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Capítulo 9: La boda del emperador.

YoonGi tardó una semana en decirle a JiMin sobre la boda, pero al final tuvo que hacerlo cuando él lo vio organizando algo. No le había agradado en absoluto, pero no había tenido más opción. Así que se lo confesó sin mirarlo. Aunque no le habló de la amenaza.

JiMin simplemente aceptó la noticia sin decir nada al respecto y continuó cuidándolo. Fue la primera noche en que no se dijeron nada ni durmieron abrazados, los dos completamente idos en sus pensamientos. 

Luego de eso, la relación con JiMin se tornó distante. Los besos eran contados y ya ni siquiera hacían el amor. YoonGi lo consideraba uno de los peores castigos. Saber que JiMin ya no quería hablarle más que lo justo y necesario era una de las peores cosas que le habían pasado. 

NamJoon se encargaba de ayudarlo en algunas cosas de la boda, aunque YoonGi había decidido que la mayoría fueran elegidas por los Yi. Realmente no le interesaba si elegían adornos exóticos o cosas extrañas para comer, lo único que quería era que llegara ese día para terminar lo antes posible con la mierda. 

Las cosas se estaban tornando insoportables. 

–JiMin–dijo al ingresar a la sala de entrenamiento y ver que él estaba practicando con una espada–, ¿por qué estás entrenando con eso?

–Consideré que era mejor ampliar mis conocimientos en el uso de otras armas–respondió suave pero cortantemente.

A YoonGi le costaba acostumbrarse a eso.

–Bien, la cena estará en una hora. Te espero. –antes de salir, la voz de JiMin lo detuvo.

–Cenaré con TaeHyung, no me esperes. 

YoonGi se negó a decir algo y simplemente salió sin mirar atrás.

Ya a la hora de dormir, a tres días de la boda, YoonGi vio a JiMin encaminarse a su pequeño lugar preparado para dormir. Se acostó en la cama y lo esperó, pensando que había ido a cambiarse. Pero luego de varios minutos sin aparecer, se levantó y fue a verlo. JiMin estaba acostado en la cama que nunca antes había usado y que había sido preparada como una excusa para que durmieran juntos.

Sin decir palabra volvió a su cama donde se acostó y tardó en conciliar el sueño. 

La idea de que pronto se casaría comenzaba a enfermarlo.

|-|El emperador Min|-|

Llegado el día de su boda, Min YoonGi se sentía yendo a su muerte. Más que un día feliz, sentía que era deprimente y horroroso. No conocía a la hija de los Yi y encima había tenido que soportar al metiche sobrino. Cada vez que lo veía sentía la necesidad de clavarle una espada en el ano. Si no fuera por él ahora no estaría caminando a su condena. 

NamJoon se aseguró de que luciera bien, a pesar de que realmente no deseaba salir de su habitación. JiMin estaba luciendo hermoso aunque se veía serio mientras lo seguía. No podía saber cómo se sentía con esa mirada tan fría, pero lo único seguro era que estaba tan triste como él. 

Casi todo el pueblo estaba en la boda. Solo reconoció a unos pocos, entre los cuales notó a Seok Jin y JungKook. El experto en armas no se veía para nada feliz con la boda, YoonGi prefería no tener que preguntarle. 

En la ceremonia, luego de dar sus votos y demás mierdas que YoonGi se aprendió de memoria, conoció a su esposa, lady Yi. Era joven, de unos dieciséis años, de tez pálida, ojos pequeños y delgada. No tenía labios y mejillas prominentes, era sencillamente linda. YoonGi no podía describirla de otra forma. 

Otro hombre se sentiría afortunado de tenerla, no solo porque se casaría con una mujer de un importante clan, sino porque era bonita. Sin dudas, si YoonGi pudiera acostarse algún día con ella sin sentir asco, tendrían hermosos hijos. 

A la distancia Yi observaba todo con una muda satisfacción. Parecía encantado de haber conseguido que aceptara a su hija en matrimonio luego de chantajearlo. Estaba feliz de saber que su familia pertenecería a la realeza. Era despreciable. 

Había sido astuto, YoonGi no podía negarlo.

