corea. Eran los tres de diferentes tamaños y tenían una funda que se asemejaba a la funda de una espada. En el documento escrito que era solo un trozo de papel roto, se hallaba un poema para alguien que, más abajo, dice que fue muy especial en su vida. No daba nombre ni detalles, pero se creía que sería una mujer muy bella. Creían que era una carta de amor del emperador Min para la mujer a la cual amó y con quien no pudo estar.
–Ven, el show de abanicos está por empezar–dijo emocionado NamJoon llevándolo lo más cerca del escenario que pudo.
YoonGi realmente no estaba interesado en ver el show. No le parecía algo importante que tuviera que ver, como esas cosas que debes hacer antes de morir o ver antes de que te pise un auto. Lo que sea, no estaba en su lista de Las Cosas Más Importante que Debo Ver Antes de Ir a Conquistar el Infierno.
Pensó en irse cuando entonces la música empezó y los encargados del show salieron con grandes abanicos majestuosos. YoonGi se preguntó por qué solo uno tenía un abanico negro con el que se cubría, ya que no entendía nada del baile o lo que sea que hicieran. Pero sin importar eso, cuando se descubrió la cara el del abanico negro, YoonGi se quedó estupefacto por la belleza del chico de cabello rubio ceniza. Y seguro tenía cara de idiota cuando comenzó a mover el abanico de manera majestuosa. Se veía casi angelical, como un baile del Cielo guiado por el más hermoso ser celestial jamás existente.
YoonGi, hasta ese momento, había considerado que un baile con abanicos era estúpido y aburrido. Pero cuando vio al chico del abanico negro se dio cuenta de lo equivocado que estaba y de que, además, deseaba pedirle su nombre (y su número si tenía el valor suficiente). Nunca antes se había sentido tan atraído por alguien como en ese momento.
– ¿Qué te parece? –preguntó NamJoon cerca de su oído.
–Glorioso–dijo YoonGi sin poder despegar la vista del chico del abanico negro.
–JiMin lo hace genial. –YoonGi lo miró desconcertado.
– ¿JiMin?
–Sí, es el mejor amigo de TaeHyung, ¿no te acuerdas que te conté de la vez que rompieron una puerta en la escuela y mamá tuvo que pagarla junto con la mamá de JiMin? –YoonGi negó, muchas de las cosas relacionadas con la familia de NamJoon apenas y las escuchaba, tenían que ser muy importantes–Bueno, es el mismo JiMin. Si pasaras más tiempo en mi casa lo verías, suele visitar seguido a Tae porque le gusta las galletas de mamá. Y a mamá le gusta consentirlo.
–Ya, lo siento. –YoonGi rodó los ojos– ¿Y quién es ese tal JiMin? –preguntó volviendo a mirar al chico.
Podía seguir escuchando a su mejor amigo, no tenía que mirarlo.
–El del abanico negro.
O el mundo era un pañuelo o él era un idiota por no haber ido más seguido a la casa de NamJoon. Se había perdido de ver al chico de magníficos movimientos todo este tiempo. Si no tuviera un año de diferencia con él (estaba seguro que JiMin tenía la edad de TaeHyung) se hubiera sentido un pedófilo.
Cuando el show terminó, para su mala suerte, YoonGi miró a NamJoon.
– ¿TaeHyung está cerca? –NamJoon asintió– ¿Puede presentarme a JiMin?
– ¿Te gustó? –YoonGi asintió–No me extraña, JiMin es muy bonito. Es como el hada del shampoo, solo que con abanicos y baile.
No podía contradecirlo, porque en verdad era así. Siguió a NamJoon fuera del gentío que iba a ver el próximo show, y fueron hacia donde pudieron ver a TaeHyung. Sonreía y parecía molestar al chico del abanico negro, que golpeaba su hombro entre risas. Cuando estuvieron cerca TaeHyung se giró a verlos, todavía sonriente.
–Nam, hola. Hola, YoonGi, pensé que no vendrías.
–Estaba en mis planes, pero al final no fue tan malo–dijo YoonGi mirando a JiMin.
TaeHyung, pensando que buscaba respuesta al extraño en lugar de darle una indirecta, se apresuró a presentarlos.
–Él es mi mejor amigo, JiMin. ChimChim, él es YoonGi, el mejor amigo de mi hermano. Del que te conté que solo come y duerme.
JiMin rio suavemente antes de hacer una reverencia como saludo a YoonGi.
–Un placer conocerlo. ¿Sabe? Cuando Tae me dijo que usted se parecía mucho al emperador Min, no lo creí. Pero si no fuera por el cabello rubio, sería el mismo del de las imágenes que he visto.
–Ah…gracias.
¿Era normal ser tan idiota y quedarte callado frente a un chico hermoso del cual quieres su número? YoonGi creía que sí, solo para no sentirse mal al respecto. NamJoon, su buen amigo, salió a auxiliarlo antes de que quedara como idiota.
–Íbamos a ir al templo, ¿quieren venir con nosotros?
–Sí, justo nos íbamos a dirigir al templo con ChimChim–dijo TaeHyung pasando un brazo por los hombros de JiMin.
–Pero antes ¿podrían esperarme? Debo dejar el abanico.
Cuando JiMin regresó, los cuatro se dirigieron al templo hablando, aunque YoonGi solo se dedicaba a mirar al hermoso chico en silencio. NamJoon evitaba que le prestaran atención hablando sobre el show y preguntándole a JiMin sobre el mismo. YoonGi pensaría seriamente en hacerle un buen regalo para su cumpleaños a NamJoon por salvarlo de todo.
Cuando llegaron al templo caminaron en silencio. El respeto de la gente inundaba el lugar, YoonGi lo único que podía hacer era mirar a JiMin.
–Perdón, ah…JiMin ¿recuerdas a...? Ya sabes. –JiMin asintió sonriendo divertido–Bueno, me dijo que está afuera buscándome, voy a ir a verlo así lo traigo aquí. ¿Pueden esperarnos?
– ¿Quién es ese tal anónimo que JiMin conoce y yo no? –el lado sobreprotector de NamJoon salió a la luz–Vamos, voy a conocerlo también.
Y sin darle tiempo a replicar, se llevó a TaeHyung con él, dejando solos a JiMin y YoonGi. JiMin lo miró sonriendo tímido.
–Nam dijo que sueles venir todos los años aquí. Este es el quinto año que vengo porque antes vivía en Busan–contó mirando el suelo.
–Es una tradición familiar. Realmente no me gusta.
–Yo creo que es muy hermoso. Me gusta visitar la tumba del emperador Min. Ahí adentro es como si…hubiera algo especial.
–No me gusta, está lleno de gente alrededor. Es molesto.
–No, no hablo de eso… ¿no lo sabes? –JiMin se acercó a él–La historia de amor del emperador Min.
– ¿De qué hablas? –preguntó confundido.
Pero en lugar de responderle, JiMin miró alrededor y lo guio hacia otro lugar al que no había ido antes. Lo llevó por un pasillo y entraron a un cuarto de limpieza. Era pequeño pero ambos entraban a la perfección. JiMin trabó la puerta y corrió la alfombra del suelo, donde se veía una trampilla. La abrió desde el pequeño hueco de la tabla de madera y le sonrió a YoonGi.
–Tengo la linterna de mi celular–dijo feliz tomando su celular para iluminar–. Ven, sígueme.
YoonGi lo siguió, bajando la escalera con cuidado y bajando la trampilla. JiMin lo guio por la escalera de piedra hasta que llegaron a una habitación oscura. JiMin le pidió que lo esperara y de un bolsillo oculto sacó fósforos con los que encendió antorchas que estaban alrededor. Solo ahí YoonGi pudo ver con claridad el lugar. Era una habitación amplia donde había dos tumbas de piedra. Alrededor había cofres sin candado, YoonGi podía entender que era por el simple hecho de que nadie entraría ahí a menos que supiera que ese lugar existiera.
Al caminar alrededor descubrió que una de las tumbas pertenecía al emperador Min YoonGi y la otra lo sorprendió porque llevaba la siguiente inscripción: Emperador Park JiMin, hijo de Park Jin Hu, general al servicio del emperador Min, y esposo de Min YoonGi, emperador de Corea. Ambas tumbas databan de la misma época, aunque el emperador Park JiMin había muerto once años antes que el emperador Min.
– ¿Qué…? –miró a JiMin quien sonreía– ¿Cómo descubriste este lugar?
–Fue en mi primera visita. Me perdí y buscando a mi mamá encontré el cuarto de la limpieza, así que me quedé ahí escondido esperando que mi mamá me encontrara ahí. Por algún motivo…comencé a revisar todo el lugar. Hasta que escuché un sonido hueco proviniendo del suelo. Tardé pero di con la trampilla. –JiMin caminó rodeando las tumbas–Pasé horas aquí. Para mi suerte le había robado a mi papá cerillos porque planeaba encender yo las velas ceremoniales. Entonces…lo vi todo. Todo lo que jamás nos dijeron, todo eso está aquí. En ese cofre se encuentran las memorias de Min YeonJun, el único hijo de Min YoonGi. Él cuenta la historia de sus padres. La historia de amor de YoonGi y JiMin, y las leyes que el gobierno borró al tomar el poder de Corea. Todos los huecos de la historia están aquí. Incluso…los abanicos que el emperador Min le regaló al emperador Park para que usara de armas y pudiera protegerlo. Por lo que leí, los que encontraron fueron los que el emperador Park usaba para practicar antes de tener los abanicos que podía usar como armas. –JiMin se acercó a uno de los cofres y lo abrió, sacando con cuidado los tres abanicos de diferentes formas–El grande tiene…
–Rosas de Siria–dijo YoonGi acercándose a él–, el mediano tiene azores volando y el pequeño un tigre. –se acuclilló frente a los abanicos, tocando las fundas con cuidado, sus ojos se llenaron de lágrimas sintiendo un nudo en la garganta y un dolor en el pecho–JiMin, esto, todo…me resulta tan…
– ¿Familiar? –JiMin sonrió tomando su mano–Las coincidencias no existen. Todo pasa por algo. Incluso aquellas a las que no le encontramos sentido en el momento. –la mano de JiMin subió hasta su rostro para limpiar una lágrima del ojo derecho, acariciando esa zona como si tuviera una cicatriz–Además, yo siempre cumplo mis promesas, Yoon.
