"Después de esa noche mi padre no me dirigió la palabra, fue tortuoso sentir su silencio a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Alexander trataba de consolarme mientras inventaba chistes para hacerme reír, contarme cuentos o historias sobre él. No fue nada dulce saber todo lo que había tenido que pasar ese chico de bonitos ojos.

Alexander había sido el único hijo de la familia Wong; un imperio rico y poderoso en el mundo de los negocios. Obviamente sus padres no estaban ansiando tener un hijo, su mundo eran los reflectores y los paparazzis que les tomaban fotografías para la prensa; el cual ahora estaba arruinado por un embarazo no deseado. El matrimonio ocultó el nacimiento de Alexander a los ojos del mundo, solo estaban esperando el momento perfecto para deshacerse del bebé.

Así fue como terminaron dejándolo en manos de una humilde anciana. La señora Nikkal vivía completamente sola debido a su edad, sus propios hijos se olvidaron de ella y con ello poco a poco su salud comenzó a deteriorarse.

La llegada de aquel bebé fue la bendición que necesitaba para seguir, ella crió y amó con todo su ser al pequeño Alexander. Su vida fue compartida con la suya hasta que finalmente no pudo hacerle frente a su enfermedad, dejando al niño solo.

La forma en que el pelirrojo me narraba el cariño de la mujer que lo crió, fue conmovedor. La dulzura y honestidad de la anciana fue lo que mantenía puro el corazón de Alexander, eso también involucraba que él nunca le mostró su poder a Selene, permitiendole dejarla descansar en paz.

Es común que la telequinesis muestre ligeras manifestaciones siendo bebés, aunque de forma involuntaria."