"Recuerdo haber repetido esto un par de veces más, era como una especie de competencia para probar mi fuerza contra personas. La policía jamás supo como proceder las escenas del crimen debido a como encontraban los cuerpos, era imposible que alguien pudiera matar de ese modo, así que yo podía estar tranquila.

Lo sé, bastante enfermo pero, en aquella época me sentía capaz de tomar y destrozar lo que quisiera.

Allí fue donde se presentaron los primeros síntomas de mi esquizofrenia provocada del propio poder, esas voces apenas perceptibles en mi mente.

Poco sabía que estaba siguiendo los pasos de mi madre, tenía sentido el porqué mi padre nunca usó su habilidad y trataba de prohibirmelo por igual.

Yo era la viva imagen de Agatha; la mujer que un día amó con todo su ser, hasta que se convirtió en su pesadilla y sufrimiento en vida.

Kenji y Agatha se conocían desde sus primeros años de vida, ambas familias tenían fuertes lazos de amistad, así que ambos bebés fueron unidos para absolutamente todo.

La pequeña Agatha siempre defendió a Kenji de todo, su carácter fuerte provocaba que no le importara meterse en problemas con tal de protegerlo. Aunque eso solo desarrollo su telequinesis a edad temprana, con ello ese desgaste mental comenzó a formarse.

El joven Ryu en cambio nunca quiso arriesgarse a intentarlo, muchas veces trató de convencer a la joven de hacer lo mismo pero siempre obtuvo negativas.

Mientras cursaban la universidad fue cuando su relación de amistad se volvió romántica, ambos se amaban con una fuerza notable dando el paso a un romance tan sano y firme que cualquiera desearía.

Aunque no siempre las cosas resultan perfectas en todos los casos. "