Capítulo 8: En Hogsmeade
Narra Neville:
El tiempo había empeorado considerablemente y, a solo una semana de las vacaciones de navidad, organizaron una excursión a Hogsmeade.
Me encontraba cerca de las puertas del castillo esperando a April, no tardé en verla acercarse envuelta en un abrigo, y con una bufanda de los colores de su casa. Cuando ella me vio a lo lejos, sonrió ampliamente y corrió para reducir la distancia que nos separaba. Al llegar hasta mí, me abrazó con fuerza y yo, casi de inmediato, la alcé hasta que quedó a mi altura, entonces me besó haciendo que dejara de sentir frío. Yo volví a bajarla al suelo visiblemente sonrojado.
-¿A dónde vamos primero?- preguntó echando a andar junto a mí.
-No sé, ¿a Honey Dukes?- propuse.
-Está bien, ¿te apetece que comamos luego en las Tres Escobas? Hermione y los chicos estarán allí, tal vez vaya Ginny también.
-Podríamos invitar a tus amigas.
-Veo que te cayeron bien- dijo complacida.
Yo sonreí a modo de respuesta.
Compramos algunos dulces y luego, tras decidir que hacía mucho frío para quedarnos fuera, nos fuimos al salón de Madame Pudipié.
-Llevo unos días dándole vueltas a una cosa- comenzó diciendo mientras removía el té de su taza-, ¿qué día empezamos a salir juntos? Quiero decir... Si quisiéramos celebrar nuestro aniversario, ¿qué día sería?
-No sé, la verdad es que nunca te lo pregunté, simplemente empezamos a salir...
-¿Se te ocurre algún día especial?
-Pocos días ha habido mejores, que el día en que te vi por primera vez- dije dándole la mano.
-¿Qué pensaste la primera vez que me viste?- preguntó ella alzando una ceja.
-Pensé que sería imposible que te fijaras en mí...
-No, si al final será verdad eso de que me diste una poción de amor- dijo riendo, pero enseguida apretó ligeramente mi mano para suavizar la broma-. ¿Qué te parece el día de nuestro primer beso? Se podría decir que desde entonces salimos juntos, ¿no?
-Me parece un buen día para celebrar nuestro aniversario.
-El 20 de abril- musitó ella bajando la vista con una sonrisa.
Pasamos un rato más allí hablando, y al acabarnos el té, salimos a buscar Hannah, Ali y a Bonnie. Fue un momento algo tenso, pues las chicas se encontraban con Jacke y April estaba visiblemente incómoda en su presencia, por suerte, no tardamos en despedirnos de él y alejarnos caminando hacia las Tres Escobas, donde nos esperaban Ginny, Hermione, Ron y Harry.
-Ahora que ya estamos todos- comenzó diciendo Hermione-, me gustaría proponeros algo. Harry y yo estuvimos hablando hace unos días acerca de Umbridge. Como las clases sigan así, seremos incapaces de defendernos ante Voldemort y los mortífagos. Y supongo que todos creéis que Harry no miente acerca de su regreso- hizo una pausa para comprobar si alguien decía lo contrario-. Por lo tanto, he pensado que él sea nuestro profesor, que nos enseñe a defendernos. Quedaremos como un grupo de estudio normal y corriente, nadie sospechará nada.
-¿Es verdad que puedes realizar un patronus corpóreo?- preguntó April tras una larga pausa.
Harry asintió.
-Y podría enseñaros a todos.
-Eso sería genial- comenté.
-Ahora mismo con todos los exámenes será algo difícil poder reunirnos, pero después de las vacaciones quedaremos todas las semanas.
-Me parece bien, siempre y cuando no coincida con los entrenamientos de quidditch- dijo Ron y Ginny asintió a su vez.
-Eso no ocurrirá, entonces, ¿a todos os parece bien?
Todos asentimos y establecimos nuestra primera reunión, el martes de la primera semana tras las vacaciones. Después de comer, April y yo dimos un pequeño paseo y decidimos volvernos a Hogwarts. Caminábamos de la mano y en silencio, giré la cabeza ligeramente para mirarla, el frío había hecho que sus mejillas se sonrojaran.
-¿Qué?- preguntó ella al ver que la miraba.
-Nada, es solo que me encanta que haga frío.
-¿En serio? A mí solo me gusta el frío si puedo pasarme el día frente a la chimenea leyendo, no entiendo que otro atractivo puedes verle a este tiempo.
Yo me limité a sonreír, no pretendía que lo entendiera. Sí, en nuestra relación era yo, y no ella, el que se sonrojaba constantemente y por todo, de hecho pocas veces conseguía que la joven enrojeciera. Así que me complacía que aquel rubor no se hubiera despegado de sus mejillas en todo el día. <<Bendito frío>> pensé.
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