¿Qué soy?
Recibía las miradas recelosas de sus compañeros; de tal forma que resultaban incómodas; sentía demasiados ojos clavados en su persona; no les miraba, el suelo era lo que contemplaba, estaba aterrorizada, temblaba; todo por culpa de sus profesores, que la ponían como a la "Salvadora" de una manera demasiado descarada.
Maldecía entre dientes el día en el que decidió hacer frente a las personas que tanto daño le causaban; había pasado de no ser Nada a serlo Todo, y aquella responsabilidad sobre sus hombros era demasiada; tanta que no respiraba, la ahogaba, la acomplejada, le gritaba que ahora debía de mostrar una seguridad nunca antes vista, era su deber ejercer el papel de La Más Poderosa.
Y lo odiaba,
vaya si lo hacía,
le asqueaba ser admirada por personas que antes la maltrataban,
"hipócritas" quería gritarles a la cara,
pero no podía,
no debía,
porque todo lo que hacía debía ser perfecto, digno de admiración y envidiable por parte de los "enemigos".
Estaba harta de levantarse cada mañana, mirarse al espejo y fingir una sonrisa que, verdaderamente, no existía; reprimía las tan ansiadas lágrimas y ponía a todo buena cara.
Y ya no daban para más tantas mentiras.
Dicha muchachita odiaba a las personas falsas, que mentían para su propio beneficio, que fingían ser algo que no eran para cumplir simplemente los meros caprichos de los demás, escondiendo quiénes eran de verdad.
Y justamente eso hacía aquella triste chica: ser lo que más le repugnaba; se asqueaba de sí misma y de todo lo que la rodeaba.
Su odio a sí misma crecía en innumerables ocasiones, volviéndose rutina
Sanae Nakazawa no pudo hacer más que bajar la cabeza, tratando de ignorar el incómodo ambiente que sobre ella se continuaba cerniéndose, expandiéndose, más y más; desde luego, acabaría por estallar, pero, claro, jamás podría hacerlo delante de los demás.
Porque se suponía que la perfección le tenía envidia.
Porque se suponía que tenía al novio ideal.
A las amigas perfectas.
A los padres del año.
Y todo era mentira, una faceta, una máscara con la que se cubría, y ya estaba cansada de ser algo que no era.
¿Cuando lograría ser... lo que le apeteciese... sin que nadie la juzgase por sus actos o reputación?
Le tocaría esperar ese momento...
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