XVI • La cordura del hombre
Cada que alguien se perdía,
en el bosque de Dalrán,
se notaba en su mirada,
y lo único que uno podía hacer,
era guiar el cuerpo o el alma,
hacia un lugar donde no molestara,
a las demás personas que sí que estaban,
del lado sensible de la frágil línea.
El hombre guió al escupe-fuego hacia el norte,
intentando ignorar el gran pánico que le invadía,
mientras la bestia se acercaba amenazante,
tan cerca que el calor que despedía ardía,
sin embargo, hubo un cambio en el dragón,
el halo rojo en su piel comienzó a disiparse,
Sergio consiguió alejarse lo suficiente,
antes de que el dragón escupiera una llamarada de fuego al aire,
y antes de que se quedara quieto, mirando al pobre hombre.
Hubo un silencio que duró varios minutos,
ambos no podían sino evitarse,
el dragón fue el primero en expresarse,
en cuanto noto a unos pasos de el una camisa quemándose:
—¿estás bien? —, el hombre no se inmutó al escuchar sus palabras,
—de verdad lo siento, tengo que irme, aún tengo hambre.
Por más ridículo que se sentía,
Sergio no pudo evitar preguntarle,
—¿qué es lo que comes? —,
el dragón hizo el intento de hablar,
pero de el salió una bocanada débil de fuego,
que consigo desestabilizarle y hacerle caer,
consiguiendo mover cuál tapete el suelo,
esta vez fue turno del hombre de ser cortés,
—¿tú estás bien?
—Hace décadas que no escupía fuego,
mi padre me enseñó como hacerlo,
y ahora ni siquiera puedo volver al reino—,
el desánimo fue muy notorio,
sus alas hicieron una ligera curva hacia abajo,
y el dragón bebió el agua de un charco cercano,
que quien sabe como ahí habría llegado;
—¿qué cos…? —titubeo—, ¿qué eres?—,
esta vez el extrañado fue el dragón,
—¿no sabes qué soy yo? —, el hombre negó,
—¿tan pocos quedamos?… Soy un dragón.
El hombre permaneció en silencio,
hasta que el dragón lo rompió,
—ningún otro humano había hablado conmigo,
desde que la princesa se asustó y me gritó,
¿crees que puedas ayudarme a disculparme con ella?—;
en la cara del hombre se vislumbro la duda, —¿cómo?;
—necesito tu ayuda con un poema —sentenció el dragón,
—¿un poema?, ¿para qué princesa? —con un tono meditabundo
el hombre siguió con sus ya usuales preguntas,
—escuché uno en el camino hacia aquí,
son creaciones tan hermosas como ella,
Hatise, nacida en Athloz, la princesa heredera.
Disparador: 16. El cuento de hadas ha cambiado. Ahora el dragón quiere hablar con la princesa, pero no sabe que decirle después de asustarla, por eso te pide ayuda con un poema.
Palabras: 399
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro