Capítulo 8
─ Mañana iremos a ver a tu padre, salimos a las 7. – dice la señora Miller mientras baja las escaleras de su casa y se dirige a la cocina. – Comenzare a prepararle un pastel de cajeta ¿Te gustaría ayudarme? – le pregunta a su hija, la cual no responde, Marie intuye que no la había escuchado y sonríe mientras saca un par de trastes para empezar a preparar los ingredientes.
En la planta alta de la casa se encontraba Anell, quien había escuchado la invitación de su madre un momento atrás, pero había decidido hacer caso omiso a ella; la idea de visitar a su padre no se le hacia la más atractiva, tenía semanas que no lo hacía.
En años pasados, el Sr. Miller había sido un hombre destacado en la isla; diversos títulos lo avalaban, y entre sus logros estaban haber fundado el "Museo de Historia y Futuro del Archipiélago XXI", construir los condominios más lujosos en toda la isla en el sector 4 y 5 y ser cofundador de una aerolínea local llamada "New World XXI". Todo eso lo hacia un hombre poderoso y envidiado dentro de la isla y alrededores, casi un cliché; amado por muchos, odiado por unos cuantos más. Pasaron los años y su fortuna iba en ascenso; junto con su esposa Marie tenían una de las mejores casas en toda la isla, ya ni siquiera necesitaban trabajar, tenían la vida resuelta. Tiempo después, cuando Marcus Miller se encontraba en la cumbre de los 40 recibió una noticia: Iba a ser padre. Eso cambio su vida por completo, tanto a Marie como a Marcus se les hizo una noticia inesperada; después de haberlo intentado por años sin éxito alguno se habían dado por vencidos, se hicieron de la idea que tal vez tener un bebé no estaba en sus planes escritos en la vida. Así que cuando la hora llego, se prepararon, remodelaron la casa, contrataron especialistas, hicieron hasta lo imposible por preparar todo para la llegada de su primogénito.
Pero tal como se ha dicho antes; nada está escrito.
Durante el 6º mes de embarazo, un día Marie decidió salir a comprar algunas cosas, fue sola ya que Marcus estaba ausente en ese momento; había tenido un viaje de negocios del cual regresaría en un par de semanas, nada fuera de lo común. Durante esa tarde ella compro ropa para bebe, un par de blusas y vestidos para ella y un cinturón que le había parecido perfecto para su esposo, todo transcurrió con naturalidad hasta que irrumpieron algunos hombres encapuchados al lugar; no iban a robar, no iban a asesinar, no iban a cometer ningún acto delictivo a la tienda, simplemente iban por ella. En ese mismo momento tomaron a Marie Miller sin ninguna consideración por su embarazo y se la llevaron, se alertó a las autoridades, se informó a los medios, incluso Marcus regreso inmediatamente a la isla, pero pasaron días antes de que el paradero de aquella mujer embarazada se supiera.
Marcus contrato seguridad privada e investigadores externos a la isla para buscar a su esposa, todos en el archipiélago sabia lo acontecido, Marcus no dormía, apenas y comía; pasaba las noches esperando noticias, pero nada llego.
Exactamente 12 días después de la desaparición de Marie, una pequeña toco a la puerta de la residencia Miller, no sobrepasaba los 6 años y su aspecto era deplorable; parecía que no había comido en días, sus huesos estaban casi expuestos aun a través de su ropa, la cual estaba rasgada, su playera y pantalón estaban casi tan sucios como su piel, no portaba calzado alguno, sus pies únicamente eran protegidos por un par de calcetas rotas y el olor que transmitía no era agradable.
– ¿Que se te ofrece, hija? – La niña lo voltea a ver, toma sus mechones que estaban tapando su rostro y los hace a un lado.
– Ellos, unas personas me dijeron que viniera a entregar esto. – responde con cierta timidez.
– ¿Quiénes?
– No lo sé, dijeron que, si no lo entregaba, me lastimarían.
Marcus se asoma por un momento, pero no ve a nadie alrededor, toma a la niña del hombro y la invita a pasar.
– ¿Tu eres Marcus verdad? – pregunta mientras camina lentamente y ve asombrada el interior de la casa.
– Si ¿Quieres algo de comer?
