II
El albino rompió el silencio con una estruendosa carcajada, ante la mirada desconcertada de Darhiel. Le hizo una seña para que soltaran a su amigo y que lo dejaran pasar. Sabia a que se refería con lo dicho, era algo que él mismo le dijo al cambia-formas cuando eran niños. Lo recordaba muy bien, era un día cualquiera en el que el albino le estaba enseñando a pelear, ya que Owan era muy tímido y no sabia controlar sus sentimientos de ira, prefería evitar las riñas, pero a veces eran inevitables.
Le hizo una seña con la cabeza a Darhiel para que lo dejara pasar a la cabaña donde él se encontraba. Ella así lo hizo, no sin advertirle que tenga cuidado.
-¿Por qué no estuviste en la batalla o en las reuniones de estrategia?- indagó con un tono de reproche, el druida tratando de reprimir la necesidad de abrazarlo.
Owan se sentó a su lado en el borde del camastro y le palmeó con delicadeza el brazo. Por fin podían hablar y arreglar sus diferencias, después de tantos años. Acto seguido, se encogió de hombros.
-¿A mi que me ves? Tu tío no me dejó que lo hiciera, dijo algo sobre que prefería que estuviera oculto ante los ojos de Fionn, ya que para él creo que estoy muerto... y no es para menos.- comentó llevándose una mano al cuello, en el lugar donde estaba aquella cicatriz que Lugh le había dejado.- pero, como necesitaba que alguien se arriesgara a buscarte y que ese no fuera seguido, me lo pidió a mi. Así que ¿Cómo te encuentras? Según escuché, ese hideputa, con el perdón de tu madre, te dio una buena paliza.
A Lugh, la forma en la que se refería a Querran, no le hizo mucha gracia y menos recordar lo ultimo que pasó. Resopló, asqueado e invadido por la sed de venganza y ese sentimiento sordo de haber sido traicionado ¡Vaya que sienta bien volver a estar consiente después de aquello!
-Nada especial. Recién despierto. Al menos, espero que esto sea rápido.- respondió eludiendo aquella expresión.- ¿Qué necesita Daragh?
El cambión lo observó un momento. En sus ojos verdes se notaba la necesidad de hablar de otras cosas y no tanto del motivo real que lo traía allí. Suspiró y tensó sus tonificados brazos. El druida se daba cuenta que su amigo estaba buscando una excusa para alargar las cosas.
-Vale, dime lo que te dijo mi tío y después hablamos. Sé que algo quieres para decirme...- le respondió a aquel cuestionamiento mudo.- Para ser sinceros, yo también tengo cosas que decir ¿Sabes? Hace años que no te veía, nunca dejé de preguntarme por ti y cuando por fin te encontré, resultaba que eras un nigromante y estabas con Fionn ¿Por qué? ¿Por qué realmente lo hiciste?
Owan sonrió en una mueca entristecida y tragó saliva. Negó con la cabeza, buscando palabras para contarle su pesar, pero estas se negaban a salir. Sin embargo, algo pudo decir.
-Tú sabes por todo lo que he pasado ¿Te acuerdas como me fui del templo? Sabes bien que no sé controlar mi condición, la gente siempre fue mala conmigo. Los niños, me veían como un juego ¿Recuerdas? "quien haga enojar al oso se lleva una de plata y dos de cobre", incluso Querran y Rumpel tendían a molestarme. Y quienes no lo hacían, me temían ¿Te acuerdas Kei? Esa niña que me gustaba ¿Te acuerdas el miedo que me tenia? Incluso, era un estorbo para todos, para ti, tú mismo me lo dijiste ¿No lo recuerdas, Lugh? "Vale, te enseñaré a pelear, para que me dejes de pedir que te salve el culo cada vez que alguien te moleste".- recordó con pesar aquel hombre grande.- Lugh... en serio, no es por orgullo que te lo dije esa otra vez. No lo entiendes, no tienes ni idea de lo que es ser lo que soy. Yo no elegí ser lo que soy, un monstruo...
Hizo una pausa, viéndose las manos temblorosas, odiándose por ser eso, un cambia-formas, un monstruo. Odiándose por todo lo ocurrido, por escuchar la voz de Morrigan que lo enloquecía y lo llevaba al punto de matar sea a quien sea que estuviera a su alcance. Quiso seguir hablando, explicarle a su amigo todo lo que había callado y el porqué hizo lo que hizo, pero las palabras no querían salir. Tantas veces las guardó en su interior, que ahora estas mismas tenían miedo a su sonido.
Lugh veía como se torturaba así mismo, tenia razón, el druida no tenia idea por lo que realmente pasaba el cambia formas. Pero de algo sí tenia idea. Como pudo, se levantó de la cama, sintiendo el cuerpo pesado y dolido. Apoyó su mano en el hombro de su amigo, cuando vio que Owan levantó la cabeza, le sonrió asintiendo con lentitud. Eso le dio a Owan la seguridad para seguir hablando.
-Yo no lo elegí y tú lo sabes...- prosiguió con dificultad, apoyando una mano en la espalda de su amigo, para ayudarlo a mantenerse erguido.- pero, en mi desesperación, quise creer que yo podía elegir seguir siéndolo o ser una persona más. Quise creerlo, por eso los intenté ayudar. Fallé, lo sé. Y te lo agradezco, Daragh me ayudó a regenerarme, realmente casi muero. Él fue quien me dijo lo mismo que tú, todo lo que me prometieron era mentira, que no valía la pena intentarlo. Perdón por todo el daño que cause, lo admito, fui un idiot...