Luego de verla y dar sus votos, YoonGi tuvo que besarla. Besar a su esposa. Jamás se había sentido tan incorrecto en su vida, incluso la posibilidad de negarse había surgido en su mente. No pudo hacerlo así que la besó de manera casta y suave. 

Nunca pensó que un beso podría saber a nada. Sin dudas, si algún día follaban, le costaría tener una erección. 

Se negó a ver a JiMin mientras su esposa lo tomaba del brazo y caminaban entre la gente, siendo cubiertos por una lluvia de pétalos. No giró para buscarlo ni levantó demasiado la mirada. Simplemente hizo de cuenta que no existía. Porque sabía que mirarlo destruiría su corazón. 

|-|El emperador Min|-|

Durante la fiesta, donde recibieron todo tipo de felicitaciones, YoonGi se sintió distante. Decía las palabras correctas a las personas correctas, lo que esperaban oír. Su esposa sonrió amable a todos y les respondió educadamente. 

NamJoon se mantuvo cerca de él antes de que JiMin llegara. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que JiMin no había estado cerca de él durante horas. Sintió una fría sensación en el pecho, tan insoportable como si alguien le clavara una daga y la girara en su corazón. 

–Les deseó toda la felicidad del mundo–dijo la señora Yi, su tía, sonriendo feliz y extendiéndoles un obsequio, al contrario que su esposo se veía sincera y como si no supiera que todo eso fue arreglado a base de chantaje–. Esto les facilitará la fertilidad en la primera noche. 

–Muchas gracias–dijo YoonGi aceptando el regalo y notando que su esposa estaba avergonzada.

–Emperador, no sabe cuánto me alegra que hubiera aceptado el matrimonio con nuestra hija. Nos ha llenado de honra su aceptación. –YoonGi pensó que se burlaba de él pero pronto descubrió que era sincera–Por generaciones los Yi nos hemos sentido orgullosos de nuestros honores, riqueza o no de por medio. Mi padre decía que el honor no proviene del dinero, sino de las acciones nobles y la fidelidad al emperador. Su madre, mi querida hermana, eso lo sabía muy bien. –ella tomó sus manos con dulzura–Muchas gracias, emperador Min. La dicha esté siempre con usted. 

A YoonGi le daba lastima pensar que el esposo de la señora Yi (que no debía haber sido parte de la familia hasta que se casó con ella, quien se veía mucho más joven que él) no había sido demasiado noble con él ni con el pueblo. 

–Madre, por favor, disfruta de la fiesta. El emperador ha sido lo suficientemente agobiado con felicitaciones el día de hoy–dijo lady Yi amablemente, sonriéndole a su madre y tomando sus manos.

–Tienes razón, lo siento mucho, emperador. Disfruten de la fiesta. –tras una reverencia ella se marchó para irse con su esposo.

Yi estaba hablando con Song y Oh, disfrutando de la victoria. Cuando su esposa llegó le sonrió y continuó con la charla, mientras ella se quedaba con él escuchando sin acotar nada. Se sintió como ella debía sentirse en el fondo: lejos de todo a pesar de estar tan cerca. Fue cuando consideró cuántos matrimonios arreglados se habían llevado a cabo en el reino. ¿Cuántas mujeres serían infelices con sus esposos? ¿Cuántas se limitarían a ser las esposas perfectas sin ser apreciadas en lo más mínimo?

La simple idea le resultó…asquerosa.

|-|El emperador Min|-|

Llegada la noche YoonGi y lady Yi fueron a la habitación de la reina consorte, donde ella dormiría separada de él. La idea era que ambos tuvieran sexo, como era de esperarse. Pero realmente YoonGi no estaba de ánimos para follar. 

Ella lo miró cuando ambos ingresaron, a pesar de que se veía segura él pudo ver que estaba avergonzada de lo que pasaría. YoonGi no necesitó demasiado para saber que era virgen y que, estaba seguro, dudaba de perder su virginidad con él. No era nada malo porque se suponía que ella debía estar con alguien que la amara. No con alguien a quien obligaron que se casara con ella.