– ¿Tienes comida? – cuestiona la niña asombrada mientras lo voltea a ver y sus ojos se vuelven un poco más grandes.
– Si... ¿Hace cuánto que no comes?
– Bueno, ayer en la tarde un hombre me regalo un gran trozo de pan, estaba un poco quemado, pero no quedo nada de él. – responde la niña con cierta seguridad y orgullo en sus palabras.
Marcus se queda sin palabras por un momento ante ella, la guía al comedor principal de la residencia y le pide que espere ahí hasta que regrese. La pequeña niña miraba con gran asombro el lugar; sus piernas colgaban de la silla en la cual estaba sentada, por lo que las columpiaba con cierta intensidad, ni siquiera quería tocar la gran mesa frente a ella, ya que esta era de color gris, y temía ensuciarla con sus manos.
– Quisiera darte más, pero desde que se fue Marie... Las cosas no han ido bien. – dice Marcus mientras llega al comedor con un par de platos en ambas manos. – Cuéntame ¿Tienes familia?
Al poner la comida en la mesa frente a ella esta se asombra en exceso, por alguna razón dentro de su boca podía sentir como su saliva cambiaba de sabor a uno más dulce y lanza sonrisas sin poder evitarlos.
– ¿Puedo comerlo todo? – pregunta la niña emocionada.
– Claro, hasta que estés satisfecha. – la niña comienza a agarrar pequeñas piezas de pollo bañadas en salsa BBQ y a morderlas, a su lado, un tazón con puré de papa y una cuchara, toma de ambos tazones y mastica la comida rápidamente, inclusive muerde los huesos que van apareciendo conforme se acaba la carne de pollo. – No es necesario que te comas esos, déjalos a un lado. – le dice Marcus, a lo que ella lo mira, asiente y lo hace. – Entonces... ¿Tienes familia?
– Bueno... No lo sé, creo que si, pero aún no la conozco. – dice la niña con la boca llena y un par de alitas de pollo en cada mano. Marcus se sienta junto a ella. – Tengo un amigo, le llamo "El comelón", normalmente cuando obtenemos comida juntos el me la quita, por eso le digo así.
– ¿No tienes casa? – pregunta Marcus sorprendido.
– No. – responde ella.
– ¿Dónde duermes?
– El comelón y yo tenemos unos contenedores en el sector 7, ahí guardamos cartones y juguetes. – dice mientras toma la cuchara y comienza a comer puré del tazón.
Marcus reflexiona un momento acerca de la situación de esa niña; vivía en una de las zonas más peligrosas de la isla, no tenía familia y con suerte comía una vez al día. Supuso que no sabía leer, que nunca había ido a la escuela y que probablemente nunca lo haría; la miraba atentamente comer sin parar, nunca había visto algo así, la situación era una combinación de inocencia con crueldad ¿Cómo la vida podría tratar así a alguien? ¿Cómo es posible que exista este nivel de pobreza en la isla? ¿Por qué mientras él vivía en una enorme residencia de 3 pisos, ella dormía en un contenedor de basura? No era justo.
– ¿Traías algo para mí? – pregunta Marcus a la niña, la cual seguía comiendo.
– Si – responde mientras de su pantalón saca un pequeño casete. – No dijeron nada más, solo me vinieron a dejar.
– ¿Ellos vinieron hasta aquí? – la niña asiente con la cabeza.
– Espera un momento, ya regreso. – le dice a la pequeña. Para cuando regresa ya no había comida en ninguno de los platos y el traía consigo un reproductor de casete portátil, se sienta junto a la niña. – ¿Te gusto la comida? – le pregunta mientras le lanza una sonrisa que no había salido desde hace días.
- Si, muchas gracias, señor. – le responde mientras se limpia la boca con el brazo.
Marcus inserta el casete y presiona un botón para que la cinta comience a reproducirse, al principio no escucha nada más que interferencia, algo parecido a la estática, pero después de unos segundos suena una voz.
Miller... Marcus Miller: Di hola a tu esposa.
La piel se le eriza a Marcus, se levanta del asiento y la silla cae al suelo, la niña lo mira.
