"Kenji Ryu siempre había jurado que mantendría a sus queridos niños lejos de los pasos que Agatha había trazado, por desgracia no pudo hacerlo.

Mi padre no pudo combatir sus propios demonios internos que lo seguían desde el pasado, al final los tres nos convertimos en seres carentes de emociones y sedientos de sangre.

Ver el alma corrompida de Alexander y de mi amado padre, fue doloroso... especialmente porque todo fue culpa mía.

Primero que todo, persona desconocida que está leyendo estos escritos al azar sobre mis memorias; no me juzgues, en su momento me sentía la mujer más poderosa del mundo y creía que mi don me daba el derecho de tomar lo que quisiera sobre los débiles.

La riqueza y el poder son abrumadores en manos erróneas, es como si vivieras encerrado en una burbuja de lujos y comodidades superficiales.

Claro que es algo lindo, pero no deja de ser una maldita jaula que con el pasar del tiempo te quita lo que realmente importa.

Tal vez desde el inicio debí confesarle mis sentimientos a Alexander, decirle cuanto lo amaba y poder besarle como soñé tantas veces, podríamos haber vivido felices como una pareja alejada de toda la podredumbre que nos rodeaba.

¿Pero qué hice?

Preferí mantener aquella línea que nos separaba como simples amigos que compartían techo y trabajaban juntos, me limité a mi misma de mantener la fachada desinteresada con él.

-Kitana, por favor no te alejes de mi

Su voz se escuchaba tan suave y suplicante, él realmente temía perderme entre tanto peligro.

Perdóname, Alexander.

Perdóname, papá... lamento no haberte protegido."