YoonGi lo miró y miles de imágenes llegaron a su mente. Imágenes de una vida lejana que tuvo y que había olvidado. Imágenes de un amor que encontró su final de manera trágica.
Con los ojos derramando lágrimas, se acercó a JiMin y lo abrazó con fuerza. Una felicidad indescriptible inundó su pecho y el vacío dentro suyo al cual se acostumbró se llenó por completo. Fue como si toda su vida volviera a comenzar al tener en sus brazos a quien en el pasado amó con locura.
–JiMin–dijo separándose, ya sin llorar, para mirar los bonitos ojos de JiMin–, mi ángel.
–YoonGi…me alegra volver a verte.
Sonriendo, ambos se acercaron y se besaron por primera vez en muchos años.
Había sido la primera vez que YoonGi se sentía nervioso. No era para menos: ese día se casaría con el ángel que iluminó su vida. NamJoon le había dicho que él se había sentido igual con lady Yi, pero que al verla tan hermosa al entrar, sus nervios cesaron. YoonGi esperaba eso también.
Llegada la hora, cuando esperaba a JiMin, se preguntó quién caminaría con él. Su padre, el general Park, y sus hermanos estaban ahí, esperándolo. ¿Por qué JiMin no quiso entrar con ninguno de ellos?
Pronto su duda se resolvió al verlo con TaeHyung caminando a su lado, sonriendo tímidamente. YoonGi, mientras lo veía acercarse, le dio la razón en su mente a NamJoon. Ahora que veía a su ángel, ya todos los nervios se habían disipado. Solo quedaba seguridad y felicidad al saber que ese ser maravilloso sería su esposo, el segundo emperador de Corea.
Tuvieron problemas cuando dijo que JiMin no sería un rey consorte, muchos se levantaron en contra (al menos los persuadidos por Song y Oh quienes seguían resentidos por lo ocurrido tiempo atrás) pero bastó la espada de su verdugo para silenciarlos. Sus cabezas colgaron durante todo el día antes de que empezaran a apestar y tuvieran que quemarlas junto con los cuerpos.
Pero este no era tiempo de pensar en esas cosas horribles estando a punto de conocer el paraíso. Así que dejando eso atrás, se concentró en el maravilloso chico que pronto sería su esposo.
Luego de los votos y la ceremonia, JiMin y YoonGi prácticamente escaparon hacia el cuarto que hacía tiempo compartían. Su pequeño reía divertido mientras lo jalaba e iban juntos entre tropezones. Al llegar cerraron la puerta.
– ¿Crees que se dieron cuenta de que escapamos? –preguntó JiMin sonriendo.
–Seguramente, pero nadie vendrá–dijo YoonGi tomándolo de la cintura y dejando un beso en sus labios–. A menos que nos quieran ver amándonos.
–No, qué vergüenza ¿te imaginas? –JiMin rio al sentir los besos de YoonGi en su cuello–No estás siendo romántico, me haces cosquillas, tonto.
–Vaya confianza para llamar así al emperador. –YoonGi mordió el cuello de JiMin.
–Bueno, solo se puede entre emperadores, es un privilegio nuestro.
YoonGi sonrió y llevó a JiMin hasta la cama, donde lo acostó para ponerse sobre él. Sus manos acariciaron la bonita cintura y bajaron hasta los fuertes muslos. Sus labios no tardaron en hallar piel para besar.
–En tus votos dijiste…que estaríamos juntos para siempre–decía entre besos–. ¿No crees ingenuo…decir que esto será para siempre?
– ¿Tú lo crees?
YoonGi se separó de ese bello cuello para mirarlo.
–Lo es. Esto será hasta que la muerte nos separe. No hay vida después de eso.
–Nunca se sabe, puede haberla. –JiMin llevó sus bonitas manos a su rostro para acariciarlo–Y si la hay, haré todo para que volvamos a estar juntos.
–No me recordarás–dijo YoonGi siguiéndole el juego.
–Lo haré, consciente o inconscientemente, te recordaré. Y tal como prometí, estaremos juntos para siempre.
La promesa fue tan íntima y dulce, que YoonGi no tuvo el valor para contradecirlo. Solo lo besó e inició la noche de bodas.
Sin saber que realmente, JiMin cumpliría su promesa. Y ellos estarían juntos para siempre.
Y este es el final del emperador Min, espero que les haya gustado!
Nos vemos en mis otras historias! Besos❤️
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