- ¿Marcus? Estas aquí... Marcus, no les des el gusto, no caigas en sus jueg... ¡AGGHH!...
- ¡Cállate! ¿O acaso quieres más golpes? ..., Si, ha de ser eso, chicos, háganlo.
Se comienzan a escuchar golpes fuertes a través de la cinta, hay al menos 6 chicos en ese lugar, se escuchan sus risas mientras los golpes continúan.
- ¿Mas? Si, dejen los cinturones, traigan la tabla, es mi turno.
Marcus aprieta fuertemente sus puños y comienza a llorar, no puede decir ni siquiera una palabra.
- Okey, así estará esta situación; Marcus, golpeare a tu esposa embarazada 10 veces, con un gran trozo de madera, comenzare por las piernas, los pies, la espalda y el abdomen, tienes que escucharlo, ya que entre cada golpe habrá mensajes importantes.
– No... – Susurra Marcus mientras cierra los ojos.
¡UNO!
Se escucha el primer golpe y a su vez, un grito de Marie.
- Este fue en las piernas, creo que resistió bien. Supongo que sabe que cuentas con el suficiente dinero para liberarla, pero no, nuestros intereses van más allá... ¡DOS!
Se escucha un pequeño chillido de Marie mientras respira fuertemente.
- Este fue en las piernas de nuevo, pero por delante. Marcus, tienes mucho dinero ¿Qué haces con él? Construir más casas para gente rica, hacer crecer tus ganancias, eres todo un visionario... ¡TRES!
Marie grita con desesperación mientras suplica por que se detengan, Marcus tiembla.
- Este fue en la espalda, creo que... Le está chorreando un líquido de entre las piernas... Felicidades Marcus, serás padre; un padre rico al cual no le importa la clase social baja, un padre rico que meterá a su hijo rico en escuelas elitistas. Felicidades, serás un padre ejemplar, pero: ¿Dónde quedan nuestros niños? Los demás, los pobres... ¡CUATRO!
Marie suplica una y otra vez, llora con desesperación. Grita.
- De nuevo en la espalda, Marcus, se me acaban las ideas así que iré al grano; cuentas con una fortuna millonaria, lo que harás con ella a partir de ahora será preocuparte por los demás, no solo les darás a los ricos, sino también a los pobres: Construirás escuelas en todo el archipiélago, sin ayuda del gobierno, tu solo, de tu bolsillo... ¡CINCO! -
Marie llora, berrea mientras emite o que son intentos de palabras mal articuladas. Marcus llora mientras golpea la mesa con su puño, la pequeña toma su mano. Este la mira temblando.
- Cederás las acciones que te pertenecen de la New World XXI a los tu hija o hijo, no podrás hacer uso de este dinero ni tu ni nadie hasta que ella cumpla 25 y tenga al menos una carrera universitaria terminada... ¡SEIS!
Marie deja de emitir sonido alguno.
- Donaras el resto de tu fortuna a fundaciones benéficas dentro y fuera del archipiélago, te quedaras con tan poco que tendrás que resurgir de las cenizas, y si es que puedes, felicidades, habrás obtenido mi respeto... Busca a tu esposa en la clínica del sector 7, me han comentado que es un lugar deplorable... Ah, y si no cumples todo lo establecido aquí... Bueno, regresaremos por ella, solo que esta vez no habrá ninguna cinta con peticiones... Apaguen esta mierda.
La grabación termina, Marcus esta en shock, no logra siquiera moverse, la pequeña a su lado lo mira con cierta preocupación.
– Llama al 911... – le dice Marcus a la niña mientras este saca su teléfono del bolsillo, marca los números 9 -1 - 1 y cae al suelo completamente inconsciente.
-
Marcus se despierta abruptamente, tal y como en aquellos sueños en los que sientes que resbalas. Se encontraba en su habitación, con el cuerpo adolorido y una jaqueca insoportable, el cuarto estaba oscuro, se levantó lentamente y abrió las cortinas, el resplandor del sol inundo todo el cuadro. Para cuando entro en si recordó lo que había pasado, camina rápidamente hacia su puerta y la abre. En su casa se encontraba la niña de la otra noche, un oficial de policía y el detective Teodoro Barrientos, quien estaba a cargo del caso.