–Emperador, quiero que sepa que mi madre me ha preparado para esta noche–comenzó hablando ella con una voz suave–. Así que no tiene de qué preocuparse, podré complacerlo. 

YoonGi casi sintió lástima por ella, de no ser porque odiaba sentir lástima por la gente. Así que en su lugar se sentó en la cama que debían “estrenar” y le indicó que se sentara a su lado.

–Necesito preguntarte algo. –ella asintió– ¿Qué te dijo tu padre sobre la boda? Y sé sincera.

–En mi familia la sinceridad es lo que nos caracteriza. –las mujeres tal vez, porque los hombres parecían ser unos mentirosos–Mi padre me ha dicho que usted aceptó mi mano en matrimonio luego de que él le hablara de mí. 

– ¿Eso es todo? –lady Yi asintió– ¿Tú querías casarte conmigo?

–Es un honor ser la esposa del emperador.

–No, hablo de ti, no de tu honor o tu familia. ¿Tú en verdad querías casarte conmigo? –lady Yi apretó los labios pero no respondió–No quiero que tomes esta decisión mía como una deshonra, pero no quiero acostarme contigo. Has traído honor a tu familia al ser valiente y aceptar casarte con un hombre que no conocías–dijo tomando su mano, donde brillaba el anillo de bodas–. Pero no tienes que acostarte conmigo. Puedo suponer que como mujer no querrías darle algo tan preciado como tu virginidad a cualquiera, y aunque sea el emperador eso no me excluye. –con delicadeza besó su mano–Por lo tanto, no te preocupes por hacer algo que no quieres esta noche. Solo ponte algo cómodo y duerme, el día fue agotador.

Lady Yi lo miró, escuchando cada palabra que le decía. Y cuando terminó descubrió en sus ojos una alegría genuina, una felicidad desbordante y fue cuando supo que ella jamás hubiera querido acostarse con él. Ambos estaban de acuerdo en algo.

–Emperador Min, es usted muy amable conmigo–sonriendo ella hizo una reverencia–. Por favor, póngase algo cómodo usted también y descanse. Ha soportado mucho por hoy y se merece descansar.

Viéndose librado de su esposa, YoonGi salió de la habitación de la reina consorte y se dirigió a la suya, donde JiMin esperaba acostado en su cama. YoonGi había visto su silueta.

Se colocó su pantalón de pijama y cuando se puso la bata, esa que JiMin le regaló para su cumpleaños, fue a verlo. Él le daba la espalda así que aprovechó para acostarse a su lado y abrazarlo.

–Se supone que debes estar con tu esposa–susurró JiMin sin voltear a mirarlo.

–No quiero estar con ella–susurró YoonGi abrazándolo más fuerte–. Por favor, déjame dormir contigo, ángel. Me haces tanta falta.

Como emperador bien podría obligar a JiMin a que lo dejara dormir con él. Pero cuando estaban así a solas, y podía ser él mismo, YoonGi no era emperador. YoonGi era solo un hombre completamente enamorado de otro. 

JiMin no se daba cuenta de que tenía más poder que el emperador. 

–No quiero dormir contigo.

Esas cuatro palabras habían sido tan dolorosas que YoonGi estuvo a punto de llorar. 

–Por favor, ángel–susurró al borde del llanto–. Te lo suplico.

JiMin no dijo nada, no le respondió de ninguna manera. Pero le dejó más lugar en la cama y permitió que siguiera abrazándolo. YoonGi se lo agradeció, aferrándose a él y dejando que su presencia lo tranquilizara. Se cautivó con el perfume natural de la piel de JiMin y acarició su cintura con anhelo. 

Cerró los ojos dejándose llevar por el cansancio, pero antes de quedarse dormido sintió que JiMin se giraba y lo abrazaba también. 

En ese instante deseó que todo cambiara. Que todo fuera una pesadilla y que al despertar todo fuera como antes.

Pero YoonGi sabía que eso no pasaría. Porque esa era su realidad.

La verdad sea dicha, no creo que las reinas y concubinas tuvieran esa suerte...pero bueno es mi fic jajaja

Nos vemos! Besos❤️

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