-Ya, tampoco te tortures. Para que te digan que fuiste un idiota me tienes a mi, no hace falta que te lo digas...- lo interrumpió el albino, conocedor del sentimiento de culpabilidad de su amigo.- No hay nada por lo cual pedir perdón, errores cometemos todos, ilusos somos todos. Lo importante, es que estas bien. Perdóname a mi, por hacerte creer que eras una carga. No recuerdo porqué lo dije, pero no lo eres, quería te supieras defender de la forma más rápida posible, sin llegar a escuchar la voz de Morrigan. Rumpel solo te molestaba porque estaba celoso, recuerda, en ese tiempo Moira estaba pegada a ti... No eres un monstruo, créeme, eres más que eso. Si, yo no entenderé completamente lo que tú pasas, pero quienes te conocemos sabemos que eres más que un cambión, hijo de Morrigan. Quienes te conocemos sabemos lo sensible que eres, lo dispuesto que siempre estas a ayudar y por lo mucho que te preocupas por otros, incluso cuando son ellos los que te agravian. En serio, Owan, no vale la pena torturarse tanto, si te preocupas por el dia que conozcas a tu estrella, déjame decirte, que ella te amará de todas formas, ella sabrá complementarte y ayudarte a controlarte. Mira sino a Moira y a Rumpel... aunque no lo digan, lo sé.
Siguieron hablando, banalidades importantes para ellos, realmente les hacia falta esa charla de amigos que hacia tiempo que no se veían. Así, el cambión se enteró de lo mucho que el druida se culpaba por lo ocurrido en el templo de Ariadnae, por lo mucho que se culpó cuando pensó que lo había matado. Entre tanto, Lugh se enteró de que en realidad su amigo era un caza recompensas, no un nigromante, como pensó en un momento, también supo que su tío lo estaba ayudando a encontrar la manera de controlar su temperamento.
Ante la noticia de que el Cambia-Formas estaba en el bosque,
Moira irrumpió con brusquedad en la cabaña-árbol, dando un portazo y aturdiendo a su hermano con un grito agudo de felicidad, a la vez que se tiraba al cuello de aquella bestia, abrazándolo.
-¡Owan! ¡Estas vivo! - celebraba entre chillidos que aturdía aun más a su hermano.- No tienes idea de cuanto te he extrañado, imbécil.
En el intento de evitar que se cayeran ambos, el cambia-formas soltó a su amigo y este cayó en la cama, profiriendo un insulto por el dolor causado.
-¿Y yo qué? ¿No existo o qué?- se quejó Lugh a la vez que se acomodaba en el camastro.- Además, ya te he dicho que no deberías decir vulgaridades.
Moira lo observó un momento, como si observara a un intruso, alguien que solo estuviera estorbando.
-Vulgaridades, el huevo mío.- le respondió para luego dirigir su mirada a Owan, que se sentía algo incomodo por la cercanía que tenia con ella.- Si estabas con mi tío ¿Por qué no estuviste en la batalla?
《Apuesto que eso lo aprendió de Querran... si yo sabia bien que ese malnacido sería una mala influencia para ella...》
Pensó con mordacidad el albino ante lo ultimo dicho por su hermana.
El cambión iba a repetir la respuesta, pero se detuvo al sentir la mirada de odio que le dirigía Rumpel desde el marco de la puerta. Ahí se dio cuenta de que todavía estaba abrazado a ella. Carraspeó y la soltó, adoptando una actitud de respeto distante.
-Daragh no me lo permitió , sostiene la idea de que debo estar oculto ante Fionn, ya que este me cree muerto.- le respondió para luego dirigir la mirada ante Lugh.- Y simplemente me pidió que te entregara esta carta.
Dicho eso ultimo, le entregó un papel con el sello personal de Daragh O'Briam , un lobo y una espada. Lugh lo tomó y lo abrió leyendo el contenido. Nada importante, solo buscaba saber como se encontraba y le rogaba que se quedara allí, hasta que las cosas se calmaran un poco, le aseguraba que su madre se encontraba a resguardo y que Fionn estaba encolerizado por el fallo de la boda, algo que hizo que Lugh sonriera con verdadero regocijo. También, lo ponía al día en cuanto a su hermano. Ya estaban enterados de la traición de Querran y ya se había tomado carta en el asunto, desterrándolo del clan. Eso ultimo llamó la atención del albino, sabia bien que la traición era pagada con sangre y vida ¿Por qué Querran no sufrió ese destino? Levantó la cabeza confundido miró a Owan, este ya veía venir la tormenta en los ojos de Lugh.
-¿Por qué Querran no esta muerto?- indagó conteniendo la ira que lo invadía.- responde...
Moira alertada por las palabras de su hermano, le arrebató la carta y la leyó rápidamente, era cierto, no mencionaba nada sobre el destino de Querran. Todo eso se veía sospechoso.
-¡Owan! ¿Qué ocultas? ¡Di la verdad! ¿Qué sucedió con Querran después de la batalla?- lo increpó Moira abalanzados sobre el cambión, agarrándolo del cuello de la camisa y sacudiéndolo con facilidad.
Owan, los entendía perfectamente. Podía leer en los ojos verdes de Moira y el charco de sangre de Lugh la necesidad de vengar aquella traición, él también la necesitaba. Con caballerosidad, se quitó las manos de su amiga y suspiró.
-¿Cómo era el conjuro para mostrar recuerdos?- le preguntó a Lugh.
Este lo observó con cinismo. En un suspiro le explicó como hacerlo y así, el Cambión creó una especie de espejo en donde mostraría lo ocurrido.
...
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