− Marcus. – le dice mientras deja al otro oficial con la pequeña y se acerca a él.
− ¿Qué demonios paso?
− Bueno... No nos conocemos muy bien, pero no fue muy inteligente decirle a una niña que vive en la calle que llamara al 911.
− Mi esposa ¿La encontraron?
− Si, la pequeña corrió un par de manzanas para informar a la caseta policiaca lo acontecido.
Marcus mira a la niña, la cual se encontraba sentada en una silla mientras un oficial se encontraba agachado platicando con ella.
− Necesito que me lleven a dónde está mi mujer.
− Esta en el Hospital del centro, lo escoltaremos para llegar lo más rápido posible.
Marcus toma sus cosas y camina hacia a fuera de la casa, donde los oficiales y la niña lo esperaban. Marcus mira a la niña, la cual le sonríe.
− Tu esposa estará bien. – le dice mientras da media vuelta y comienza a brincar a lo largo de la acera.
− ¿A dónde iras? – le grita Marcus.
− Buscare al comelón.
El día era soleado, un tanto caluroso, se escucha el motor de la patrulla arrancar y encienden la sirena.
− ¡Oye niña! – grita Marcus mientras ella voltea. – Sube. – dice mientras abre una de las puertas de su auto, la niña voltea, sonríe y corre con él.
Ambos carros arrancan y se pierden a la vista entre las calles de los sectores.
-
Una vez en el hospital los 4 se encaminaron hacia el lugar donde estaba Marie, subieron un par de pisos en elevador y caminaron entre cuartos hasta llegar al que les habían indicado al entrar al lugar.
− Marcus... Te falle, lo siento. – dice el detective Barrientos mientras baja la mirada y con sus dedos se talla los ojos.
− No estaba completamente en ti. – responde mientras pone la mano en su hombro. − Ahora, si me disculpas. – entra a la habitación de su mujer, la cual estaba acostada en la camilla, boca arriba. Marcus se acerca con cautela, la observa bien; tiene golpes en cada parte de su piel que se asoma de sus prendas, prácticamente su piel se tornó de un color rojo, morado y azul, tenía los labios hinchados y las muñecas completamente rojas, sus ojos estaban cubiertos por la oscuridad de los moretones y la profundidad de sus ojeras. Marie respira con tranquilidad, pero hay un cambio físico en ella, no tiene el estómago grande, su abdomen se ve plano a través de la bata que lo cubría. Marcus arranca a llorar sin control mientras se inca junto a la camilla y toma su mano.
Los doctores le dejaron tener privacidad un momento, no entraron a la habitación hasta 2 horas después. Para cuando entraron a la habitación, Marie ya estaba despierta con Marcus a su lado tomándole de la mano, y fue ahí cuando revelaron la cruda y notoria verdad: Marie había abortado a su bebe en camino de manera involuntaria, y la posibilidad de que nunca volviera a quedar embarazada era aún más grande.
Ambos platicaron como nunca, Marcus le platico todo lo que vivió en esos días y Marie le conto a él, disfrutaron cada minuto y apreciaron el hecho de estar juntos una vez más. Después de un rato Marcus le hablo acerca de la niña que lo ayudo, discutieron un momento el tema y posteriormente el salió de la habitación; ahí estaba aún aquella pequeña, esperando sentada en una silla.
− Ven conmigo, te quiero presentar a alguien. – le dice Marcus.
Al entrar la niña vio a Marie, se sorprendió un poco por su aspecto, pero aun así no se detuvo y camino hacia ella.
− Te tenemos una propuesta, pequeña. – exclama Marie. – En serio no sabemos cómo agradecerte todo lo que has hecho por nosotros. – Marcus la interrumpe.
− Le conté a Marie tu... Estilo de vida.
− Nos gustaría que... Bueno, si tú quieres...
− Queremos que vivas con nosotros. – dice Marcus mientras se agacha para tomar la mano de la niña. – ¿Te gustaría?
La pequeña sonrió un momento y después se echó a carcajadas mientras afirmaba con su cabeza.
− ¿Y cómo te llamas, pequeña? – pregunta Marie a aquella pequeña mientras toma su mano.
− El comelón me dice "Any".
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